Kono Subarashii Sekai ni Shukufuku wo!

Volumen 8: El Culto de Axis Contra la Iglesia de Eris

Capítulo 4: ¡Iluminando el Cielo Nocturno!

Parte 5

Esto es para ponerse a llorar. ¿Cómo ha podido ocurrir esto?

―¡Guau, realmente somos famosos! ¡Mira, incluso nos han puesto una recompensa de doscientos millones de eris por atraparnos!

Chris pareció sentirse ligeramente agradada cuando Megumin se declaró a sí misma como una fan de nuestra banda de ladrones. Quise protestar y decirle que no debía comportarse de forma tan despreocupada en un momento como ese, pero tampoco pretendía empeorar la situación.

Chris y yo cambiamos nuestras voces a propósito, pero aun así una persona lo suficientemente avispada podría reconocernos. Menos mal que Megumin se dejaba impresionar fácilmente…

―¡Es increíble que una banda de ladrones tenga una recompensa tan alta por su captura! ¡Oh, me gustaría preguntarles una cosa: cuando los dos se infiltraron en el palacio, ¿lo hicieron realmente para proteger a la princesa de una reliquia divina muy peligrosa que ella poseía?!

―Sí, eso es cierto, nosotros somos ladrones solidarios. Normalmente solo ayudamos a personas más bien pobres, pero no podíamos permitir que una chica tan inocente siguiera expuesta a un peligro tan grande, aunque se tratara de la princesa. Ya sea la mansión de un noble o el palacio real, si alguien se encuentra en problemas no hay lugar donde no podamos colarnos para poder ayudar. Eso es lo que significa ser parte de la Banda de Ladrones Enmascarados.

―¡Guau…!

En el fondo me había alegrado mucho que Megumin nos viera con tanta admiración.

―Espera un segundo, Asistente. ¿No somos la banda de Ladrones de cabello blanco? Ahora ya no puedes cambiar el nombre solo porque coincida que los dos llevamos máscara. ¡Y yo soy el jefe, ¿recuerdas?!

―¿De qué estás hablando, Gran Jefa? ¡Cuando entramos en el palacio me dijiste que yo también podía hacer de jefe, por lo que creo que no habrá ningún problema sin nos llaman la Banda de Ladrones Enmascarados!

Entonces ignoramos a Megumin y a sus ojos relucientes para comenzar una discusión privada. En ese instante…

―Y, ¿entonces qué están haciendo aquí? Aquí vive un noble, ¿no? …Y si no me equivoco, su reputación no es muy buena…

La mirada de Megumin estaba llena de ilusión. Chris y yo nos miramos un momento y asentimos.

―Has dicho que te llamas… Megumin, ¿verdad? Verás, hemos venido aquí esta noche para robar algo que se esconde en la mansión y que es necesario para que el futuro de la humanidad pueda prosperar. Si te soy totalmente sincero, ser ladrones no es algo por lo que merezcamos que nos admiren, pero… creemos que hay ciertas cosas que se deben hacer a cualquier precio, aunque acabemos marcados como criminales.

―¡Guau… guauuuu…!

Megumin nos miró como si fuéramos héroes.

―Sí, eso es, vamos a robar en esta casa. Tenemos que recuperar un objeto que podría ser decisivo para definir la batalla contra el ejército del Rey Demonio. Si quieres avisar a la policía no te detendremos, pero… por favor, créenos. ¡Lo hacemos por el bien de la humanidad!

―¡Lo haré, creeré en ustedes, así que por supuesto que no los voy a entregar a la policía! …Pero, um, tengo un pequeño favor que pedirles.

Megumin empezó a mostrarse insegura como si quisiera hablar sobre un tema embarazoso.

―¡Por favor, lean esto! ¡Es una carta de admiración que escribí sobre lo geniales y carismáticos que son! ¡¡Siempre que salgo de casa me aseguro de llevarla encima para poder entregárselas en persona, vaya a donde vaya!!

Nos estregó la carta con la cabeza agachada.

Oh, es verdad, cuando regresamos de la capital, lo primero que hizo fue ponerse a escribir esto.

Yo ya sabía de qué se trataba, pero el hecho de recibir una carta de un fan hizo que se me acelerase el corazón. Por supuesto, para Megumin solo era una carta dedicada a sus héroes, pero para mí era más bien como recibir una carta de amor. Pero justo cuando estaba a punto de cogerla…

―Gracias. En cuanto terminemos con el trabajo que hemos venido a hacer aquí nos aseguraremos de leerla.

Chris me quitó la carta.

―Eh, Gran Jefa, ¿qué estás haciendo? ¡Esa carta era para mí!

―¿Perdona? ¡No es tuya, Megumin ha dicho que era para los dos, la Banda de Ladrones de cabello blanco! ¡Soy el jefe, así que lo normal es que yo la guarde, ¿no crees?!

Megumin nos hizo una reverencia de nuevo mientras discutíamos como niños.

―Gracias por aceptar mi carta. Estaba deseando hacer una cosa esta noche después del espectáculo de fuegos artificiales, pero la he fastidiado. Ahora mismo estaba un poco deprimida por culpa de eso… pero si implica que así he tenido la oportunidad de conocerlos, entonces no ha sido una noche tan desafortunada.

Dijo aquello sonriendo con inocencia.