Overlord

Volumen 11: Los Artesanos Enanos

Capítulo 1: Preparativos Para un Viaje a Tierras Desconocidas

Parte 3

 

 

Ainz viajaba al pueblo de los Hombres Lagarto usando un [Portal].

Para su protección estaba escoltado por Hanzos. De los cinco Hanzos, uno tenía una tela roja atada a su brazo derecho. No tenía ningún encantamiento, simplemente indicaba que él era el líder.

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Al principio, Ainz sencillamente había pensado que hacer eso haría más fácil controlarlos. Sin embargo, el líder recientemente nombrado estuvo contentísimo de haber sido escogido y Ainz podía darse cuenta de que era todo sonrisas debajo de su máscara.

Siendo sinceros, Ainz se sentía un poco culpable. Después de todo, simplemente le había dado un pedazo de tela.

Protegido por sus vasallos, ahora Ainz podía ver la estatua de sí mismo.

Ainz había estado aquí muchas veces antes ya que era un destino de teletransportación preestablecido. Aun así, lo avergonzaba profundamente.

Había estatuas de figuras históricas y cosas así en el mundo de Satoru Suzuki, pero seguramente cualquiera se sentía avergonzado al presenciar un monumento de uno mismo mientras aun estaba con vida.

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Lo que realmente lo perturbaba era el hecho de que los huesos faciales eran ligeramente diferentes de los suyos. Parecía que habían intentado embellecerlo.

¿Los pómulos se veían elegantes de esa forma? No lo entendía. ¿Qué tipo de sentido estético podía haber producido esto?

Mientras Ainz contemplaba el asunto, se volvía y se percataba de que Cocytus y sus Hombres Lagarto estaban arrodillándose ante él.

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Ya estaba acostumbrado a tales demostraciones ahora que tenía más experiencia en jugar el papel de un ser superior. Aun así, a Satoru Suzuki el trabajador de oficina, no le gustaba. Dicho esto, él entendía que era una demostración de su lealtad, así que no les pedía que se detengan.

“…Levanten la cabeza.”

Luego de que el permiso, entregado con sentimientos encontrados, les era concedido los Hombres Lagarto miraban hacia arriba, como si hubieran estado aturdidos.

“Gracias. Por. Venir. Desde. Tan. Lejos, Ainz-Sama.”

Ainz le indicaba al aún arrodillado Cocytus que debía ponerse de pie.

“Umu. Gracias por tu arduo trabajo. He recibido tu informe sobre el pueblo. Aunque sólo le di un vistazo, no me percaté de ningún problema, lo cual es bueno. Tus logros aquí son dignos de elogio.”

“Muchas. Gracias. Todo. Esto. Se. Logró. Gracias. A. Su. Gloria, Ainz-Sama.”

Yo no he hecho nada, quería decir Ainz. En lugar de eso, aceptaba los leales elogios de Cocytus con elegancia solemne. Después de todo, si hubiera dicho cualquier otra cosa, habrían terminado en un círculo vicioso e infinito de “Nono,” “Nonono”, “Nononono” y así sucesivamente. Ainz estaba muy seguro de eso.

“…Dicho eso, los excelentes resultados que has mostrado merecen ser recompensados.”

Recordando, Albedo y Mare ya habían recibido cada uno un Anillo de Ainz Ooal Gown, Aura había recibido un reloj con la voz de Bukubukuchagama grabada en él, a Shalltear le había dado el bestiario de Peroroncino y Demiurge… A él le había entregado la estatua demoníaca creada por Ulbert.

Su regalo para Cocytus eran las vidas de estos Hombres Lagarto, pero probablemente era momento para otra recompensa.

“Tal vez podrías decir que no hace falta, pero es natural repartir regalos y castigos cuando se estima necesario. …Dime, Cocytus, ¿qué es lo que quieres?”

“No, Ainz-Sama, No. Deseo. Ninguna. Recompensa. Aparte. De. Servirle. Con. Lealtad.”

Aunque la petición de Solution de “humanos inocentes” había sido bastante perturbadora, un pedido como el de Cocytus también era muy difícil de conceder.

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Uno de los miembros del gremio se había quejado sobre cierto tipo de mujer molesta, las del tipo que decían, “A cualquier lugar está bien” cuando les preguntabas “¿Adónde quieres salir a almorzar?” y luego añadían, “Debimos haber ido a un restaurante italiano después de todo”. Ainz sentía lo mismo. Era cien veces más fácil llevarse bien con alguien que expresaba claramente lo que quería.

“…Cocytus. La falta de ambiciones algunas veces puede ser más molesta que la codicia. Ahora te lo ordeno. Dime lo que quieres en el plazo de una semana, limítate a objetos materiales. ¿Lo entiendes?”

Una mirada de angustia surgía en el rostro de Cocytus. Ainz no le prestaba atención.

“¿Lo entiendes?”

Repetía.

“Si. Ésa. Es. Su. Voluntad, Ainz-Sama.”

“Umu. Ésa es mi voluntad. Muy bien, entonces. Cocytus, es momento de pasar a los motivos de mi visita a este pueblo. Deseo hablar con Zenberu.”

“¡Entendido! Ya. Lo. He. Traído. Por. Aquí, Por. Favor, Venga. Por. Aquí, Ainz-Sama.”

Cocytus se movía detrás y al lado de Ainz y luego se dirigía a los Hombres Lagarto arrodillados.

“Zenberu, Responde. A. Las. Preguntas. De. Ainz-Sama. Tienes. Permitido. Dirigirte. A. Él. Directamente.”

Zenberu levantaba la cabeza y respondía con un…

“Sí.”

Pero su voz sonaba confundida.

“Entonces, iré directo al grano. Deseo visitar el Reino Enano. Por lo tanto, deseo emplearte como guía. ¿Puedes llevarme allí?”

Daba la impresión de que el Hombre Lagarto había entrecerrado los ojos.

Ainz no entendía las expresiones de los Hombres Lagarto, así que no podía decir qué tipo de mirada tenía en el rostro, pero no parecía ser buena.

“Mis más sinceras disculpas, Su Majestad, pero podría preguntar ¿Cuáles son sus intenciones al dirigirse al Reino Enano?”

Cuando terminaba de pronunciar esas palabras, un chasquido de mandíbulas venía desde atrás de Ainz.

“…Zenberu, Buscar. Conocer. Las. Intenciones. Detrás. De. Las. Decisiones. De. Ainz-Sama. Es. Una. Insolencia. Del. Orden. Más. Alto. Todo. Lo. Que. Tienes. Que. Hacer. Es. Responder. La. Pregunta. Con. Sinceridad.”

Cocytus estaba usando el mismo tono que siempre usaba, pero había un descontento claro en sus palabras.

Ainz deseaba huir de la voz claramente descontenta que veía de detrás de él.

Aun así, aunque Ainz estaba en este estado a pesar de que no era el objetivo de la agresión de Cocytus, Zenberu permanecía en silencio. Estaba observando la reacción de Ainz, con la mirada imperturbable.

La tensión llenaba el aire en medio de un silencio temible, que solamente era roto por los sonidos amenazantes de Cocytus. No debía haber pasado mucho tiempo, pensaba Ainz, cuando de pronto se daba cuenta de que Cocytus estaba por actuar y se movía para bloquearlo. No hacerlo sería peligroso.

“Está bien, Cocytus. Zenberu no me ha mostrado ninguna falta de respeto.”

“Pero. Ainz-sama…”

“Está bien. Entonces, voy a mostrar un poco de piedad por ti, Zenberu. ¿Qué desencadenó la idea errónea que tienes ahora?”

La reacción de Zenberu era natural teniendo en cuenta lo que él le había hecho a este pueblo. Sin embargo, Ainz no quería que esos pensamientos se mostraran en su cara. Si Ainz se esforzaba por hacerlo, entonces ninguna culpa se les podría atribuir a los sirvientes de Nazarick por sus acciones. Actuar de otra forma en frente de sus subordinados podría provocar que dudaran de sí mismos y afectaría sus actividades futuras.

“Zenberu. No tengo la intención de dañar a los Enanos. He venido en persona porque deseo formar una relación amistosa con ellos.”

“¿Eso realmente es cierto?”

“Tú…”

Ainz se volvía hacia Cocytus.

“Cocytus. Tu lealtad me complace. Pero ya te he dicho que está bien. No hagas caso de lo que Zenberu diga aquí y olvídalo.”

“¡Entendido!”

¿Era esto lo que querían decir con “di lo que piensas con honestidad”? Si el jefe te pedía que “dijeras lo que pensabas honestamente”, claramente era una trampa.

Ainz se volvía de vuelta hacia Zenberu.

“Ciertamente, es así, Zenberu. Si es necesario lo juraré por mi nombre. Deseo forjar una relación de amistad con los Enanos. Sin embargo, también es posible que requiera usar la fuerza si es justificado por su respuesta. ¿Puedes entender que dichas medidas podrían ser inevitables?”

“Naturalmente. Es perfectamente lógico. En este mundo, el poder impone el derecho. Aun así, cómo decir esto… no deseo pagar amabilidad con malicia.”

Zenberu hacía una pausa para tomar un respiro tranquilo. A Ainz le recordaba a la forma en que los guerreros respiraban antes de lanzar un ataque.

“Adicionalmente, si se desata un exterminio inmediatamente después de que lo lleve allá, ruego que me perdonará por levantarme en armas contra usted.”

Un silencioso chasquido venía de detrás de él y Ainz le decía a Cocytus.

“Está bien.”

Incluso sin comprobarlo, ya sabía que era el sonido de Cocytus apretando las empuñaduras de sus armas.

Qué hacer contigo, pensaba Ainz al mismo tiempo que miraba a Zenberu con arrogancia. Parecía que sus repetidas prácticas habían valido la pena, porque el cuerpo de Zenberu se congelaba de miedo.

“Bueno, si eso sucede, simplemente te destruiré a ti también. No es que me importe… Pero es muy valiente. ¿Has considerado el hecho de que tu traición podría terminar destruyendo a todos los Hombres Lagarto en el pueblo también?”

“…Confío en que usted realmente no haría eso, Su Majestad.”

Mientras Zenberu lo miraba fijamente, Ainz tomaba su barbilla entre su pulgar y su dedo índice. Luego, hacía un anuncio.

“Parece ser que estás equivocado. Yo analizo las cosas en términos de beneficios e inconvenientes. Aunque probablemente no destruya a todo un grupo por la traición de un solo hombre, si resulta que en el futuro podrían darse traiciones similares y que las desventajas son mayores que los beneficios de mantenerlos con vida, ¿no te parece que los exterminaré a todos sin demora? ¿O piensas que soy un ser descerebrado y lleno de amor?”

La expresión de Zenberu cambiaba.

Sin embargo, Ainz no sabía qué tipo de expresión era esa.

Se sentía un poco extraño decir esto siendo él mismo un ser no-muerto, pero sentía que los Hombres Lagarto eran astutos.

No era necesario entender las expresiones de otras razas. Después de todo, él era un simple ser no-muerto con las memorias y experiencias del ser humano llamado Satoru Suzuki.

Ya que Zenberu no parecía que iba a seguir hablando, Ainz continuaba.

“Ah, no te preocupes. No destruiré este pueblo incluso si me traicionas. Después de todo, no sería una revuelta organizada y tu reacción sería muy entendible teniendo en cuenta tu personalidad e historia. Ellos son tus antiguos amigos…¿Tus benefactores? Entiendo por qué te pondrías de su lado. Sin embargo, permite que lo repita: No destruiré sin motivo al Reino Enano.”

Ya sea que otros jugadores estuvieran presentes o no Ainz no quería pasar directamente a las hostilidades sin tener un diálogo antes.

Después de todo, las cosas no estaban progresando muy bien con los países vecinos.

Ahora que tenían que llevar a cabo el vasallaje del país con el que tenían las mejores relaciones, su nombre viviría en la infamia si terminaban entrando en guerra con los Enanos también.


Por lo tanto, tenían que dar lo mejor de sí mismos para firmar un tratado de amistad con los Enanos. De esta forma, podían demostrarles a los países vecinos que el Reino Hechicero era una entidad que podía atenerse a pactos y acuerdos. Esto también les daba la superioridad moral y les permitiría limitar las acciones que los jugadores ocultos por ahí pudieran tomar.

¿Qué harían los jugadores si sentían recelo del Reino Hechicero?

El resultado más probable era que considerarían al Reino Hechicero como un imperio malvado y usarían eso como grito de guerra para proclamar una yihad en su contra.

Por otro lado. ¿Qué harían si oían que el Reino Hechicero había firmado un tratado de amistad con el Reino Enano, como una nación correcta y respetable?

Algunas personas podían pensar que había sido firmado bajo presión o que era una diplomacia de cañonero. Sin embargo, por fuera podía parecer un tratado normal y justo.

Hablando hipotéticamente, si un jugador decidía ir a la guerra con el Reino Hechicero, ese jugador seguramente invitaría a entidades de su mismo nivel, a otros jugadores con toda seguridad, para unirse a él en su cruzada. No obstante, algunas de esas personas podían pensar que el Reino Hechicero era una nación decente. Estas personas opuestas a la guerra podían citar el tratado Enano como una razón para mantenerse fuera del conflicto.

Claro, ésta era una conjetura atrevida pero él incluso podía ser capaz de atacar al enemigo mientras estaba desunido y ser capaz de derrotarlo, tras lo cual estallaba la bomba del “Es por eso que no quería luchar” y haría pedazos al enemigo.

Ésta era la razón por la que quería obtener la superioridad moral.

Después de todo, lo único que Ainz temía era a un grupo de jugadores, no sólo a uno o a dos.

Era verdad que los jugadores con Objetos de Clase Mundial eran temibles y lo mismo los que tenían poderosas clases, como Campeón del Mundo. Sin embargo, si se encontraban solos, no podían ser capaces de derrotar a Nazarick sin usar uno de los Veinte.

“Así que puedes estar tranquilo.”

“…Ahora entiendo eso.”

“Umu. Eso es lo mejor. ¿Entonces puedo confiarte esa tarea, Zenberu?”

“Lo entiendo, Su Majestad. Lo llevaré a esa ciudad cavernosa de los Enanos en la que alguna vez residí brevemente.”

Ainz asentía con satisfacción y se volvía hacia Zaryusu.

“Bien, ahora me dirigiré a Zaryusu. Por favor acepta mis felicitaciones por el nacimiento en la familia. ¿Están bien tanto la madre como el niño?”

Zaryusu respondió con nerviosismo (?).

“Sí, Su Majestad. Están bien. Parece que mi hijo está casi listo para comenzar a caminar.”

“¡Qué rápido!”

Dicho esto, sus investigaciones habían revelado que los niños humanos en este mundo se desarrollaban más rápido en todos los aspectos que los del mundo de Satoru, ya sea en términos del desarrollo de los dientes, hablar o caminar por sí mismos. Por supuesto, eso era algo que había descubierto luego de comparar sus observaciones a los recuerdos de lo que Touch Me había dicho en el pasado.

“¿Es así? Yo pienso que es bastante normal…”

“Ah, ya veo. Parece que lo he tenido en cuenta desde el punto de vista de un humano. Niños… hm. En este momento, estoy en el proceso de construir una nación compuesta de seres de varias especies trabajando juntos. Si te pidiera que vivas en una nación de humanos bajo mi gobierno con el propósito de impulsar ese programa. ¿Aceptarías?”

“No puedo rechazar las órdenes de Su Majestad.”

“Oh, no seas así.”

Aunque Zaryusu podía no haber tenido la intención de hacerlo, había sonado como burla.

Lo mismo sucedía con Ainzach antes, meditaba Ainz antes de continuar hablando.

“Deseo oír tu opinión sobre el asunto. Ya que dejaste a los Hombres Lagarto como Viajero, deberías tener experiencia en este tipo de cosas. ¿Estoy equivocado? En otras palabras, deberías poder pensar de formas diferentes a los Hombres Lagarto regulares. Debido a eso, me gustaría oír lo que piensas y sientes sobre el mundo en constante cambio que se muestra ante ti.”

“Me convertí en Viajero porque sentí que las cosas no podían continuar como estaban. Fui forzado a ello por mis circunstancias.”

“Incluso siendo así, tu perspectiva debería de haberse expandido al ver el mundo. Si fuera posible, por qué no te sustituyes con un Hombre Lagarto común para así evaluar los méritos de hacer que un Hombre Lagarto viaje a una nación humana.”

“Sí…”

Luego de pensarlo brevemente, Zaryusu hablaba una vez más.

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“Personalmente, no me gustaría viajar a una ciudad humana. Se sentiría demasiado angustioso hacerlo con una esposa e hijo a cuestas. Incluso si fuera un país gobernado por Su Majestad…sería bastante difícil.”

Tenías que abandonar tu entorno social asícomo viajar a otro completamente diferente. Todo eso era profundamente angustiante. Era natural querer preservar el entorno al que se estaba acostumbrado. Esto era especialmente cierto para Zaryusu, que era un hombre que tenía que soportar la carga de una familia.

Podía haber algunas personas a las que les desagradaba ser protegidas toda su vida. Pero Ainz sentía que esas personas que no podían aceptar ser protegidas cuando las circunstancias lo requerían eran débiles, ya sean PKs o PKKs.

“Ya veo. Entonces…¿Es posible que los niños logren acostumbrarse a ese tipo de cosas?”

“¿Eso significa que sólo pretende llevar a los niños, Su Majestad?”

Ainz sentía una ligera crítica en esas palabras.

Zaryusu debía de haber pensado que Ainz separaría a la fuerza a los niños de sus padres.

“No dejes que tu imaginación vuele libremente. Tengo la intención de construir una nación en la que diferentes razas puedan coexistir en armonía. El primer paso para eso es crear un lugar donde los niños de Hombres Lagarto, humanos, Goblins y demás puedan reunirse y jugar felices. Eso es todo. …Sin embargo, confío en que ustedes no pretenden vivir y morir en este pequeño mundo del lago y que en lugar de eso planean salir al mundo.”

Expresiones complicadas cubrían las caras de los Hombres Lagarto.

“Quiere decir que… ¿Quiere que más personas se conviertan en Viajeros?”

“Imagino que el trabajo de Viajero no es muy glamoroso entre los Hombres Lagarto. ¿O me equivoco? Simplemente estoy diciendo que deberían ampliar sus mentes. …Esto no me queda del todo claro, pero ¿Podría ser que tú y tu esposa no piensan concederle a su hijo una visión más amplia del mundo?”

Una mirada extraña surgía en el rostro de Zaryusu.

“Eso…es difícil de decir. Me gustaría hacer que nuestros niños vivan en un pueblo seguro y que no les falte comida, pero los tiempos han cambiado.”

Él debía de estar hablando en su calidad de padre. Esto no era muy diferente de cómo Ainz quería que los NPCs vivan felices. Mientras reflexionaba sobre eso, Ainz comenzaba a sentir cierta similitud con Zaryusu.

“Entiendo cómo te sientes. No se puede esperar cambios de aquellos que están aferrados a sus costumbres. Mientras más rápido el cambio, mayores serán las quejas y el rechazo de la antigua generación.”

Ainz se encogía de hombros mientras Zaryusu y Zenberu sonreían.

“Es como dice Su Majestad.”

Respondía Zaryusu.

“Los ancianos siguen quejándose de vez en cuando.”

“Entonces ¿No significa eso que ahora eres unos de los viejos, Zaryusu?”

Zaryusu miraba desconcertado a Zenberu, pero incluso Ainz se había dado cuenta.

“¿Padres con hijos, entonces?…Sí. Exactamente.”

Ainz miraba cariñosamente a Cocytus, que estaba parado a su lado.

“Bueno, parece que tendré que dejar en claro este asunto. Cocytus, ahora te daré una orden.”

“¡Entendido!”

“Incluso si Zenberu escoge oponerse a mí, tienes prohibido hacerles daño a sus amigos en este pueblo.”

“¡Oigo. Y. Obedezco, Oh. Supremo!”

Ainz asentía satisfecho hacia un Cocytus profundamente arrodillado y luego miraba de vuelta a Zenberu.

“Entonces, Zenberu. Me gustaría saber todo lo que sabes. Dime en dónde encontraste a los Enanos, qué tipo de vida tuviste con ellos, qué tipo de regalos les complace y todo eso. Cuéntamelo todo.”

“No hay problema, Su Majestad.”

“Qué. Falta. De. Respeto…”

“Está bien, Cocytus. Bajo circunstancias oficiales perdería la cabeza por algo como eso…”

Ainz miró alrededor.

“Sin embargo, esto es difícilmente un entorno oficial. Permitiré que esto quede en la impunidad. Creo que soy capaz de eso.”

Ainz reía y Cocytus hablaba de nuevo, confundido.

“A-Ainz-sama…”

Ainz se apresuraba a interrumpir a Cocytus y luego miraba fríamente a Zenberu. Entonces usaba un movimiento que había practicado incontables veces ante el espejo.

“Sin embargo, Zenberu, hay una cosa que no deberías olvidar. Cocytus se sentirá culpable por el tono que uses conmigo.”

El cuerpo de Zenberu temblaba, posiblemente de miedo.

¿Son estos los temblores antes de una batalla?

“…Mis sinceras disculpas, Su Majestad. Su sirviente se ha extralimitado.”

“…Está bien, deberías estar agradecido con Cocytus, el administrador de este pueblo. Debido a él, no te castigaré directamente…hmm, parece que he dicho algo inútil. ¿Podemos comenzar a discutir sobre el Reino Enano?”

“Antes. De. Eso. ¿No. Tomará. Asiento, Ainz-Sama?”

A Ainz le incomodaba un poco la sugerencia de Cocytus.

Ainz no sentía fatiga, así que no necesitaba sentarse. Sin embargo no podía simplemente ignorar una valiosa sugerencia.

“Es cierto. Hagámoslo. Cocytus, no uses ni hagas nada demasiado decadente. Cualquier cosa sobre la que me pueda sentar estará bien.”

“¡Entendido! Entonces, por favor con permiso.”

Cocytus se apoyaba sobre sus manos y rodillas, postrándose en el suelo.

La imagen de Shalltear en los recuerdos de Ainz se superponía sobre la de Cocytus.

“…Creo que sé qué está pasando, pero podría ser mejor preguntar, sólo por si acaso. ¿Qué estás haciendo?”

“Escuché. Que. Shalltear. Hizo. Esto. Una. Vez. También. Por. Lo. Tanto, Intenté. Imitarla.”

“Ése fue un castigo que le di. No es necesario que tú lo hagas.”

“Pero. El. Hombre. Lagarto. Bajo. Mi. Mando. Le. Habló. Irrespetuosamente, Ainz-Sama…”

“No es necesario recordar el pasado. Ya dije que no me importaba. ¿No me oíste?”

“Eso. Es. Verdad, Pero…”

Ahhh…

Ainz intentaba hablar con él, pero Cocytus estaba siendo inesperadamente obstinado. A pesar de que los no-muertos no se cansaban, el alma de Ainz se llenaba de fatiga. Sintiendo que las dificultades lo rodeaban por todos lados, Ainz decidía dejar de resistirse y hacía un pronunciamiento.

“…Ah, es suficiente. Entonces, tomaré asiento, Cocytus.”

“¡Entendido!”

Su respuesta era bastante enérgica.

Sentarse de esta forma frente a otros era muy…bueno, en cierta medida, era vergonzoso.

Sin embargo, los demás podían encontrar extraño si vacilaba aquí. Lo que debía hacer era adoptar los aires de un gobernante absoluto y sentarse con toda naturalidad sobre el cuerpo de su vasallo.

Ainz doblaba la cintura. En verdad, era muy incómodo. En verdad, era muy irregular. Y en verdad, era muy frío.

Encima de eso, Cocytus parecía estar jadeando y resoplando por la emoción y dejaba escapar una niebla blanca que se hacía cada vez más espesa. Se veía como si alguien había arrojado agua sobre hielo seco y los vapores estaban escapando por entre las piernas de Ainz. Parecía como algún efecto especial barato usado para hacer ver más impresionante a alguien y le hacía sentir como si estaba sentado en una cama de clavos.

“¿Es. De. Su. Agrado, Ainz-Sama?”

Mierda. No podía ser honesto aquí.

Una parte extrañamente curiosa de sí mismo quería saber qué sucedería si decía lo que pensaba realmente, pero era demasiado aterrador imaginar la reacción de Cocytus.

“Mm, no está mal…”

¿Parecía un pervertido si decía eso? Pensaba Ainz frenéticamente. Sin embargo, no se le ocurría nada más que decir.

“Entonces, ¿Podría. Saber. Si. Me. Prefiere. A. Mí O. A. Shalltear?”

“…”

Ainz se quedaba mudo. ¿Cómo debía responder?

“Eh… Por qué. ¿Por qué quieres saber eso?”

“¡Sí! Siento. Que. Debo. Practicar, Para. Cuando. Algún. Día. Deba. Cargar. A. Mi. Amo. En. La. Espalda.”

“…¡¿Eh?!”

¿De qué demonios estaba hablando?

¿La especie de Cocytus era de las que permitían que la hembra se montara en ellos durante la reproducción? ¿O solamente era un masoquista?

¡Takemikazuchi-san!

No, él debía de ser más decente que eso. Podía haber amado el combate, pero había sido un buen hombre que raramente le daba problemas a los demás.

¿Pero por qué Cocytus había terminado de esta manera?  Ainz estaba profundamente perturbado, como si hubiera descubierto el fetiche secreto de otra persona.

“Es, es así entonces. Eso está bien.”

Aunque, Ainz no sabía si era algo bueno en absoluto.

“¡Sí! Entonces, Podría. Preguntarle, ¿Cuál. Es. Su. Respuesta, Ainz-Sama?”

“Es ligeramente irregular, pero no al extremo de no poder sentarme. En ese sentido, Shalltear es ligeramente mejor.”

“Es. Así. Entonces…”

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“¡No! No. Quiero decir que tú también tienes tus ventajas. Ah, cómo decir esto, frío… sí, esta sensación fresca sería mejor en los días de verano.”

Ainz no podía sino preguntarse por qué estaba tan desesperado por reconfortar a Cocytus.

“¡Ya. Veo! Sin. Embargo… Mm.”

Mientras se regocijaba en silencio de que Cocytus se había quedado callado para pensarlo, Ainz se dirigía al Hombre Lagarto.

“¡E-entonces! No le prestes atención a lo que está pasando por aquí. Vamos, Zenberu, dime.”

“Ah, sí.”

De acuerdo a Zenberu, él había subido y bajado pendientes y picos para encontrar a los Enanos, pasando un mes en una búsqueda infructuosa. Cuando estaba por darse por vencido encontraba a un Enano que había salido a explorar la superficie. Después de eso, sucedían varias cosas y se ganaba la confianza de los Enanos y era llevado a su ciudad.

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Al principio su apariencia no le había sido demasiado favorable, pero aparentemente se había ganado su confianza luego de desnudar su corazón ante ellos.

Después de eso, había aprendido artes marciales en la Ciudad Enana. Se marchaba una vez que había ganado la suficiente confianza en sí mismo y regresaba al pueblo de los Hombres Lagarto.

Lo más importante de todas estas cosas era si Zenberu era capaz o no de guiar a Ainz y a su grupo hacia la ciudad Enana.

Zenberu se veía algo incómodo, pero al final respondía que probablemente sí podía hacerlo.

La ciudad Enana era subterránea, en las profundidades de una caverna, así que debía poder ser capaz de guiarlos hasta allá siempre y cuando el terreno de la montaña no hubiera cambiado. Cuando oía esto, Ainz recordaba las ciudades subterráneas de Yggdrasil y no podía evitar emocionarse.

Lo último que preguntaba era la distancia a la ciudad Enana.

Zenberu respondía que el viaje de vuelta del Reino Enano le había tomado alrededor de una semana por entre los senderos de montaña. Eso lo había dejado en el extremo más al norte del lago.

Teniendo en cuenta que los Hombres Lagarto no estaban acostumbrados a caminar en tierra, un viaje de una semana a pie se traducía más o menos a unos 100 kilómetros.

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Desafortunadamente tenían que depender de los recuerdos de Zenberu, así que no podía trazar la ruta más corta en un mapa.

Debo prepararme para desviarme del camino repetidamente.

Esto le hacía pensar en sus aventuras en Yggdrasil y Ainz era todo sonrisas.

“…¿Esta información le es útil, Su Majestad?”

“Por supuesto. Me complacen las expediciones en la oscuridad con sólo una débil lámpara alumbrando el camino. Eso a lo que llaman emoción. ¿No?”

Tal vez pensaban que Ainz estaba bromeando, pero de entre los rangos de los Hombres Lagarto se oían risas en voz baja.

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Ainz no tenía la intención de corregir su error. Las personas que no conocían Yggdrasil lo encontrarían difícil de entender.

“Entonces, nombraré a Zenberu como mi guía y nos prepararemos para partir de acuerdo a lo que me ha dicho. Aura y Shalltear llegarán pronto con sus seguidores, así que deberías prepararte tú también.”

“Oigo y obedezco, Su Majestad.”

Ainz asentía elegantemente con la cabeza hacia él y luego se levantaba del cuerpo de Cocytus.

No le prestaba atención al ligero y triste sonido viniendo de debajo de él.

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