Overlord

Volumen 10: El Gobernante de las Conspiraciones

Capítulo 3: El Imperio Baharuth

Parte 2

 

 

El Emperador de Sangre, Jircniv Rune Farlord El-Nix tenía su cabeza aferrada entre sus manos.

No se trataba de algo reciente. Había estado así desde hace ya un buen tiempo.


En el pasado, había eliminado a todo tipo de nobles, oído sobre traiciones que podían sacudir al Imperio y aprendido del deterioro de las relaciones con los países vecinos. A través de todo esto, este hombre no había caído presa ni del pánico ni de la confusión. Sin embargo, frente a un problema irresoluble incluso él no podía hacer más que sujetarse la cabeza con amargura.

“¡Maldición! ¡Hijo de perra! ¡Muere! ¡Muere y desaparece!”

Aunque el poder de la magia podía maldecir a alguien y matarlo, Jircniv no tenía ese tipo de poder. Por lo tanto, simplemente estaba diciendo palabras ofensivas. Si realmente pudiera matar a ese odioso hombre que había causado tanta devastación en su mente y en el revestimiento de su estómago en estos últimos meses, gustosamente habría buscado aprender dichas técnicas.

“No, espera. Sería mejor decirle que ‘viva’. ¿Correcto? O tal vez ¿’Se destruido’ sería más apropiado? He oído de algunos sacerdotes destruyendo a los no-muertos con poderes sagrados.”

Incluso estaba pensando en esas cosas sin sentido.


El estómago de Jircniv le dolía y hebras caídas de su cabello dorado adornaban su almohada todas las mañanas. El culpable y responsable de todo esto era el Rey Hechicero, Ainz Ooal Gown.

No había una solución satisfactoria a los problemas planteados por el Rey Hechicero.

El primer problema tenía que ver con las bajas entre los Caballeros del Imperio en la Batalla de las Planicies Katze.

Sólo había 143 muertes. Un número trivial comparado a si se hubieran enfrentado directamente con el enemigo. Sin embargo, las bajas en las Planicies Katze habían sido enteramente autoinfligidas.

Además, 3,788 personas habían expresado su deseo de abandonar los Cuerpos de Caballeros a su regreso a la Capital Imperial. En otras palabras, más del 6% de los 60,000 hombres de los Cuerpos de Caballeros Imperiales habían perdido su coraje.

Y luego estaban los miles de personas que se quejaban de ansiedad y de terrores nocturnos. De acuerdo a los reportes, también había por lo menos 200 personas mentalmente inestables.

Los Caballeros eran guerreros profesionales y entrenar incluso a uno de ellos implicaba un gasto considerable.

No se trataba sólo de dinero. El tiempo de su entrenamiento también era esencial. No se podía simplemente tomar a alguien de las calles y decirle. “De ahora en adelante, eres un caballero.”

El Imperio necesitaría gastar mucho para remediar la escasez del número de caballeros. ¿Pero de dónde obtendrían los fondos para esos desembolsos?

En este momento crítico, purgar a los nobles y apoderarse de sus bienes para cubrir la cantidad requerida era demasiado riesgoso.

La razón de esto era el segundo problema. Es decir, las peticiones que los mismos Caballeros Imperiales le habían enviado a Jircniv.

El Cuerpo de Caballeros tenía permitido elaborar propuestas para el Emperador Jircniv. Eso se debía a que había algunas cosas que sólo los veteranos que se habían cubierto de sangre podían entender y eso también reducía los conflictos entre los oficiales militares y los oficiales burocráticos. Al mismo tiempo, también era para dar la impresión de que Jircniv, que tenía una formación marcial, les tenía un cariño especial al Cuerpo de Caballeros.

Por supuesto, no se podía esperar que tales cartas fueran siempre positivas, pero las recientes peticiones eran en verdad muy duras.

Estas peticiones, de los niveles superiores de la estructura de mando del Cuerpo de Caballeros, expresaban sus deseos de evitar la guerra con el Reino Hechicero.

Jircniv podía entender ese tipo de cosas incluso si no las decían.

Cualquiera que se atreviera a enfrentarse a ese Reino en combate abierto sería mucho más que un simple tonto, sería un completo lunático. Ésa era una nación que podía aplastar a 200,000 tropas enemigas con un único hechizo. No había ninguna forma concebible de que Jircniv buscara enfrentarse a tal enemigo.

Incluso así, la razón por la que el Cuerpo de Caballeros había presentado tales peticiones era porque habían perdido la fe en Jircniv.

Antes de la Batalla de las Planicies Katze, Jircniv le había propuesto al Rey Hechicero: “Espero que use su hechizo más fuerte”. Los niveles superiores del Cuerpo de Caballeros sabían esto y le echaban la culpa total a Jircniv por esa miserable pesadilla.

En otras palabras, ellos lo estaban usando como chivo expiatorio.

Cuando se enteraba de eso, Jircniv había estado furioso y frustrado en extremo.

Si él hubiera sabido que existía magia como esa, jamás habría dicho tal cosa.

Además, la razón por la que le había pedido usar su hechizo más fuerte a ese detestable Rey Hechicero era para verificar que tan poderosa era su magia.

Originalmente, debía haber sucedido lo contrario. “Gracias por mostrarnos una parte del poder del Rey Hechicero. Ahora sabemos que no podemos hacer ningún movimiento a la ligera contra él” es lo que ellos debían haber dicho al mismo tiempo que le expresaban su gratitud. Después de todo, si las cosas hubieran salido mal, esa magia podía haber sido usada contra una ciudad.

Sin embargo, el Cuerpo de Caballeros no veía las cosas de ese modo. Era debido a que sentían que Jircniv era un Emperador magnífico. Ellos creían que había pedido el uso de ese hechizo, sabiendo muy bien lo que sucedería. Por lo tanto, Jircniv recibía ahora muchas miradas de sospecha.

Ésta era la primera vez que había estado tan disgustado por su propia reputación.

Sin embargo, llorar y quejarse no ayudaría a mejorar las cosas. Si alguien pudiera hacer algo en su lugar, Jircniv gustosamente lloraría y gritaría y descansaría hasta que los dolores de su estómago desaparecieran. Por supuesto, nadie podía hacer su trabajo por él, así que tenía que encargarse él mismo.

“¡Maldito sea ese Rey Hechicero! ¡Todo esto es su culpa!”

Soportaba el dolor irradiando de su estómago. No. Jircniv hacía una pausa para pensar.

Ésta no era “la culpa del Rey Hechicero”. Ésta era “la conspiración del Rey Hechicero”.

Era muy posible que el estado en el que se encontraba el Imperio podía haber sido orquestado por él. Cuando se tranquilizaba y lo meditaba las probabilidades de eso eran muy altas.

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Jircniv sacaba una llave y abría un cajón. De su interior tomaba una botella.

Luego presionaba el anillo de plata que llevaba en su mano izquierda contra ella.

El Anillo de Unicornio. Un ítem que podía detectar venenos y que incrementaba la resistencia a venenos y a enfermedades, además de poder curar heridas una vez al día. Luego de confirmar que no había ninguna reacción, se la bebía.

Jircniv colocaba la botella en su escritorio y fruncía el ceño.

Tomaba un sorbo de agua de la otra botella sobre el escritorio, para borrar el ahora familiar sabor astringente esparciéndose por su boca. Luego de eso, Jircniv presionaba el área alrededor de su abdomen una vez más.

¿Se trataba sólo de un efecto placebo o su herida realmente se había curado? Aunque no había forma de saberlo con seguridad, al menos sus dolores estomacales habían cesado por ahora.

“Haaaah~”

Luego de un suspiro anormalmente profundo, como si unas laboriosas tareas aguardaban por él, continuaba con su trabajo. Primero, tenía que comenzar con esa pila de documentos acumulados.

Alguien llamaba suavemente a la puerta, como si estuviera esperando a que él extendiera la mano.

El hombre que ingresaba era un escriba. Todos los escribas seleccionados personalmente por Jircniv eran trabajadores excelentes. Sin embargo, este hombre fácilmente estaba a la altura de Roune.

Por cierto, no había mujeres entre los escribas. Jircniv pensaba que la única mujer que podía encargarse de ese tipo de trabajo era su concubina.

“Su Majestad…”

Jircniv agitaba la mano para detener un saludo que podía tomar mucho tiempo.

“…Eso no es necesario, ahórrame los saludos. No pierdas tiempo, ve al grano.”

“Sí, Su Majestad. Esos comerciantes de aquella nación finalmente nos han respondido. Parece ser que tienen una muy buena calidad de bienes y pronto visitarán la Capital Imperial.”

“¡En serio!”

Jircniv sonreía ante estas noticias, las mejores que había recibido desde hacía semanas.

La nación en cuestión era la Teocracia Slane. Naturalmente, el comerciante en cuestión era un emisario de ellos.

Aunque esta habitación tenía protección contra espionaje, luego de presenciar ese hechizo del Rey Hechicero, Jircniv había llegado a creer que todas estas contramedidas eran poco más que decoraciones inútiles. El hecho era que últimamente había llegado a sentir que alguien lo estaba espiando.

Sin embargo, sin importar a cuantas personas enviaba a investigar no encontraban a ningún observador. La única conclusión a la que podían llegar era que se trataba de un delirio paranoico de parte de Jircniv. Por supuesto, últimamente había estado bastante nervioso así que en realidad eso podía ser cierto. Sin embargo, no podía librarse de la sensación de aprensión que venía de ser observado.

En el pasado, podía haber hecho que Fluder desplegara medidas anti-espionaje, pero ahora no podía hacer eso. Por lo que sabía, era posible que Fluder ya lo hubiera traicionado. Por lo tanto, Jircniv tenía que operar bajo la suposición de que los espías ya se habían infiltrado en la Capital Imperial.

En consecuencia, todas las políticas relacionadas a los asuntos importantes requerían sus propias palabras en código. Por supuesto, había algunos pequeños problemas que surgían a consecuencia de eso, pero aun así era mejor que dejar que la alianza contra Ainz Ooal Gown quedara expuesta.

“Entonces. ¿Cuándo será?”

“Creo que esperan llegar dentro de los próximos días.”

Normalmente hablando, los hubiera invitado abiertamente a la Capital Imperial, pero eso hubiera sido demasiado obvio.

(La mejor opción es reunirnos con ellos al mismo tiempo que pretendemos que es una coincidencia. Sin embargo. ¿Qué tipo de lugar evitaba las sospechas?)

Se le estaban agotando las opciones, pero aun si era así, él no se daba por vencido como si esto fuera un juego normal. Haber lanzado ese hechizo de la más alta crueldad esencialmente le decía a Jircniv. “Soy no-muerto, así que matar a los vivos es natural”. No le era posible ignorar a un ser así.

Incrementar sus posibilidades de obtener la victoria era el deber del Emperador del Imperio Baharuth, incluso si sólo era por un poco.

Para poder lograr ese objetivo, una de las medidas que había tomado era forjar una alianza secreta con la Teocracia Slane. La Teocracia era un país con una historia más antigua que la del Imperio y también contaba con magia divina como uno de los pilares de su nación. No había duda de que era la mejor nación a la que se podía apelar en busca de soluciones para lidiar con los no-muertos.

Sin embargo, sería muy malo si el Reino Hechicero se enteraba de su contacto con la Teocracia.

El Imperio era ahora un aliado del Reino Hechicero y uno que había ayudado a garantizar su soberanía. El Imperio había hecho esto con el objetivo de comprender la fuerza y la organización del Reino Hechicero, así como también cualquier otra cosa dentro de él. Si descubrían que estaban trabajando en contra del Reino Hechicero, el primer blanco para el poderío del Rey Hechicero sería sin lugar a dudas el Imperio.

“Permiso para hablar, Su Majestad.”

Jircniv levantaba la barbilla, indicándole al hombre que debía continuar.

“El acto de iniciar hostilidades contra el Reino Hechicero ¿No sería el curso de acción más insensato?”

Jircniv miraba fijamente al escriba. Tú también, eh. Mientras pensaba eso, arrojaba un contenedor de pergaminos a un tacho de basura especialmente designado para ello.

(No tritures mi agotado corazón, por favor… Sin embargo…)

“Entonces. ¿Qué sugerirías que hagamos?”

“Bueno, sobre eso…”

Jircniv sonreía mientras veía al escriba tragar saliva de forma audible.

“Relájate, no censuraré nada de lo que digas. Vamos, di lo que piensas.”

“Sí. Entonces me disculpo de antemano por cualquier ofensa que podía causarle.”

Luego de toser, el secretario compartía lo que pensaba.

“Creo que deberíamos continuar reforzando los lazos de nuestra alianza y si el Reino Hechicero tiene alguna solicitud…deberíamos cumplirla.”

El rostro del escriba seguía pálido a pesar de la garantía de Jircniv.

En su corazón, esa declaración traicionera se mezclaba con el miedo de que su misma vida podía ser extinguida.

Jircniv sonreía amargamente una vez más.

“Tienes razón.”

“…¿Hah?”

Debido a que conocía el calibre de este hombre era que encontraba cómico verlo con la boca abierta. Jircniv sonreía de forma diferente a como lo había hecho antes y luego continuaba hablando.

“Siento que lo que dices es correcto. En tu posición, yo bien podría haber hecho la misma propuesta. No, lo que sería extraño es si algún hombre, al que yo mismo hubiera nombrado como escriba, no hubiera sugerido algo como eso.”

En palabras simples, el Rey Hechicero era demasiado poderoso.

Aunque sólo podían juzgarlo desde una perspectiva militar, estaba claro que el Reino Hechicero se encontraba en un nivel tal que no tenían esperanzas de siquiera tratar con ellos.

Sólo el poder personal del Rey Hechicero Ainz Ooal Gown era ya demasiado arriesgado como para enfrentarlo. Y luego estaba el ejército de los no-muertos que había llevado al campo de batalla, cada uno de los cuales se rumoreaba que era capaz de arrasar con una nación por sí solo.

Se encontraban en dimensiones completamente diferentes. Cuando lo pensaba así, la idea misma era ridícula.

“Aunque siento que ésa es la mejor alternativa. ¿Significa eso que no deberíamos preparar alguna otra acción? Por ejemplo, si el Rey Hechicero quisiera destruir el Imperio. ¿Crees que doblar las rodillas ante él será suficiente para salvarnos?”

Aunque debía reconocer que no había oído de ninguna masacre en E-Rantel.

¿Podría ser que los no-muertos no estaban allá? Luego de intentar reunir información, había descubierto que los no-muertos ocupaban abiertamente la ciudad, convirtiendo a E-Rantel en una ciudad demonio.

Era posible que el Rey Hechicero estaba planeando gobernar a los residentes de esa zona sin masacrarlos, pero eso sería sacar conclusiones precipitadas. Después de todo, había noticias de cómo había subyugado a ese aventurero de rango adamantita (Momon) así que a juzgar únicamente por este punto era peligroso pensar que las tiernas misericordias del Rey Hechicero se extenderían hacia el Imperio.

“Es como dice. Al parecer, estaba tan intimidado por el poder abrumador del Rey Hechicero que ni siquiera pudo tomar una decisión racional. Mis más profundas disculpas.”

“No necesitas disculparte. Después de todo, también pensé eso en el pasado… volviendo al tema. ¿En dónde han decidido alojarse los comerciantes de aquel país?”

“Parece ser que buscarán alojamiento en el más grande del segundo de los cuatro.”

El “segundo de los cuatro” se refería a un santuario del Dios de Fuego. La palabra “más grande” no era ningún código, así que probablemente se refería al santuario más grande en el Imperio. El Templo Central.

A partir de aquí, Jircniv comenzaba a hablar despreocupadamente sobre asuntos variados, entremezclándolos con algunas mentiras.

Algunas veces hablaba tranquilamente sobre cosas que inventaba. Incluso si alguien lo oía, investigar la verdad de aquellas palabras sería un proceso tedioso. Por el momento, tenía que continuar con este agotador trabajo mental. Mientras pensaba en esto, se daba cuenta de que había estado hablando durante varios minutos.

Entonces Jircniv decidía tocar el tema principal.

“¿Cómo está tu familia? ¿Todos siguen bien?”

“¿Hah? Ah, sí. Todos están muy bien.”

“¿Es así? Excelente. Una buena salud es lo más importante, después de todo. No voy a mentir. La verdad es que últimamente mi condición física ha estado bastante mal. La medicina sólo ayuda por algún tiempo. ¿Crees que debería traer a un sacerdote?”

“Parece que los templos no están muy contentos con las recientes acciones de Su Majestad. Presionarlos podría resultar ser contraproducente. ¿Por qué no los visita en persona, Su Majestad?”

“Qué maravillosa idea.”

Los templos combatían a los no-muertos. Para los sacerdotes, la creación de un país vecino gobernado por un poderoso ser no-muerto era algo sobre lo que sentían mucha, mucha cautela. Por lo tanto, habían enviado muchas solicitudes para reunirse con Jircniv.

Sin embargo, Jircniv las había rechazado todas.

Jircniv se encontraba ahora en un estado en el que aceptaría cualquier ayuda que pudiera obtener, pero tenía sus razones para no haber aceptado la de ellos. Una de éstas era que no confiaba en la habilidad que tenían para mantener alejados a los espías. Otra era porque temía que si les decía lo que sabía, harían algo que él no podría predecir.

Si ambas partes cooperaban y los sacerdotes decidían declararle la guerra al Rey Hechicero “porque es un no-muerto”, casi no se tendría que decir cuáles iban a ser las consecuencias. Resultaba en que el Imperio se iba a ver atrapado por sus acciones suicidas.

En pocas palabras, Jircniv temía que una vez que hubiera hecho contacto con los templos, el Rey Hechicero iba a asumir que el Imperio le era hostil.

Jircniv suspiraba profundamente.

Aunque él había esperado aguardar el momento adecuado, parecía que ellos no entendían ese punto. Sin embargo, la misión diplomática de la Teocracia iba a llegar a la Capital Imperial. Tal vez si esperaba a que ellos hicieran contacto con los templos, podía haber una oportunidad de darle la vuelta al asunto.

“Entonces, debería separar algo de tiempo en los siguientes días para visitar los templos y dejar que examinen mi cuerpo.”

“Eso parece ser lo más prudente. Ahora mismo iré a hacer los preparativos.”

“Gracias. Entonces. ¿Qué deberíamos hacer sobre el Coliseo? Recuerdo que había un encuentro de exhibición programado para dentro de poco. ¿Dejamos que continúe como estaba planeado? Sabes, no cambiaré de opinión por nada de lo que digas si es algo como ‘dijo que iba hacerse un chequeo, así que no puede ir allá’. Si cualquiera de ustedes quiere ver el encuentro conmigo, pueden hacerlo en mi cuarto VIP.”

Los ojos del escriba se abrían y brillaban mientras intentaba averiguar el verdadero significado de esas palabras.

(Sí, así es. Tienes razón de sospechar de mí. Vamos, entiende lo que realmente quiero decir.)

Jircniv quería evitar encontrarse con las personas de la Teocracia en los templos.

Los templos guardaban los conocimientos sobre curación y varios otros tipos de sabiduría. Si eran escogidos como blancos de un ataque preventivo, se iban a perder demasiadas cosas, en un momento en el que ese conocimiento acumulado era más importante que cualquier otra cosa.

“Entendido. Entonces me ocuparé de la arena. ¿Me parece que ese día también tiene una visita programada al hospital para los heridos de la guerra?”

Jircniv no había recibido esas noticias, así que probablemente era un farol.

En otras palabras, le estaba sugiriendo a Jircniv que el hospital podía ser un mejor lugar que la arena.

Jircniv había escogido la arena porque había escuchado que allí casi siempre contrataban sacerdotes para curar a los heridos. Con eso en mente, estaba pensando en llevar a los emisarios de la Teocracia Slane bajo el disfraz de sacerdotes.

“Posterga esa visita. Seguiremos el itinerario que acordamos anteriormente.”

Con eso, todas las charlas sobre los comerciantes habían desaparecido a mitad de la conversación. Si alguien los oía. ¿Qué pensarían sobre eso? ¿Qué entendería de la frase “el segundo de los cuatro”?

Incluso si el Rey Hechicero poseía unos niveles diabólicos de inteligencia, no podía trazar ningún plan si no tenía información con la que trabajar. Además, no todos los subordinados del Rey Hechicero podían ser tan inteligentes como lo era él. También, mientras más espías habían, mayores eran las probabilidades de que fueran descubiertos. Ya que todavía no habían encontrado ninguna información sobre los espías, probablemente no había muchos. O mejor dicho, él esperaba que ése fuera el caso.

El espectro de la magia absoluta e innegable del Rey Hechicero obsesionaba su mente. Una parte de él pensaba constantemente, “Ya que se trata de los hombres del Rey Hechicero, ellos también deben ser excepcionales”. De hecho, había visto a muchos seres increíblemente poderosos reunidos frente a aquel trono, así que eso implicaba que los espías podían ser del mismo calibre que ellos.

(Si realmente era así, entonces no teníamos ninguna oportunidad… Si jurarle vasallaje iba a arreglar las cosas, entonces ¿No sería ésa la mejor opción?)

Acababa de beber una poción de curación, pero Jircniv sentía nuevamente una punzada de dolor en el estómago.

***

 

 

Dos semanas después, un carruaje con Jircniv a bordo partía hacia el Coliseo.

De forma aparente parecía que estaba yendo al Coliseo para ver una pelea, pero en verdad estaba dirigiéndose hacia allá para celebrar un acuerdo con los emisarios de la Teocracia Slane y con los sacerdotes de alto rango del Imperio.

No estaba llevando a ninguno de los guardias reales consigo para evitar llamar la atención, pero dos de los Cuatro Caballeros del Imperio, Relámpago y Vendaval Feroz, se encontraban en el vehículo como los guardias de Jircniv.

Si era posible, le hubiera gustado usar a todos estos sobresalientes guerreros para protegerse. Sin embargo, Explosión Severa no era confiable así que la había dejado atrás con el pretexto de proteger la Capital Imperial. Pero decir que no era confiable no era exactamente correcto. Para ser más precisos, él ya podía intuir por su comportamiento que ella deseaba pasarse al bando del Reino Hechicero. Por lo tanto, para evitar filtrar cualquier información que ella pudiera ofrecerle al Reino Hechicero como regalo, Jircniv había decidido mantenerse alejado de ella.

Originalmente ella le había dicho. “Haré cualquier cosa para remover esta maldición, incluso apuntar esta espada contra Su Majestad”. Jircniv entendía esto, pero de todas formas había decidido hacer uso de ella. Por lo tanto, no podía reprochárselo aun si ella decidía traicionar al Imperio. Sin embargo, lo que no podía hacer era permitirle llevarse información que era crítica para el Imperio.

Dicho esto, si ella realmente lograba oír alguno de los secretos de estado del Imperio, entonces tendría que hacerla arrestar. Sin embargo, ella era una de las personas más fuertes en el Imperio, así que iba a necesitar enviar a gente de su nivel para eliminarla. En términos del manejo de la espada, sólo Relámpago y Vendaval Feroz estaban preparados para tal misión. Enviar a alguien más, sólo resultaría en una masacre unilateral. Además, eliminarla usando la superioridad numérica significaba que la Capital Imperial y los destacamentos de seguridad del Emperador se reducirían.

Siendo así las cosas, él tenía que confiar en los discípulos de Fluder, en Trabajadores o tal vez en asesinos representados por Ijaniya, todos los cuales poseían habilidades fuera del campo del combate cuerpo a cuerpo. Sin embargo, sin importar la opción que escogiera, tenía que estar preparado a pagar un alto precio por ello.

Los discípulos recibían un pago anual, aunque desde la traición de Fluder él había confiscado las tierras y había hecho nobles a sus discípulos. Así que allí no había demasiados gastos adicionales. Sin embargo, enviarlos iba a requerir que detuvieran sus tareas actuales, lo que causaría pérdidas invisibles a simple vista. Adicionalmente, si eran ellos los que terminaban muriendo, los daños serían mucho mayores que el costo de contratar a los otros dos.

Por lo tanto, la mejor opción era negarle la oportunidad de obtener información valiosa y dejar que Explosión Severa vaya al Reino Hechicero con las manos vacías. Ésa podía ser la solución más satisfactoria para todas las partes involucradas.

Eso mismo era lo que Jircniv le había insinuado a Explosión Severa.

Sin embargo, ella seguía en la Capital Imperial. Su respuesta había sido algo similar a “Me quedaré hasta que pueda devolver la amabilidad que Su Majestad me ha demostrado”.

Él quería tomarse eso en un sentido literal, pero era imposible.

Explosión Severa podía ser una de los Cuatro Caballeros Imperiales, pero para el Reino Hechicero, su poder de pelea debía ser bastante pobre. Cada uno de los muchos no-muertos directamente leales al Rey Hechicero era más fuerte que ella. Debido a eso, ella buscaba una forma de incrementar su valor ante sus ojos.

Al final Jircniv pensaba en la desesperada realidad de que el Rey Hechicero comandaba a miles de no-muertos que eran individualmente más fuertes que Explosión Severa, la guerrera más poderosa del Imperio. Todo esto le causaba ansiedad y su estómago comenzaba a dolerle nuevamente.

(¿Qué debo hacer sobre esto?)

Una sola persona no podía cambiar el curso de una batalla, habían dicho. Y sin embargo, la realidad decía lo contrario.

Gazef Stronoff del Reino era un hombre que podía hacer justo eso. Era todavía más cierto para el mago en jefe del Imperio, Fluder Paradyne, un ser que podía hacer temblar una nación entera.

Cada uno de ellos eran figuras comparables a todo un ejército o a un país.

En otras palabras, incluso sin tener en cuenta el aterrador poder de ese rey no-muerto, el Reino Hechicero poseía el poderío de miles de ejércitos.

(No hay nada que hacer ¿Cierto? Si… bueno, ni siquiera con mil ejércitos lo podrías detener. ¿Correcto? …Es como lo pensé, rendirse sería lo mejor…)

Por supuesto, no podía decir realmente estas cosas frente a sus subordinados, pero la idea había aparecido muchas veces ya en la mente de Jircniv. De hecho, eso era lo primero que pensaba luego de oír sobre la Batalla de las Planicies Katze.

“…Entonces, Su Majestad. Nos moveremos luego de encontrarnos con Canario de Plata. ¿Eso estará bien?”

Jircniv desviaba su mirada para tratar con el hombre sentado frente a él.

Ante él se encontraba uno de los Cuatro Caballeros, “Relámpago” Baziwood Peshmel.

Jircniv asentía en silencio con la cabeza.

Habían contratado a un grupo de aventureros de rango adamantita como su seguridad para hoy. Aunque aparentemente ellos se encontraban allí como su equipo de seguridad, su objetivo principal era buscar a cualquier espía del Reino Hechicero. Lamentablemente, no podía reunirse con Ijaniya, que había sido considerado como una de las alternativas. Esto hacía que Jircniv se diera cuenta de que atraerlos hacia el Imperio sería muy difícil.

“Su Majestad, aunque los aventureros de rango adamantita poseen el mayor poder de pelea de la humanidad, siguen siendo incapaces de sobrepasar los límites de la habilidad humana. Por favor no baje la guardia.”

Jircniv estaba dolorosamente consciente de las palabras que “Vendaval Feroz” Nimble Arc Dale Anoch trataba de decirle. De hecho, luego de haber visto las apretadas filas de monstruos en ese cuarto del trono, era posible que él entendiera esas palabras mucho mejor que Nimble, que había observado esa gran masacre con sus propios ojos.

“Por supuesto. Sin embargo, deberían ser capaces de ofrecer resistencia. Ten en cuenta al aventurero de rango adamantita, Momon. Él apuntó su espada hacia el Rey Hechicero y defendió a las personas con su fuerza. Ya que los miembros de Canario de Plata son también aventureros de rango adamantita, sería muy preocupante si no pudieran hacer lo mismo.”

Luego de decir esto, Jircniv sonreía con tristeza.

“Y si ni siquiera ellos… si ni siquiera ellos pueden hacerlo. ¿Qué haremos entonces?”

La pregunta de Jircniv generaba expresiones de dolor en los rostros de ambos caballeros. Esas miradas eran mejores respuestas que cualquier otra cosa que pudieran haber dicho. Inconscientemente, Jircniv comenzaba a imitar la misma expresión.

“Su Majestad, por favor no ponga esa cara. Podríamos no ser fuertes, pero seguiremos dedicando nuestros corazones y almas a completar nuestra tarea. ”

“Así es, Su Majestad. Por favor, adopte de nuevo esa confiada y arrogante actitud de usted. Este frágil estado en el que se encuentra ahora no va con usted.”

Sus amables miradas atravesaban el corazón de Jircniv y no podía atreverse a decir. “¿Eso mismo no se aplica a ustedes también?” Sin embargo, decidía aceptarlas sin queja. Esas palabras podían haber tenido tanto efecto como derramar agua en el desierto, pero era verdad que habían sido absorbidas en el desierto de su corazón.

“…Perdónenme. Gracias por su sinceridad. Entonces… ya que sólo los dos se encuentran aquí. ¿Les importaría escuchar mis tonterías por un momento?”

Los dos caballeros asentían con la cabeza sin pronunciar palabras.

“¿Qué creen que debería hacer? ¿Por qué un monstruo como ése aparecería al lado del Imperio? ¿Por qué? ¿Qué pecado cometí contra el cielo y la tierra para merecer esto? ¿Cómo debería destruir a ese monstruo… o si fallo, cómo sellarlo lejos? Ahora que la carta del triunfo del Imperio ha sido robada por el enemigo. ¿Hay en verdad alguna forma de darle la vuelta a la situación?”

No había planeado decir tanto.

Si Jircniv no se colocaba a la cabeza, su gente sería incapaz de seguirlo. Alguien que se colocaba a sí mismo por encima de otros, necesitaba adoptar una actitud apropiadamente superior. Esto era especialmente cierto para el Emperador de Sangre, que había eliminado a muchos nobles.

El Emperador no podía mostrar debilidad. Ésa era una lección que el padre que respetaba le había enseñado.

Sin embargo, todos los humanos tenían un límite para lo que podían soportar.

El lado humano de Jircniv era uno que el sólo mostraba a sus concubinas. Ahora, esa parte de él estaba gritando.

“Es verdad que le pedí que lanzara un hechizo para nosotros. ¡Pero no se podía evitar! ¡No podemos planear una contramedida si no tenemos idea de sus habilidades! ¿Es que tengo la culpa de eso? ¿Es que debo asumir toda la responsabilidad por todo lo que salga mal? ¡Todo el mundo parece pensar eso!”

Jircniv se mordía el labio inferior y sostenía su cabello entre sus manos.

La verdad era que esto sólo era la punta del iceberg. Si Jircniv se hubiera rendido a los sentimientos en su corazón, probablemente estaría llorando, gritando y rodando por el suelo. Simplemente intentaba proteger la imagen del Emperador.

Sin embargo, aun tenía algo de consciencia de sí mismo y sabía que se estaba dejando llevar.

Parecía que esto se estaba volviendo un hábito, así que Jircniv regresaba a la normalidad.

“Perdónenme. Parece ser que me emocioné un poco. Últimamente he estado bajo mucha presión.”

Miraba hacia abajo y veía hebras de cabello entre sus dedos.

A juzgar por los retratos, ninguno de sus antecesores había tenido el cabello muy fino. Jircniv no podía evitar preguntarse si él iba a ser el primer Emperador en la historia del Imperio en quedarse calvo.

Agitaba la mano para evitar que sus subordinados se percataran. Algunas veces la piedad era más dolorosa que un reproche y lo mismo se aplicaba al asunto de la pérdida de cabello.

“Dicho eso, podría no ser muy convincente luego de que vieron ese lado de mí. Sin embargo, ustedes dos no necesitan preocuparse. Me haré cargo de ello, de algún modo. No dejaré que haga lo que quiera con el Imperio.”

La confiada sonrisa parecía suavizar los rostros de sus subordinados.

Sin embargo, ninguno se encontraba realmente tranquilo.

Ellos también entendían que las palabras de Jircniv eran sólo un alivio temporal.

No importaba cómo lo pensaban, no podían encontrar ninguna forma de lidiar con ese monstruo.

En verdad, Jircniv sentía que sería imposible sin un arma que pudiera matar permanentemente a los no-muertos o sin la aparición de algún otro ser humano poderoso.

(Era por eso que necesitábamos depender de la Teocracia Slane. Su historia es más antigua que la nuestra, así que ellos podían ser capaces de encontrar un arma que pueda matar a un no-muerto de un solo golpe. No, simplemente compartir información con ellos nos permitirá seguir luchando!)

Todo lo que podía hacer ahora era orar para que ése fuera el caso.

El carruaje continuaba hacia adelante y con él marchaban las últimas esperanzas de Jircniv.

***

 

 

El Coliseo tenía forma circular. Había una gran entrada en uno de sus lados y el carruaje ingresaba por allí. Esta entrada llevaba a los cuartos VIP, por lo cual muy pocas personas hacían uso de ella. Las otras entradas eran usadas para la entrada y salida de los clientes regulares o para el transporte de cargas. Estos eran los tres tipos de entrada al Coliseo.

Los primeros en dejar el carruaje eran naturalmente los dos caballeros que servían como guardaespaldas. Luego de verificar la seguridad del lugar, Jircniv desmontaba del carruaje.

Cinco hombres estaban aguardando por ellos en el lugar.

La forma en la que vestían se veía enteramente fuera de lugar para la entrada VIP.

Jircniv podía deducir el valor de cualquier obra de arte con sólo darle un vistazo, pero no podía adivinar tal cosa de sus armaduras y equipos. Esto se debía a que lo que estaban usando era al mismo tiempo obra de arte y equipo de guerra. Los suyos no eran los trajes de los guardias personales de algún noble, sino el arsenal de aguerridos veteranos.

Según dictaban las reglas de etiqueta, el grupo inferior debía de haberse presentado primero. Sin embargo, a algunos aventureros no les importaba la posición social o los rangos y estos hombres eran de ése tipo de aventureros.

Sin embargo, él era el gobernante del Imperio. ¿Era realmente correcto que fuera él quien agachara la cabeza ante los aventureros?

En medio de la incómoda atmósfera, el hombre de pie al centro del grupo de cinco hablaba.

“Su Majestad, Emperador Jircniv Rune Farlord El-Nix. Creo que ésta es la primera vez que nos reunimos y es un honor. Somos el equipo de aventureros de rango adamantita, Canario de Plata. Hemos aceptado la solicitud de proveerle servicios de seguridad. Soy el líder del equipo, Freivartz. Encantado de conocerlo.”

Su digna voz hacía eco a través de los alrededores.

Tenía un laúd en la espalda y un estoque en la cintura. Vestía una camisa de cota de malla que envolvía su cuerpo de luces extrañas.

Todo el equipo que usaba no solo reflejaba la luz, sino que emitía un brillo mágico desde su interior. Cada pieza de su arsenal se veía como un ítem de primera clase, especialmente ese laúd, que era también conocido como Sinfonía Estelar.

Mientras observaba la actitud completamente confiada del hombre, Jircniv se acordaba de sí mismo hace varios meses y no podía evitar sentir envidia.

“…Como el equipo de más alto rango en mi país, he oído de las hazañas de ustedes, caballeros. Esa saga heroica de su victoria sobre el Reptante Radiante en verdad me hizo hervir la sangre. Por lo tanto, los conozco a todos ustedes hasta cierto punto. Sin embargo, ya que ésta es una rara oportunidad ¿podría molestarlos para que me presenten personalmente a los héroes de mí país?”

“Entonces, siendo el bardo, permítame…”

“…Vamos jefe, basta con eso. ¿No? Odio decir esto, pero cuando comienzas con eso, se me pone la carne de gallina. Espada brillante o lo que sea…de todos modos ¿No podemos saltarnos esa parte? Eh, Su Majestad. Perdón por la forma en la que hablo, así fue como nací. No hay problema. ¿No?”

El hombre al lado de Freivartz daba un paso al frente e inclinaba suavemente la cabeza.

Era un hombre bajo y fornido. Aunque tenía una sonrisa en el rostro, esos ojos desproporcionadamente pequeños que tenía no mostraban ninguna alegría.

Él era Keila No Sedeshtin, el “Planificador”. Profesión: ladrón.

No había mucha información sobre el Planificador, así que mucho seguía siendo desconocido sobre él. Probablemente era más cercano al bajo mundo, a las emboscadas y a los asesinatos que a los ladrones ordinarios.

Jircniv le indicaba que no debía preocuparse por ello y entonces Baziwood se reía.

“Jaja, está bien, Su Majestad ya está acostumbrado desde hace mucho.”

“Oh y éste debe ser… tú debes ser el “Relámpago”-san de los Cuatro Caballeros del Imperio. ¿Podría ser que también naciste allí, amigo?”

“¿Hm? Ahh, no, probablemente fue en un lugar diferente. Yo salí de un pequeño y sucio callejón. Tú debes de haberte arrastrado fuera de algún lugar más profundo y oscuro que el mío.”

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“Eso parece. El aire alrededor tuyo se siente diferente… perdón por eso. Supongo que saqué conclusiones apresuradas.”

“Está bien, “Nube Oscura”.”

“Nunca antes me he llamado a mí mismo “Nube Oscura”… en realidad, todo esto es tu culpa, jefe.”

Freivartz simplemente curvaba las comisuras de su boca mientras Keila lo miraba.

“Es mejor que nos presentemos nosotros mismos en lugar de usar sobrenombres extraños. Mis disculpas, Su Majestad. En primer lugar, éste es Sede, nuestros ojos y oídos. El siguiente es nuestro guerrero. Podría sorprenderse un poco cuando lo vea, pero puedo garantizar su fuerza.”

“No, por supuesto que Su Majestad no dudará de él. Después de todo, siento que podría ser más fuerte que yo.”

“Bueno, estoy contento de oír eso de un hombre fuerte. Éste es Fan Long.”

La persona presentada era un simio de pelaje rojo de alrededor de 170 cm de altura. Estaba usando una armadura que se veía como si hubiera sido hecha de pieles blancas y tenía un hacha de batalla a cada lado de la cintura.

Era un Hombre-Bestia Simio y también alguien que canalizaba los espíritus de los simios a través del poder de su clase guerrera, el ‘Señor de las Bestias’. Jircniv había leído sobre esto en un informe anterior, pero verlo de verdad con sus propios ojos era bastante impactante.

Y de hecho, juzgándolo sólo por su apariencia, se veía incluso más fuerte que Baziwood, el más poderoso de los subordinados de Jircniv.

Fan Long levantaba su mano derecha y la agitaba hacia Jircniv y los otros.

“Entonces, el siguiente es la persona que cura nuestras heridas.”

Freivartz comenzaba la siguiente presentación apresuradamente. Esto porque estaba preocupado de que Jircniv estaría disgustado.

Esta vez, el hombre a la izquierda de Freivartz daba un paso al frente.

“Perdóneme.”

Decía al mismo tiempo que el extraño bastón que sostenía producía un sonido de repique. Ese tipo de arma aparentemente se llamaba “shakujo”.

“Este monje se hace llamar Unkei y es un seguidor del Buda. Es un gusto conocerlo.”

Aunque vestía de forma extraña, parecía mucho más civilizado que el Señor de las Bestias de hace un momento.

Luego de quitarse su extraño gran sombrero, llamado fukaamigasa, la cabeza así revelada no tenía cabello en ella. Si no hubiera sabido que el hombre se la había afeitado toda él mismo, Jircniv lo habría mirado compasivamente. Era un hombre bastante joven, después de todo.

Vestía una extraña túnica de batalla llamada kasa. Era un Soryo*, que eran lanzadores de magia espiritual que podrían no ser tan buenos en cuanto a realizar curaciones, pero que mostraban un poder excepcional al luchar contra no-muertos.
(*Creo que significa monje budista.)

El Buda al que seguía provenía del lejano Sur y tenía unos cuantos seguidores. Algunos lo veían como a uno de los seguidores de los Cuatro Dioses. Poco se sabía sobre él y no había mucho interés en construirle un templo en la Capital Imperial. Sin embargo, Jircniv sabía que la existencia de este hombre era considerada como una especie de molestia.

Básicamente, eran los templos los que establecían el precio para el uso de la magia curativa. Sin embargo, cuando aparecía un usuario de magia curativa solitario y sin afiliaciones. ¿Cómo podían lidiar con él? ¿Qué podían hacer si ese hombre además era un aventurero del más alto orden, un aventurero de rango adamantita?

No había ningún vínculo específico entre el gobierno del Imperio y su religión. El hecho de que Jircniv no tuviera ningún vínculo con ellos podía ser considerado de buena suerte.

No deseaba verse envuelto en problemas molestos.

Sin embargo, cuando había revisado los registros sobre este hombre, había encontrado que demostraba un rendimiento excepcional contra los no-muertos, lo que inmediatamente atraía la atención de Jircniv. Si fuera necesario, podía aplicar la presión necesaria sobre los templos. Por supuesto, eso sólo si las habilidades de este hombre eran realmente así de efectivas.

“Ya veo. Entonces, el último debe ser Powapon.”

“Es como dice, Su Majestad.”

El hombre que Freivartz había dejado para el final era más extraño que los anteriores. Podía decirse que entre los cinco hombres, él era el más curiosamente vestido. El hombre agachaba la cabeza ante Jircniv.

Su torso desnudo estaba bronceado hasta ser negro y tenía extraños patrones blancos pintados por todos lados. Esto probablemente se debía a que era miembro de una clase extraña llamada ‘Chaman de Tótems’.

“…¿No tienes frío?”

“Me he equipado con un ítem que me protege contra los cambios de temperatura, así que no hay ningún problema.”

Jircniv no podía evitar sentir sorpresa por su respuesta, que era mucho más normal de lo que él había esperado. Había recibido informes sobre su extraña apariencia, así como noticias de que debajo de todo eso era una persona normal. Sin embargo, la disonancia misma lo llenaba de sorpresa. Mirándolo de cerca, parecía ser bastante bien parecido y bastante joven también.

¿Por qué había escogido esa clase? Parte de él quería saberlo, pero al mismo tiempo no quería saberlo.

Jircniv evaluaba a los hombres ante él.

Éste era un equipo extraño compuesto de miembros extraños. Lo único que tenían en común era que en alguna parte de sus cuerpos llevaban consigo una pluma del canario plateado que su equipo había criado alguna vez. En el caso del Chaman de Tótems era en la cintura.

Esas plumas brillaban con luz plateada, como si acababan de ser mudadas.

“Entendido, caballeros. Entonces, hoy estaré a su cuidado.”

“Déjenoslo a nosotros, Su Majestad. Piense en ello como que está montando un gran bote.”

Jircniv no podía evitar sonreír irónicamente cuando oía las palabras de Freivartz y se disponía a partir. Sin embargo…

“…Un momento, Su Majestad.”

Decía Sede con voz apagada.

“Hemos sido contratados para protegerlo, Su Majestad, así que por favor no se adelante demasiado. ¿Bien?”

“No se trata de si está bien o no. Fueron contratados para protegerme, así que haré cualquier cosa que crean necesaria. Adicionalmente, si creen que necesitarán hacer uso de la fuerza de ellos, por favor siéntanse libres de darles órdenes. Sin embargo, me gustaría pedirles que ellos dos se mantengan tan cerca a mí como sea posible.”

“Bueno qué les parece eso. Así que podemos dirigir como queramos a los Cuatro Caballeros, supongo que ahora realmente estamos en las ligas mayores. De todos modos, estará bien si ustedes dos se quedan al lado de Su Majestad. Si algo sucede, sólo corran cuando les demos las instrucciones. Eso debería ser suficiente. Entonces, tócanos algo, jefe.”

“Entendido. Mis disculpas por el tono de Sede, Su Majestad. Sin importar cuántas veces se lo digo, siempre termina haciendo eso…”

“No te preocupes. Dicho eso, podría causar problemas si hace eso en un área pública…”

Tal vez Freivartz captaba el mensaje, pero asentía ligeramente con la cabeza. Eso implicaba que ya sabía del tiempo y lugar correctos para este tipo de cosas.

Y entonces, cantaba. No, esto no era tanto una canción sino una agrupación de sonidos extraños. Esto se debía a que había algunas partes que Jircniv podía oír pero no entender. Se detenía luego de varios segundos, aunque la extraña música permanecía en sus corazones. Entonces, Sede se ponía en movimiento.

Si uno tenía que conectar algún tipo de efecto de sonido a sus movimientos, tanto “aletargado” como “viscoso” serían apropiados. Sea como sea, Jircniv no era capaz de realizar esos movimientos.

“Entonces, por favor manténganse a una distancia de diez metros detrás de mí y síganme.”

Hacían lo que Sede decía, dejando diez metros antes de comenzar a moverse. Jircniv aprovechaba la oportunidad para preguntarle a Freivartz sobre la canción de hace un momento.

“¿De todos modos, qué fue eso?”

“¿Su Majestad no lo sabe? Ésa fue la habilidad de un bardo, una melodía mágica. Es diferente de usuario a usuario y puede tocarse con varios instrumentos, pero en mi caso, evoco sus efectos a través de una canción.”

“Así que era eso, eh.”

Freivartz no podía evitar sonreír cuando veía a Jircniv murmurando para sí mismo. Justo entonces, Jircniv recordaba algo que había querido entender, pero que no había tenido la oportunidad de investigar. Decidía aprovechar esta oportunidad y preguntaba.:

“…Tengo algo que preguntarte. ¿Una melodía mágica puede controlar a la gente?”

“Las melodías mágicas pueden transmitir un efecto de sugestión, del mismo modo que lo hacen los hechizos. Debería ser posible. Además, deberían poder fascinar a una persona, hasta cierto punto.”

Jircniv miraba a Freivartz.

“Ya veo… entonces es así…”

“Sí eso debería ser todo, sí.”

Entonces aquél monstruo tenía el poder de un bardo, a menos que…

“Entonces ¿Qué sabes de los monstruos con apariencia de rana?”

…A menos que haya sido una habilidad innata como monstruo. Esa posibilidad no podía tacharse por completo. Era muy importante cerciorarse de eso.

“¿Ranas? ¿Habla de Sapos Gigantes?”

“No, no es eso. Algo más inteligente. Estoy hablando de un monstruo que camina en dos piernas y que puede activar instantáneamente algo parecido a esa melodía mágica.”

“…¿Eso se refiere a un Hombre Sapo? Un bardo Hombre Sapo encaja con su descripción… pero si lo que recuerdo es correcto, los Hombres Sapo no son semihumanos particularmente sobresalientes. Tal vez si fuera un Hombre Sapo viejo y líder de tribu… He oído que esos pueden usar habilidades especiales para confundir a sus oponentes.”

Lo que sucedía en ese entonces no era precisamente confusión.

Él había leído sobre los semihumanos conocidos como Hombres Sapo, pero sus apariencias diferían ligeramente del monstruo llamado Demiurge. ¿Podría ser que él era un mutante, o tal vez algún tipo de rey Hombre Sapo? Esas posibilidades no podía ser descartadas, pero lo más seguro era que ninguna de ellas era correcta.

“Parece que no. Mis más sinceras disculpas, Su Majestad. Simplemente hay muy poca información. Tal vez, si pudiera decirme más sobre la criatura en cuestión, podría ser capaz de resolver el misterio por usted.”

Eso era como un salvavidas para un hombre ahogándose.

“En serio. Entonces, te diré todo sobre la apariencia de este monstruo. Si fuera posible ¿Podrías usar tus conocimientos para ayudarme? Además ¿Podrías contarme en detalle sobre las melodías mágicas?”

En el Imperio, probablemente no había nadie que supiera más sobre monstruos que los aventureros de rango adamantita.

“Su Majestad, eso sería causarles muchas molestias. Usted está hablando de sus medios de subsistencia.”

Freivartz se reía como respuesta a las palabras de Baziwood.

“Bueno bueno, es verdad que no podemos hablar mucho sobre nuestras cartas del triunfo. Sin embargo, no debería haber problemas para responder a la pregunta anterior. Es sólo que…¿No sería mejor haberle preguntado a ese gran lanzador de magia-dono? Estoy seguro que él sabría más que nosotros…”

Jircniv se esforzaba por no dar a entender nada cuando surgía el tema de Fluder.

Ya había emitido una orden de silencio sobre la traición de Fluder, así que ninguna información se había filtrado. Por ahora, Fluder seguía en su posición como mago en jefe, aunque sus privilegios y poderes le estaban siendo lentamente despojados para que no se diera cuenta. Al mismo tiempo, Jircniv buscaba una forma de llenar el agujero que Fluder dejaba.

Por el tamaño de ese agujero, Jircniv se daba cuenta exactamente de qué gran bendición había sido Fluder para el Imperio, pero ya era demasiado tarde.

“No podemos seguir dependiendo del abuelo. Esto es algo parecido a los deberes de un estudiante. Si simplemente se aguarda por todas las respuesta porque se tiene un buen profesor, terminaríamos siendo reñidos por ello.”

Las palabras de Jircniv eran recibidas por varias risas.

“Efectivamente, Su Majestad tiene razón. Entiendo. Bueno, los honorarios por esta solicitud fueron bastante por encima de lo normal, teniendo en cuenta la tarea para la que nos contrataron. Entonces, más tarde le haré un resumen del tema de las melodías mágicas.”

“Ya veo. Te lo encargo, entonces.”

Había varios cuartos VIP en el Coliseo. Uno estaba reservado para los inversores del Coliseo. Otro estaba reservado para los nobles de alto rango. Y luego, había uno reservado para el Emperador, haciendo un total de tres. En este momento se estaban dirigiendo al cuarto que había sido reservado para el Emperador durante generaciones. Tal vez Sede ya había inspeccionado la ruta anteriormente, pero no preguntaba por ella a pesar de estar guiando al grupo.

Por fin habían llegado, pero en una esquina antes de que pudieran ver la puerta del cuarto, Sede extendía una mano hacia Jircniv, indicándole que debía detenerse.

“No siento a nadie aquí, pero déjenme ir primero. ¿Pueden esperar en esta esquina por un momento?”

No esperaba una respuesta a las palabras que había susurrado, en lugar de eso doblaba la esquina como si estuviera dando un paseo. Con el interés despertado debido a esto, Jircniv tenía una expresión de curiosidad en el rostro al mismo tiempo que intentaba ver lo que pasaba.

Sede se acercaba a la puerta sin hacer ruido y luego de hacer algo, la abría lentamente. Aunque estaba apenas abierta, eso parecía ser suficiente para que pudiera entrar y todo su cuerpo desaparecía al interior del cuarto.

Después de un tiempo, la puerta se abría y podían ver la cara de Sede saliendo de dentro.

“Está bien. El cuarto es seguro.”

El grupo ingresaba al cuarto, que había sido verificado como seguro.

Jircniv miraba alrededor.

Era un poco pequeño, pero los exquisitos muebles eran todos de primera. El cuarto había sido limpiado hasta quedar inmaculado para un Emperador que casi nunca venía.

Una gran ventana abierta a un lado del cuarto daba hacia el Coliseo, permitiendo una vista panorámica de las escenas más abajo. Si uno entrecerraba los ojos, podía ser capaz de ver filas y filas de asientos ocupados, completamente llenos con una audiencia emocionada a más no poder y vitoreando fervorosamente.

La razón de la gran multitud se debía a que repentinamente se había programado una aparición del Lord Marcial.

El Rey del Coliseo, el Lord Marcial, era abrumadoramente poderoso. No había nadie con quien pudiera luchar en serio. Por lo tanto, había pasado un largo tiempo desde que había habido un encuentro con él.

Era debido al tan ansiado combate con el Lord Marcial que la multitud había venido, atraída por la anticipación de conocer a la figura heroica que lucharía contra él.

Como era de esperarse, una gran razón para ello era la admiración de la fuerza. Ya que el Imperio tenía guerreros profesionales llamados caballeros, el campo de batalla era como otro mundo para los habitantes de la Capital Imperial. Era por esto que ansiaban el espectáculo de esta batalla de vida o muerte.

No, él había oído que había caballeros que también disfrutaban del Coliseo.

En otras palabras, aguardaban con interés el espectáculo y la demostración de brutalidad.

Justo cuando Jircniv estaba distraído pensando en esto, Canario de Plata ya había completado la revisión del cuarto.

“¿Hubo alguna señal del uso de magia de adivinación en este lugar?”

“No descubrimos ningún rastro de algo así, Su Majestad. ¿No es cierto?”

“Sí. Bueno, me es bastante difícil verificar si se han lanzado hechizos, así que eché un vistazo por ahí, buscando ítems mágicos, pero no hubo nada. De todos modos, espero no olvide que no tengo la percepción de un ladrón. Por favor no vayan a creer que es absolutamente seguro… bueno, nuestro jefe incrementó nuestra habilidad de detección con su melodía mágica, así que todo debería estar bien.”

“En lo referente al campo de la magia, este humilde monje ha usado adivinación para investigar los alrededores. Sin embargo, no hubo rastros de que ningún hechizo haya sido usado. En todo caso, he creado una barrera mágica que debería bloquear los hechizos de adivinación, así que podemos asumir que todo debería ir bien.”

Unkei golpeaba su shakujo contra el suelo y un nítido tintineo hacía eco a través del cuarto.

“Entonces ¿Podría pedirles otra cosa? ¿Existe magia que pueda detectar la presencia de otras personas en las cercanías? Sería lo mejor si fuera un hechizo que pudiera detectar incluso a una persona invisible.”

“Lamentablemente, este humilde monje no cuenta con un hechizo así entre su repertorio. Sin embargo, creo que nuestro líder posee tal hechizo.”

Freivartz, cuyo nombre había sido mencionado, les indicaba que lo entendía y salía del cuarto.

“¿Ahora qué? ¿Qué medidas tomarán si el enemigo planea espiarnos?”

Jircniv se esforzaba por pensar en qué era lo que podía hacer contra Ainz Ooal Gown. Sin embargo, era imposible imaginar algo que sobrepasaba la imaginación. El hecho era, que ese hombre se veía tan enorme en su mente que nada de lo que se ocurría se sentía como algo más que insignificante contra él.

“…Hablando con franqueza, creo que con esto que hemos hecho debería estar bien. Al menos, eso es lo que creo. No me mire así, nos hemos fortificado con varios hechizos ya. ¿Cierto? ”

“Así son las cosas, Su Majestad. Este humilde monje ya ha usado magia de anti-adivinación y la ha configurado para que cualquier intento de investigación mágica me envíe una alerta. Por favor esté tranquilo.”

Sede y Unkei hablaban de esta forma, uno después del otro.

¿Pensaban ellos que él era un poco maniático? ¿O que se había vuelto un poco loco porque estaba preocupado por ser asesinado?

Con todo. ¿Qué pensarían estos dos si él les dijera que se iban a enfrentar al Rey Hechicero? Eso era lo que realmente le interesaba a Jircniv. ¿Dirían, “es imposible prepararnos lo suficiente para eso”? ¿O dirían “si lo hubiera sabido, no hubiera venido por esta miserable suma de dinero”?

Naturalmente, el mejor escenario era no decirles nada sobre el Rey Hechicero y hacer que se prepararan contra todas las amenazas tan bien como pudieran.

De todos modos, no importaba cuanto tratara de censurar la información sobre el Rey Hechicero, no podía amordazar 60,000 bocas.

Las noticias probablemente ya se habían esparcido. Siendo así, ya que los aventureros tendían a pasar más tiempo reuniendo información mientras de mayor rango fueran, había una alta probabilidad de que ellos ya sabían de las habilidades del Rey Hechicero.

(No les debería ser difícil entrever la verdadera razón por la que los traje aquí. ¿Cierto?)

Luego de considerar varias posibilidades, Jircniv decidía abrirse paso en esta situación con una cálida sonrisa.

Ambos se daban cuenta que Jircniv no podía aceptar lo que le habían dicho. Ni tampoco tenían nada que decir aparte de eso.

Una gran ovación se oía en el Coliseo.

Desde donde estaban, parecería que una de las batallas entre los gladiadores había tenido un ganador.

En el pasado, los derrotados eran condenados a morir, pero no más. Seguía habiendo muertes en batalla, pero no había asesinatos una vez que se determinaba un ganador.

Aparentemente, un gladiador había sido perdonado debido a que sus repetidas derrotas eran divertidas. Esto le permitía despertar su verdadero poder y llegaba a ser campeón, después de lo cual ese castigo en particular había sido abolido. Esta decisión se había tomado porque algún día podía haber otra persona como él.

(¿Qué Lord Marcial era ése? Aunque no se podía comparar al Lord Marcial actual, aparentemente era un hombre bastante poderoso. Estas personas no son leales a ningún país. Necesito pensar en alguna forma de ponerlos de mi lado…)

“De cualquier manera, hemos terminado aquí, Su Majestad.”

Jircniv se daba la vuelta cuando oía la voz de Freivartz.

“Gracias.”

Probablemente debía haber sido más sincero en su agradecimiento hacia estos aventureros de rango adamantita. Sin embargo, les había dado el reconocimiento típico.

“No hay de qué. Pero, fuimos contratados como protección, así que ¿Deberíamos quedarnos en este cuarto?”

Ellos habían sido contratados como guardaespaldas. Con eso en mente, era una sugerencia razonable.

Sin embargo. ¿Estaría realmente bien celebrar charlas secretas con ellos en el cuarto?

Por supuesto, podía haber muchos méritos en involucrarlos en esto. Sin embargo, una vez que se daban cuenta de cuál era su objetivo, él corría el riesgo de hacer enemigos innecesarios.

(De todas formas, ellos no son nada a comparación de ese…¿Qué estoy pensando? Estoy comparando cada uno de los desafíos que encuentro contra ese monstruo, eso es prueba de que estoy empezando a volverme loco, cuando menos. Además, sería estúpido seguir haciendo enemigos.)

Jircniv sacudía la cabeza.

“Lo siento, pero habrá charlas importantes teniendo lugar después de esto. Sería muy problemático tenerlos a ustedes esperando aquí.”

“Sin embargo, será muy difícil protegerlo de esa forma, Su Majestad.”

“Hay dos hombres en los que confío en este cuarto. Ellos deberían poder ganar el tiempo suficiente para que ustedes lleguen aquí.”

“Bueno, eso es verdad.”

El hasta ahora silencioso Simio hablaba de pronto.

“Sin embargo, si el enemigo es un asesino del nivel de Sede, si las cosas salen mal, podría terminar provocando un gran desastre.”

“Cuando hablas de un asesino de mi nivel, probablemente estás hablando de esa chica de Ijaniya. Ella es del tipo que puede usar ninjutsu para atacar súbitamente desde las sombras.”

“Bueno, con estos dos guerreros alrededor, un oponente con espada no debería representar mucha dificultad. Sin embargo ¿Y si fuera magia? Es precisamente este punto el que inquieta a este humilde monje. Además, siento que estaremos más interesados en el encuentro que en cualquier charla que su Majestad esté celebrando. ¿No?”

Todos habían terminado tratando de persuadirlo para que los dejara quedarse, pero ya que Jircniv estaba así de decidido a no dejar que se filtre la información, no podía aceptar sus sugerencias.

“Sus dudas son todas muy razonables, caballeros. Sin embargo, no puedo ceder en ese punto, ya sea como hombre o como el Emperador del Imperio.”

Los miembros de Canario de Plata miraban a su líder, quien suspiraba profundamente.

“No hay remedio, entonces. Estoy seguro de que Su Majestad debe tener sus razones, las cuales no nos puede revelar. Haremos guardia en el exterior. Sin embargo. ¿Podría decirnos con exactitud quien vendrá?”

“Una pregunta razonable. Sin embargo, tienen que pretender que no oyeron nada. ¿Pueden hacerlo?”

“Por supuesto. No revelaremos nada, sin importar quién pregunte. Si se hace conocido, gustosamente aceptaremos las consecuencias.”

“Confío en ustedes. Primero estarán los Sumo Sacerdotes del Dios del Fuego y del Dios del Viento. Habrán otros cuatro sacerdotes con ellos.”

“Ya veo. Entones, tendremos cuidado de cualquier otro aparte de esas personas.”

“Ah, por favor hagan eso. Este cuarto VIP ha sido separado de los otros cuartos VIP durante su construcción. Dudo que alguien pueda perderse y terminar aquí por accidente.”

“Entendido… Tambié, Eestá bien si rompemos la cerradura de la puerta, Su Majestad?”

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“Pueden destruirla si lo consideran necesario.”

Fan daba un paso al frente. Un sonido vigoroso y áspero venía de sus manos, que apretaban las empuñaduras de sus hachas de batalla con una fuerza que ningún humano podía igualar. Parecía un poco excesivo para romper una cerradura, pero Jircniv no era un guerrero y no era adecuado que hiciera un comentario.

Sin embargo, los dos miembros de los Cuatro Caballeros tenían una expresión de sorpresa en el rostro mientras hablaban en voz baja el uno con el otro. Esto llamaba la atención de Jircniv.

Fan levantaba lentamente sus hachas de batalla.

“…Ah, no puedes romper la puerta.”

Fan se detenía a mitad de camino cuando oía hablar a Freivartz. Jircniv fruncía el ceño.

“¿Por qué no? ¿No es que seguíamos el plan de ‘Oh, planeábamos romper la cerradura, pero destruimos la puerta también, que pena. ¿Por qué no nos quedamos también?’ o algo?”

“No hagas eso esta vez. No quiero que nos involucremos en este complejo asunto político.”

“Ciertamente. Este humilde monje no desea ser más odiado por los templos.”

“Muy bien. Entonces con esto debería bastar.”

Fan agitaba suavemente su hacha de batalla y sin ningún esfuerzo rompía la cerradura.

Debía de haberse quedado sin palabras. O tal vez debía de haberse molestado. Tal vez debía de sentir muchas cosas, pero todo lo que Jircniv sentía era admiración. Todo esto le hacía pensar. Era de esperarse de un aventurero de rango adamantita.

No estaba impresionado por la forma en que había roto la cerradura con facilidad usando un hacha de batalla, sino por la audacia de haber dicho abiertamente esas cosas frente a la mayor autoridad de este país. Además, estaba la arrogancia que hacía falta para declarar que estaban dispuestos a ignorar los deseos de su cliente, que era también el hombre más poderoso en el país, para poder cumplir con el trabajo lo mejor que pudieran.

Éstas eran las cosas que ahora le hacían falta a Jircniv.

“…Bien podría arrastrarlos a todos al fango de la burocracia para evitar que se me escapen.”

Justo cuando Jircniv murmuraba eso en silencio, los miembros de Canario de Plata se marchaban como conejos en plena huida como si lo hubieran planeado desde el comienzo.

Las únicas personas que se quedaban con Jircniv eran los dos caballeros, que se miraban el uno al otro.

“Eso fue impresionante. Trabajaron juntos tan estrechamente sin decir una palabra. …¿Tal vez eso es lo normal? Son aventureros de rango adamantita debido a que pueden hacer eso.”

“…Bueno, no sé qué decir. Aunque, tal vez lo correcto no sería admirarlos… Su Majestad. ¿Deberíamos preparar bebidas?”

“Deberían. Perdón por eso. ¿Pueden ayudarme con los preparativos?”

“Entendido. Entonces, ven ayuda también, Baziwood-dono.”

Baziwood fruncía el ceño ante la sugerencia.

“¿Eh? ¿Yo también? Su Majestad, debimos haber traído a una sirvienta con nosotros, ¿no? Nuestros invitados probablemente encontrarían las bebidas más sabrosas si una chica las estuviera sirviendo. Quiero decir, sé que yo lo haría.”

“Sí, sí. Basta de quejas. Baziwood-dono, por favor se muy cuidadoso.”

“Por favor, Baziwood. No tiene sentido desear algo que no podemos tener. Tenemos que trabajar con lo que tenemos. Justo como el Imperio.”

“Esa analogía podría necesitar algo de trabajo, Su Majestad.”

Decía Baziwood mientras se ocupaba de los preparativos.

Gritos de aliento resonaban desde abajo en el Coliseo y había aullidos que sonaban ligeramente distintos al de bestias salvajes.

El siguiente encuentro ya había comenzado.

Jircniv buscaba en sus recuerdos.

El encuentro previo al encuentro del Lord Marcial era aparentemente entre aventureros y monstruos. Los encuentros en los que luchaban aventureros eran muy populares con la audiencia, porque había más probabilidades de que pudieran ver cosas llamativas mezcladas con explosiones mágicas y similares.

Jircniv se sentía muy conmovido en el momento en que miraba hacia abajo, hacia la intensidad debajo de él y decía.

“Qué vista tan pacífica.”

“¿En verdad, Su Majestad?”

Mientras se preguntaba por qué alguien estaba respondiendo a unos murmullos que había hecho para sí mismo, Jircniv se volvía para ver a Baziwood parado a su lado. Nimble tenía una expresión de fastidio en el rostro mientras se ocupaba de la parte del trabajo de Baziwood también.

“A mí no me parece tan pacífico. Sólo mire.”

Uno de los aventureros había sido cortado por un monstruo brutal y la sangre volaba por el aire. La audiencia gemía y gritaba alentándolos.

“No hablaba de la pelea, me refería a la audiencia.”

Jircniv miraba a la multitud que gritaba fuertemente.

“¿No es una vista pacífica, a comparación de la situación en la que se encuentra el Imperio? Si la gente supiera del tipo de monstruo acechando debajo de esa delgada y frágil capa de piel. ¿Crees que realmente podrían divertirse así?”

“¿Pero no es buena la paz? No tiene sentido dejar que las personas vayan por ahí con dolor de estómago. ¿O sí?”

Baziwood estaba en lo correcto.

Jircniv lamentaba profundamente las palabras inútiles que había dicho.

“Tienes razón, Baziwood. Entonces, ya casi es hora. ¿Qué hay de los preparativos?”

“Sí, Su Majestad. Estaba un poco preocupado de que no pudiéramos completarlos a tiempo ya que alguien no ayudó, pero las bebidas y el papel están dispuestos. Lo mismo que la tinta.”

La sorprendente cantidad de tinta y papel era por si acaso alguien estuviera espiando en el cuarto VIP. Aunque él sentía que las ovaciones eran lo suficientemente fuertes y que este cuarto estaba lo suficientemente alejado de los otros para que no sea un problema. Era poco lo que se podía obtener usando sólo el oído pero no hacía daño estar doblemente preparado.

Él sabía que sería muy molesto. Ya había hecho esto en la Ciudad Imperial, pero esto era realmente muy agotador.

La razón por la que estaba llegando hasta estos enrevesados extremos era porque el poderío del Reino Hechicero era un factor desconocido.

Si él sabía lo que podían o no podían hacer, su respuesta podía haber cambiado.

Había planeado usar la guerra para llevar a cabo una investigación, pero ésta había terminado de manera verdaderamente horrenda, conduciendo a una terrible tragedia. Sin embargo, no podía rendirse por completo en el asunto de las investigaciones. Había pensado en otros métodos, pero si no eran más seguros que antes, entonces lo único que podía hacer era temblar ante la sombra de su enemigo. Pero incluso si obtenía algún resultado, incluso si descubría algún método viable, podía terminar paralizado por esa misma sombra hasta el punto en que bien podía darse por vencido.

No. El no podía olvidar ese calor que había pasado por su garganta.

“Ainz Ooal Gown…si supiera los límites del poder del Rey Hechicero, podría no haber tenido que llegar hasta este extremo.”

En aquel momento le había hecho el pedido como un colaborador, pero ahora que él era un rey y un igual pedirle ayuda era casi imposible. Tal vez podía pedirle ayuda, pero el precio potencial de tal ayuda hacía que le doliera la cabeza.

“No es sólo el Rey Hechicero, Su Majestad. La situación seguirá estando muy mal mientras no sepamos lo que sus vasallos pueden hacer. ¿Cierto?”

“Es correcto.”

“…¿Qué tal si esos subordinados son más fuertes que el mismo Rey Hechicero?”

“¿Cómo podría ser así? Eso es imposible. ¿Cierto?”

Jircniv comenzaba a sudar frío ante esa respuesta.

Mientras reflexionaba sobre el hecho de que los Cuatro Caballeros eran más fuertes que él y que se trataba de sus subordinados no podía atreverse a decir que era algo imposible. Alguien que se encontraba por encima de los demás no necesitaba pura fuerza física, sino otras cosas.

¿Qué tal si Ainz Ooal Gown era así?

“…No, eso no puede ser. Escucha, Nimble. Estás equivocado. ¿Entiendes?”

“¡Sí! Perdón, Su Majestad.”

Si realmente ése era el caso, entonces estaban perdidos. Esperaba que como mucho, esos subordinados fueran iguales al Rey Hechicero y Jircniv les rogaba desesperadamente a los dioses para que fueran más débiles que él.

No sabían lo suficiente, después de todo.

(Supongo que debíamos continuar con el plan de intentar aprender algo de esa niña elfa oscura, teniendo siempre presente que puede ser peligroso. Claro que no podemos comprar muchos esclavos de la Teocracia, pero tal vez ese método pueda…¿O tal vez intentarlo con el niño (Aura) sería mejor? No, se veía demasiado joven, así que usar mujeres en él probablemente no funcionará. Además, es demasiado enérgico.)

Justo cuando Jircniv se había preparado para una larga reflexión, un golpe venía de la puerta.

Los tres hombres se miraban el uno al otro y entonces Nimble se acercaba a abrir la puerta.

Como esperaba, Freivartz estaba allí.

“Su Majestad, los invitados han llegado. En total son seis hombres. Antes he conocido al Sumo Sacerdote, así que creo que son ellos.”

“Entonces, por favor pa…”


Justo cuando decía eso Sede interrumpía.

“Whoa, whoa esperen un momento, ustedes haya atrás. Los números concuerdan, pero algo está mal. Ustedes dos al fondo se sienten como yo. ¿Así que son del equipo punitivo de los templos…aquellos que matan a los sacerdotes apóstatas? Pensaba que se suponía que ustedes no eran más que rumores.”

“Este humilde monje está también muy sorprendido.”

“¿A quién sirven ustedes?”

“Santo cielo, qué molesto. Habría estado bien si sólo nos hubieran dejado pasar sin ningún incidente… Primeramente están equivocados. Yo…no, nosotros tenemos buenas razones para estar aquí. Es decir, se debe a que el Emperador nos invitó. Él no estará contento si se muestran hostiles con nosotros, saben.”

“Hmm…m. Bien. ¿Podrían esperar ahí un momento? Déjenme comprobar si están diciendo la verdad.”

Él le permitió a Jircniv ver sus caras. Se trataba del Sumo Sacerdote del Dios del Fuego, el Sumo Sacerdote del Dios del Viento y también cuatro otros que no había visto antes. Estos últimos llevaban capuchas de colores oscuros que evitaban que pudiera verles toda la cara y ésa era la parte más sospechosa.

Ya que ésta era la primera vez que se reunían, no había ninguna garantía de que en realidad fueran los emisarios de la Teocracia. Sin embargo, ya que los Sumo Sacerdotes estaban allí también las cosas no podían progresar si no les creía. El Rey Hechicero sería el único que se beneficiaría de cualquier disputa interna resultante.

“Ellos son los invitados que he estado esperando. Perdón pero. ¿Podrían dejarlos pasar?”

Los miembros de Canario de Plata tenían miradas de asombro en el rostro pero aun así los dejaban entrar.

Incluso luego de que se cerraban las puertas, ellos no bajaban sus capuchas.

Jircniv no decía nada sobre este comportamiento poco cortés. Ellos probablemente eran tan cautelosos como lo era él y el objeto de su mutua cautela era el Rey Hechicero.

“Parece que mis guardias le han causado molestias. Me disculpo.”

“Por favor, no le preste atención. La verdad es, que esos aventureros de rango adamantita estaban en lo cierto sobre los dos de atrás.”

Los dos emisarios de la Teocracia tomaban asiento mientras que los otros dos se quedaban firmes detrás de ellos.

Jircniv escribía la palabra “Escritura” en la hoja de papel que tenía. Su respuesta era una ligera sonrisa, pero ella le decía más que cualquier palabra hubiera podido transmitir. Las fuerzas especiales de la Teocracia eran conocidas como las Escrituras, así que ellos debían de haber venido de alguna de las Seis Escrituras.

“Entonces. ¿Por qué primero no disfrutamos de la pelea? El evento principal está a punto de comenzar. ¿No es cierto?”

Jircniv asentía con la cabeza ante esa pregunta.

Era en el evento principal cuando la emoción de la audiencia llegaba a su punto máximo y así el ruido se intensificaba. Esto haría que sea muy difícil escuchar a escondidas, lo cuál era la razón por la que había escogido este momento y lugar.

El emisario de la Teocracia Slane sacaba un documento y se lo entregaba a Jircniv.

Jircniv lo abría con cuidado, para no dejar que fuera visto desde atrás o por los lados y veía varias preguntas allí.

En pocas palabras, le estaban preguntando por qué le había pedido al Rey Hechicero usar aquel hechizo.

Luego preguntaban sobre la posición del Emperador en el asunto.

Sobre cuánto sabía sobre el Rey Hechicero.

Estaba formulado en los términos más diplomáticos, pero seguía siendo un cuestionario.

Aunque podían simplemente habérselo enviado por correo, la razón por la que él había logrado traerlos hasta aquí era porque ellos temían el alcance de los brazos del Reino Hechicero. O tal vez era porque no confiaban en el Imperio.

El pecho de Jircniv se llenaba de insatisfacción. Sin embargo, cuando recordaba su relación con el Reino Hechicero, era natural que no confiaran en absoluto en él.

Jircniv se disponía a escribir sus respuestas justo cuando una ronda de gritos empezaba. Al parecer el encuentro estaba por comenzar.

“¡Antes de este gran combate, déjenme dirigir su atención hacia el Emperador El-Nix, quien ha venido a presenciar la batalla! ¡Damas y caballeros, por favor vean el cuarto VIP sobre ustedes!”

Era la voz del presentador, amplificada por un ítem mágico.

“Perdónenme.”

Jircniv se ponía de pie, para que la audiencia debajo de él pudiera ver su rostro.

La gente aclamaba a Jircniv como si fueran uno. Jircniv volvía su apuesto rostro hacia las personas y sonreía en silencio para ellos. Las mujeres comenzaban a gritar por él y Jircniv se sentía muy satisfecho de que su popularidad no hubiera disminuido aún.

“¡Muchas gracias! ¡Entonces, a continuación, damas y caballeros, la tan esperada batalla con el Lord Marcial! ¡Los preparativos tomarán un momento, así que sean pacientes!”

“El Lord Marcial, eh.”

Murmuraba Jircniv.

Cierta vez, Jircniv le había preguntado a Baziwood sobre dejar que los Cuatro Caballeros se enfrenten al Lord Marcial. Él se reía y decía que no tenían oportunidad de ganar. Esa respuesta le preocupaba así que dejaba que Fluder reuniera algo de información sobre el Lord Marcial. Los resultados mostraban que el Lord Marcial era un ser tan poderoso que era injusto.

“Sin embargo. ¿Contra quién luchará el Lord Marcial, Su Majestad?”

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La pregunta del emisario era obvia. El hecho era que Jircniv no tenía una respuesta para él.

“Yo mismo no estoy muy seguro. Este encuentro con el Lord Marcial parece haber sido decidido apresuradamente y tampoco aparecía en el programa, para guardar el secreto.”

“Ya veo.”

Respondía el emisario.

“Bueno, cualquiera que pueda enfrentarse uno contra uno contra el Lord Marcial debe de ser un aventurero de rango adamantita. Sin embargo, Canario de Plata está aquí, así que debe de ser alguien de Ocho Ondas. Honestamente, no puedo aprobar los encuentros de exhibición donde exista la posibilidad de matar a uno de los poco comunes aventureros de rango adamantita.”

“No puedo refutar eso por completo, pero el hecho es que la fuerza es atractiva. Probablemente este lugar es más adecuado para dejar que la gente vea una muestra de poder sobrecogedor y para hacerles soñar con hacerlo suyo.”

El hombre que interrumpía era el Sumo Sacerdote del Dios del Fuego, en otras palabras, el miembro de más alto rango de la fe del Dios del Fuego.

“Dicho esto, luego de tomar en cuenta la presente condición del Imperio, es posible que eso pueda terminar reduciendo su fuerza militar. El Lord Marcial es el ser más poderoso del Imperio. ¿Por qué no enlistarlo en sus fuerzas?”

“…Y pensar que alguien como usted diría realmente algo como eso.”

La Teocracia Slane era un país centrado en los seres humanos. No, sería mejor decir que despreciaban a las otras razas.

Era una nación que a pesar de anunciar públicamente ese hecho, podían seguir existiendo en un mundo lleno de diferentes razas. Uno tenía que reconocerles eso. O mejor dicho, uno podía decir que unificar a una especie era la condición para construir una nación fuerte.

“Ésa sólo fue mi opinión personal. No expresa la opinión de mi país. Bueno, es suficiente de charlas por ahora, Su Majestad. ¿Puede darme sus respuestas?”

“En efecto. Entonces…”

“…¡La espera ha terminado, damas y caballeros! ¡Presentando a nuestro retador!”

La mano de Jircniv se detenía cuando estaba a punto de escribir la respuesta a la primera pregunta. Esto porque sentía curiosidad sobre el retador, que era lo suficientemente valiente como para retar al Lord Marcial. Ser reconocido como un retador significaba que debía de ser capaz de ofrecer una buena pelea. ¿Alguien así existía en el Imperio?

Si era lo suficientemente sobresaliente y estaba dispuesto a servir al Imperio, él lo contrataba incluso si perdía. Dependiendo de cómo fueran las cosas, podía terminar entregándole el sitio en los Cuatro Caballeros que “El Inamovible” había dejado vacante después de su muerte.

“…El nombre del retador bien podría ser conocido por muchos en la audiencia. ¡Ese gran hombre ha venido hoy a honrarnos! ¡Les presento, al Rey Hechicero del Reino Hechicero, Su Majestad! ¡Ainz! ¡Ooal! ¡Gown!”

“…¿Haaaah?”

Ese sonido de completa estupefacción escapaba de Jircniv.

No entendía las palabras del presentador mientras se enterraban en su cerebro.

El Coliseo se llenaba de confusión y el cuarto VIP estaba mortalmente silencioso.

Jircniv miraba alrededor suyo y se convencía de que todos habían escuchado lo mismo.

“¿Ainz Ooal Gown?”

(…Imposible.)

Por supuesto que era imposible. Era imposible que el líder de un país apareciera en un encuentro de gladiadores en otro país. Esto era obvio para cualquiera con algo de sentido común. No era como si él fuera un bárbaro.

En primer lugar, ellos habían estado vigilando los movimientos del Reino Hechicero. Si el Rey Hechicero hubiera ingresado al Imperio, ese asunto debía de haber llegado de inmediato a oídos de Jircniv. Había sido un asunto de absoluta prioridad. Él había arreglado las cosas para que esas noticias le llegaran ya sea si estaba en su harem o en algún otro lugar.

Si esas noticias no le habían llegado a pesar de todos estos esfuerzos, eso significaba…

(¿Ingresó secretamente al país? ¿Por qué alguien haría eso? ¿Y vino al Coliseo? ¿Qué demonios está pensando…qué? ¿Podría ser? ¿Es así como son las cosas? Esto… ¿Cómo es posible esto?)

El cuerpo de Jircniv se estremecía descontroladamente.

Entonces movía únicamente su línea de visión para mirar a los emisarios de la Teocracia Slane.

Sus ojos eran penetrantes bajo sus capuchas y las miradas en esos ojos sólo decían una cosa. No, con toda seguridad, si Jircniv hubiera estado en sus zapatos habría llegado a la misma conclusión.

Estaban pensando que Jircniv había llamado al Rey Hechicero a este lugar.

“Por favor esperen. ¡Esto es una trampa!”

Ciertamente.

Todo era una conspiración de Ainz Ooal Gown. Si ellos no entendían eso… No, si no podían aceptarlo, la situación se tornaba desesperada.

“¿Una trampa del Reino Hechicero? ¿O algo más? Después de todo, este lugar fue especificado por usted, Su Majestad y nosotros sólo nos enteramos de esto hace algunas horas atrás.”

Eso era cierto. Él había estado manteniendo todo oculto hasta el último momento para reducir el riesgo de que la información se filtrara.

Jircniv intentaba recordar con desesperación a las personas que sabían de este asunto. El número era bastante pequeño y todos eran gente confiable. ¿O realmente era así?

No…

“…Es posible que la información fuera extraída por dominación mágica. Esto definitivamente no es parte de mi plan. Ésta es la prueba. Si yo hubiera colocado esta trampa ¿Tendría tanto pánico en este momento?”

“¿Espera que nos creamos eso? ¿Hace esto para arrastrarnos con ustedes? ¿O tal vez, para vendernos?”

No confiaban en él en absoluto.

No, eso era de esperarse. Jircniv se los estaría reprochando si estuviera en su lugar.

(Sin embargo. ¿Dónde estaba la fuga de información? No. ¿Realmente era eso lo que pasaba? ¿Podía ser que todo este tiempo estuve en la palma de su mano? Había colocado una carnada y esperado a que mordiera el anzuelo…)

De pronto, un viento helado soplaba en su espalda.

¿Cuántas de sus acciones había predicho el Rey Hechicero?

Era muy posible que todo lo que había sucedido hasta ahora fuera parte de su plan.

El Rey Hechicero era ese tipo de oponente, concluía la brillante mente de Jircniv.

(De todos modos. ¿Qué tan elaborada era su intriga? ¡No, ahora no era el momento de temer su astucia! ¡Si no actúo rápido…!)

“Muy mal, tenemos que irnos ahora…”

Sin embargo, era demasiado tarde.

La voz del intruso era como la de un cazador al ver caer a su presa en una trampa cuidadosamente colocada:

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“Jircniv Rune Farlord El-Nix-dono. Ha pasado mucho tiempo.”

Mientras luchaba por controlar el pánico de su respiración veía la figura del Rey Hechicero, que había ascendido desde el corazón de la arena hasta la misma altura del cuarto VIP.

Estaba mostrando descaradamente esa inquietante cara suya. Debía de estar haciendo eso para dejar que todos supieran que era el hombre en persona.

“Du, dur…huu. Lo mismo para usted, Gown-dono. No pensé que lo encontraría en un lugar como éste.”

No tenía idea de qué decir. Cualquier cosa que dijera podía ser usada en su contra. Sin embargo, los labios de Jircniv no se abrían, como si estuvieran pegados.

“El sentimiento es mutuo. ¡Qué coincidencia!”

“Kuku.”

El Rey Hechicero se reía malvadamente. Era obvio que no pensaba que era una coincidencia en absoluto.

Definitivamente no lo era.

Jircniv estaba seguro de que todo esto era parte del plan de Ainz Ooal Gown.

Al tomar el control de las charlas secretas con la Teocracia iba a aplicar presión tanto en ellos como en Jircniv y prevendría que se aliaran el uno con el otro.

Realmente era un genio retorcido.

Jircniv se limpiaba las manos sudorosas en su ropa.

Mucha de la información debía de haberse filtrado. La pregunta era. ¿Cuánto sabía este tipo?

Justo cuando Jircniv se esforzaba por pensar, las odiosas luces en las órbitas oculares del Rey Hechicero se movían hacia los emisarios de la Teocracia.

“¿Amigos suyos, Su Majestad?”

Jircniv no tenía forma de responder la pregunta de Ainz.

Ésta no era una simple pregunta.

Era una prueba de sus intenciones.

¿Mentiría para proteger a la gente de la Teocracia o los vendería, como amigo del Reino Hechicero?

Era un plan tan malévolo que Jircniv comenzaba a sentir nauseas.

El inexpresivo cráneo se veía como si estuviera retorcido por la maldad. Debía de estar burlándose de él, de Jircniv, que no podía hablar.

“¿Cuál es el problema? El-Nix…No, Jircniv-dono. Se ve pálido. ¿Se siente mal?”

El hecho de que se oía genuinamente preocupado primero le disgustaba y luego lo aterraba. Se sentía como un animal pequeño, retorciéndose en una mano cariñosa. Como ser humano, era natural sentir ese terror envuelto en esa alegría.


“To.. todo está bien, no es nada. Parece ser que me he mareado un poco por ponerme de pie tan repentinamente.”

“Entonces es eso. Bueno, dicen que el cuerpo es el mejor activo, haría bien en cuidar de él.”

La excusa de Jircniv sonaba bastante antinatural, pero al menos se había librado. ¿Estaba el Rey Hechicero esperando por el momento oportuno para acabar con su presa o estaba satisfaciendo su pasatiempo de sadismo? O tal vez…

“Entonces, caballeros. ¿Les gustaría presentarse? Soy el Rey Hechicero, Ainz Ooal Gown.”

…Tal vez éste era su objetivo.

Ya que él, como el líder de un país, había dado su nombre, la otra parte no podía retirarse sin decir una palabra. Si le daban un nombre falso y si el Rey Hechicero ya sabía sus nombres reales. ¿Cómo reaccionaría entonces?

(¡¡¡Deja de jugar con nosotros!!!)

La expresión del Rey Hechicero no había cambiado o mejor dicho, eso se debía a que era un cráneo sin piel ni carne. No sólo no tenía ojos, sino que sus órbitas vacías estaban ocupadas únicamente por llamas carmesí, de las que ninguna emoción podía entreverse. Sin embargo, Jircniv podía sentir esa sonrisa malévola haciéndose más grande.

“Muchísimas gracias y en verdad nos habríamos presentado también, sin embargo una terrible emergencia nos espera así que debemos partir de inmediato. Pronto le informaremos a Su Majestad sobre nosotros.”

Los emisarios de la Teocracia se levantaban de sus asientos.

“¿Es así? Qué lástima. Espero que nos volvamos a ver. Por favor cuídense hasta entonces. Bueno, aún queda el asunto del encuentro, así que por favor discúlpenme.”

Despidiéndose con esas palabras de burla, probablemente…, el Rey Hechicero descendía.

Mientras su figura se desvanecía por debajo, los emisarios de la Teocracia fulminaban a Jircniv con la mirada.

“Usted nos tendió una trampa.”

“¡No, no lo hice!”

“¿No lo hizo? Sin importar por dónde lo mire uno, él lo sabía todo sobre este lugar. Todo lo que él ha hecho es una clara burla de un grupo de tontos que se movían exactamente como había predicho. …¿Cuánto le contó sobre esto? ¿A cuántas personas va a traicionar para salvar su propio país? Usted también debió de haberle pedido que usara ese hechizo ilógicamente destructivo. ¿No es cierto?”

Jircniv miraba desesperado a los sacerdotes en busca de ayuda.

Sin embargo, allí no veía sospechas ni dudas, sino hostilidad y decepción.

El Rey Hechicero había asestado un golpe magnífico en el momento en el que sería más efectivo. Un golpe tal que podía paralizar por completo al Imperio. Le decía al Emperador que no había otra opción más que traicionar a la humanidad…

“Por favor créanme, no le vendí esta información a él…”

“…Aun si creyera en usted, no hay forma de negar el hecho de que toda su operación ha sido descubierta. Su Majestad, me entristece tener que decir que no nos reuniremos nuevamente.”

Luego de decir eso, los emisarios de la Teocracia se disponían a partir, seguidos de los sacerdotes.

“¡Por favor esperen! ¡Les prohíbo que dejen este cuarto hasta que haya oído su opinión!”

Nimble y Baziwood desenvainaban sus armas y se preparaban para actuar.

Mientras Jircniv se esforzaba por restaurarle algo de vida a su destrozado corazón, miraba fijamente a los dos Sumo Sacerdotes. Los emisarios de la Teocracia ni siquiera lo miraban de vuelta mientras se marchaban.

“Ustedes, díganme lo que piensan los templos. ¡Qué piensan sobre el Rey Hechicero!”

“…El Rey Hechicero es un perverso ser no-muerto y no permitiremos que se llame a sí mismo Rey.”

Antes de que Jircniv pudiera responder, el Sumo Sacerdote del Dios del Fuego continuaba.

“Sin embargo, no podemos derrotarlo en batalla, así que debemos encontrar algún otro modo de destruirlo.”

“Traiciónenos si desea, oh Emperador, usted que ha sido seducido por el poder de la maldad.”

Esa declaración, hecha por el Sumo Sacerdote del Dios del Viento, claramente ilustraba la hostilidad que sentían hacia Jircniv.

Esto era extremadamente malo.

Los templos no podían influenciar al gobierno. Sin embargo, podían decidir excomulgar al Emperador que estaba confabulado con el enemigo universal, los no-muertos.

Él no podía eliminarlos, porque los templos estaban a cargo de las curaciones y también porque eran los salvadores de las almas de las personas.

Si hacía eso, el Imperio se desmoronaba desde dentro.

Para Jircniv, ese único movimiento ejecutado por Ainz Ooal Gown se sentía como el golpe de la guadaña de la muerte. Incluso si no hacía nada, el Imperio colapsaba. Entonces, el Reino Hechicero encontraría una razón para venir por ellos.

Si Jircniv fuera el que estaba haciéndolo, usaría una excusa al estilo de “Enviaremos tropas para mantener la paz porque nuestro país aliado está en caos.”

A juzgar por sus reacciones, la Teocracia Slane no iba a censurar al Reino Hechicero por hacer eso. El Reino no tendría la fuerza para hacer nada sobre ello, mientras que la Alianza de Ciudades-Estado tomaría un largo tiempo para hacer tal declaración.

¿Qué tipo de incentivos podía ofrecer para remover las dudas de sus corazones? O más bien. ¿Para que sigan cumpliendo con sus compromisos aun si tenían dudas?

Jircniv siempre le había dado prioridad a ese tema en su corazón cuando hablaba con otros en su condición de Emperador. La forma más simple de hacer que las personas actuaran era apelar a sus deseos. Jircniv había crecido sabiendo que ésta era la forma correcta de ver las cosas. Había tantos humanos que eran gobernados por el deseo de una cara bonita que difícilmente resultaba sorprendente.

Sin embargo, en este momento, Jircniv no podía encontrar una respuesta.

Ahora que los otros pensaban que él había traicionado a la humanidad para trabajar con los no-muertos, no había nada que podía ofrecerle a la otra parte.

Todo lo que podía hacer era contar su versión de los hechos con seriedad y sinceridad.

“Por favor permítanme decir una última cosa. La astucia de ese tipo sobrepasa la mía. Estos acontecimientos bien podrían ser cosa suya. …Aunque sé que yo no creería eso si estuviera en sus zapatos… En verdad, no los vendí. Y aunque no crean esto tampoco, como ser humano deseo decirles una cosa. El reinado del Rey Hechicero es muy misericordioso. La gente de E-Rantel todavía vive en paz.”

“Pero no tenemos idea de cuánto durará eso. ¿No es cierto?”

“Tal vez. Pero por el momento, al menos, están seguros. Si luchamos una guerra que no podemos ganar, nuestro país descenderá inmediatamente por el camino a la aniquilación. Así que espero que piensen cuidadosamente y que no tomen ninguna decisión apresurada.”

Los dos Sumo Sacerdotes se miraban el uno al otro.

Entonces, su anterior hostilidad hacia Jircniv parecía suavizarse un poco.

“…Es posible que hayamos sido demasiado emocionales. Si esa criatura no-muerta es realmente como cuentan los rumores, no podemos descartar la posibilidad de que todo esto podría haber sido parte de su plan. Entonces, puede que nos reunamos nuevamente, si ése es el destino.”

“Gracias. Y antes de eso, tengo un pedido. Sin importar qué, por favor observen a ese tipo luchar en el Coliseo. Si pueden ver alguna forma de derrotarlo, por favor díganmelo.”

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Jircniv agachaba la cabeza.

Incluyendo las conspiraciones, no había forma de vencer a Ainz en una batalla de ingenios. El corazón humano era la única carta del triunfo que les quedaba a aquellos que querían luchar con él en iguales condiciones.

De abajo venían ovaciones y Jircniv se daba la vuelta para verlo.

“…Buena suerte, Lord Marcial. ¡Oh, dioses!”

Jircniv oraba en serio por la victoria del Lord Marcial.

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