Overlord

Volumen 11: Los Artesanos Enanos

Capítulo 4: Negociación

Parte 2

 

 

Ainz y compañía eran invitados nuevamente a la Cámara del Consejo. Después de ingresar, veían a un solo Enano contrariado mientras que los otros desbordaban positividad. El Comandante en Jefe parecía muy a gusto también.

En otras palabras, todo se había desarrollado como él había esperado. Ainz sonreía en su interior.

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“Por favor acepte nuestras más sinceras disculpas por hacerle ir y venir constantemente. Después de discutirlo, hemos decidido proceder como lo desea Su Majestad. Para comenzar, nos encomendamos a la compasión de Su Majestad en lo referente al asunto del emplazamiento de las fuerzas. Después de eso, iniciaremos relaciones diplomáticas y comerciales con la nación de Su Majestad. Sin embargo, la naturaleza de los bienes y los métodos de la transacción requerirán futuras negociaciones para resolver los pequeños detalles.”

“Naturalmente. En cualquier caso, en breve les proveeré de la fuerza necesaria para tomar de vuelta la fortaleza e impedir cualquier futura invasión Quagoa. En unos cuantos días enviaré a un representante a encargarse de los puntos delicados de las relaciones internacionales, tras lo cual podrán discutir el asunto en detalle.”

Ainz daba un suspiro de alivio.

Tenía que encargarle este tipo de tareas, que requerían conocimientos relevantes, a Albedo. Afortunadamente, ellos no habían insistido en discutir las cosas aquí.

“Entonces, sobre la cuestión del pago a Su Majestad por la recuperación de la Capital Real. El envío de nuestros herreros rúnicos al Reino Hechicero. Nos comprometemos a ello. Sin embargo, nos gustaría enviar a un grupo de inspectores al Reino Hechicero para ver cómo son tratados nuestros hermanos y para asegurar su bienestar. ¿Podríamos obtener su permiso para hacerlo?”

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“Por supuesto. El Reino Hechicero aceptará a estos inspectores.”

Ahora los Enanos parecían mucho más aliviados.

¿Se proponían llevar a cabo una inspección del lugar de trabajo? En lugar de eso, parecía más probable que querían ver si el Reino Hechicero cumplía su lado del acuerdo laboral entre las dos naciones.

(Por lo general, los contratos laborales nunca eran honrados. Sin embargo, juro que no iba a permitir que nadie termine como Herohero-san. Iba a elaborar un contrato con términos que los Enanos respetaran y que dejaran que los herreros rúnicos se concentren en el desarrollo de tecnología y similares, entre otras cosas más.)

Ainz aprobaba la preocupación que los Enanos tenían por sus colegas.

(No, todo esto es gracias a los Quagoa. Esta situación se había dado debido a que conquistaban la fortaleza. Si no hubieran escogido este momento para atacar a la nación Enana, los eventos podían no haberse desarrollado tan bien. Montar espectáculos de reclutamiento para los herreros rúnicos podía haber tomado mucho tiempo y recursos. Ahora casi me sentía mal por que tenía que exterminarlos…)

Una buena acción merecía otra, después de todo.

“Entonces. ¿Cuándo planea dar inicio a la reconquista del Reino Enano, Su Majestad?”

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“Umu… Tan pronto como me sea posible.”

Aunque no era probable que el Quagoa que había derrotado a los Caballeros de la Muerte fuera un jugador, Ainz no podía descartar por completo la existencia de una conexión. Tenía que comprobarlo a la brevedad posible.

“Entonces, quedamos en sus capaces manos. Para nosotros los Enanos, poder recuperar Feoh Berkanan es como un sueño hecho realidad. Estoy seguro de que la gente se regocijará con la fuerza incomparable de Su Majestad. Puede que suene forzado, pero le aseguro que las palabras me vienen del corazón.”

(En otras palabras, si no recuperaba la capital, las relaciones internacionales serían muy complicadas. No es como si estaban tratando de imponérmelo, pero sonaba bastante egoísta.)

“Ya veo. Entonces, apresuraré los preparativos.”


Asentía Ainz. Y luego pensaba en algo.

“Ah sí, tengo una petición. No sé si les importará.”

“¿De, de qué tipo de petición se trata, Su Majestad?”

Los Enanos hacían esa pregunta con nerviosismo. Ainz estaba confundido por su actitud temerosa. Él no había dicho nada que debiera haberlos asustado. Todavía preocupado sobre si había hecho algo extraño, preguntaba.

“Tengo la intensión de otorgarle un regalo a cierto Hombre Lagarto y deseo hacer uso de la excepcional mano de obra de los Enanos para ofrecerle una buena armadura.”

Alguien inhalaba con brusquedad detrás de él.

“Así es, Zenberu.”

Ainz se volvía para mirar detrás suyo, hacia el Hombre Lagarto que contenía el aliento.

“Es para Zaryusu. Podrías decir que es un regalo para celebrar el nacimiento de su hijo.”

Ainz había mencionado esto porque quería proteger la vida de Zaryusu. Él seguramente sería padre de muchos Hombres Lagarto poco comunes en el futuro. Por lo tanto, tenía sentido ofrecerle una armadura así de excelente.

La atención de los Enanos se volvía hacia el Maestro Forjador.

Él se cruzaba de brazos, todavía frunciendo el ceño hacia Ainz. No parecía aprobarlo en absoluto

“¿Qué le parece? ¿Puede hacerlo?”

Después que era interrogado nuevamente y era persuadido por las personas a su lado, el Maestro Forjador asentía finalmente con la cabeza. Su falta de voluntad estaba escrita en toda su cara.

“¿Cuáles son las medidas? Nosotros nos encargaremos del costo.”

“Una armadura mágica debería poder adaptarse a las medidas de su portador. ¿Pueden encantarla aquí?”

“No tengo confianza en cuestiones mágicas. Tendrá que consultarlo con el Sumo Sacerdote.”

“Si le parece bien un encantamiento de bajo nivel, no debería haber problemas. ¿No le importa, Su Majestad? Creo que usted debería tener mejores encantadores en sus dominios…”

En realidad, había pocos encantadores competentes en el Reino Hechicero. Los encantadores eran básicamente lanzadores de magia especializados y estos originalmente estaban afiliados con el Gremio de Magos. Sin embargo, el Gremio de Magos del Reino Hechicero estaba esencialmente disuelto.

Además, Nazarick usaba un proceso de encantamiento diferente, el de los cristales de datos. Él quería conservarlos tanto como fuera posible, ya que no podía obtenerlos en este mundo. Naturalmente, nadie en Nazarick podía realizar los encantamientos de este mundo.

En otras palabras, el Reino Hechicero no poseía la capacidad para encantar objetos mágicos. Dicho esto, no había necesidad de informarles esto.

“Si surge la necesidad, todo lo que tengo que hacer es reforzar el encantamiento existente. En cualquier caso, me gustaría adquirir una armadura de esta ciudad. También servirá como publicidad para la forja de armaduras de los Enanos.”

“Ooh.”

Los ojos del Maestro Forjador se estrechaban.


“Debería estar lista en una semana.”

“Ya veo. Eso sería maravilloso. Hasta entonces, estaré ocupado con la reconquista de la capital. Bueno, si la batalla termina antes de que la complete, podría tener que esperar en esta ciudad.”

“Hmph. Entonces trabajaré más rápido.”

Estaba bastante claro que no quería decir “Sería una pena hacerle esperar”. Era más como “Terminaré rápido para que no se tome demasiado tiempo dando vueltas en esta ciudad”.

(¿Por qué me odia tanto? Yo debía ser un héroe para este país. ¿No? O el libertador que recuperó su Capital Real. ¿Cierto? No recuerdo haber hecho nada para merecer tal resentimiento… ¿Verdad? ¿Es realmente sólo un viejo tonto y terco?)

“Con respecto al pago…”


“Como dije hace un momento, será libre de cargo.”

“Eso decide el precio de este artículo en particular. Cuando hablo sobre un pago, me estoy refiriendo al hecho de que esa armadura es tanto un producto terminado como una muestra. Necesito que me digan cuánto cuesta para poder estimar cuánto se necesita para producir ese tipo de cosas.”

“…Yo no decido los precios. Oye, Maestro del Gremio de Mercaderes, tú estás a cargo de eso.”

“…Para comenzar, tenemos que tener en cuenta el material del que está hecha la armadura. Eso sin duda afectará el rango del precio…”

“Ah, entonces es así.”

Respondía Ainz, intentando no dejar que se notara en su actitud.

“…Entonces dígame. ¿Cuál es el metal del grado más alto en esta ciudad?”

Si mencionaban el nombre de uno de los minerales prismáticos, Ainz bien podía abandonar la presente negociación y someter a los Enanos a la fuerza.

Sin embargo, sus preocupaciones eran infundadas.

El metal del que hablaban era adamantita.

“Adamantita, ¿hmm? ¿No hay nada más duro aquí? No, incluso un metal más suave servirá si se trata de una rareza en esta cordillera de montañas.”

Tampoco podían responder a esa pregunta.

Era posible que ésta fuera información clasificada y que no pudieran hablarle abiertamente de ella a Ainz. Sin embargo, preguntarles directamente no serviría. Usar magia de fascinación les dejaría los recuerdos de haber sido controlados, así que si no podía eliminarlos luego, no era una opción. Lamentablemente, no tenía otra forma de investigar más.

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Ya que Gondo no lo sabía tampoco, sólo podía depositar sus esperanzas en los herreros rúnicos veteranos.

Al mismo tiempo que ocultaba su decepción, Ainz sacaba un lingote de debajo de su túnica.

“Entonces, nosotros suministraremos el metal. Sólo dígannos cuánto cuesta procesarlo.”

Éste era un metal de nivel 45. No era particularmente fuerte, pero era mucho más duro que la adamantita.

Las habilidades defensivas de Zaryusu se dispararían si usaba una armadura hecha de este material. Sería suficiente para protegerlo de la gran mayoría de enemigos de este mundo.

“Y esto es…”

A juzgar por la expresión del Maestro Forjador mientras examinaba el lingote, Ainz estaba seguro que este mineral no podía ser excavado de ningún lugar cerca de aquí.

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“Un metal in…”

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Ainz cerraba la boca antes de decir “inútil”. Después de todo, ésta era la materia prima para la armadura que le daría a Zaryusu. No podía decir ese tipo de cosas frente al herrero que se encargaría de la tarea.

“Es un metal adecuado. Tengo algunas armas hechas del mismo material. Un momento, por favor.”

Ainz se ponía de pie y dejaba la habitación antes de buscar en su inventario.

Luego de buscarlo un momento, sacaba una espada corta extraña, una de las armas en Yggdrasil que había sido diseñada dándole más importancia a su forma que a su función. Luego regresaba a la habitación. Asustados por el hecho de que Ainz sostenía una espada, los Enanos se movían inquietos en sus asientos. Ainz colocaba la espada corta en la mesa y la deslizaba hacia ellos.

Afortunadamente se detenía frente al Maestro Forjador.

Él no tomaba la espada que se deslizaba frente a él, en lugar de eso la estudiaba con una mirada aterradora en la cara. Debía de haberlo molestado de alguna forma.

“Es ésta. Como es una espada, no sé si pueda usarla como referencia para la armadura. …¿Qué le parece? ¿Puede hacerlo?”

Por alguna razón, esas palabras provocaron que el Maestro Forjador enrojeciera.

“¡Lo haré y se lo mostraré!”

Sintiendo la poderosa determinación en la voz del Maestro Forjador, Ainz asentía.

“Umu. Entonces, por favor encárguese de eso. Me gustaría una armadura de cota de malla, si fuera posible. También le prestaré la espada. Si necesita algo más, no dude en hacérmelo saber. Zenberu, tú deberías estar más familiarizado con Zaryusu. Háblale sobre su tamaño corporal, forma y esas cosas.”

“Lo entiendo, Su Majestad.”

“Entonces… Eso concluye mi petición. Si está bien con ustedes, voy a excusarme.”

“¿Su Majestad, podría preguntarle a dónde está yendo?”

“Ahh, Comandante en Jefe. Había un Enano a quien rescaté en la ciudad del sur. ¿Verdad? Fui invitado a su hogar y hoy seré huésped allí. …Dejemos la ceremonia de recepción para después.”

O mejor dicho, Ainz no quería avergonzarse a sí mismo, así que deseaba evitar dicha ceremonia. Por supuesto, en realidad no podía decir eso.

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El Comandante en Jefe se veía un poco incómodo.

“Entiendo los deseos de Su Majestad. Sin embargo, sería un tanto angustiante si se corriera la voz de que el salvador de nuestra nación tuvo que buscar alojamiento personalmente. Ya hemos preparado una habitación de lujo para usted. ¿No consideraría descansar allí por hoy?”

Ainz examinaba la propuesta. Las palabras del Comandante en Jefe eran aceptables y no había ninguna razón para negarse.

“Entonces hagamos eso. Iré a visitar a Gondo, el Enano que me trajo aquí y me disculparé por dejarlo plantado.”

(Confío en que no tratará de obstaculizarme más.) Parecía que el Comandante en Jefe y los otros ya no tenía ninguna otra objeción.

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