Overlord

Volumen 9: El Lanzador de Magia de la Destrucción

Capítulo 3: Otra Batalla

Parte 3

 

 

Los rítmicos golpes de tambores pesados hacían eco en el campo de batalla al lado del pueblo. En el momento en que miraba en dirección de donde venía el sonido, sus ojos se abrían de par en par. Una formación de alrededor de cinco mil hombres marchaba rítmica y disciplinadamente.

Tanto los pobladores como el Príncipe Barbro pensaban que eran refuerzos para el Príncipe. La única diferencia era si sabían o no de alguien que podía enviar estos refuerzos. Sin embargo, todos cambiaban de parecer luego de mirar de cerca.

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La formación estaba compuesta de goblins. Los semi-humanos llamados ‘goblins’ eran más pequeños que un humano promedio y aproximadamente tenían la altura de un niño. Sin embargo, el aura que proyectaban les hacía verse más grandes de lo que eran realmente.

Sus cuerpos estaban cubiertos por armaduras de acero y sus bien cuidadas armas brillaban con letalidad. Estos eran equipamientos dignos de verdaderos guerreros. No eran una milicia sino un ejército compuesto de soldados profesionales.

“¡Ahora! ¡Todos los que queden con vida corran como alma que lleva el diablo! ¡Son los refuerzos! ¡Tenemos refuerzos! ¡Corran hacia ellos!”

Jugem gritaba con fuerza.

Sus identidades eran un misterio. No estaba claro si eran enemigos, aliados o algún tercer grupo sin afiliaciones. Correr hacia ellos sólo porque eran de la misma especie no era una decisión buena en sí misma. El curso de acción correcto hubiera sido correr hacia el pueblo.





Sin embargo, Jugem sentía algo que le decía que eran camaradas. Un sentimiento de que ellos de algún modo servían al mismo amo. Un sentimiento que le decía que les darían la bienvenida.

Los sobrevivientes del Pueblo de Carne corrían hacia el ejército goblin sin dudarlo.

El cerco perdía su fuerza con cada paso que daban. Aunque el ejército sabía que debía perseguirlos se estaban demorando. Era natural. Acercarse sin cuidado a un ejército tan disciplinado era una decisión estúpida.

Había otras dos razones por las que habían permitido que los pobladores escapen. La primera era porque el campamento principal había dado la señal de retirada, luego de decidir que era momento de reformar sus filas antes que perseguirlos. La otra razón era porque tenían miedo de las posibles represalias de perseguir a los miembros de la misma especie del nuevo ejército.

Los goblins recibían a Jugem y a los otros que habían escapado con todas sus fuerzas. Jugem y compañía se tambaleaban por entre unas brechas en la formación y el ejército las cerraba una vez que habían ingresado. Era como una puerta de acero cerrándose.

Jugem miraba alrededor a sus camaradas agotados, tendidos en el suelo. No había nadie que estuviera ileso y muchos se habían desmayado luego de alcanzar la seguridad de la protección del ejército. Aún para Jugem, el sólo mirar alrededor provocaba que su visión se tornara borrosa. El número de goblins, el número de ogros y el número de pobladores se había reducido desde que había comenzado la batalla.

“Bueno supongo que debería considerarlo afortunado…que más de la mitad de nosotros sobrevivimos. ¡Konaa!”

Llamaba al único goblin capaz de usar magia de curación, pero Konaa sacudía la cabeza. Había agotado toda su magia durante el combate.

“Entonces alguien que sepa primeros auxilios…”

En el momento en que Jugem intentaba gritar un goblin sosteniendo un abanico de plumas, con una pañoleta en la cabeza y una larga barba se acercaba a él.

Su actitud hacía que Jugem tuviera la impresión de que era alguien importante en el ejército goblin.

“Jojojo, así que eres parte del séquito de la General Enri. Soy el que está a cargo de este ejército, el Estratega Goblin. Ya que hemos llegado, nadie les hará más daño. Por favor, descansa tranquilo. Los llevaremos al cuerpo médico de inmediato.”

El Estratega Goblin extendía su abanico y un grupo de goblins de apariencia fuerte se acercaba corriendo con camillas.

“Bien, bien, por favor llévenlos allá tan pronto como sea posible. Sería una vergüenza para nosotros si alguien muriese bajo nuestro cuidado.”

Los heridos eran llevados rápidamente.

“Parece que también estás herido. Sería mejor para ti reportarte a la unidad médica y regresar…”

“No, lo siento. Me disculpo, ya que has sido tan amable con nosotros, pero primero quiero saber algo. No estoy tan malherido.”

Luego de asegurarse de que Jugem no estaba haciéndose el valiente, el Estratega Goblin, asentía una vez con la cabeza antes de hablar.

“Por supuesto, era de esperarse del líder del séquito de la General Enri. Qué deseas saber…jojojo. No. Sólo debería haber una cosa que te interesaría mucho más que tu propia seguridad. La General Enri está en la tienda detrás de nosotros. Se pondrá muy feliz si vas a verla.”

“¿Es así? Qué bueno.”

Jugem suspiraba aliviado desde lo profundo de su corazón. Estaba tan aliviado que sentía que su cuerpo perdía las fuerzas y quería colapsar, pero no podía mostrar un espectáculo desagradable a su joven colega.

“Entonces iré para allá. No creo que mi grupo participará de la siguiente batalla tampoco.”

“Jojojo, te agradezco el permitirnos a nosotros los recién llegados la oportunidad de presumir.”

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“Bueno, está bien. Es el trabajo de los veteranos dejar oportunidades para los nuevos.”

“Jojojo, entonces le daré un buen espectáculo a los veteranos. Ahora…lo único que queda es obtener la victoria absoluta. Ordenen que avance la infantería.”

♦ ♦ ♦

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“¡Qué es eso! ¡Estábamos a punto de acabar con ellos! ¡Maldición!”

Barbro abría los ojos de par en par y miraba con rabia a los intrusos que habían arruinado todo.

Nada había salido como lo había planeado. ¿Por qué estaba enfrentando a un ejército de goblins en este pueblo tan pequeño? Quería arrancarse el cabello en un ataque de rabia.

Si éste fuera el ejército Imperial él hubiera estado encantado y hubiera ordenado un ataque inmediatamente, pero sus oponentes eran goblins. Incluso si ganaba ¿Quién reconocería sus logros?

“Mi Príncipe, por favor concédanos permiso de retirarnos.”

Volvía su mirada de odio hacia el caballero que había recomendado este curso de acción. No sabía por qué había aparecido un ejército tan grande en este lugar pero si lograba llevar información útil de vuelta, sus acciones serían evaluadas como útiles.

Sin embargo, si solamente escapaba con el rabo entre las piernas no sería difícil imaginar que se ganaría el sobrenombre de “el príncipe que escapó de los goblins”.

Si perdía, sería “el príncipe que perdió ante goblins”. Las noticias se esparcirían a través de los nobles hambrientos de los últimos chismes y no había nadie en el Reino que no se enterase. A los que no habían estado presentes no les importaría cuan fuertes habían sido esos goblins. Lo único que importaba era qué tan jugoso era el chisme.

Barbro maldecía en silencio a los nobles que se burlaban de él desde un lugar seguro.

“…No permitiré tal cosa. Luchen.”

“¡Mi Príncipe! Mire su inmaculado equipamiento y su perfecta formación. Deben ser soldados de élite que sobrepasan a los goblins de antes. Para un ejército formado de conscriptos como el nuestro, las oportunidades de victoria son escazas. ¡Por favor ordene la retirada!”

Él lo sabía muy bien, incluso si no quería oírlo, pero no había otra forma de proteger su honor más que luchar. Sólo podía esperar que el ejercito goblin fuera sólo apariencias.

“¡Tonto! ¡No entiendes lo peligroso que es ignorar a un ejército así! En este momento, el ejército del Reino está avanzando hacia las Planicies Kattse. ¡Qué harás si atacan E-Rantel mientras está indefensa!”

“Me, me disculpo.”

El único curso de acción era enfrentarlos y luego retirarse si los goblins eran en verdad tan fuertes como se veían. Su objetivo real era luchar contra el Imperio y perder aquí sería indeseable. Por lo menos estaba tan tranquilo como para pensar eso.

Los soldados acababan terminar de reformar sus filas frente a Barbro cuando los goblins comenzaban a avanzar.

El enemigo asumía una formación de línea estándar, de tres filas de profundidad.

Por el contrario, el Ejército Real se encontraba en una formación de ala de grulla. La razón de no emplear una formación de cuña era para maximizar la movilidad de la caballería y porque la formación del enemigo era vulnerable a ataques a los flancos.

La primera línea del ejército de goblins consistía de infantería pesada con escudos tan grandes como para cubrir todos sus cuerpos. Su marcha constante hacia adelante desprendía una presión inmensa, como si una pared se estuviera acercando rápidamente. Barbro sentía la desagradable sensación de sus guanteletes llenándose de sudor mientras sostenía las riendas con más fuerza.

Los reclutas sosteniendo lanzas y la infantería pesada chocaban. El objetivo de la infantería era detener el avance del enemigo mientas que la caballería los flanqueaba por los lados.

Ambas partes se estrellaban entre sí.

Y Barbro podía oír claramente los gritos de los goblins.

“¡Somos… el Cuerpo de Infantería Pesada de Su Excelencia, la General Enri! ¡No piensen que algo como esto puede detenernos!”

Antes de que pudiera siquiera preguntarse quién era la General Enri, los sonidos crujientes de las tropas del Reino llamaban su atención.

Los reclutas estaban siendo empujados hacia atrás por la pared de escudos. Naturalmente, los hombres en la primera fila eran presionados contra los que estaban detrás de ellos y la formación comenzaba a desmoronarse. La caballería a ambas alas era sorprendida y comenzaba a moverse. El ala derecha era más rápida en su respuesta, así que intentaban flanquear al ejército goblin pero diecisiete caballeros, ceñidos en una armadura brillante y plateada montando lobos plateados en lugar de caballos, cabalgaban rápidamente para interceptarlos.

“¡El Equipo de Goblins Caballeros-Paladines de Su Excelencia, la General Enri! ¡Nuestra lealtad le pertenece a la General Enri!”

Los que atacaban el flanco izquierdo estaban montados en bestias que parecían lobos. Los que se encontraban sobre sus espaldas eran goblins y a la cabeza estaba un lobo alado. El goblin montando al lobo alado gritaba y su voz atravesaba los gritos de la infantería y llegaba a oídos de Barbro.

“¡El Cuerpo de Goblins Jinetes de Bestias de Su Excelencia, la General Enri está viniendo por ustedes!”

En medio del caos de la batalla de caballería se oía el sonido de flechas. Cuando Barbro miraba de cerca, innumerables flechas caían sobre su ejército y miraba más de cerca para identificar quién las estaba disparando.

En la segunda fila de enemigos, se encontraban unos goblins sosteniendo grandes arcos y vestidos con ropas de un color rojo llamativo. Los lados derecho e izquierdo de sus cuerpos eran desiguales y parecían balancearse cada vez que daban un paso. El goblin que le había llamado la atención tenía un arco aún más grande que los otros y entonces abría la boca.

“¡El Cuerpo de Goblins Arqueros de Arco Largo de Su Excelencia, la General Enri! ¡No piensen que pueden escapar de nosotros!”

Los ataques a distancia de sus enemigos no terminaban allí. Incontables explosiones mágicas sobrevolaban desde la tercera fila y aunque estaban razonablemente lejos de Barbro, explotaban en medio de las formaciones de su ejército. Flores de fuego carmesí florecían con cada destello y las explosiones serpenteaban por el aire como pétalos de flores. Los soldados conscriptos estaban siendo volados a la izquierda y a la derecha por los continuos ataques mágicos.

Los responsables de esto llevaban capuchas que cubrían sus rostros. En sus manos tenían largas varas que brillaban con una luz misteriosa. El que estaba parado frente a ellos se quitaba la capucha para revelar su rostro arrugado.

“El Cuerpo Goblin de Apoyo Mágico de Su Excelencia, la General Enri. Sientan nuestro poder en su propio cuerpo y sepan que no sólo podemos usar magia de mejora o debilitamiento, sino también magia de ataque.”

Ése no era el único equipo que lanzaba ataques mágicos. Al lado del Cuerpo de Apoyo Mágico se encontraba un equipo vestido de manera similar. Eran pocos, sólo 5 hombres, pero las expresiones en sus rostros eran de la máxima confianza. El goblin que se burlaba más al frente levantaba la voz.

“¡El Cuerpo Goblin de Bombardeo Mágico de Su Excelencia, la General Enri! ¡Nos especializamos en ataques mágicos de área y estamos orgullosos de ser el equipo con mayores capacidades ofensivas!”

“¡Su Alteza!”

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El caballero regresaba ante Barbro. Con un rostro tan desesperado, casi podía adivinar lo que el caballero estaba a punto de decir. Si había lanzadores de magia entonces las capacidades del enemigo eran mucho más grandes de lo esperado.

“¡No podemos evitar su avance! ¡Es imposible! ¡Será sólo cuestión de tiempo hasta que el enemigo llegue aquí! ¡Por favor ordene la retirada!”

No era el momento de considerar si quería retirarse o no. Incluso si ordenaba que todos se quedaran a luchar, los nobles que lo habían seguido hasta ahora darían media vuelta y echarían a correr con el rabo entre las piernas. Hacer que se quedaran sólo provocaría rencores futuros y convertiría a esos nobles en enemigos.

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“Bien. Da la orden de retirada primero al Barón.”

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Él quería ser el primero en escapar, pero eso le daría la reputación de un cobarde que había sido el primero en huir ante los goblins. Le dejaría ese asunto sucio al Barón.

“¡Entendido!”

En el momento en el que el caballero le ordenaba a su subordinado…

“…¿A dónde creen que van?”

Barbro se daba cuenta del peligro que corría su vida luego de oír una voz desconocida a su lado.

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El séquito del Príncipe desenvainaba sus espadas y miraban alrededor buscando el origen de la voz. Lo que aparecía de pronto de entre las sombras eran figuras vestidas con ropas negras. Sus rostros estaban cubiertos con máscaras, pero sus ojos parecían emitir un brillo agudo.

“El Equipo de Asesinos Goblin de Su Excelencia, la General Enri. La razón por la que nos revelamos nosotros mismos de la oscuridad es porque éste será su fin.”

Y otra persona.

El que venía detrás de ellos llevaba una gorra roja, botas de acero y sostenía una larga guadaña, como la encarnación de la muerte.


“El Guardaespaldas Goblin de Su Excelencia, la General Enri, un miembro de los trece Gorras Rojas. Bueno, supongo que ni siquiera tendré la oportunidad de presumir.”

“¡Protejan a Su Alteza! ¡Den la señal de retirada!”

“Demasiado tarde.”

La sombra se movía. Eso era lo único que Barbro podía ver.

La cabeza del caballero desaparecía y la sangre brotaba como una fuente sangrienta de su cuello.

En el momento en que su cerebro registraba lo que estaba viendo, Barbro inmediatamente espoleaba a su caballo al galope. No había tiempo para pensar en una retirada ordenada porque estaba de pie en la encrucijada entre la vida y la muerte.

Mientras huía, podía oír un sonido detrás de él.

“El Cuerpo de Músicos Goblin de Su Excelencia, la General Enri!”

Seguido de los fuertes golpes de tambores goblin que lo perseguían mientras escapaba.

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“…¿Está bien dejarlo ir?”

“Es orden del estratega. Dijo que si matábamos al Príncipe, la batalla no terminaría hasta el último momento.”

“Hmph, Supongo que sí. Si la General Enri muriera, no me detendría hasta que todos los enemigos estuvieran muertos. Era de esperarse del estratega, pensar tantos pasos por delante. ¿No es la misma razón por la que no vamos a exterminar a los soldados?”

“Es correcto. Necesitan volver a la ciudad llevando al príncipe. Puedo entender tus sentimientos de desagrado. También siento lo mismo. Quiero vengarme de ellos por atreverse a atacar el pueblo de la General Enri… Bueno, Gorra Roja-san, encarguémonos de los cadáveres.”

“Supongo. También tenemos que recuperar los cuerpos de los valientes guerreros que lucharon junto al líder de los veteranos.”

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