Kono Subarashii Sekai ni Shukufuku wo!

Volumen 9: El Destino Carmesí

Capítulo 5: ¡Sellando el Destino de esta Diosa Malvada con una Explosión!

Parte 11

Me quedé mirando al techo con una almohada entre mis brazos.

—Fue algo que ocurrió cuando tenía más o menos la misma edad de Komekko.

Megumin se encontraba tumbada a mi lado y sus manos reposaban sobre su estómago. Había empezado a contarme la historia.

—Un día, en la aldea de la Magia Carmesí, yo deshice el sello que mantenía preso al dios malvado, y ahí fue cuando todo comenzó.

Cuando Megumin era una niña, liberó a la diosa malvada Wolbach de su prisión mientras jugaba. En ese momento, apareció de repente un monstruo gigante de color negro: Chomusuke. Este ser trató de atacarla cuando todavía sus poderes no habían sido bloqueados, pero entonces Wolbach utilizó su magia de explosión para someterlo. Durante ese proceso, la diosa salvó la vida a Megumin.

Ese tipo de magia le dejó una gran impresión, y debido a ello empezó a formarse un sueño en su cabeza.

Esa mujer ha estado causando muchos problemas, ¿eh?

Unos años más tarde, cuando Megumin consiguió reunir los puntos de experiencia necesarios, decidió aprender la magia de explosión. Poco después de obtener esta clase de magia avanzada, se convirtió en una miembro del clan de la Magia Carmesí de pleno derecho y partió para realizar un viaje. Su objetivo era pagar a la chica que le había salvado la vida en el pasado y también mostrarle que gracias a ella se había decidido por aprender magia de explosión. La única razón de su viaje fue encontrar a la persona que tanto había hecho por ella, sin embargo…

—Al final nunca pude compensarle por el hecho de haberme salvado la vida, y en vez de ello, cuando por fin la encontré, tuve que destruirla con mis propias manos…

Megumin continuó con su monólogo envuelta en la oscuridad de la habitación. Ella, al estar atormentada por su sentimiento de culpa, se volvió extremadamente amable y perdió todo su carisma, tanto que incluso llegó el momento en que los demás empezaron a no fijarse en ella y prácticamente se convirtió en un fantasma.

—…¿Te he contado alguna vez que en mi país natal yo no hacía otra cosa que quedarme encerrado en casa? ¿Que era un nini y que nunca hice nada de provecho con mi vida?

De pronto empecé a hablarle de mi vida, y ella giró la cabeza hacia mí.

—Mm, sí, ya has hablado de ello varias veces. Pero eso…

Le corté antes de que pudiera decir nada más.

—Si lo que quieres es hablar de ser desagradecido, entonces no hay nadie que pueda ganarme en eso. Mis padres se gastaron toda una fortuna en mandarme a un colegio privado, pero llegó un momento en que ya nunca iba a las clases, ni siquiera un día. Al principio solo lo hacía por conseguir un poco más de tiempo libre para hacer las cosas que me gustaban. Los fines de semana me quedaba todas las noches despierto para jugar con videojuegos, y el resto de días me encontraba tan cansado que el solo hecho de tener que madrugar para ir al colegio me resultaba molesto. Mis dos padres trabajaban, así que pensé que sería buena idea aprovechar esa circunstancia para saltarme las clases en secreto.

Empecé a compartir mi historia con ella, una que había mantenido en secreto hasta ahora.

—Como he dicho, al principio solo pretendía hacer el vago algún día que otro; en aquel entonces solo me saltaba un día de clases al mes. Después empecé a escaquearme todos los lunes, y antes de que me diera cuenta había decidido no volver nunca al colegio.

Ahora que lo pienso, mi actitud en esa época fue bastante lamentable.

Aunque decidí dejar de ser un nini una vez me hubiese graduado de la universidad, ese objetivo fracasó miserablemente. Por las mañanas fingía que iba a ir al instituto, y cuando mis padres salían a trabajar, volvía a casa sin que nadie me viera. De vez en cuando la escuela llamaba y preguntaba por mí, pero siempre les daba alguna excusa barata para cogerme el día libre y seguía jugando con el ordenador. Al final consiguieron contactar con mis padres y me obligaron a volver a asistir a las clases, pero tras un tiempo me convertí de nuevo en un nini.

—Has dicho que fracasaste al intentar devolverle lo que hizo por ti, ¿pero no fuiste tú la que liberó a Wolbach para empezar? Entonces su otra mitad trató de atacarte y ella simplemente te salvó y te enseñó la magia explosiva. ¿Sabes?, esto es lo que llaman un empate técnico. Otra cosa distinta sería que la hubieses liberado con la intención de vencerla y hacerte la heroína después como cierta aventurera delincuente que conozco, pero lo hiciste sin querer.

Megumin me miró con una expresión de extrañeza.

—Wolbach sometió a su otra mitad cuando perdió el control para salvar a la buena persona que la había liberado de su prisión. Es lo que habría hecho cualquiera, devolver el favor, por eso no hace falta que la trates como si te hubiera salvado sin motivos… Si algo que tiene tan poca importancia te preocupa hasta ese extremo, entonces ¿cómo voy a poder yo enfrentarme a mis padres después de lo que les hice?

Ella no lo sabe, pero aunque quisiera volver a verlos no habría forma posible de hacerlo.

—Así que lo que pretendo decir es… ¿Cómo podría explicarlo? En términos de hasta dónde pueden llegar los límites de la ingratitud, no hay nadie que pueda acercarse a mí. Durante el tiempo que has pasado sintiéndote mal contigo misma por esa razón, yo ya me había convertido en basura humana. Por lo que, umm…

En realidad no sé ni qué es lo que quiero decir.

Megumin empezó a reírse mientras yo no podía encontrar las palabras para continuar. Volvió a enterrar su cara en mi pecho y se agarró a mis hombros para contener las ganas de reír.

—…¡¿Qué se supone que significa eso?! Yo solo quería consolarte a mi manera ¿y me lo pagas riéndote de mí? ¡Incluso he desenterrado mi penosa historia por ti! ¡Ahora a esto sí que se le puede llamar ser una desagradecida!

—Lo siento. No es que me esté riendo de ti, es solo que me ha dado un poco de lástima que tus padres hayan tenido un hijo como tú. Y también creo que esa forma que has usado para consolarme ha sido bastante graciosa.

¡Maldita niña!

—¡Bueno, pues perdóname por haber intentado hacer algo que no se me da bien! ¡Escucha, puede que te creas la protagonista femenina de una tragedia, pero el que está sufriendo de verdad aquí soy yo! ¡Has venido a mi habitación a pedirme consuelo por un problema insignificante del pasado que para empezar ni siquiera existía! ¡¿Acaso has reparado aunque solo sea una vez en mis sentimientos?!

Continué quejándome, y a causa de ello, Megumin empezó a reírse con más fuerza. Siguió agarrada a mis hombros y se limpió las lágrimas con los brazos.

—¿Entonces quieres que sigamos?

—¡N-N-N-Ni hablar! ¡Aunque al final me he hecho daño a mí mismo intentando resolver tu problema insignificante, no pienso permitir que me pongas las manos encima y te aproveches de mi situación!

Contesté a Megumin con una negativa rotunda y le dio un ataque de risa otra vez; se estaba empezando a convertir en una costumbre.

—Vaya, eso es una vergüenza, ¿no crees?

Sus ojos carmesíes se encendieron en la oscuridad, y por mucho que los mirase no pude ver en ellos ni un solo atisbo de arrepentimiento.

—…¡De acuerdo, si por fin has podido quitarte la culpa de encima por lo que le hiciste a esa diosa y algún día te apetece hacer esto de nuevo, no tendré excusa para negarme…!

Sentí que estaba haciendo algo de lo que más tarde me arrepentiría, pero por lo menos intenté salvar lo que había logrado en cuanto a estrechar nuestra relación. Megumin se apartó de mí y contestó.

—¿De verdad? Si realmente llega ese día, entonces iré a tu habitación para jugar otra vez.

Después de decirme esto, mostró una sonrisa radiante.

“Muchísimas gracias, ahora siento que me he quitado un peso de encima”. Salió de la habitación dejándome esa frase que no tenía nada de especial. Al contrario que ella, que se había marchado con el corazón aliviado después de darse cuenta de que sus preocupaciones no eran lógicas, yo me quedé en la cama sintiéndome cada vez más dolido.

—¡Aaaaaaah! ¡Acabo de desaprovechar una oportunidad única, e incluso le he dicho esas cosas desagradables! ¡¡Aaaaagh!!