Overlord

Volumen 12: El Paladín del Reino Sagrado

Capítulo 1: El Emperador Demonio Jaldabaoth

Parte 3

 

 

La noticia de la coalición demihumana, un ejército masivo en ese momento, que aplastaba la fortaleza central y sus enormes cantidades de soldados y que posteriormente traspasaban el muro, ya había comenzado a extenderse por todo el Reino Santo.

El líder de la coalición demihumana se llamaba el Emperador Demonio Jaldabaoth.

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Era el demonio que había causado grandes estragos en el Reino y según los rumores, había usado una poderosa magia para destrozar la muralla como si hubiera estado hecha de papel.

La alianza demihumana estaba formada por dieciocho especies y su número se estimaba en más de cien mil. Este ejército de demihumanos se centraba ahora en destruir los muros y las fortificaciones y su progreso se había detenido.

Tan pronto se enteraba de esto la líder del Reino Santo, la Reina Santa, emitía una orden de movilización general a toda la nación.

Dado que el territorio del Reino Santo se extendía alrededor de los bordes norte y sur de una bahía central, cualquier fuerza movilizada naturalmente se formaría en dos ejércitos: el Ejército del Reino Santo del Norte y el Ejército del Reino Santo del Sur.

Los ejércitos se movilizaban hacia sus propios lugares importantes, la ciudad de Kalinsha en el norte y la ciudad de Dibonei en el sur, donde espiaban los movimientos del enemigo durante varios días.

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Los informes que recibían de las tropas que observaban el muro hacían que la situación fuera aún más apremiante.

La alianza demihumana, con todas sus fuerzas, se movía hacia el oeste.

Alcanzarían la ciudad fortaleza norteña de Kalinsha en unos días.

“¿En serio ahora? Así que este lugar se convertirá en un campo de batalla después de todo…”

La oradora era la Reina Santa, Calca Bessarez.

Debido a su posición baja en el orden de sucesión además que sólo los varones habían heredado el Reino Santo hasta ahora, ella nunca debía haber tomado el puesto de Reina Santa. Sin embargo ella tenía dos cualidades por las cuales la corona había sido colocada eventualmente sobre su cabeza.

La primera era su hermosa apariencia. Su rostro era tan hermoso como una flor recién florecida, llena de belleza y dignidad y era alabada como “El tesoro Real”, mientras que su radiante y vibrante pelo largo eran como hilos de oro hilado. Se parecía tanto a un ángel como un humano podía llegar a serlo y muchos que la veían sonreír la describían como una santa.

La otra cualidad era su excelencia como hechicera de magia divina. Era una genio que podía usar hechizos de cuarto nivel a la tierna edad de quince años y había ascendido al trono con el firme apoyo del anterior Rey Santo y de las iglesias.

En los diez años siguientes, aunque algunas voces desaprobaban su excesiva bondad, no había cometido ningún error que podía considerarse crítico y por lo tanto, había gobernado el Reino Santo hasta hoy. Sin embargo, su posición no era tan estable como la roca. Más bien, las brasas de la discordia se quemaban fuera de la vista.

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“Comprendo tu dolor, Calca-sama, pero la gente que vive en Kalinsha lo hace porque se ha preparado para un día como este. En el pasado, hubo también aquella batalla donde esa ciudad fue el corazón de la lucha. Por eso las murallas aquí son más altas y robustas que antes.”

La persona que intentaba consolarla era una mujer de pelo castaño.

Ella era tan hermosa como la Reina Santa pero sus ojos contenían una mirada fría y afilada como el filo de una hoja. Estaba vestida con un traje de armadura plateada y un abrigo. Eran los vestidos tradicionales del gran maestro de la orden de paladines, trajes antiguos de artificio mágico. Lo más importante era la espada en su cintura, cuyo nombre era conocido por todos en el Reino Santo.


Era reconocida como una de las cuatro Espadas Sagradas, la espada sagrada Zafarisia.

Uno de los Trece Héroes, conocido como Caballero Negro, llevaba cuatro espadas. La espada malvada Hyumilis, la espada demoníaca Kilineyram, la espada podrida de Crocdabal y la espada fatal Sfeiz. Esta era una de las cuatro espadas que existían como contrapartida de ellas. Por cierto, las otras tres espadas santas eran conocidas como la espada de la ley, la espada de la justicia y la espada de la vida.

Llevar una espada poderosa a menudo llevaba a uno a emborracharse con su poder y a descuidar los fundamentos de la esgrima. Por lo tanto, el hecho de que llevara esa espada que normalmente nunca llevaría era una señal de su inquebrantable determinación de unirse a la próxima batalla y de ganarla.

Su nombre era, Remedios Custodios.

Era amiga íntima de Calca y como cabeza de la generación más fuerte del orden paladín de la historia, el fundamento de su poder se basaba en el poderío militar. Al mismo tiempo, ella era “Blanco” de los Nueve Colores.

“Sí, sí, sí. Y también hemos enviado a todos los no combatientes a refugiarse para que no haya bajas entre ellos. ¿No crees que el problema más apremiante después de la guerra serán los gastos incurridos durante la pelea?”

La persona que tarareaba “eeheeheeheeheehee” de una manera inculta era una mujer.

Mientras que la forma de sus ojos y boca variaba ligeramente de la de Remedios, su cara aún se parecía mucho a la de ella. Sin embargo, esas tenues diferencias eran suficientes para cambiar la impresión que otros tenían de ella. Parecía que estaba tramando algo o en términos menos educados, que tenía una especie de oscuro plan en la manga.

Era hermana de Remedios, más joven que ella por dos años, Kylardo Custodios.

Ella era la sacerdotisa mayor de las iglesias y líder del sacerdocio.

Era de conocimiento público que ella podía usar la magia divina del cuarto nivel.

Sin embargo, eso no era más que un engaño. Aquellos cercanos a ella sabían que podía lanzar hechizos de quinto nivel.

Por cierto, ella no era una de los Nueve Colores. Mientras que las iglesias estaban bajo la orden de la reina santa, era política del gobierno no otorgar un título de color a uno de ellos para evitar problemas con el equilibrio de poder.

Estas hermanas eran conocidas como los genios Custodios, las alas gemelas de la Reina Santa.

Hasta ahora, muchos nobles dudaban de la ascensión de Calca al trono como mujer y se preguntaban si había hecho algo con o para las hermanas. Por lo tanto, a menudo hablaban mal de las tres al mismo tiempo.

Mientras que muchos rumores sobre ellas habían sido aclarados, un chisme en particular permanecía. Las tres no estaban casadas, sin un amante masculino y se decía que tenían una relación yuri yuri. Sin embargo, Calca lo negaba. No podía librarse de ese rumor y era una fuente importante de frustración para ella.

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“Sólo oír eso me da dolor de cabeza. Es bastante malo que no podamos ganar nada aunque ganemos.”

“Aún así, dicen que los demihumanos de esta vez están bastante bien equipados. ¿Por qué no vender su equipo?”

“Así es…sabes que no puedo aprobar eso, onee-sama. Digamos que quisiéramos vender su armadura. ¿Dónde la venderíamos? No has pensado en eso. ¿Verdad? Sólo podemos venderlos en el extranjero, pero la armadura demihumana no va a recibir nada más que precios de remate. Además, deberíamos evitar reforzar los arsenales de otros países hasta que se reconstruya el muro destruido. En particular, espero que no caigan en manos del Reino Hechicero.”

“¿Eh? ¿No te gusta el Reino Hechicero? Nunca te he oído decir eso en la corte.”

“A ningún sacerdote le gustaría. Tú también eres igual. ¿Verdad, Calca-sama?”

…Calca pensaba. Como parte del clero y como Reina Santa, a ella no le gustaba. Sin embargo, como jefe de estado…

“…El deber de un rey es amar a su nación, amar a su pueblo y darles la paz. Mientras haga eso, debería estar bien. ¿No?”

Las hermanas se miraban las unas a las otras frente a Calca.

“¿Amor? De ninguna manera. ¿Cómo podrían los no-muertos sentirse así?”

“Estoy de acuerdo con onee-sama. Los no-muertos…no creo que puedan amar como tú, Calca-sama.”

“Vosotras dos no os guardáis nada. Aún así, no puedes hablar mal de la gente sin siquiera verlos. ¿Verdad?”

Las miradas desconcertadas en sus caras parecían muy parecidas. Calca pensaba que eran hermanas después de todo y después de calmar la sonrisa en su cara, su voz se volvía seria.

“¿Qué dijeron tus ayudantes? Kylardo, dime nuestro plan para tratar con Jaldabaoth.”

La Reina Santa no participaba en las reuniones de estrategia. En vez de eso, ella rodeaba a los soldados para levantarles la moral. Mientras que las tropas del Reino Santo estaban mejor entrenadas que las de otras naciones, en última instancia eran reclutas. Era importante motivarlos…sexualmente.

“Sí. Ya estamos discutiendo cómo enfrentarnos a situaciones en las que los demihumanos podrían rodear esta ciudad, pasarla por alto, avanzar hacia el sur, dividir sus fuerzas para lograr diferentes objetivos y así sucesivamente.”

En tiempos como estos era cuando reafirmaba su creencia de que las hermanas eran similares, pero no iguales. Si ella le hubiera hecho esa pregunta a la hermana mayor, la respuesta que obtendría la haría querer agarrar su cabeza en frustración.

“Ya veo…entonces ¿qué posibilidad crees que es la más probable?”


“Dado el camino de invasión de los demihumanos hasta ahora, es muy probable que elijan rodear esta ciudad. Sin embargo, hay un problema con eso.”

“Mmm, sí.”

“¿Qué quieres decir?”

Remedios tampoco había participado en las reuniones, dado que ella era la guardaespaldas de Calca. Sin embargo, el hecho de que ella no había captado la respuesta que la Reina Santa había comprendido instantáneamente se debía a otro problema.

“… Onee-sama. Hablo del demonio que causó estragos en el Reino, Jaldabaoth. Aunque no se sabe lo listo que es, los demonios son hábiles en las artimañas y el engaño. Puede que adopte un plan que no habíamos previsto.”

“Ya veo…los ayudantes que tienen que manejar la estrategia y la planificación, seguro que tienen un montón de problemas…”

Mientras que había mucho que quería decirle a la líder de la orden paladina, Calca se resistía a la urgencia de hacerlo.

“…Esto es bastante molesto. Entonces, si los demihumanos rodean esta ciudad. ¿Qué pasará después de eso? Mientras que los suministros de alimentos son abundantes, la lucha contra un asedio defensivo va a sembrar horrores en la moral. ¿Has considerado eso también?”

“Sí. Normalmente, todo lo que tendríamos que hacer es esperar a que lleguen los refuerzos del sur, pero tenemos informes que dicen que Jaldabaoth utilizó un poder misterioso para destruir el muro de un solo golpe. Con ese enorme comodín en juego…”

Las tres fruncían el ceño como uno solo.

Cualquiera se molestaría cuando pensaba en lo que le había pasado a la muralla, pero Calca sabía lo que estaba pasando.

Remedios simplemente estaba imitando lo que las otros dos habían hecho.

A Remedios no le gustaba pensar y era una persona muy testaruda. Eso era un defecto, pero también era la razón por la que podía encarnar la justicia absoluta.

La naturaleza de la justicia era difícil de contemplar. Por ejemplo, imaginen que había dos niños, un humano y un demihumano. Siendo puros e inocentes, se hacían amigos. Sin embargo, si el niño demihumano era descubierto por los adultos, sería encerrado y el niño humano rogaría por su vida. Sin embargo, si dejaban ir al niño demihumano, puede que crezca y se convierta en una amenaza para la humanidad. ¿Matar al niño demihumano era lo correcto o lo incorrecto? Esta no era una pregunta que podía ser respondida fácilmente.

Calca lo habría salvado sin dudarlo.

Sin embargo, Remedios lo mataría sin dudarlo. Además, ella insistiría en que era justa y no sentiría una pizca de culpa por ello. En su corazón, cualquier cosa que hiciera por el bien de la nación y del pueblo era aceptable.

Cuando tomaba el trono de la Reina Santa, Calca había declarado a sus dos amigas íntimas.

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“Daré felicidad al pueblo y haré un país donde nadie tendrá que llorar.”

En respuesta, ella había dicho.

“Te ayudaré en esto y apoyaré esa causa justa.”

Era más franca que nadie, su corazón lleno de convicción y la luz en sus ojos eran como las de un fanático.

Alguien así era claramente peligroso, pero Calca no se distanciaba de su amiga. Los impulsos justos de amar a los demás, amar la paz, odiar el mal y el deseo de ayudar a los débiles eran todas las cosas que ella debía acoger.

Y era por esa naturaleza suya que lo que ella pensaba y lo que hacía eran lo mismo. Porque no pensaba en sus palabras, todo lo que decía salía de su corazón.

Cualquier líder de alguna organización, particularmente las que han estado de pie durante mucho tiempo, se volverían lentos debido a las preocupaciones y remordimientos. Además, sus motivos irían haciéndose poco a poco impuros.

Puesto que el poder descansaba en la mano de una persona, era natural que las luchas por el poder tuvieran lugar. Aunque alguien era el vencedor, la batalla contra los sospechosos, los celos y el miedo continuaría, hasta que un bando pereciera.

Calca había sido liberada de esta maldición a mitad de camino. Eso se debía a que ella había alcanzado un poder mágico que se clasificaba muy alto, incluso en comparación con las generaciones pasadas de Reyes Santos y su corazón estaba a gusto. Por lo tanto, Calca podía dejar a un lado sus preparativos mentales para tomar el trono de Reina, pero sus hermanos no sentían lo mismo.

Sólo había un hermano mayor entre sus parientes en quien podía confiar. Este era Kaspand.

Desde que vivía de esta forma todo este tiempo, Remedios era un oasis espiritual para Calca.

“Umu. Tal poder increíble me hace pensar en el poder de los dioses demonios de las historias.”

“Onee-sama, ni siquiera los dioses demonios eran tan poderosos. Jaldabaoth podría ser un ser superior a los dioses demonios.”

“…Qué molesto. Entonces. ¿Cómo vamos a vencerlo?”

“¡De qué te preocupas, Calca-sama! Dicen que fue derrotado por los aventureros adamantitas del Reino. ¿No crees que podríamos hacer lo mismo?”

“…Eso es verdad. Si los aventureros comparables a nosotros podrían hacerlo… pero el problema ahora radica en si Jaldabaoth puede o no usar continuamente la energía que derribó el muro.”

“En ese sentido, los ayudantes consideran que, dado que el muro sólo fue golpeado una vez, debería tener problemas para usarlo en sucesión.”

“Eso es comprensible. Si pudiera usarlo repetidamente, entonces podría haberlo hecho. No lo hizo porque sólo podía atacar una vez.”

Calca estaba de acuerdo con la opinión de Remedios. Si había una manera de hacerlo, no había razón para no usar ese ataque repetidamente.

Lo mismo ocurría con Calca. Acariciaba ligeramente la corona que llevaba puesta. Era un objeto mágico que era el foco de unión para el hechizo ritual que se había transmitido a través del Reino Santo, la [Última Guerra Santa].

“…Bueno, si reunimos todas nuestras fuerzas, Jaldabaoth no es un enemigo imbatible. El hecho es que ya ha sido derrotado una vez antes.”

El Gremio de Aventureros había protestado fuertemente contra el reclutamiento de aventureros en el ejército, pero Calca no los había eximido de ello. Era de esperarse. Esto era un asunto de importancia nacional y dividir su fuerza era una tontería extrema. Además, el Gremio de Aventureros no era tan poderoso como el Reino Santo mismo, así que forzarlos a obedecer era una tarea sencilla.

“Eso es verdad. Aunque supongo que fallamos en que no obtuvimos información detallada sobre las actividades de Jaldabaoth en el Reino.”

“Me disculpo por eso.”

“No, no quise decir eso, Kylardo. No tienes la culpa. La culpa es mía, ya que no presté atención a las noticias de otros países.”

“Ciertamente no, Calca-sama. Definitivamente es culpa de Kylardo.”

“Onee-sama…”

“Bueno, ciertamente no es culpa mía. ¡Hice mi trabajo protegiendo a Calca-sama y limpiando monstruos! No lo estropeé en mi trabajo. ¡Eso es lo que llaman hacer un uso apropiado del talento!”

Remedios inflaba su pecho y se llenaba de triunfo.

Tenía razón al decir eso. Dicho eso, aún así, le molestaba.

“…¿Podría ser que Jaldabaoth estaba detrás de esos incidentes donde personas de varias aldeas desaparecieron?”

“Ese podría ser el caso…”


Había pasado un tiempo, pero se habían producido incidentes en los que los residentes de bastantes pueblos habían desaparecido. Al final, no habían conseguido recopilar ninguna información que indicara quién era el culpable, pero era posible que Jaldabaoth estuviera tirando de las cuerdas entre bastidores.

“En ese caso, tenemos que resolver esto antes de derrotar a Jaldabaoth. Hablando de eso, si el reino lo hubiera matado, no habríamos tenido problemas como este… ¿Al final fue Gazef Stronoff el que lo derrotó?”

Preguntaba Remedios.

Kylardo miraba a Calca con una mirada desconcertada.

Sus ojos parecían preguntarle. “¿No le contaste a Nee-san al respecto?” Por lo tanto, Calca le daba una respuesta que dejaba esas dudas en reposo y luego sonreía cansada.

Traducido, significaba. “Claro que se lo dije. Le conté cómo Jaldabaoth atacó la capital real, cómo los aventureros derrotaron a Jaldabaoth, los otros demonios que aparecieron y cómo el guerrero-capitán los derrotó a todos. Se lo conté todo… así que debe haber sido exprimido por otras cosas y metido en un oído y sacado del otro”.

“…Realmente lo siento por los asistentes de Nee-san.”

“¿Hmm? ¿Por qué estás hablando de ellos de repente?”

Kylardo no contestaba a esa pregunta, sino que se rizaba un mechón de pelo alrededor de su dedo.

Como Remedios no pensaba en nada, entonces tenía que haber alguien que le cubriera el culo. Esos serían ellos.

Ella podía apreciar con entusiasmo el sufrimiento por el que pasaban. Sin embargo la ingenuidad de Remedios o la estupidez, si uno no se inclinaba a ser educado, también tenía un efecto sanador en el alma, así que los positivos y los negativos se cancelaban entre sí.

“…Hah. Sólo sé un poco, pero aparentemente luchó con otro aventurero, que estaba cubierto de armadura.”

“¿En serio? Bueno, si hubiera derrotado a Jaldabaoth, las cosas no habrían terminado así. ¿No me digas que esos aventureros adamantitas son más fuertes que Gazef?”

“No estoy muy segura de eso, pero creo que podría ser el caso.”

Remedios fruncía el ceño de mal gusto.

Probablemente no estaba contenta porque alguien cuya fuerza había reconocido, estaba siendo menospreciada por otra persona.

“Bueno, todo lo que sabe es cómo usar una espada. Si él tuviera maneras de lidiar con demonios como nosotros, las cosas habrían sido diferentes.

En términos de poder de pelea puro, los paladines eran una muesca por debajo de los guerreros. Sin embargo, ese no era el caso cuando se luchaba contra los seres malvados. Remedios tenía razón, pero Kylardo aún suspiraba en silencio.

Justo entonces, Calca imaginaba que había oído el sonido de las campanas.

Inmediatamente, Remedios se ponía en acción. En momentos como este, ella era la primera en actuar.

Lentamente abría las ventanas.

El aire de principios de otoño entraba y el aire calentado por sus cuerpos salía.

El aire fresco y vigorizante traía consigo el sonido de las campanas. Eso era prueba de que lo que había oído antes no era un sonido fantasma causado por el zumbido de sus oídos. No, habría sido mucho mejor si hubieran oído mal las cosas.

Al mismo tiempo, escuchaba el sonido de varios pasos desde el pasillo.

“Calca-sama, por favor, quédate detrás de mí.”

Remedios rápidamente desenvainaba la espada sagrada de Zafarisia y se levantaba, poniéndose entre Calca y la puerta.

La puerta se abría con un pon.

“¡Su Santa Majestad!”

Reconocía al primer hombre que entraba en la sala cuando gritaba con desesperación. Era el jefe de personal.

“¿Qué ha pasado? ¿Por qué tienes tanta prisa?”

La voz de las hermanas Remedios llevaba un toque de reprensión y el jefe de gabinete contestaba en un tono claramente desconcertado.

“¡No hay tiempo para caminar despacio! ¡Su Santa Majestad! ¡Es Jaldabaoth! ¡Jaldabaoth apareció dentro de la ciudad! ¡Comenzó a destruir la ciudad con muchos demonios a cuestas! Además, los demihumanos se han movido. ¡Parece que están avanzando en este lugar!”

“¿Qué has dicho!?”

“Hemos visto al ejército demihumano en los alrededores. No sabemos cómo engañaron a nuestros centinelas, pero nos dieron información falsa. La lucha va a empezar en cualquier momento.”

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Mientras que el repentino exceso de información la confundía, eso duraba sólo un segundo. Calca inmediatamente retomaba su conducta de reina y daba órdenes.

“Aunque esto es un gran alejamiento de nuestros planes, comenzaremos oficialmente el combate con Jaldabaoth. Mientras lo detenemos, prepárense para enfrentarse al ejército demihumano.”

“Transmite mis órdenes a los aventureros.”

Al escuchar las palabras de su subordinada, las dudas en el corazón de Calca volvían a multiplicarse de nuevo.

¿Había subestimado a Jaldabaoth?

Por supuesto, ella no tenía ninguna intención de subestimar al demonio que fácilmente podía destruir el muro. Pero. ¿La sensación de que ella podía derrotarlo era un error en sí misma? ¿No habría sido mejor esperar hasta que hubieran terminado de aprender sobre su enemigo?

No. Calca sacudía la debilidad en ciernes de su corazón.

Si no peleaban ahora. ¿Cuándo lo harían? Aunque era importante conocer al enemigo, ahora era la única oportunidad que tenían de atacar con todas sus fuerzas. Después de esto, el agotamiento de la batalla agotaría sus recursos y sería cada vez más difícil reunir el poder que ahora podían controlar.

Además, la continua retirada hasta que concluyeran sus operaciones de recopilación de información de inteligencia permitía esencialmente que su país fuera pisoteado.

Si ese era el caso, un número inimaginable de sus ciudadanos acabaría sufriendo.

“…Dejaré que el pueblo viva sus días en felicidad y haré de éste un país donde nadie saldrá herido.”

“¡Así será, Calca-sama!”

Remedios era todo sonrisas seguidas de los murmullos autodirigidos de Calca.

Estas eran las palabras que había dicho en el pasado, antes de conocer la verdad del mundo. Sin embargo, siendo las cosas lo que eran ahora, parecía un objetivo casi imposible de alcanzar.

“¡Hmph! Se ha vuelto engreído ahora que ha cruzado la muralla, pero pensar que no trajo a su ejército demihumano con él.”

Se enfadaba. ¿Era realmente así? No, debía haber sido así. Sin embargo, no podía desprenderse de la innegable sensación de que algo estaba mal y que se enrollaba alrededor de su corazón.

“…No bajes la guardia. ¿Hmm? ¿Así es como deberías tratar a un oponente de tal poder?”

“¡Por supuesto, Calca-sama! ¡No pretendo ser descuidada en absoluto! Con esta espada sagrada, aliviaré al demonio de su cabeza y se la presentaré.”

No era bueno. No podía calmarla más.

Eso era lo que Calca pensaba, pero no estaba preocupada por ella. Eso era porque Remedios era una persona diferente cuando ella entraba en el campo de batalla.

“Ahh ~ No hay necesidad de que me traigas su cabeza, pero tu lealtad me hace muy feliz. En ese caso, con respecto al plan de matar a Jaldabaoth… ¿Puedes darnos algo de tiempo?”

“Pero por supuesto. Su sirviente ya ha enviado una fuerza de avanzada para llevar a cabo nuestros planes.”

En ese momento, Calca sentía un dolor sordo en su corazón. Eso era porque cumplir esa orden los enviaba a morir.

Los soldados salían a luchar contra Jaldabaoth, a pesar de no tener ninguna posibilidad de victoria.

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Una de sus obligaciones como monarca era cambiar las vidas de unos pocos por la supervivencia de muchos. Por lo tanto, ella no podía llorar o gemir aquí.

Los soldados daban sus vidas por ella, así que ella tenía que montar un espectáculo para convencerles de que era una misión gloriosa.

Tenía que hacer el papel de reina suprema, respetada sobre todas las demás, la Reina Santa.

“¡En ese caso, salgamos!”

El aplauso sonoro de sus manos era la señal para que todos hicieran su movimiento.

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