Kono Subarashii Sekai ni Shukufuku wo!

Volumen 9: El Destino Carmesí

Capítulo 5: ¡Sellando el Destino de esta Diosa Malvada con una Explosión!

Parte 6

Tenemos problemas. Y pensar que nos encontraríamos en esta situación justamente aquí…

—Parece que esa persona no está hoy aquí.

Wolbach observó a los integrantes de nuestro grupo y comenzó a reír entre dientes.

Seguramente está hablando de esa diosa holgazana. Así que por lo visto esta diosa malvada sigue teniendo miedo a la persona que nunca resulta útil en situaciones normales, ¿eh?…

Wolbach nos miró fijamente a Megumin y a mí.

—Me parece que las cosas se les han ido un poco de las manos por aquí… Si les soy sincera, no me gustaría tener que luchar contra nadie que haya entablado una conversación amistosa conmigo, así que esto me resulta un poco complicado…

—¡E-Espera un momento! ¡Yo tampoco quiero luchar contigo, al fin y al cabo nos hemos bañado juntos!

—¡¿Ah?!

Megumin y Yunyun mostraron su sorpresa gritando al unísono.

—…Por favor, no menciones esa clase de cosas en esta situación…

—¡¿Eh?!

Estamos hablando de cosas importantes ahora mismo, así que espero que no se entrometan en la conversación.

—U-Umm, me parece que se han imaginado alguna clase de malentendido…

—No me importa si lo malinterpretan. Nos hemos bañado juntos dos veces, y tú incluso dijiste que no te veías tratándome como si fuera un desconocido…

—¡Sé que lo dije! ¡Es verdad que dije eso, y también es verdad que nos hemos bañado juntos, pero…!

Wolbach entornó los ojos para lanzarme una mirada de odio, pero a partir de ahí hizo todo lo posible para tranquilizarse y cambiar de tema.

—Te he estado investigando mientras atacabas a mis subordinados todos los días sin descanso. Beldia, Vanir, Hans, Silvia… ¿Todavía te acuerdas de esos cuatro nombres?

Wolbach enumeró los nombres de los comandantes que habían tenido algo que ver conmigo.

—Wolbach onee-san, tus orejas están totalmente rojas.

—¡Cállate!

Las orejas de la chica se habían empezado a poner rojas después de recordarle las dos veces que habíamos tomado un baño juntos.

—Sí que los recuerdo… pero aún así no quiero pelear contra ti.

—Aunque no quieras hacerlo, no puedo dejarte marchar. Además tengo que recuperar a mi otra mitad. Pero por otro lado, si conseguiste eliminar a cuatro comandantes de mi ejército… ¿es posible que tú seas el héroe de las leyendas?

Sí, soy el héroe con el oficio más ridículo. Mi habilidad especial es mirar a las chicas disimuladamente.

Wolbach no pareció adivinar lo que estaba pensando.

—En cuanto supe tu nombre me di cuenta de que no podía dejarte marchar. ¿Lo conoces? ¿Sabes el nombre del héroe que aparece en esa leyenda?

Hablaba con confianza; ¡era como si estuviera diciendo que ya lo sabía todo sobre mí!

—…No conozco a ese héroe ni la historia de la que estás hablando. ¿Cómo dices que se llama?

—No te hagas el tonto. ¿Qué ocurre, has empezado a olvidarlo solo porque pasó hace mucho tiempo? El nombre del héroe de ese cuento era Satou. Sí, el mismo que el tuyo, Satou. Para empezar ese nombre ya es bastante extraño, así que no creo que se trate de una mera coincidencia.

Pero en el lugar de donde vengo es un nombre muy común. Aunque por otra parte lo comprendo. Seguramente piensa que soy el descendiente o el sucesor de algún héroe o algo. De todas formas me parece que no tengo ninguna relación en absoluto con ese Satou del que está hablando.

Entonces…

—Umm…

Megumin se bajó el bastón del hombro y empezó a hablar en voz baja.

—¿De verdad no te acuerdas de mí?

Su cara estaba completamente teñida de un tono rojo brillante, y sus ojos resplandecían con su característico color carmesí. Sin embargo, Wolbach apenas se molestó en mirarla.

—…¿No te lo he dicho ya? No me suenas de nada… pero no te preocupes, a partir de ahora me acordaré muy bien de ti… Para mí serás la archienemiga que asesinó a muchos de mis subordinados.

—¡¿…?!

Comenzó a realizar su conjuro sin decirnos una sola palabra más.

—¡Oye! ¡Espera un momento, de verdad que no quiero luchar contra ti…!

Aunque le grité eso, sentí que su intención de entrar en combate era real. Y fue porque el conjuro que estaba recitando era…

—Yunyun, date prisa y activa la magia de teletransporte.

—¡E-Entendido, l-lo haré lo más rápido que pueda!

Cuando Wolbach empezó a invocar la magia de explosión, Yunyun la siguió rápidamente e hizo lo mismo con el conjuro de teletransportación. Megumin parecía encontrarse deprimida por el hecho de que Wolbach no la recordase, por lo que no mostró signos de querer contraatacar con su explosión. ¡Mientras que yo me estaba empezando a arrepentir de haber dejado mis utensilios mágicos que había preparado en la fortaleza, entonces se me ocurrió una manera de salir de esta! Busqué en mis bolsillos como un loco y finalmente saqué lo que necesitaba…

—Llama.

Encendí el objeto que alguien había encogido días atrás y se lo lancé a Wolbach. Cuando ella vio lo que le había tirado dudó si debía esquivarlo o no, ya que hacerlo implicaría tener que cancelar su conjuro. ¡Agarré a Megumin de la mano y tiré de ella en dirección a Yunyun sin esperar a que el objeto explotara…!

—¡Teletransportación~!

Cerré los ojos con fuerza al escuchar el grito de Yunyun.