Overlord

Volumen 12: El Paladín del Reino Sagrado

Capítulo 2: En Busca de Salvación

Parte 5

 

 

Por los últimos acontecimientos, Neia sentía que había realizado acciones que habían molestado a Remedios por lo que se había preparado para ser regañada y desde luego cuando volvían a la posada se producía lo que temía.

“¡Tú! ¿Sabes lo que has hecho!”

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La cara de Remedios estaba roja por la cólera que la embargaba cuando se acercaba a Neia. El capitán Gustav se apresuraba a levantar los brazos y se interponía entre Neia y la capitana.

“¡Capitana Custodio! ¡Un momento, por favor! No se puede negar que las acciones de la escudera Baraja violaron una serie de reglas establecidas, pero al final nos ha ahorrado un año de espera. ¿No es eso algo digno de alabanza?”

“¿De qué tonterías estás hablando?”

“¡Todo el asunto podría haber estallado y ser convertido en humo por su culpa! Además ¿Quieres que la elogie por actuar sola? ¿¡Estás bromeando!?”

“La culpa recae en su sirviente.”

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Neia se disculpaba desde el fondo de su corazón mientras inclinaba la cabeza.

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“¿De verdad crees que tienes la culpa? Quizá tuviste suerte esta vez, pero ¿Puedes asumir la responsabilidad si las cosas terminan mal para nosotros?”

“…La culpa recae en su sirviente.”

“¡Ya lo sé! ¡Respóndeme! ¿Puedes enfrentarte a toda la gente sufriendo del Reino Santo y decirles que la ayuda no vendrá por tu culpa?”

“No, tu sirviente no puede asumir esa responsabilidad.”

“En ese caso entonces ¿Por qué saltaste e hiciste eso?”

“¿En qué diablos estabas pensando?”

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Neia levantaba la cabeza y miraba directamente a su capitana.

“Su sirviente considera que si la situación se desarrollaba mal debia ser ejecutada por su oficial al mando como disculpa al Rey Hechicero por las fechorías que había cometido.”

Los ojos de Remedios se abrían de par en par al oír eso. Sin embargo,una vez más se imponía el rechazo que sentía por Neia y se contraían rápidamente. Junto a ella, el capitán Gustav asentía con firmeza y respeto.

“¿Crees que eso es suficiente para el perdón? ¿Crees que una vida como la tuya será suficiente para disculparse?”

“Tu sirviente no lo sabe, pero estoy segura que ustedes serian capaces de pensar en algo, Capitán-sama.”

“¿Y qué hubieses hecho si no podiamos pensar en nada?”

En efecto, como decía la Capitana, era muy probable que incluso ejecutar a Neia no fuera suficiente para obtener el perdón del Rey Hechicero. Sin embargo, Neia todavía no había dicho lo que había pensado en la sala de audiencias respecto a que tres años de espera era demasiado tiempo.

¿Podía ser que la capitana estaba dispuesta a aceptar esperar tres años por la ayuda solicitada? ¿Por qué me regaña alguien que no hizo nada? Sabía que la vida del pueblo del Reino Santo estaba en juego, así que no debía actuar por mi cuenta. Aun así, alguien debería haber hecho algo en ese momento…

¿No estaba bien mientras hubiera un buen resultado o el proceso era más importante? Probablemente no podía dar una respuesta como esa.

Aun así, era difícil para alguien que había dado un paso al frente para hacer algo, soportar una reprimenda de alguien que no había hecho nada.

Por supuesto, Neia tenía una idea bastante clara de lo que pasaría si realmente decía eso. Por lo tanto, permanecía callada y simplemente bajaba la cabeza.

“Capitana, eso debería ser suficiente. Gracias a ella, hemos ahorrado un año de espera. Las recompensas y el castigo deben ser utilizados en equilibrio. Tal vez debería alabarla en la misma medida, Capitana.”

“¿¡Que!?…Chzk.”

La Capitana parecía que no se había cansado de regañar a Neia mientras giraba y se retiraba.

Gustav suspiraba y luego giraba hacia Neia.

“Tu determinación es realmente admirable. La Capitana puede haberse expresado así, pero la verdad es que respeta tus contribuciones.”

Eso era definitivamente una mentira. Era una mentira que nadie podía ocultar.

Tal vez Gustav había sentido sus pensamientos por su expresión, pero la miraba a los ojos y luego sonreía amargamente.

“En cualquier caso, iré a hablar con la Capitana sobre esto. Sin embargo, si te topas con ella ahora, las cosas se pondrán un poco espinosas. ¿Podrías tomarte un momento libre y salir a caminar un rato?”

“Tu sirviente lo entiende. Gracias, Vice-Capitán.”

Obediente a las instrucciones recibidas Neia se desplazaba fuera de la posada y se encontraba con que era incapaz de moverse en los fríos vientos del invierno.

“Me siento…hahhhh…”

Aunque le habían indicado que saliera a dar un paseo ¿Adónde debería ir en este país?

Neia tocaba sus bolsillos y extraía una pequeña bolsa de cuero. Había un poco de dinero adentro, unas monedas de cobre y plata del Reino Santo. Si no podían ser utilizadas, Neia todavía tenía una moneda de oro comercial. Ella estimaba que sería más que suficiente para conseguir una comida. Sin embargo, esta moneda de oro era el último rastro de dinero que los padres de Neia le habían dado. ¿Dónde debería gastar este valioso dinero de su bolsillo?

Se detenía. Neia miraba la tierra extranjera ante ella.

“Qué molesto…hahh…”

“Bueno, suenas deprimida.”

La repentina voz que escuchaba muy cerca hacía temblar los hombros de Neia.

“Sigue ese camino por ahí, este lugar es demasiado aburrido.”

El dueño de esta voz no era alguien que ella podía olvidar muy rápidamente. Neia se controlaba justo cuando estaba a punto de gritar. Después de caminar según las indicaciones, oía algo que se movía por detrás de ella. Parecía que no era sólo una voz lo que ella estaba oyendo, sino que había alguien detrás de Neia, sólo que esa persona se había hecho invisible para que ella no pudiera verlo.

Después de doblar el camino según las indicaciones que había recibido oía la voz que decía.

“Toma el callejón de la izquierda.”

Neia obedecía en silencio.

El callejón estaba sorprendentemente limpio, sin transeúntes.

Después de caminar varios pasos, Neia giraba y decía el nombre del dueño de la voz.

“Su Majestad, me atrevo a preguntarle. ¿Por qué ha venido aquí? ¿Soy incapaz de verle, debido a alguna magia?”

“Ya veo, por eso eras tan buena chica. Así que sabías que era yo.”

Dicho esto, el Rey Hechicero se mostraba.

Se había cambiado su vestimenta. Ahora usaba una modesta túnica negra, pero incluso esa túnica de su manto brillaba como terciopelo. Uno podía imaginar que era una prenda de vestir de muy alta gama.

Neia inmediatamente se arrodillaba ante él.

“Sí, es como Su Majestad dice. Además… ¿Puedo preguntar dónde están los seguidores de Su Majestad?”

“No, no traje seguidores conmigo. Después de todo, tenerlos por aquí haría que las cosas fueran problemáticas.”

“¿Por qué es eso?”

“Quiero hablar con su Capitana en privado, así que por favor vaya a buscarla… No, sería mejor hacerlo en su habitación… ¿Puedes ayudarme a abrir la ventana de la habitación? Entraré por allí .”

Era una petición extraña. Normalmente, ella no abriría la ventana de la habitación de su Capitana de esa manera. Sin embargo, ella estaba tratando con el rey de este país y un rey que había aceptado ayudar al Reino Santo. Ante la petición del Rey Hechicero, Neia no podía hacer nada para arruinar su humor.

La palabra “asesinato” pasaba por la mente de Neia, pero si el Rey Hechicero hubiera querido hacerlo, podía haberlo hecho en la sala de audiencias.

Por supuesto, éste podía ser alguien que se hacía pasar por el Rey Hechicero. Sin embargo, la persona ante ella tenía la forma de un soberano imponente, por lo que era inconfundiblemente el Rey Hechicero de ese entonces. Cada movimiento que hacía era algo que sólo era posible ser realizado por alguien que era un gobernante nato.

¿Debería confiar en él? ¿O no?

Neia reflexionaba sobre esto y elegía lo primero.

“Entendido. Entonces, iré y lo haré inmediatamente.”

“Ahora que lo pienso. ¿Te enviaron a una misión? Si ése fuera el caso, debería disculparme con su Capitana.”

“¿Eh?”

“…¿Eh?”

Neia no podía evitar intercambiar miradas con el Rey Hechicero.

“…Si no es una misión, este debe ser tu tiempo libre. ¿Correcto? En ese caso, es muy valioso… Mmm, debería disculparme por haber tomado tu precioso tiempo de descanso haciéndote hacer cosas.”

“No, no. Su Majestad me muestra demasiada preocupación. No hay necesidad… En cualquier caso, iré y abriré la ventana de la habitación de la Capitana ahora.”

Neia corría inmediatamente alejándose del Rey Hechicero, en dirección de la Posada.

Esas palabras amables de otra persona eran como si alguien hubiera aplicado cuidadosamente un bálsamo a una palma de la mano cubierta de arañazos y moretones.

Todos estos gestos y palabras se filtraban en el corazón de Neia y eso la sorprendía.

Neia corría con todas sus fuerzas e inmediatamente volvía a la posada.

Naturalmente, uno no podía correr dentro de una posada de lujo, pero Neia no podía demorarse por esa razón. Al final, ella se desplazaba lo más rápido posible sin causar una ruptura de etiqueta y aunque las miradas de los empleados reflejaban molestia y sorpresa finalmente llegaba a la puerta de la habitación de la Capitana.

Neia inmediatamente llamaba a la puerta y se daba cuenta de que estaba cerrada con llave cuando intentaba girar el asa. Un escalofrío corría por el corazón de Neia al darse cuenta de que ella había sido expulsada de mala manera, pero ahora no era el momento de preocuparse por ese tipo de cosas.

“Soy la escudera Neia Baraja, por favor, abra.”

La puerta se abría de golpe y un paladín mostraba su cara tras ella.

“Perdóneme.”

Decía ella. Ahora no era el momento de observar todos y cada uno de los puntos de etiqueta. Neia se volvió a Remedios, que estaba dentro de la habitación y decía.

“El Rey Hechicero desea hablarle en privado, Capitana.”

Neia podía sentir los ojos de todos mirando detrás de su espalda.

“No, no esta allí. Esta acá.”

Al decirlo, Neia se acercaba a la ventana y la abría.

Como era de esperar en un establecimiento de clase alta, las ventanas se abrían suavemente, sin mostrar rastro de atascos.

“¿Qué estás haciendo!?”

Desde la perspectiva de un tercero, este era un repentino y precipitado arrebato. Era natural que un paladín le gritara. Era incluso menos tolerable para un paladín que una vez había sido puesto a cargo de la seguridad de la Reina Santa.

Sin embargo, Neia los ignoraba mientras sacaba la parte superior de su cuerpo por la ventana y saludaba al Rey Hechicero, que debía estar afuera.

Después de eso, Neia era arrastrada de vuelta por su cuello.

“¿Qué estás haciendo, escudera Baraja? No abras la ventana de esa manera. Además, no hay rastro del Rey Hechicero.”

Mirando hacia atrás, veía a un paladín de cara roja. Su ira era de esperar. Sin embargo…

“Creo que eso es suficiente. Rompió tus reglas a petición mía. Si la culpa debe ser asignada, entonces deja que recaiga sobre mí.”

Una silenciosa voz resonaba por la habitación.

El Rey Hechicero lentamente se revelaba desde donde estaba sobre el marco de la ventana.

Neia veía a un paladín agarrando la larga espada que llevaba en la cintura y frenéticamente corría hacia el y hacía que se detuviera.

“Mmm… Parece que los he asustado. Eso fue una falta de previsión por mi parte. Elegí venir solo porque quería hablar en privado. Aunque puede ser un poco grosero entrar por una ventana, no se puede evitar por el bien de ir de incógnito. Espero que puedan entenderlo… Y también debo disculparme con ella.”

Después de descender por la ventana, el Rey Hechicero inspeccionaba la habitación a la que había ingresado.

“…Soy el Rey Hechicero, Ainz Ooal Gown.”

Al mencionar su nombre, Neia caía de rodillas antes que nadie. Un momento después, escuchaba a los paladines detrás de ella arrodillarse simultáneamente.

“Muy bien… Pueden levantarse, ya que no hay tiempo. ¿Es posible hablar con usted, capitán Custodio?”

“No tenemos objeciones, Su Majestad. Entonces, por favor venga por aquí.”

Mientras Neia se levantaba, dejaba salir su aliento, justo a tiempo para encontrarse con los ojos del Rey Hechicero, que se había dado la vuelta. Por supuesto, no había ojos en las órbitas de los ojos del Rey Hechicero, así que decir que ella miraba fijamente a sus ojos era solo la imaginación de Neia.

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“¿No participará esa escudera?”

“¡Es sólo una escudera, Su Majestad!”

“¿Pero no estaba en la sala de audiencias ahora mismo?”

El tono natural del Rey Hechicero hacía que sonara como si realmente no lo supiera. Sin embargo, sus palabras contenían una poderosa sensación de sarcasmo.

“Escudera Baraja. ¡Ven con nosotros!”

“¡Sí!”

Aunque Neia no estaba muy interesada en participar, por alguna razón quería saber por qué el Rey Hechicero había venido a visitarlos.

Remedios y Gustav se sentaban frente al Rey Hechicero en una mesa, mientras Neia y los otros estaban junto a las paredes. Se habían dispuesto de la misma manera en que habían recibido a Blue Rose.

“Por favor Su Majestad, permítame hacer una pregunta directa. ¿Puedo preguntarle a que se debe su benevolente visita?”

Remedios asentía ante la pregunta de Gustav.

“Por supuesto que sí. Como dije antes, no me gusta andar con rodeos. Después de todo, al hacerlo, es fácil que las palabras de uno puedan tener sus significados retorcidos o malinterpretados.”

Las palabras del Rey Hechicero tenían para ellos un sentido de preocupación personal que era difícil de explicar.

“Aunque ya he decidido enviar a Momon dentro de dos años, si pueden acceder a una petición mía, no es imposible que mi Reino Hechicero despliegue inmediatamente una entidad a la par de Momon.”

“¿¡A la par de Momon!?”

Remedios no podía evitar exclamar su sorpresa.

“…¿Puedo saber la naturaleza de la petición que Su Majestad desea hacer? Dependiendo de la clase de petición, ruego que nos perdone si no podemos dar una respuesta inmediata a Su Majestad.”

El Rey Hechicero se reía en respuesta a las palabras de Gustav y luego hablaba.

“Desde luego que sí. Dada su situación actual, puedo imaginarme… En la situación actual, llamarles movimiento de resistencia sería un enfoque optimista, pero el hecho es que probablemente son una banda de guerrilleros escondidos en cuevas. ¿Me equivoco?”

Todos en la habitación contenían el aliento. Neia no era la excepción.

¿Por qué el Rey Hechicero podía hablar sobre la verdadera naturaleza de sus circunstancias? ¿Cómo había adivinado esto? Destacar el tema de la cueva era particularmente impresionante.

Las caras de la Capitana y Gustav no se movían, pero sus ojos miraban a Neia. Parecía que creían que ella había filtrado la verdad sobre ellos al Rey Hechicero. Por este motivo Neia agitaba la cabeza para indicar. “No fui yo”.

El Rey Hechicero ignoraba a Neia y la conmoción de los demás y continuaba hablando.

“La fuerza del sur no ha sido tocada, pero aún así no han buscado cooperar con ellos y llevar a cabo operaciones conjuntas. Eso es porque existe una brecha entre ustedes y los nobles del sur. Siendo ese el caso, una vez que ustedes, que fallaron en proteger a la Reina Santa, caigan bajo el mando del nuevo Rey Santo, probablemente será muy difícil que se mantengan en sus posiciones anteriores. Por lo tanto, no me pueden ofrecer tierras, títulos, concesiones comerciales y otros privilegios similares. Si ustedes cumplieran con sus palabras sobre este asunto, existe la posibilidad de una guerra con mi Reino Hechicero, dependiendo de las conclusiones que alcance el próximo Rey Santo.”

El Rey Hechicero destacaba claramente los puntos clave de la guerra con los demihumanos, así como las decisiones que habían tomado sobre su futuro.

“Del mismo modo, no pueden usar los tesoros de su nación como capital de negociación. Por ejemplo, la espada sagrada que llevas, Capitana Remedios. Si realmente trataras de comerciar con ella, lo más que podrías hacer seria intentar tratar el tesoro del país como si hubiera sido saqueado por Jaldabaoth y luego entregármela. Sin embargo, hacerlo es muy peligroso. Si alguien informa al próximo Rey Santo de que dicha riqueza se obtuvo de ti, la confianza en los paladines se hundirá como una piedra. En otras palabras, inútil. Por lo tanto, todo lo que ustedes, damas y caballeros, pueden hacer es lo que hicieron en la sala de audiencias, informándome de su difícil situación… Hmm, me imagino que les he dado en la cabeza, dadas las expresiones en sus rostros.”

Después de decir todo esto, el Rey Hechicero se inclinaba hacia atrás, apoyándose en el respaldo de su asiento.

El silencio llenaba la habitación.

Perfecto. Era demasiado perfecto.

Neia sentía un respeto incomparable por el profundo análisis y comprensión del Rey Hechicero.

¿Esta es la esencia de un verdadero Rey?, se preguntaba Neia.

Neia se había encontrado con la Reina Santa una vez, en el pasado, pero la Reina Santa simplemente la había saludado y a Neia apenas le había sido posible conocer a un verdadero monarca. Así, para Neia, ésta era la primera vez que había entrado en contacto con un gobernante absoluto, alguien que poseía una perspicacia y dignidad que sobrepasaba a todos los demás y además de eso, un poder increíble, en otras palabras, un ser perfecto.

Este poderoso impacto dejaba una huella indeleble en el corazón de Neia.

“Dicho eso, cualquiera podría haberlo pensado. Realmente me averguenza haber venido aquí y haber sido tan engreído… Confío en que no pensaran que ni siquiera lo había considerado.”

“¡Por supuesto, su Majestad!”

Contestaba Gustav con una sonrisa rígida en la cara.

“Maravilloso. Si me tomaran por un idiota que ni siquiera podía determinar todo esto no podría enfrentarme a los subordinados que trabajan duro por mi bien… Ahora, construyendo sobre eso, voy a declarar lo que realmente deseo…sirvientes. En otras palabras quiero a las doncellas.”

Todos, incluida Neia, sólo podían escuchar atónitos las ridículas palabras que acababan de salir de la boca del Rey Hechicero.

“…Ah, mis disculpas. No estaba siendo claro. ¿Cómo puedo decir esto? Creo que el tema de Jaldabaoth poseyendo doncellas poderosas surgió durante nuestra reunión anterior. Las quiero a ellas. ¿Cuánto conocimiento mágico poseen?”

“Ninguno en absoluto.”

Después de que Remedios lo decía, el Rey Hechicero miraba a su alrededor, como si buscara ayuda.

“Es, es así…bueno, en ese caso, me pregunto desde dónde debería empezar a explicar… Ah, bueno, eso también… Ah…imaginen que Jaldabaoth ha atado a las doncellas con algún tipo de mecanismo. Por lo tanto, mi plan es derrotar a Jaldabaoth, tomar esa fórmula para mí y luego poner a las doncellas bajo mi control. De esta manera, mi país ganará poderosas secuaces.”

“Pero no encontramos a las doncellas de Jaldabaoth en nuestro país…”

El Rey Hechicero se reía de la respuesta de Gustav.

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“Después de todo, fueron vistas en el Reino. Me cuesta imaginarme que no estaban allí. ¿O tal vez no aparecerán hasta que Jaldabaoth se vea obligado a entrar en una situación desesperada?”

“Permítanme reiterar… Todavía no estamos seguros de si las doncellas realmente existen. Si sucede que ellas no existen. ¿Qué hará, Majestad?”

“Cruzaremos ese puente cuando lleguemos a él. No les pido que produzcan algo que pueda sustituirla, en cualquier caso. Como mucho, lo descartaré como un esfuerzo desperdiciado. Sin embargo, existe la posibilidad de que puedan haber aparecido fuera del disfraz de sirvienta, así que mi petición probablemente incluirá también a los subordinados de Jaldabaoth. Ahh, así es. Podría haber usado algún tipo de objeto especial para dominarlas, así que pretendo añadir la condición de que cualquier objeto mágico de Jaldabaoth que no se pueda determinar como propiedad del Reino Santo sea mío. Puede resultar que las doncellas que asolaron tu Reino Santo acaben formando parte de mi Reino Hechicero y en ese caso espero poder contar con que olviden sus rencores contra ellas, ya que entonces caerán bajo mi dominio.”

“¿Quiere que perdonemos a los seres que podrían haber devastado nuestro país?”

Después de que Remedios replicaba infelizmente, el Rey Hechicero se encogía de hombros.

“Eso es porque no obtengo nada más del Reino Santo. ¿O quieres decir que tienes algo más que ofrecerme?”





Remedios se mordía el labio, incapaz de responder. No tenía mayores argumentos.

“Majestad, el capitán quiere decir que como forasteros, será muy difícil para nosotros convencer a las víctimas de que olviden sus rencores.”

“Entonces simplemente tendrás que trabajar duro para convencerlos.”

Respondía el Rey Hechicero con voz fría.

“…No, entonces, sólo di que las doncellas fueron dominadas por la magia del Rey Hechicero y se las llevaron. Eso debería ser suficiente para sofocar un poco su odio.”

¿Qué decisión tomarían? pensaba Neia mientras escuchaba hablar al Rey Hechicero. Si a pesar de todo esto todavía se negaban a aceptar los términos del Rey Hechicero después de que él les había hecho tantas concesiones, era muy probable que acabaran sin nada que mostrar. Era evidente que estos eran términos extraordinariamente favorables para el Reino Santo. Si no aprovechaban esta oportunidad, entonces la única manera de describirlos sería “Remedios”.

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“Eso sería bastante molesto. Permitiendo a los que saquean…”

Ante las palabras de Remedios Gustav gritaba.

“¡Por favor, permítannos discutir esto por un momento! ¡Por favor, denos algo de tiempo!”

¿Todavía necesitan discutir los asuntos después de que se ha comprometido tanto? Incluso Neia sentía que no sería extraño que el Rey Hechicero los rechazara. Pero…

“Muy bien. Sin embargo, tomar demasiado tiempo me causará problemas y me molesta moverme. No te importa que espere aquí. ¿Verdad?”

Neia no podía evitar sorprenderse ante la grandeza del Rey Hechicero.

“Muchas gracias.”

“Entonces, discutiremos rápidamente las cosas. Ruego que tenga paciencia, a pesar del mal servicio que le hacemos.”

“Eso está bien. Vayan a definirlo.”

Los dos se levantaban para irse y luego retornaban con sorprendente rapidez. No, ya habían llegado a la conclusión desde el principio.

“Perdone el retraso, Su Majestad.”

“Oh no, adelante, está bien. Bueno, entonces. ¿Qué harán?”

“Sí, nuestra conclusión es que acataremos todos los términos de Su Majestad.”

“No estoy pidiendo que me obedezcan. Simplemente estoy haciendo un intercambio. Bueno, eso no importa. Ahora bien, mientras lo pongamos por escrito, me falta el equipo y los sellos necesarios. Hablemos de esto más tarde… ¿No les importa si en la redacción del acuerdo uso la escritura del Reino?”

“Hay gente aquí que puede leerlo, así que está bien. Entonces. ¿Puedo molestarle pidiendo prestado a la persona que está a la par de Momon?”

“Ahh, él está parado delante de ti ahora mismo, en otras palabras. Yo mismo.”

El silencio llenaba la habitación una vez más y Neia y los demás se quedaban estupefactos. No podían hablar mientras lo miraban fijamente.

Después de parpadear varias veces, sus cerebros finalmente recuperaban la capacidad de funcionar.

“¿Su Majestad es tan fuerte como Momon?”

Las palabras de Remedios hacían que Neia se quedara inmóvil, pero había un hombre que se había movido en respuesta a estas palabras.

“Por favor, espere un momento, capitana. Hay algo más que necesitamos preguntarle a Su Majestad antes de esto.”

Gustav se volvió hacia el Rey Hechicero.

“Si me permite. ¿Realmente estará bien que Su Majestad deje su nación y vaya al Reino Santo? No sé cuánto tiempo llevará.”

“Eso no será un problema. A diferencia de Momon, puedo usar la magia de la teletransportación, asi que mientras pueda encontrar su base, puedo volver al Reino hechicero en cualquier momento.”

“¡P-pero, aun así, tener al gobernante de una nación viniendo en persona es demasiado…!”

“Después de escucharme. ¿No pensaste que vendría en persona? Dije que quería derrotar a Jaldabaoth y poner a las criadas bajo mi control. Creo que es fácil de entender que sería demasiado difícil hacer todo eso desde el Reino hechicero. Además, con respecto a la pregunta de la capitána Custodio, soy más fuerte que Momon.”

“Entonces, no debería haber problemas con eso, Gustav.”

“¡Por supuesto que hay problemas con eso! ¡Su Majestad! ¡Esta broma suya es realmente problemática para nosotros!”

El vicecapitán se agarró las tripas mientras gritaba eso.

“Esto no es una broma. Nadie más que yo puede derrotar a Jaldabaoth. Además, iré solo. No traeré un ejército conmigo. Por lo tanto, iré solo, como he venido ahora para llevar a cabo estas conversaciones secretas.”

“Pero si Su Majestad sufre una herida irrecuperable de Jaldabaoth. ¡Podría provocar disturbios entre nuestro país y el Reino Hechicero!”

“Es como dice Gustav. Majestad. ¿Realmente no hay problemas en ese sentido?”

“Ninguno en absoluto.”

“Pero…”

“¡Gustav! Sigo hablando. ¡No me interrumpas!”

Después de extender su mano para detener a Gustav, Remedios se inclinaba profundamente.

“Entonces, estaremos al cuidado de Su Majestad.”

♦♦♦

 

 

El aire en la habitación se calmaba como si acabara de pasar una tormenta y de hecho así había sido pero el grito de Gustav resonaba en las paredes.

“¿En qué estabas pensando?”

“¡Reclutando a un rey! ¡El rey de un país! Para luchar contra Jaldabaoth encima de todo!”

Neia estaba de acuerdo con él.

Todo esto parecía estar fuera de control. Esto no tenía sentido.

En medio de la confusión Remedios hablaba en voz baja.

“¿No crees que no importa lo que le pase a los muertos vivientes?”

La habitación se quedaba en silencio una vez más.

“…De un lado tienes un demonio y del otro tienes un ser no-muerto. Independientemente de que pase, nos desharemos de uno de ellos. ¿No lo crees?”

Los ojos de Gustav se abrían de par en par. Esto no era una aceptación de la opinión de su Capitana, sino muy por el contrario una conmoción por lo que ella acababa de decir.

“Ambos son enemigos de la humanidad. Entonces, lo ideal sería que ambos bandos se destruyeran entre sí… Nosotros solo tenemos que sentarnos y cosecharemos los beneficios. Aunque el Rey Hechicero sea herido hasta la muerte por Jaldabaoth, no nos aprovecharemos de su difícil situación. Sin embargo, eso es todo.”

La voz de Remedios se hacía más fuerte.

“…Capitana. Si el Rey Hechicero, que controla a tantos no-muertos es destruido, entonces los numerosos no-muertos que el domina serán liberados. ¿No causará esto todo tipo de estragos?”

“Cuando llegue el momento, el Reino, el Imperio y la Teocracia amortiguarán el golpe. Por supuesto, nosotros también enviaremos ayuda, pero el Reino Santo ha sido demasiado devastado por Jaldabaoth. Hasta que nuestro país recupere su fuerza, todo lo que podemos hacer es animarlos… Desde ese punto de vista, nuestro país se beneficia al máximo de un enfrentamiento entre Jaldabaoth y el Rey Hechicero…”

“¡Capitana!”

La cara de Gustav era de piedra mientras hablaba.

“¿Cómo puede ser esto justicia?”

“Lo es. Es todo por el bien de nuestra nación. Es para salvar a las personas que más sufren. No es como si quisiera que las semillas del sufrimiento se extiendan a otros países. También deseo la victoria del Reino Hechicero, que asiste al Reino Santo.”

¿Quién es ésta? Pensaba Neia mientras miraba a Remedios, que estaba diciendo todo esto en un tono calmado y equilibrado.

¿Era ésta realmente la capitana de los paladines del Reino Santo, Remedios Custodio?

Neia no tenía muy clara su situación. Después de todo, siempre la había estado mirando de lejos. Sin embargo, sentía que era una persona completamente diferente a la Capitána de la que había oído hablar.

“Gustav, no te opones. ¿Verdad? Si estás de acuerdo con aceptarlo, deberíamos considerar nuestro próximo paso.”

“¿Nuestro próximo movimiento dices?”

“…Tenemos que pensar en cómo hacer uso apropiado del Rey Hechicero.”

Un escalofrío le bajaba por la espalda.

¿Por qué estoy oyendo una conversación como esta? Pensaba Neia. No, no estaba sola. Mirando a su alrededor, veía que los paladines que estaban de pie junto a ella tenían la misma expresión en sus rostros. Neia debía de haberse visto de la misma manera también.

“Gustav ¿Tienes alguna idea?”

“No, no, para nada. ¿No deberíamos pensar en lo que deberíamos hacer después de llevar al Rey Hechicero de vuelta con nosotros?”

“Bueno, si el Rey Hechicero no es todo palabras y realmente puede luchar contra Jaldabaoth. ¿Qué tal si retoma la capital? Y entonces podemos pedirle que derrote a Jaldabaoth justo después de eso.”

“…Eso sería incorrecto. Su Majestad ha dicho que tiene la intención de derrotar a Jaldabaoth, dominar a las doncellas y luego regresar a su país. Si seguimos su sugerencia, Capitana, no tendremos fuerzas para derrotar a los demihumanos que sobran.”

“Entonces. ¿Qué propones?”

Gustav se detenía a pensar y luego hacía una sugerencia.

“Aumentemos nuestros números primero. En otras palabras, necesitamos rescatar a nuestros camaradas capturados de los campos.”

“¡Ya veo! Una idea excelente. Después de todo, hay gente importante a la que debemos rescatar.”

“Quieres decir los miembros de la familia real. ¿Correcto?”

Remedios indicaba estar de acuerdo con un “Aha.”

Aunque la Reina Santa ya había perecido, no habían recibido noticias de que toda la familia real estuviera muerta. Si uno de ellos seguía vivo, quizás podían usarlos como una figura decorativa y tal vez obtener la plena cooperación de los nobles del sur.

“Además, los nobles que podamos rescatar apreciarán a sus libertadores.”

La mayoría de los nobles no habían expresado su aprobación a la Reina Santa y según la Capitana, no había nadie allí que era de su agrado. Sin embargo, debía haber algunos nobles del norte con lazos de sangre con los nobles del sur. Si les hacían un favor, debían poder hacer una petición formal a los nobles del sur.

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Remedios miraba a Neia.

“Escudera Neia. Ve a acompañar al Rey Hechicero. Asegúrate de que lo inclines a nuestro favor por nuestro bien.”

“¿Hah? ¿Haaaaahhh!?? ¡Por favor, por favor, espere! No puedo servir a un rey o algo así como una escudera.”

“Todo lo que necesitas hacer es trabajar duro en ello.”

“¡Esto no es cuestión de trabajar duro o no!”

Normalmente, ella habría estado de acuerdo inmediatamente, pero ahora intentaba desesperadamente negarse. Esto no era algo que ella pudiera aceptar casualmente. Debía haber algo malo en la cabeza de Remedios.

“¡E-eso es cierto! Capitana.”

Gustav añadía.

“Si no tenemos a alguien de estatus apropiado para servir como su doncella, será un insulto a Su Majestad.”

“…¿Cuántas otras mujeres hay en el ejército de liberación?”

Las mujeres que no podían luchar habían huido al sur. Sin embargo, eso no quería decir que no existieran. El ejército de liberación aún tenía algunas mujeres entre ellos. Gustav estaba a punto de nombrar a algunas de ellas cuando la capitana le cortaba el paso.

“Necesitamos una mujer de la orden de Paladínes. Si yo diera órdenes a una mujer del sacerdocio. ¿Qué crees que harían los templos? Mi hermana ya no está por aquí. Ademas, la persona para este deber debe ser escogida de entre las personas que están presentes y que han escuchado mis pensamientos. ¿Podemos forzar a hacer esto a alguien más?”

Eso significa que me estás presionando, Neia pensaba. Pero no lo decía.

“En ese caso…”

Gustav miraba a la capitana.

“Necesito estar luchando en primera línea. Además ¿Quieres que acompañe al Rey Hechicero?”

“¿O debemos ceder toda autoridad al Rey Hechicero?”

“Aunque lo usemos, no podemos salir y hacer eso. Habrá problemas con la confianza y si el Rey Hechicero ve que no tenemos poder de lucha y decide conquistar el Reino Santo mientras está en ello…”

Después de ver a Gustav que se enredaba al no poder plantear una alternativa, Neia se daba cuenta del hecho de que sus aliados podían acabar volviéndose contra ellos.

“…Entendido. Aunque no sea la correcta para la tarea, trabajaré duro y haré lo mejor que pueda.”

“Ahh. Te diré esto primero. Tu misión es hacer que el Rey Hechicero sea más fácil de usar. Por favor, que se divierta y que se mantenga de buen humor…”

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Esto ya no era sólo una petición imposible. Era simplemente ridículo. No tenía confianza en que pudiera hacer algo así. Sin embargo, sin importar lo que dijera, Remedios no cambiaría de opinión. Neia dejaba caer la cabeza en un gesto de frustración.

“¡Comprendido! Haré todo lo que pueda para lograr ese objetivo y espero contar con la ayuda de todos los presentes.”

“Bien. Si hay algo, sólo pregúntenme a mí y a él (Gustav).”

Mientras la desesperación llenaba su corazón, Neia se sorprendía de que en realidad se sintiera un poco eufórica.

Su Majestad, el Rey Hechicero, ¿eh?

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[spoiler title="Titulo de tu spoiler"]Aqui va tu spoiler[/spoiler]

Nota: Todo el texto que coloques antes o despues del codigo del spoiler sera visible para todos.

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