Overlord

Volumen 11: Los Artesanos Enanos

Capítulo 2: En Busca de la Tierra de los Enanos

Parte 3

 

 

Shalltear y sus subordinados aceleraban el paso mientras se dirigían a la ubicación de los Quagoa. Saltaban de techo a techo a velocidades vertiginosas. Ya que ella estaba usando su armadura, no tenía que preocuparse de las muchas capas de relleno de pecho al interior de su ropa.

Volteaba para mirar a Aura, que la seguía por detrás.





El hecho de que la siguiera una Guardiana, que se suponía debía estar al lado de su Amo, era prueba de que él no confiaba en ella.

Eso era natural.

Ella podía no recordar su fracaso, pero había oído los detalles de los otros.

Aunque su compasivo Amo había dicho “Shalltear, no hiciste nada malo”, era imposible que eso pudiera ser cierto. Por lo tanto, había estado esperando por una oportunidad para quitarse de encima el olor del fracaso, pero lamentablemente esa oportunidad no se había presentado.

Aura podía haberla consolado, pero eso no era lo que Shalltear quería.

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Shalltear miraba al frente, con la mirada llena de fuerza. Ella no se iba a permitir a sí misma cometer ningún error en este viaje.

Poco después, llegaban a un edificio cercano a su objetivo. Shalltear miraba a los Quagoa desde el techo.

Había muchas siluetas visibles, de las del tipo que los Hanzos habían descrito.

“Ahora entonces…¿Qué debería hacer…?”

Shalltear meditaba el asunto.

Aura debía de haber oído lo que decía pero simplemente cruzaba los brazos, con la intención de guardar silencio. Eso también, era de esperarse. Antes de que Aura viniera aquí, su Amo le había dado una orden. “Vigila los movimientos de Shalltear. Si parece que empezará a masacrarlos, detenla por cualquier medio, incluso si tienes que golpearla. Aparte de eso, no interfieras con los planes de batalla de Shalltear.”

A Shalltear también se le había dicho que Aura simplemente la observaría desde atrás y que no debía hacer uso de ella en ninguna operación de combate. En otras palabras, toda la operación, desde el planeamiento a la ejecución, era exclusiva responsabilidad de Shalltear.

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En primer lugar, tenía que cumplir perfecta y elegantemente las órdenes de su Amo.

Shalltear aflojaba los puños que tenía apretados.

“Hanzos.”

“¡Sí!”


Los sirvientes vestidos de ninja se reunían frente a ella.

“Quiero asegurarme de que ninguno de ellos escape. ¿Pueden verificar que no hay nadie más en el túnel?”

“Por supuesto. Esperamos sus órdenes.”

Era de esperarse de los subordinados de su Amo. Ahora sus enemigos no tenían ninguna posibilidad de escapar. Lo siguiente de lo que tenía que preocuparse era sobre si el enemigo terminaba dispersándose por la ciudad. Por supuesto, ella podía tomarse algún tiempo para cazarlos y encontrarlos, pero quería evitar perder el tiempo. Aunque su Amo no le había dado un límite de tiempo, si tardaba demasiado era una prueba de incompetencia.

“Muy bien. Qué tal esto…”

Shalltear transmitía los planes que había pensado camino allí.

Iba a rodear al enemigo y luego inutilizaría a cualquiera dentro del perímetro.

En otras palabras, usaría a los Hanzos para cortar su retirada y luego iba a compactarlos antes de atraparlos a todos de un solo golpe.

Por supuesto, este plan era un poco peligroso, ya que no conocía las habilidades de sus enemigos. Sin embargo, si tuvieran el poder de matar a Shalltear y a los Hanzos, el Reino Enano no habría podido sobrevivir tanto tiempo.

Bueno, siempre y cuando el Enano Gondo no fuera alguien especialmente débil.

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Luego de enviar a los Hanzos, Shalltear contabaó tres minutos. Tenía que hacerlo porque no tenía ninguna forma de comunicarse con los Hanzos.

Afortunadamente los Quagoa parecían haber asumido posiciones defensivas alrededor del edificio, sin intenciones de dispersarse.

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“Comencemos. Empiecen según lo ordenado. Eviten que escapen al área circundante.”

Luego de darles órdenes a los no-muertos que había traído consigo, Shalltear corría por los tejados y luego saltaba frente a los Quagoa. Al mismo tiempo, sus no-muertos aterrizaban alrededor de ellos.

Habían tomado el control de todas las vías principales alrededor del edificio. Casi todas las rutas de retirada de los Quagoa habían sido cortadas por completo.

Shalltear sentía su confusión y lanzaba un hechizo antes de que pudieran recuperarse.

“[Inmovilizar Especies en Masa]”

Tal como había esperado, no eran oponentes de alto nivel. Muchos de los Quagoa dejaban de moverse, paralizados donde estaban.

Los Quagoa que no se encontraban dentro del área de efecto del hechizo lograban recuperarse de su desconcierto, pero ninguno intentaba atacar a Shalltear. Ella había aparecido de la nada y había usado un hechizo que ellos nunca habían visto antes para inmovilizar a sus camaradas. Incluso escoger entre luchar o escapar debía haber sido muy difícil para ellos.

Shalltear sonreía levemente.

Parecía que la conclusión a la que había llegado al observarlos, que era centrar el hechizo en un Quagoa de apariencia excepcional, conocido por ahora como el comandante, había valido la pena.

“[Inmovilizar Especies en Masa]”

Lanzaba el hechizo nuevamente y ahora incluso los Quagoa en retirada eran neutralizados.

“¡Adelante!”

En respuesta a las órdenes que Shalltear gritaba los no-muertos alrededor reducían el perímetro.

Los Quagoa al interior del edificio oían el grito de Shalltear y sentían la anomalía en sus camaradas, pero ya era demasiado tarde para ellos.

Cuando una sonrisa sádica comenzaba a formarse en su cara, Shalltear golpeaba sus mejillas. No podía ser descuidada. Lo más seguro era que su fracaso en el pasado se debía a eso.

Luego de recobrar la compostura, Shalltear asaltaba el edificio. Aunque atravesar una ventana le habría dado el factor sorpresa, tomaba en cuenta el esfuerzo de atravesarla y en su lugar decidía ir directamente por la puerta, usándose ella misma de carnada.

Los Quagoa que la esperaban dentro la atacaban una y otra vez con sus garras.

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(Tres frente a mí, cuatro más al interior, nadie parecía que era un comandante. Debía recibir sus ataques y verificar sus fuerzas.)

Shalltear no esquivaba los ataques, sino que soportaba lo peor de la ofensiva Quagoa.

Como esperaba, no era herida.

Shalltear sólo podía ser dañada con armas mágicas de plata. Algunos monstruos de alto nivel tenían ataques naturales que contaban solo como magia, mientras que otros poseían ataques que contaban solo como plata, pero esos eran muy poco comunes entre los monstruos de bajo nivel.

Aunque Shalltear podía haber esperado esto, los Quagoa estaban desconcertados. Como si fueran incapaces de creer lo que estaban viendo, los Quagoa que la rodeaban la atacaban con sus garras, pero sin ningún resultado.

“Muy bien, el experimento acabó. ¿Terminamos aquí? [Inmovilizar Especies en Masa].”

Cuando lanzaba el hechizo, todos los Quagoa presentes dejaban de moverse.

“Ahora, lo siguiente.”

Shalltear miraba alrededor y veía a los Quagoa en la habitación contigua a través de los restos de una puerta rota. En sus ojos muy abiertos podía ver la emoción que más amaba…miedo.

Mientras las zancadas de Shalltear la llevaban hacia adelante, los Quagoa trepaban sobre sí mismos para escapar.

Sin embargo, eran demasiado lentos. Para Shalltear eran casi tan lentos como babosas. Ella resistía el impulso de dar voz a una risa burlona y en cambio lanzaba su hechizo sobre sus espaldas.

No había escapatoria.

Shalltear no toleraba ninguna falla.

Ahora que los Quagoa al interior del edificio habían sido capturados, ella ingresaba al túnel y encontraba a seis Quagoa a los pies de los Hanzos. Por los ligeros movimientos de sus cuerpos, al parecer seguían vivos. Shalltear le preguntaba a los Hanzos.

“Entonces ¿Son estos los Quagoa que intentaron huir?”

“Sí, Nadie más logró escapar por aquí.”

Ya que Shalltear no había permitido que nadie escapara, se podía considerar que su misión había sido completada a la perfección.

“Sólo por si acaso, vayan y asegúrense de que no haya nadie más oculto en el edificio. Después de eso, hagan que los no-muertos encargados de ellos lleven afuera a estos Quagoa. Pueden decirles a los no-muertos que los aten con sogas. ¿Cierto? Yo esperaré aquí hasta que hayan terminado la búsqueda en el interior y veré si alguien más intenta huir.”

Luego de recibir las órdenes de Shalltear, los Hanzos recogían a los Quagoa del suelo y volvían al edificio. Regresaban con Shalltear al pasar dos minutos.

Habiendo completado su misión impecablemente, Shalltear emergía del edificio y veía a numerosos Quagoa y a las figuras de Ainz, Aura, los Hanzos, el Enano y Zenberu.

“Bien hecho, Shalltear. Parece que has completado tu misión y no dejaste escapar a ninguno.”

“¡Sí! ¡Muchísimas gracias, Ainz-sama!”

“Ahora entonces, Shalltear, te daré tu siguiente orden. Interroga a estas personas, pero haz tu mejor esfuerzo para no dañarlos.”

“Entendido.”

Para comenzar, ordenaba a los no-muertos que trajeran a uno de los Quagoa que habían sido capturados con magia, en otras palaras a uno de los primeros prisioneros.

“¡Hiiiii! ¡Sálvenme!”

“Jeje, bueno, si eres honesto, no te mataré. ‘Sólo si’ lo eres. Primero lo primero. ¿Quién de ustedes es el más importante aquí?”

“Él, el que tiene rayas azules en su pelaje.”

“¡Hijo de perra! ¡Me vendiste!”

El que respondía gritando en realidad sí parecía tener un tenue indicio de azul en su pelaje.

“Bien, bien, no peleen. Entonces ¿Pueden traerlo aquí? Lleven a éste de vuelta.”

Le traían al Quagoa de mayor rango ante ella.

“¡Hmph! ¡Debes de ser amiga de los Enanos! ¡Jamás hablaré! ¡Apuesto el orgullo de mi raza en ello!”

“En serio. Muy bien, entonces. [Fascinar Especie]. Listo. ¿Puedes responder a mis preguntas?”

“¡Ahh, por supuesto! ¿Qué quieres saber?”

El Quagoa detrás de él no podía evitar jadear por la sinceridad que mostraba.

La magia de fascinación, provocaba que el objetivo viera al lanzador como a un amigo confiable o un colega. Sin embargo, ya que los amigos no les decían a sus amigos que se mataran o se hicieran daño, los objetivos no obedecerían ordenes que resultaran en tales cosas. Además, el término “amigo” era también una especie de cuello de botella. Había secretos que las personas mantenían ocultos incluso de sus amigos, así que esta magia sería poco eficaz para extraer tal información. Si ése era el caso, se necesitaba usar hechizos de control mental más poderosos. Sin embargo, esta vez no parecía ser necesario utilizar tales medidas, un factor por el que Shalltear agradecía a su suerte.

“Primero. ¿Realmente eres el más importante aquí?”

“Ahhh, fui asignado como líder de este grupo. Oye, tranquilo allí abajo, ella es una amiga así que está bien contárselo. Ah ¿Puedes guardar el secreto?”

“Por supuesto. Somos amigos. ¿O no?”

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“Ahhh, sí, lo somos, confiaré en ti, entonces. Sin embargo, esos tipos… En especial ese tipo. ¿Es un no-muerto?”

El Quagoa observaba al glorioso Amo de Shalltear. Eso le molestaba, pero ella tenía que soportarlo para poder extraer información de él.

“Todo está bien. Somos amigos así que me creerás. ¿Cierto?”

“¿Es tu subordinado?”

(¡Te mataré bastardo!) era lo que casi decía Shalltear. Sin embargo, se tragaba esas palabras. Eso debido a que su amo hablaba antes de que ella pudiera hacerlo.

“Así es. Ella es mi señora.”

“Jo, ésa es mi amiga para ustedes, eres increíble.”

“G-gracias.”

Shalltear agonizaba por esos complejos sentimientos, que no podía poner en palabras. Aunque quería ponerse a rodar por el suelo, no podía desperdiciar la tierna ayuda que su Amo le había brindado.

El comandante Quagoa caía en una profunda reflexión y los Quagoa detrás de él comenzaban a decir. “¿Qué sucedió?” “¿Qué está pasando?” “¿Acaso somos los únicos que no sabíamos que ella es una amiga?” y cosas similares. Sin embargo, el comandante Quagoa los ignoraba y una expresión retorcida surgía en su cara, probablemente era una sonrisa.

“Lo entiendo. Ya que así lo dijiste, te creeré. Después de todo, somos camaradas unidos por un firme lazo de amistad. ¿O no?”

Shalltear resoplaba.

“Entonces. ¿Puedes hablar lo suficientemente fuerte como para que te oigan las personas detrás de mí? ¿Quiénes son ustedes? ¿Qué están haciendo en esta ciudad?”

Normalmente, ellos debían sentir sospecha de que un amigo no supiera eso. Sin embargo, ésta era la grandeza de la magia. El comandante Quagoa respondía sin expresar dudas.

“Somos un destacamento de la fuerza de invasión. Vinimos aquí a matar a los Enanos que podrían haber huido a esta ciudad.”

“¡¿Qué dijiste!?”

Exclamaba conmocionado el Enano.

“¿Qué, qué significa eso?”

“Cierra la boca, Enano. Las razas inmundas como la tuya deberían ser exterminadas.”

“Basta, basta, es suficiente. ¿Estabas diciendo algo sobre una fuerza de invasión?”

“Ahhh, perdona, parece que me emocioné un poco de más. Hay una ciudad Enana al norte de aquí. La fuerza de invasión se formó para destruir esa ciudad. El problema es que el puente colgante sobre la Gran Grieta es protegido por una fortaleza, así que nuestros ataques siempre han sido derrotados. Sin embargo, hemos encontrado un atajo que sortea la Grieta y bordea la fortaleza, así que planeamos usarlo para aniquilarlos de un solo golpe.”

Shalltear entrecerraba los ojos hacia el Enano. Tenía un aspecto fantasmal. Aparentemente, éstas eran muy malas noticias.


“¿Cuando atacarán?”

“Somos un destacamento, nos separamos del grupo principal así que no sabemos cuándo será exactamente. Pero creo que debería ser hoy o tal vez mañana.”

Shalltear podía oír la conversación entre su amo y el Enano.

“Dicho eso. ¿Realmente caerá la ciudad si toman el puente colgante?”

“No estoy seguro, pero he oído que ya que el enemigo necesita usar el puente, sólo pueden atacar en un lugar. Por lo tanto, podemos repelerlos usando los objetos mágicos al interior de la fortaleza. Sin embargo, si toman la fortaleza, el enemigo tendrá el camino libre hacia la ciudad y será difícil detener el avance de un gran ejército. Si eso sucede, podríamos tener que abandonar la cuidad y escapar hacia acá, pero si somos emboscados aquí, entonces la raza de los Enanos podría ser aniquilada.”

El comandante Quagoa reía maliciosamente mientras escuchaba su conversación.

“¿Entonces ustedes son el único destacamento?”

“Somos los únicos enviados hacia acá. No sabemos cuán fuerte sea la ciudad Enana o cuántos hombres necesitaremos, así que la mayoría de nuestras tropas están allá.”

“Ain-eh, ah, entonces, entonces. ¿Hay algo que quiera preguntarle?”

(No podía decir Ainz-sama) se preocupaba Shalltear al mismo tiempo que intentaba hilvanar sus siguientes palabras.

“…No queda mucho más. Estrictamente hablando, lo único que necesitamos sabes es cómo comunicarnos con el grupo principal o algo similar.”

Luego de que Shalltear repitiera la pregunta de su Amo, el comandante fascinado balbuceaba.

“Ninguna, nuestra misión no era considerada como muy importante. Al final, nuestro trabajo era simplemente cazar a cualquiera que huyera.”

Shalltear miraba de vuelta a su Amo, que asentía con la cabeza hacia ella.

“¿Cómo deberíamos encargarnos de ellos?”

“…Gondo. ¿Perdona por esto, pero podrías prepararte para viajar?”

El Hombre Lagarto y el Enano entendían el significado detrás de esas palabras, así que se daban la vuelta y se marchaban en silencio. Ainz los veía marcharse y le daba a Shalltear sus siguientes órdenes.

“…Entonces, vamos. Shalltear, envíalos a todos de vuelta a Nazarick. Tienen que ser estudiados. El que vivan o mueran ya dependerá del tipo de relación que forjemos con los Quagoa. Que no los maten hasta que sean completamente hostiles hacia nosotros. Sin embargo, ordena que se lleven a cabo algunos experimentos. La dureza de sus garras, la resistencia física y mágica de sus cuerpos, ese tipo de cosas. Aunque, algunos podrían morir como resultado… Ordénales minimizar el número de muertes.”

“Entendido.”

Shalltear abría de inmediato un [Portal] a la superficie de Nazarick.

“Vengan, todos ustedes entren aquí.”

Guiados por el comandante Quagoa, los otros lo seguían al interior uno después del otro. Algunos de los Quagoa se quedaban donde estaban, paralizados por el miedo, pero Shalltear simplemente los tomaba y los arrojaba por el [Portal].

Después de mandarlos a todos, Shalltear también regresaba brevemente a Nazarick. Allí repetía las órdenes de su amo a los Guardianes Antiguos y luego regresaba por el [Portal] aún abierto.

Más allá de éste se encontraba el Amo de Shalltear. Sus brazos estaban cruzados y parecía estar esperando por ella.

“Tu obtención de información fue muy minuciosa, Shalltear.”

¡Lo primero que le decía eran elogios! El pecho plano de Shalltear se llenaba de calor.

“¡Sí!”

Shalltear se ponía de rodillas por reflejo. Ésa era la posición apropiada a asumir en respuesta a los elogios de su Amo.

“…Mm, umu. Espero con gran interés tu leal servicio en el futuro.”

“¡Lo entiendo, Ainz-sama!”

“No te quedes así. Ponte de pie. Necesitamos discutir algunas cosas con Gondo. …Ésta es una oportunidad de hacer que me deba un gran favor.”

“Qué afortunado. Ainz-sama, sus acciones parecen estar bendecidas.”

Sus miradas se cruzaban y sonreían.

Por supuesto, el rostro de su Amo no cambiaba pero Shalltear estaba absolutamente segura de que estaba sonriendo.

“Entonces, vamos.”

“¡Sí!”

(Mmmm~ ¡Esto es genial! Nosotros dos, caminando lado a lado… Haaa, soy tan feliz.)

Shalltear salía del edificio mientras saboreaba el sabor de la felicidad.

“Gondo, perdona por hacerte esperar. ¿Qué deseas hacer ahora?”

“Cualquier cosa que hagamos no servirá de nada… toma alrededor de seis días viajar bajo tierra hacia la ciudad. Está demasiado lejos para que podamos llevar esa información de vuelta a la ciudad.”

La cara ligeramente relajada de Shalltear se tensaba e intercambiaba miradas con Aura, mientras su Amo y el Enano comenzaban su discusión. Ella se esforzaba por memorizarla para poder registrarla luego en su libreta de notas.

Ya que se trataba de su glorioso Amo, sus intenciones probablemente eran aplastar el corazón del Enano en la sumisión absoluta. Era eso o le colocaría un pesado grillete alrededor del cuello y se aseguraría de que nunca lo traicionaría. O algo similar.

“¿Es así? Bueno, ya que no podemos llegar a tiempo. ¿Qué queda por hacer? Si ése es el caso. ¿Por qué no vienes a mi país? No puedes hacer nada por tu cuenta tampoco. ¿Cierto?”

“Mmm…umu.”

“Sin embargo, me gustaría salvar a los herreros rúnicos… pero incluso si nos apresuramos hasta allá para ayudarlos. ¿Podremos mantener una posición ventajosa durante las negociaciones? ¿Son los Enanos una especie que aprecia la amabilidad que se les muestra?”

“Umu, espero que pueda creer eso. Si salva a los Enanos de la amenaza de los Quagoa, estoy seguro de que las negociaciones marcharán bien.”

“Si ése es el caso, entonces tendremos que escoger el momento adecuado para intervenir.”

Luego de la declaración tentativa de su Amo, el Enano se encogía de hombros, como diciendo que él estaba de acuerdo con cualquier cosa.

“Ya he grabado en mi corazón la sugerencia de mi señor… de Su Majestad.”

Shalltear no tenía idea de lo que significaban esas palabras, pero por alguna razón, sabía que el Enano había escogido a su Amo por encima de su raza.


Shalltear estaba asombrada y asustada a la vez ante el hecho de que su Amo había logrado dominar por completo el alma de este Enano durante el breve periodo en el que había ingresado al túnel.

Este carisma debía de haber sido lo que le permitía coordinar y dirigir a los Seres Supremos.

“…No, supongo que debemos apresurarnos. Después de todo, queremos evitar las muertes de los herreros rúnicos. Y no hay forma de saber qué sucederá si vamos bajo tierra, así que procederemos por el exterior. ¿Puedo confiar en que nos guiarás?”

“No estoy muy seguro, pero haré mi mejor esfuerzo.”

“¡Muy bien, entonces prepárense a partir!”

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