Overlord

Volumen 10: El Gobernante de las Conspiraciones

Capítulo 2: El Reino Re-Estize

Parte 3

 

 

Desde más o menos el último mes, Philip sentía que era uno de los hombres con más suerte del Reino.

Indiscutiblemente era el hombre más afortunado entre ellos, si lo decía el mismo. Sin embargo, la modestia era una virtud. Además, podía haber otros nobles con más suerte que él mismo, así que sería mejor no hablar en términos absolutos.


(Nobles…eh.)

Philip intensificaba su sonrisa mientras desarrugaba su ropa.

Ésta era sólo la segunda vez que había participado en una fiesta de nobles como ésta. Sin embargo, tal vez debía decir que esto era de esperarse de una cena de gala organizada por la Familia Real. La decadencia misma de este evento opacaba a la que había asistido anteriormente.

El atuendo formal de los otros invitados parecía mucho más costoso que el de los de la fiesta anterior. ¿Cuánto habían costado sus trajes, de todos modos? Philip le daba un vistazo a sus propias ropas y comenzaba a sentirse un poco frustrado.

Como pensaba, la clase alta de los nobles realmente tenía ropas impresionantes.

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Todas las mujeres en sus lujosos vestidos tenían sonrisas en la cara, pero ¿Eran sonrisas burlándose de él por su simple atuendo? Philip no podía evitar pensar de esa forma, incluso sin ninguna base para tales pensamientos. Cuando miraba alrededor se imaginaba a todos los nobles que lo rodeaban riéndose de él.

(Todo porque no había dinero.)

Si su territorio era más rico, él hubiera podido obtener mejores ropas. Sin embargo, para empezar el territorio de Philip no era próspero. Incluso la ropa que llevaba ahora había sido apresuradamente hecha al cocer juntas las ropas formales de su hermano mayor. Como resultado, seguían sintiéndose un poco apretadas alrededor de los hombros.

(Bueno, el dinero era escaso ya que los jefes de familia ahora eran inútiles. Así que una vez que me convierta en jefe, haré más rico a mi territorio.)

Philip era el tercer hijo de una familia noble.

De manera similar a los plebeyos, los hijos terceros no eran personas particularmente bienvenidas en una familia noble. Sin importar que tan rica era la familia, dividir los bienes múltiples veces terminaría por debilitarla. Por lo tanto, todo era heredado por el hijo mayor. En este aspecto, los nobles seguían el mismo principio que los plebeyos.

Tal vez una familia más adinerada podía ser capaz de dejarle algún apoyo económico a un tercer hijo. Tal vez podían contar con sus conexiones con otras familias nobles y dejarlo en adopción. Sin embargo éste no era el caso para la familia de Philip.

Una vez que el hijo mayor cumplía la mayoría de edad, en otras palabras cuando las posibilidades de que muriera por alguna enfermedad disminuían considerablemente, el tercer hijo, en este caso Philip se volvía innecesario para su familia.

¿Le daban algo de dinero y lo echaban de casa? ¿O tal vez lo enviaban a vivir con una familia pobre a que trabajara como un campesino? Sólo podía ver tragedia aguardándole en ambas opciones. Sin embargo las cosas no se habían desarrollado de esa forma. En su lugar él estaba haciendo su debut en un gran baile de la alta sociedad.

Era por eso que Philip se sentía afortunado.

El que tenía poca suerte era su hermano mayor, el segundo hijo, que moría por una enfermedad antes de llegar a la mayoría de edad.

Ya que el mayor de ellos el primer hijo, era un hombre para entonces su otro hermano el segundo ya no tenía valor. Además, el suyo no era un feudo adinerado y sólo podían usar hierbas en lugar de sacerdotes para tratarlo. Al final, su condición daba un giro para peor y quedaba inválido.

En éste punto, Philip se había elevado a la posición de reemplazo. Su valor se había incrementado del de un campesino al de un mayordomo.

Cosas como éstas eran comunes.

Sin embargo lo que había catapultado a Philip a la clase alta era el resultado del siguiente golpe de suerte que tenía.

Varios años después, luego de llegar a la adultez, era tiempo de que el hermano mayor de Philip tomara el mando del patrimonio familiar. Entonces se desataba esa guerra con el Imperio. Si hubiera sido como la de años anteriores, habría terminado luego de unos cuantos golpes y rasguños. Por lo tanto era una forma segura de obtener un registro de batalla y puntos de orgullo para la familia de uno por haberse comprometido a llevar hombres a la batalla.

Sin embargo, su hermano mayor no había regresado.

Había sido consumido por la magia del Rey Hechicero y había muerto con los veinte plebeyos que habían ido con él.

Philip no podía olvidar el momento de alegría que sentía cuando oía las noticias. Era la felicidad que había estado cultivando desde que se había convertido en reemplazo.

Su cuerpo estaba desaparecido y también el traje de armadura completa heredado de generación en generación por sus ancestros. Sin embargo, ése no era un gran problema. Una vez que sus dominios se hicieran más ricos, él haría un nuevo traje de armadura para sí mismo. Lo más importante era que el título de heredero había pasado de inalcanzable a prácticamente suyo.

También sucedía en el instante perfecto.

Si su hermano hubiera muerto después de heredar el patrimonio de la familia, Philip habría tenido que dedicar su tiempo a esperar que su sobrino se hiciera un hombre. Sin embargo, ya que su hermano había muerto sin reclamar su herencia, su señorío ya era un trato cerrado.

Era como si el Rey Hechicero había hecho todo lo posible por arreglar todo esto para Philip.

Debido a eso, Philip incluso sentía algo como una pizca de buena voluntad para con el Rey Hechicero al que nunca antes había conocido. Si sólo pudiera manifestarle su gratitud directamente al emisario del Rey Hechicero.

Adicionalmente…

(Es cierto. Voy a aprovechar mi racha de suerte. ¿Cómo podía dejar pasar ante mis ojos una oportunidad tan buena?)

El corazón de Philip ardía como una fogata.

Lo único en lo que podía pensar era que su padre y su hermano mayor eran un par de idiotas luego de ver lo que habían hecho todo este tiempo. ¿Por qué no hacían esto? ¿No traía más beneficios? Por supuesto, nunca les decía nada parecido de frente.

Eso se debía a que ninguna de las ganancias hechas llegarían hasta él. Tampoco ningún prestigio sería suyo por hacer eso. Debido a eso por un largo periodo de tiempo, Philip había preparado ideas sobre cómo administrar su feudo y las guardaba en su corazón.

(Buscaba que los otros nobles supieran que era el quien merecía este título. Buscaba que su Padre supiera del pésimo gusto que había tenido al escoger a su hermano mayor. Vendiendo el trigo y vegetales de buena calidad a aquellos mercaderes… No. ¿Qué debería hacer? Eso llamaba mucho la atención. ¿Qué tal si mi propuesta revolucionaria era robada por otros? De todos modos, no había dinero sin comercio. Necesitaba encontrar mercaderes confiables y de labios herméticos. En otras palabras, no ese tipo.)

La cara de Philip se retorcía cuando recordaba el rostro de ese mercader.

El desagradable recuerdo de ese hombre sobrepasaba la alegría que sentía de poder estar en este lujoso salón.

(¡Cómo se atrevía a menospreciarme! Aunque tenía que soportarlo por ahora. Lo iba a echar a patadas una vez que encontraba un mejor mercader en la Capital Real. ¡Ya tenía mis propias conexiones!)

Philip ya había encontrado sus propias conexiones en el bajo mundo durante las pocas semanas que había pasado en la Capital Real. Su orgullo hacía a un lado el descontento de su corazón.

(Era de esperarse de mí. Ya tenía todo mi camino marcado. Iba a enriquecer mis tierras y ha obtener una gran fortuna. Esos idiotas que me menospreciaban ahora iban a ver quién era el verdadero idiota.)

Mientras Philip estaba imaginando su glorioso futuro dorado, una voz masculina le llegaba a través del salón.

“¡Damas y caballeros! ¡Les presento al líder de los enviados del Reino Hechicero, Albedo-sama!”

En ese momento, la orquesta del gran salón dejaba de tocar sus instrumentos y la atmósfera de jovialidad en el aire se extinguía.

A juzgar por los ruidos, parecía que el maestro de ceremonias acababa de anunciar a la estrella del festín que la Familia Real estaba celebrando.

“Albedo-sama sirve como la mano derecha de Su Majestad el Rey Hechicero en el Reino Hechicero y comanda una posición equivalente a la de un primer ministro como Supervisora de los Guardianes. Albedo-sama nos honrará ella sola esta noche.”

La suave voz de una mujer decía.

“¿Eh, sola?”

Un noble de apariencia adinerada parado cerca la regañaba con un…

“Silencio.”

Philip se sentía ligeramente sorprendido por esto.

(Venir solo está muy bien. ¡Pero pensar que alguien así era enviado como emisario! ¿El Reino Hechicero realmente tenía grandes esperanzas para el Reino?)

Mientras Philip se preguntaba qué tipo de hombre sería este emisario miraba a las puertas junto a las que se encontraba el maestro de ceremonias.

“Entonces, démosle la bienvenida a la líder de los enviados. ¡Albedo-sama!”

Cuando las grandes puertas se abrían, el salón entero enmudecía.

Una mujer parecida a una diosa se encontraba allí. Sus rasgos perfectos eran más hermosos que los de cualquier plebeya, más hermosos que los de cualquier ramera en los prostíbulos del Reino, más hermosos que los cualquier mujer que Philip había visto antes. Por supuesto, la Princesa que había visto hace poco era linda, pero Philip prefería lo que estaba viendo ahora.

Sus ropas eran hermosas también. Su vestido de platino era acentuado por los ornamentos de cabello dorados, mientras que la parte inferior de su vestido estaba cubierta con lo que parecían ser alas de plumas. Su reflejo en las luces mágicas del techo hacía parecer como si estuviera brillando.

Philip miraba a la mujer que había hablado antes. Se encontraba de pie en su lugar con una expresión idiota en la cara.

(¿Qué era esto, qué era esto? ¿Era ése el tipo de expresión que debía tener la compañera de algún noble de renombre? Se veía justo como una plebeya al borde del camino.)

La euforia que sentía ante la victoria del Reino Hechicero, al que se sentía inclinado favorablemente, hacía que la alegría de la victoria surgiera en su corazón.

“Saludamos su presencia, Albedo-dono.”

Ranpossa III se ponía de pie para darle la bienvenida a Albedo.

“Su Majestad, estoy muy agradecida por este recibimiento.”

Philip sólo podía ver un lado del rostro de Albedo, pero cuando veía la tierna sonrisa de Albedo, era muy consciente de una cosa.

(Su belleza estaba más allá de las palabras…)

“Espero me perdone por tomar asiento, debido a mi edad. Entonces, nobles del Reino. Nuestra invitada principal ha llegado. Por favor, diviértanse al máximo esta noche. Entonces, Albedo-dono, espero que también pueda divertirse.”

“Le doy las gracias, Su Majestad.”

Albedo le sonreía dulcemente.

Él le echaba un vistazo a la mujer noble de hace un momento y veía que murmuraba algo sobre que “ella no había agachado la cabeza” o algo en ese sentido. Philip hacía a un lado a esa ridícula mujer y a sus estúpidas palabras y en su lugar deleitaba sus ojos con la belleza de clase mundial.

Dejaba grabada en su mente la imagen de ella hablando de cerca con la Princesa Renner.

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(Si sólo pudiera hacer mía a esa mujer…)

Él entendía que era una tarea muy difícil. Sin embargo cuando lo pensaba no era algo completamente imposible.

(Una vez que mi feudo sea rico, los otros nobles comenzarán a presentarme a sus hijas. Mientras más rico me vuelva, mejores serán las chicas. ¡Incluso esa Princesa e incluso esa emisaria no serían imposibles!)

Philip sentía una ola de calor que surgía de la parte inferior de su cuerpo.

(Bueno, los Grandes Noble usualmente tenían una concubina o tres… el mejor de los casos sería si podía disfrutar a esas dos bellezas al mismo tiempo.)

Philip miraba de acá para allá entre Renner y Albedo.

Philip se apresuraba a tomar una bebida de las cercanías antes de que sus fantasías se descontrolaran. Sería muy malo si tenía una erección en este lugar. La refrescante sensación de la bebida deslizándose por su garganta le ayudaba a recobrar algo de calma.

(Ahora que lo pensaba. ¿Cómo hacían este hielo? Se trataba de magia…)

Las únicas personas en el territorio de Philip que podían usar magia eran los sacerdotes. Aunque podían curar enfermedades requerían dinero para hacerlo. Si tenían que hacer hielo pedían un pago apropiado.

(Ya que estaban en mis dominios, la próxima vez haría que me curen gratis. ¡Un simple residente se atrevía a cobrarle a su señor. Qué ridículo!)

Philip tomaba nota mental de esta nueva forma de encargarse de los sacerdotes en el futuro.

Aguardaba con interés empezar a trabajar en sus dominios una vez que regresaba. Podía imaginar todas sus brillantes ideas cuando eran puestas en acción e iluminando su vida con un resplandor dorado.

(…¿Quee?)

Cuando miraba de vuelta a Albedo, veía que estaba sola.

Había muchos nobles alrededor, pero nadie sabía cómo acercarse a ella.





(El Reino Hechicero, eh… ¿Qué será del Reino después de esto?)

A Philip no le importaba en particular lo que sucedía en el Reino, pero sería problemático si eso afectaba su territorio.

Si era así…

Philip sentía un escalofrío ante la idea que acababa de tener.

(…Oye oye, no había pensado antes cosas tan peligrosas. Era sólo que… bueno, no era exactamente una mala jugada. ¿Cierto? Cómo decir esto… no podía creer que nadie haya pensado en algo como eso…)

Miraba un lado del rostro solitario de Albedo.

(Era inútil ser el tercero. No tenía sentido ser el segundo. Lo más importante era el primero.)

Ya que nadie hablaba con ella, la emisaria del Reino Hechicero se veía como si hubiera sido marginada. Philip había leído que las mujeres eran bastante vulnerables a este tipo de cosas.

(Se daba valor para hacerlo. Tenía que tomar riesgos para obtener beneficios. La oportunidad de ser grande se había presentado porque todo había cambiado. Era un hombre afortunado, así que debía hacer buen uso de la suerte.)

La familia de Philip siempre había estado sometida a una facción, pero normalmente se encontraban en la cola de dicha facción. Los beneficios que podía obtener al estar ligado a esa facción eran limitados.

Entonces, recordaba algunas palabras que había oído hace poco. Cierta señora muy delgada había dicho. “¿Por qué no formas una facción propia?”


Lo había decidido. Philip dejaba la copa de vino que había estado sosteniendo todo este tiempo.

Era diferente al vino aguado que siempre había bebido en casa. Sentía que su garganta y estómago le quemaban. Como impulsado por el calor que surgía de su abdomen, Philip daba un paso al frente.

“Albedo-sama. ¿Le importa si la interrumpo?”

Gracias a su voz, Albedo le regresaba la sonrisa.

El rubor en el rostro de Philip no se debía sólo al vino.

“Ara. ¿Cómo le va…?

Sus cejas se fruncían por un momento, como si estuviera absorta en sus pensamientos. Philip se daba cuenta de inmediato de qué era lo que ella buscaba.

“Soy Philip.”

“¿Oh? Ah, Señor Philip. No, Philip-sama. Es un honor conocerlo.”

“El placer es sólo mío, Albedo-sama. Nada podría deleitarme más que conocerla.”

Philip estaba muy consciente de que el aire alrededor de él parecía haber cambiado.

Una rápida mirada a un lado revelaba que los nobles de alto rango tenían miradas de asombro en el rostro.

Él no podía contener la alegría en su interior cuando se daba cuenta de que todos los ojos en la cena patrocinada por la Familia Real estaban sobre él.

(¡Ahora, ahora era, era el centro de atención!)

Y pensar que él, que sólo había comido alimentos fríos en el pasado, era ahora el centro de la atención de estas personas que se encontraban en la cima del Reino. Cuando pensaba en eso, una emoción inesperada se apoderaba de Philip.

(La emoción le embargaba. En su mente se repetía…¡Así es! ¡Soy Philip! ¡Mírenme! ¡Miren al hombre que será la figura central en el Reino!)

Philip se devanaba los sesos y entonces hacía la apuesta más arriesgada de su vida.

A continuación invitaba a Albedo a un baile que celebraría en unos cuantos días.

***

 

 

“¡Idiota!”

Ese grito y reprimenda extinguía la emoción de Philip. Sin embargo, al mismo tiempo encendía una llama en su corazón. Era un fuego que parecía consumir el combustible que Philip había mantenido oculto en su corazón toda su vida.

Philip miraba con desprecio al hombre canoso ante él.

“¡No te envié para que hicieras algo así! ¡Imbécil!”

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Philip suspiraba mientras su padre le preguntaba sobre la cena en el Palacio Real.

“En primer lugar, esa invitación a la cena Real nunca hubiera llegado por sí sola a nuestra casa. ¡Trabajé hasta el cansancio para conseguirla para que pudieras expresarle tu gratitud a los Condes y a los otros nobles al mismo tiempo que te dabas a conocer a ellos!”

Las cenas de la Familia Real reunían a mucha gente de ambas facciones. Cuando esto sucedía, el hecho del cambio del jefe de una familia probablemente no sería mencionado. Por lo tanto, nadie le prestaría atención a ese hecho y él sería rápidamente aceptado por los demás. Después de eso, una vez que ya lo habían reconocido tácitamente, sería muy difícil que ellos pudieran protestar a ese hecho.

En otras palabras, el padre de Philip no tenía ninguna fe en sus habilidades. Sentía que si el intentaba presentarse de la manera normal a los otros miembros de su facción, habría cometido algún error.

Cuando Philip se daba cuenta de esto, se esforzaba por suprimir el enojo dentro de él y mostraba una sonrisa falsa.

“No, no, Padre. No te preocupes tanto. Estaba haciendo esto por nuestra casa…”

“…¿Qué quieres decir con nuestra casa? ¡Lo que has hecho es completamente absurdo!”

Qué quería decir con absurdo. Philip se quejaba en su corazón. Todos los demás eran cobardes sin el coraje para moverse, así que ¿Por qué no dar el primer paso?

¿Se suponía que debía pretender ser cortés con todos esos cobardes incompetentes y quedarse en este patético lugar por el resto de su vida?

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“¡Padre! ¡Piensa un poco! ¡Aunque el camino que une al Rey Hechicero y al Reino es bastante largo, nuestras tierras están en el medio! Si el Reino Hechicero va a la guerra con el Reino, definitivamente nos veremos envueltos en el problema. Por lo tanto, debemos forjar buenas relaciones con el Reino Hechicero. ¿O no?”

“¡Eres, eres un idiota!”

La cara de su padre estaba aun más roja que antes.

“¡Esos bastardos del Reino Hechicero mataron a tu hermano! ¡Y tú quieres trabajar con ellos! ¡¿Eso no es traición contra el Reino?!”

¿Y qué? Pensaba Philip.

Ya que el Reino Hechicero era más fuerte. ¿Qué problema había en traicionar al Reino? Todo lo que necesitaba era jurar vasallaje al Reino Hechicero. ¿Había algo malo en seguir a los fuertes? ¿Quién tenía derecho a recriminarlo por ello?

“¡¿En qué demonios estás pensando?!”

Philip no podía evitar sentirse frustrado por la necedad de su padre.

El hecho de que en verdad tenía que explicarle cosas que eran muy evidentes le parecía algo terriblemente estúpido. Sin embargo, tenía que hacerlo.

“Es simple, Padre. Esto es por m…”

Se tragaba la palabra “mi” en el momento en que la pensaba y evitaba pronunciarla. Tarde o temprano eso sería cierto. Por ahora no necesitaba decirlo.

“…Nuestros dominios. Es para proteger nuestro feudo. El Reino Hechicero es abrumadoramente poderoso. Mucho más que el Reino. Siendo ése el caso, no debería ser extraño si atacan al Reino. Ésta es una forma de librarnos cuando llegue ese momento.”

“¡Cheh! ¿Qué quieres decir con librarnos? ¿Qué crees que pensarán todos los señores que nos rodean cuando oigan sobre lo que has hecho?”

“No vendrán a atacarnos, no en estos tiempos.”

Muchas personas en los dominios de Philip habían muerto debido a esa batalla. Lo mismo les había pasado a los dueños de las tierras que los rodeaban. Por lo tanto, no tenían la fuerza extra necesaria para atacar los dominios de Philip.

“¿No tomaste en cuenta algo más?”

“¿Ah?”

Respondía Philip. No tenía idea de lo que su padre quería decir.

“Es por eso que digo que tus pensamientos son superficiales. Actúas como si tus fantasías fueran ya realidad. Esto es…”

“…Creo que debería detenerse allí por ahora.”

Interrumpía el hombre que todo este tiempo había estado de pie detrás de su padre.

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Él era el mayordomo que había servido a su padre todo este tiempo. A Philip no le gustaba ese hombre, que era de los del tipo que no dejaba que nadie viera sus sentimientos. Era unas de las personas que Philip planeaba echar luego de haber solidificado su posición como el heredero de la familia.

Su padre se esforzaba por mantener su respiración bajo control una vez que oía las palabras de su mayordomo. El color rojo en su rostro se desvanecía, dejando atrás una cara pálida y anémica.

“…Haaah. Hah. Philip. Tengo una pregunta para ti. ¿No temes hacer enemigos de los nobles que nos rodean?”

“No hay nada que temer. ¿No?”

Su padre hundía los hombros por la decepción. Esa respuesta provocaba frustración e inquietud en Philip.

¿Se le había escapado algo? De todos modos, no podía pensar en qué ángulo podía ser ése.

“Muchos hombres jóvenes murieron en la batalla de las Planicies Katze. Esto traerá todo tipo de problemas en los próximos años. Por lo tanto, los nobles de alrededor necesitarán trabajar juntos en una relación cooperativa. Estos dominios producirán comida, esos dominios tejerán ropa. Nadie es lo suficientemente grande como para ser autosuficiente, ni tampoco nos queda mucho dinero. Bajo estas circunstancias. ¿Quién ayudará a una familia que activamente busca obtener el favor del Reino Hechicero?”

La espalda de Philip se empapaba de un sudor frío. Su padre tenía algo de razón.

“Lo sabes también. ¿Cierto? Nuestros dominios no producen nada que los otros no produzcan también. No tenemos bienes únicos que exportar. Por lo tanto, ellos no tendrán ningún problema en echarnos fuera de su cooperativa.”

Philip se devanaba los sesos. Tenía una buena cabeza sobre los hombros. Debía poder ser capaz de refutar cualquier cantidad de las estúpidas declaraciones de su padre.


“Es por eso que tenemos que depender del Reino Hechicero, Padre.”

Su padre le pedía que continuara.

“Una vez que construyamos relaciones con el Reino Hechicero, haremos que nos apoyen.”

“…Entonces deja que pregunte algo. Si tú fueras del Reino Hechicero. No, si tú fueras el rey de cierto país y un pueblo de un país con el que estás en guerra te pidiera comida. ¿Se la darías?”

“Por supuesto. Si fuera yo, definitivamente lo haría.”

“…¿Y por qué lo harías?”

“¿No es obvio? Al hacerlo, les demostraría a todos que soy un gobernante compasivo.”

“…¿Y aparte de eso?”

“…Nada más.”

Su padre se quedaba con la boca abierta. Debía estar impresionado. Sin embargo, ese tipo de reacción era bastante extraña. Después de todo, el Rey Hechicero seguramente quería ser conocido como un gobernante compasivo particularmente porque el Reino Hechicero había sido fundado en E-Rantel y en las zonas rodeando esa ciudad. Él sin duda quería hacer algunas concesiones para que se calmaran.

“Ya veo… así que eso es lo que has estado pensando. Bueno, si fuera yo, sin duda enviaría ayuda también, con el objetivo de generar casus belli para invadir al otro país. Después de eso, le declararía la guerra al Reino, bajo el pretexto de liberar ese pueblo que el Reino estaba oprimiendo.”

“Imposible. Son ideas fantasiosas. Además, ese tipo de causa nunca funcionaría.”

“¿En serio? y dime ¿Por qué crees que es imposible?”

“Retrocedamos un poco aquí. Asumamos que realmente es como dices, Padre. ¿No sería esa otra razón más para profundizar nuestras relaciones con el Reino Hechicero?”

“Tú…”

Su padre se había quedado sin palabras.

“¿Es que no tienes el mínimo orgullo como noble del Reino?”

“Por supuesto que lo tengo. Sin embargo, sería mejor no tenerlo que ser destruido. ¿No?”

“Hablas del rey demonio que asesinó a tu hermano y a incontables personas del Reino con magia aterradora. ¿Cierto? Éste es el rey que estás proponiendo.”

“Estábamos en guerra, padre. ¿Qué diferencia hay si mueren por una espada o por un hechizo?”

“…¿Por qué tienes tanta confianza en el rey del Reino Hechicero?”

No era confianza, aunque había algo de buena voluntad allí. Pero lo más importante, ellos no eran más que peones, piezas que Philip utilizaría para mejorar su suerte en la vida.

(¡Un peón! ¡Así es! Para mí, incluso el Rey Hechicero del Reino Hechicero, el cual era temido por todos en el Reino, no era más que un peón en mis manos.)

Philip se emocionaba cada vez más mientras se imaginaba a sí mismo jugando un enorme juego de ajedrez. Uno de de escala nacional.

(Sin embargo, era natural que Padre estuviera preocupado. Dicho esto, si podía refutarlo con tanta facilidad, lo único que eso significaba era que esto era lo único que él podía ver… Aunque, sería mejor discutir el asunto con Albedo-sama la próxima vez que nos veamos.)

“Esto me está cansando…¿Le agradeciste al Conde-sama por la cena? Te estoy preguntando si él te reconoció como el nuevo jefe de la familia.”

Ésa era una de las cosas que Philip no podía aceptar.

Incluso si se trataba del líder de la facción. ¿Por qué tenía que agachar la cabeza ante un conde que no había hecho nada más que ser alguien ajeno?

Era una facultad del jefe de la familia el decidir quién sería el siguiente líder de la familia. No tenía nada que ver con ese conde. Ahora, tal vez si el conde le hubiera prestado su apoyo cuando su hermano estaba vivo y el sólo era un tercer hijo y eso hubiera ayudado a que se convirtiera en el heredero, él podía haberle estado agradecido. Sin embargo no había sido así. Philip había conseguido su posición actual enteramente a través de su propia suerte.

En otras palabras, no había ninguna razón para que él hubiera ido a hacerle reverencias.

En consecuencia, Philip no se había presentado ante el conde para agachar la cabeza y darle las gracias. Sin embargo, si decía eso su padre probablemente se agitaría de nuevo. Ésta era una mentira por el bien de la salud de su padre.

“Por supuesto.”

“Ya veo. Eso es bueno. Ya que hiciste eso, debería de haber alguna forma. Cuando llegue el momento todo lo que tienes que hacer es pedir la ayuda del Conde.”

Con todo eso concretado, justo cuando Philip comenzaba a sentirse cómodo, el mayordomo interrumpía de nuevo desde atrás.

“…Hay un problema más. El asunto que mencionó Philip-sama al comienzo no ha sido resuelto aún. Philip-sama dijo que había invitado a la emisaria del Reino Hechicero a un baile organizado por esta familia…¿Qué debemos hacer sobre eso?”

“¡Es verdad, Philip! ¿Qué estabas pensando? ¡Nuestra familia no posee un lugar para ofrecer un baile!”

Todos los dueños de tierras poseían propiedades en la Capital Real.

Había pequeñas mansiones reservadas para sus visitas a la Capital.

Por supuesto, no eran tan pequeñas como las casas de los plebeyos. Sólo podían usarlas unas cuantas veces al año, pero eran también una señal del poder de la nobleza. Por lo tanto, tenían que ser lo suficientemente grandes como para acomodar al séquito que los señores trajeran consigo. Sin embargo, no eran mucho más grandes que eso y el interior no era lo suficientemente grande para un baile.

Sin embargo, ese problema ya había sido resuelto.

“Todo está bien. Es verdad que nuestra propiedad no puede albergar tal evento, pero ya me ocupé de rentar otro lugar.”

“¿Ohh, podría tratarse del Conde?”

Philip agitaba la cabeza ante la ligera alegría que florecía en el rostro de su padre.

“No, este lugar le pertenece a alguien que conozco en la Capital Real. La señora allá dijo que podía prestármela. El hecho es que hablé con ella antes de venir acá y ella me aseguró que no habría problemas.”

“¿Y qué tendremos que dar como pago?”

Philip suspiraba interiormente ante la pregunta del mayordomo.

Así que eso era lo primero que preguntaba, eh.

“Será gratis.”

“¿Gratis, dices?…¿Eso es siquiera posible?”

“Sí.”

Las palabras de la señora venían a la mente de Philip: “Tengo grandes expectativas sobre su futuro, así que invertiré en usted. Sin embargo, espero que en el futuro pueda recompensar mi amabilidad.”

“No creo que tan buena fortuna cayera sobre ti así como así…¿Podrías haber sido engañado?”

El interior de Philip ardía de rabia, pero él sabía que su padre confiaba ciegamente en el mayordomo, así que no podía reprenderlo por el momento.

“Le deberé un favor, pero ya que prometí regresarle ese favor, todo estará bien.”

“…Así que no hay problemas con el lugar, pero ¿Que hay sobre las invitaciones? ¿Deberíamos hacer que el Conde las mande?”

¿Qué estaba diciendo? Pensaba Philip. Este evento se estaba llevando a cabo por su familia para elevar su reputación. ¿Por qué, después de invertir tanto trabajo y preparación, tendría él que entregarle la parte más beneficiosa a otros?

(Así que ésa era la mentalidad de un esclavo hablando. Qué triste… No quiero terminar como él.)

“Todo estará bien. Le he pedido a la señora que me prestó el lugar para que me ayude con el trabajo de preparación. Por supuesto, yo decidiré la lista de invitados.”

“…De todos modos, podría ser muy grosero no permitir que el Conde le dé el visto bueno. Todavía no es muy tarde para pedir la ayuda del Conde. Además ¿Realmente sabes qué familias invitar sin causar ofensas?”

“Lo sé, hasta cierto punto y pretendo invitar a algunas personas especiales esta vez. La señora ya me ha dado sus nombres.”

“Tú…”

Los ojos de su padre se llenaban de duda.

“…¿Has sido manipulado por las palabras de esa señora?”

“¡Padre! ¿Cómo puedes decir eso? ¡Ésta idea fue mía e hice que sucediera!” Es verdad que tuve que prestarme algo de ayuda para conseguirlo. Pero esa señora estuvo de acuerdo en que mi plan tenía méritos luego de oírlo…¡Lo que significa que vio que mi plan podía tener éxito y sintió que yo podía pagar el precio apropiado! ¿Qué has estado pensando todo este tiempo? ¡Bajo circunstancias normales, deberías estar dándome todo tu apoyo como el siguiente jefe de la familia!”

Eso era cierto. La señora había dicho. “Estaré complacida de prestarle ayuda si permite que varios de los nobles a los que soy cercana asistan también.” Era debido a que ambos tenían una relación de mutuo beneficio que él había ido a pedir su ayuda. Él definitivamente no estaba siendo manipulado ni nada como eso.

Ella era completamente diferente a ese conde que controlaba a su padre, que se robaba todas sus ganancias y que lo dejaba sin nada.

Tu has sido el que ha estado siendo controlado, quería decir Philip.

“…Perdóname. Pero ¿Podrías decirme el nombre de esa señora?”

Philip contenía su rabia. Después de todo, estaba hablando con alguien que aún no había dejado de lado su naturaleza de esclavo. Tenía que abrir su corazón y tomar todo esto con calma.

“Su nombre es Hilma Cygnaeus. ¿Has oído ese nombre antes?”


“No, nunca antes he oído de ella. ¿Qué hay de ti?”

El mayordomo negaba con la cabeza. Philip estaba orgulloso de haber logrado conocer a alguien que ni siquiera su padre, que tenía un largo tiempo inmerso en le sociedad de la nobleza, conocía.

“Preguntaré la opinión de la señora sobre el asunto del Conde. Dejarla de lado y pedir la ayuda del conde en su lugar podría causar problemas. ¿Alguna otra cosa, padre?”

Su exhausto padre no tenía una respuesta para esto.

Aunque estaba un poco insatisfecho, Philip comenzaba a llevar a cabo su plan. El siguiente paso era enviar la invitación para la emisaria del Reino Hechicero, la Señorita Albedo y luego pensar en cómo consolidar su posición desde ese punto.

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