Overlord

Volumen 9: El Lanzador de Magia de la Destrucción

Capítulo 2: Preparativos Para la Batalla

Parte 2

 

 

Habían pasado dos meses desde la declaración de guerra del Imperio y ahora era invierno.

En los pueblos de todo el Reino la mayor cantidad de trabajo había cambiado del aire libre a lugares cerrados. Menos gente se aventuraba afuera ahora y no muchas personas seguían trabajando. Esto era verdad incluso para los aventureros, que típicamente trabajaban todo el año.


Aunque había casos donde monstruos hambrientos aparecían de pronto en las aldeas y los pedidos de ayuda eran rápidamente hechos, en su mayor parte había menos que hacer. Era más peligroso explorar las ruinas o fronteras desconocidas durante este periodo. Debido a eso los aventureros tomaban esta estación como algo cercano a unas vacaciones y enfocaban todas sus energías en su entrenamiento, entretenimiento o en sus negocios secundarios.

Dicho eso, la Ciudad Fortaleza de E-Rantel no era así. Estaba llena de energía y vida.

Esta conmoción, sin embargo, era algo diferente a la de las otras ciudades. La actividad aquí no tenía su origen en la usual energía de la vida en la ciudad.

El origen de esta energía venía del sector más exterior de la Triple Fortaleza.

Las incontables personas reunidas en ese lugar estaban pobremente vestidas y probablemente eran campesinos. Pero sus números eran sorprendentes. Había alrededor de 250000 de ellos.

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Por supuesto, no siempre había tantas personas en E-Rantel.

Era cierto que E-Rantel era el nexo del comercio y el tráfico entre tres reinos, con personas, dinero, bienes y otras cosas fluyendo libremente a través de ella. Debido a eso, era una ciudad grande.

Sin embargo, eso por sí mismo no era suficiente razón para que sólo uno de sus sectores estuviera repleto con 250000 personas.

En ese caso, ¿Por qué había tanta gente aquí?

Los que podían explicarlo mejor eran un grupo de hombres jóvenes.

Portando lanzas sin filo, en realidad parecía sólo palos, muchos hombres jóvenes daban estocadas a muñecos hechos de madera y paja, vestidos con armaduras y escudos oxidados.

Éste era un entrenamiento de combate. Todos los que estaban reunidos hoy en este lugar, los 250000 ciudadanos tomados del Reino, habían sido reclutados para luchar contra el Imperio.

Ruidosos gritos de guerra se oían por todos lados. Por supuesto, no muchos de ellos eran hechos en serio. La mayoría estaban asustados de la batalla por venir y entrenaban para distraerse de la molesta preocupación de que podían no regresar a casa luego de esto.

Incluso así, no todos practicaban con seriedad.

Las guerras con el Imperio eran algo que ocurría anualmente. Como resultado, muchas personas no tenían la voluntad para luchar. Había aquellos que estaban recostados en lugares discretos junto a las escaleras de piedra, como marionetas cuyas cuerdas habían sido cortadas. Había aquellos que desahogaban su desesperación con los que tenían alrededor. Había aquellos que estaban sentados y abrasaban sus rodillas esperando por el fin.

Cuando los reclutas se hacían mayores, era más probable que hicieran esto.

No tenían espíritu de lucha y sólo querían regresar a casa.

Éste era el verdadero rostro del Ejército Real. Sin embargo, no había nada que se pudiera hacer. Para comenzar, ellos habían sido reunidos a la fuerza. Les habían dicho que tendrían que arriesgar sus vidas en una batalla sangrienta sin ninguna ganancia para ellos. Incluso si lograban regresar con vida regresarían a una cosecha perdida y sus vidas serian muy difíciles, como si tuvieran una soga al cuello estrangulándolos lentamente.

No era diferente de una ejecución prolongada.

Los vagones pasaban dejando a los soldados atrás. Estaban cargados de grandes cantidades de productos alimenticios.

Hablando lógicamente, sería difícil dar casa y alimentación al 3% de la población del Reino en una sola ciudad. Sin embargo, E-Rantel era la primera línea de las guerras contra el Imperio y había sido diseñada para acomodar el poder militar del Reino.

Como resultado de los amplios preparativos hechos a la ciudad, ésta podía albergar a 250000 personas con facilidad. Sus almacenes eran enormes y probablemente eran los edificios más grandes en la ciudad.

Los suministros dentro de esos almacenes eran transportados en un vehículo.

La desmotivada gente veía con miedo esos vagones. Era como si vieran la Muerte pasando y acercándose lentamente a ellos.

Todos sabían qué era lo que pasaría luego.

Significaba que la guerra contra el Imperio iba a empezar nuevamente.

♦ ♦ ♦

 

 

El sector más interior de las tres paredes de E-Rantel.

Al centro de la ciudad se encontraba la mansión del alcalde de E-Rantel, Panasolei Gruze Dale Rettenmaier. Aunque era una casa lujosa digna de uno de los líderes de la ciudad, aún así palidecía en comparación con el edificio a su lado.

Ese edificio era el más impresionante en la ciudad, la villa VIP. Típicamente estaba cerrada y sólo la familia real o aquellos cercanos a ellos tenían permitido usarla.

Y ahora, dentro de la villa, varios hombres se encontraban reunidos alrededor del Rey Ranpossa III y los Grandes Nobles.

Gazef estaba de pie en silencio al lado de Rey, quien estaba sentado en un trono sencillo.

Una gran mesa dominaba el centro del cuarto, rodeada de nobles que se encontraban estudiando un gran mapa que habían desenrollado sobre ella. Alrededor del mapa se encontraban dispersos incontables documentos, pergaminos con listas de soldados, reportes de reconocimiento, registros de combate, reportes de apariciones de monstruos y demás. Aunque había sirvientes detrás cargando vasijas con agua, ahora quedaba poca.

Esto era prueba de la intensidad de los debates que tenían lugar en este lugar.

La verdad era que los rostros distinguidos y de buena cuna de los nobles, estaban empezando a mostrar rastros de fatiga. Cuando las fuerzas de uno se hacían más numerosas, habría más problemas de logística que resolver y una mayor cantidad de decisiones debían tomarse. Y aunque los problemas de poca importancia podían ser delegados a los subordinados, ellos aún debían coordinar los asuntos de los nobles con sus facciones personalmente.

Como nobles con el orgullo en juego, ellos ni siquiera podían permitirse mostrar que el agotamiento los estaba afectando, lo que hacía más difícil sus trabajos.

Sin embargo, esto acababa de acabar.

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El Marqués Raeven, que parecía ser el más exhausto de todos aquí, abría la boca para hablar.

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En realidad se había hecho bastante común que fuera él el que tomara la iniciativa para dirigirse a los nobles. Tal vez se burlaban de él diciéndole ‘vampiro’, pero nadie dudaba de su inteligencia. Era claro que dejarle hablar, de una forma que comunicara ambas facciones, sería la manera más rápida de ponerse de acuerdo.

“Gracias a todos por su arduo trabajo. Al fin, hemos terminado los preparativos dentro del tiempo límite. De ahora en adelante comenzaremos a discutir la estrategia contra el Imperio para la guerra por venir.”

La mirada de Raeven recorría a todos los presentes y sostenía un pergamino para que lo vieran todos.

“Éste es un comunicado del Imperio que llegó hace varios días. Señala el lugar propuesto para el campo de batalla.”

Debido a que el campo de batalla sería literalmente cubierto de cadáveres, esas tierras serían malditas y se convertirían en zonas donde aparecerían no-muertos. Por tanto, como especie, la humanidad designaba un lugar específico para sus guerras. Una vez que ambos bandos acordaban un lugar, ellos podían luchar como quisieran sin dañar los países ni del uno ni del otro.

Por supuesto, no todas la guerras eran luchadas así. O mejor dicho, era extraño que las guerras se pelearan de esa manera. Era sólo cuando luchaban el Reino y el Imperio que se daba una situación así y en los últimos años habían luchado en campos de batalla designados.

Incluso si tomaban nuevas tierras, traería más problemas de los que valía si comenzaban a aparecer no-muertos y no tenía sentido defender unas tierras de invasores si terminaría maldita e inhabitable de todas formas. Ambos bandos compartían el mismo punto de vista y por tanto existían esos acuerdos.

Por esa razón, un ligero alivio venía de algún lugar mientras Raeven anunciaba el comunicado. Los nobles debían de haber pensado que esta guerra sería igual que cualquier otra, dada la naturaleza familiar de la declaración.

“Entonces, el campo de batalla será…”

“¿No se trata del mismo lugar de siempre, Marqués Raeven? ¿Dónde más podría ser?”

“Ciertamente. Es como dice el Marqués Bowlrob, el campo de batalla es el que todos conocemos. Las tierras malditas cubiertas de neblina, la región noroeste de las Planicies Kattze.”

“Ya que es el mismo lugar ¿Eso significa que el Imperio hará lo mismo de siempre?”

Aunque el Imperio había dicho que estaba ayudando al lanzador de magia Ainz Ooal Gown a reclamar su territorio por derecho, muchos de los nobles sentían que para ellos era simplemente casus belli* para declarar la guerra como siempre lo hacían

(*Latín. Un acto o evento usado para justificar una guerra.)

SI fuera sólo eso, Gazef hubiera estado de acuerdo, pero Raeven agitaba la cabeza.

“Desafortunadamente, Marqués Volumlash, ese no parece ser el caso. De acuerdo a mis fuentes, el Imperio ha movilizado un gran poder militar para este encuentro. Envié a mi equipo de antiguos aventureros de nivel orichalcum para investigar esto más a fondo y aunque no están seguros de la cantidad exacta, a juzgar por las insignias y medallas de las unidades, el Imperio ha movilizado a seis legiones completas.”

“¡¿Seis legiones?!”

Rumores de desacuerdo se oían de todos los nobles reunidos.

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El Imperio tenía ocho legiones y hasta ahora sólo habían usado cuatro en cualquier ocasión. Pero esta vez habían traído una vez y media esa cantidad.

“¿Están… bromeando?”

La pregunta venía de un noble con una expresión de ansiedad en el rostro.

Seis legiones. 60000 hombres. El Reino tenía 250000 hombres, pero aunque tenían la ventaja numérica lo contrario era cierto en cuanto a la calidad de las tropas.

“Tal vez tengamos que considerar que esto podría no terminar con una simple escaramuza.”

En el pasado, con los 40000 hombres del Imperio contra los 200000 del Reino, el Imperio atacaba, el Reino lo soportaba y entonces la guerra terminaba. El objetivo del Imperio era agotar lentamente al Reino y acabar con sus reservas de alimento, así que forzar al Reino a salir al campo de batalla lograría uno de sus objetivos.

Si ellos estuvieran planeando hacer lo mismo ahora, no habría necesidad de movilizar 60000 hombres. Eso significaba que había otro motivo para esto, pensaba Raeven.

“Parecer ser que incrementar el reclutamiento fue la mejor decisión que pudimos tomar.”

Sin embargo, el incremento en los gastos de movilizar más soldados también era un dolor de cabeza.

En el pasado, las guerras habían sido luchadas durante la estación de cosecha de otoño. Esta guerra la lucharían en el invierno y los gastos adicionales para cosas como leña, ropa abrigadora y demás comenzaban a incrementarse.

Esta guerra estaba financiada por la facción Real. Si el poder de la facción Real no se hubiera incrementado hubiera sido difícil solicitar donaciones y el propio poder del Rey se hubiera reducido drásticamente.

“De hecho así parece, Marqués Raeven. Ahora el Imperio ha movilizado a más tropas, bajo la causa falsa de ayudar a ese rey lanzador de magia. Ellos dirán que quedarían mal si no pusieran un gran espectáculo al ayudar a un aliado.”

“Creo que eso es muy probable. En realidad, dado que no hemos recibido comunicación de este Ainz Ooal Gown, sospecho que este incidente pudo haber sido planeado por el Imperio y que el tal Ainz Ooal Gown es sólo un espectador que fue arrastrado a esto. Tal vez ni siquiera está participando por voluntad propia.”

Para Gazef, sería una bendición si esa fuera la verdad. De esa forma no tendrían que hacer un enemigo de ese poderoso lanzador de magia. Sin embargo, eso sería ser demasiado optimista.

Gazef que hasta ahora había permanecido en silencio, expresaba su opinión.

“¿Podría hablar?”

“Concedido.”

Con el permiso del Rey, Gazef comenzaba a desahogarse de las dudas que sentía.

“No estoy de acuerdo, del mismo modo que no lo estoy con ese documento de la Teocracia Slane. No creo que esta declaración de guerra sea una simple invención.”

La molestia era evidente en los rostros de los nobles.

E-Rantel y sus alrededores eran el punto de encuentro de tres naciones. Cada vez que el Reino y el Imperio iban a la guerra, la Teocracia hacía saber su opinión.

“Para comenzar” decían “E-Rantel y sus alrededores originalmente pertenecieron a la Teocracia. El Reino ha tomado control de este territorio ilegalmente y están obligados a regresarlo a sus dueños legítimos. Es profundamente lamentable que dicho territorio indebidamente apropiado se convierta en el objeto de una lucha de poder” y cosas así.

Para los otros dos países, parecía como si la Teocracia podía intervenir en la guerra pero hasta la hecha ellos nunca habían movilizado a sus tropas. Su disputa era sólo verbal.

Esta vez, sin embargo, el tono de su declaración oficial había cambiado.

“La Teocracia no tiene registros de su reinado, pero si Ainz Ooal Gown en realidad controló E-Rantel y sus alrededores en el pasado, la Teocracia reconocerá este hecho y su soberanía.”

Eso fue lo que dijo su comunicado.

Para los nobles del Reino, esa declaración no era más que un mal chiste, como si se tratara de un bufón de la corte saliendo de la nada diciendo algún disparate. Sin embargo habían aquellos que entendían el significado verdadero detrás del documento.

La Teocracia Slane estaba diciendo “No tenemos intención de oponernos a Ainz Ooal Gown” a nivel de nación.

Eso implicaba que la Teocracia Slane, la nación más fuerte en la región, no estaba dispuesta a hacer un enemigo de un solo lanzador de magia.

Pero eso era entendible, pensaba Gazef.

“Él pudo fácilmente acabar con una de las Seis Escrituras… y aunque dijo que no los había matado, la Teocracia Slane sintió que hacer un enemigo de una persona con su nivel de poder era una mala idea. Si Ainz Ooal Gown hubiese sido arrastrado a esta guerra por el Imperio, entonces la Teocracia no hubiese cedido como lo ha hecho.”

“Hmph. ¿Y qué si tienen un lanzador de magia más? ¿No somos nosotros los que tenemos 250000 hombres?”

El Conde Lytton reía ante la cautela de Gazef. La burla era evidente en su voz.

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Gazef luchaba contra el impulso de fruncir el ceño. Aunque entendía el sorprendente poder que poseía un gran lazador de magia, al mismo tiempo, podía entender a qué se refería Lytton.

Si él no supiera nada más, entonces hubiera pensado de la misma forma.

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Por ejemplo, estaba el afamado lanzador de magia del Imperio, Fluder Paradyne. Su nombre era conocido en países lejanos. Se rumoreaba que era capaz de utilizar magia del 5to y 6to nivel, pero a decir verdad nadie sabía que tan poderoso era en verdad.

Eso se debía a que él nunca había tomado parte en las guerras del Imperio, ni había usado su magia para hacer retroceder a los ejércitos del Reino.

Aunque la magia del 6to nivel era impresionante, exactamente cuan impresionante era constituía algo que aún quedaba por verse.

Gazef se sentía casi completamente frustrado porque era alguien que había sobrevivido incontables batallas como el Capitán Guerrero del Reino y le preocupaba sobremanera presenciar este tipo de comentario.

Los nobles no eran lanzadores de magia, pero habían aprendido de su existencia como parte de su educación. Muchos de los nobles del Reino sentían muy poca preocupación de Fluder. Para ellos no era más que alguien emblemático para la propaganda del Imperio. Y para los nobles que tenían poco contacto con los usuarios de magia como los aventureros las probabilidades de que pensaran eso eran incluso mayores.

El Conde Lytton era uno de ellos. Para él, los lanzadores de magia eran poco más que artistas callejeros. Por supuesto, los sacerdotes a los que acudía cuando estaba enfermo o herido eran otro asunto.

“… No creo que eso sea tan cierto. Puede ser bastante difícil lidiar con ellos si usan hechizos como ‘Vuelo’ y atacan con magia con efecto de área. Sería molesto incluso si sólo atacaran desde lejos. Por supuesto, los lanzadores de magia profesionales no harían algo que no les trajera beneficios. De todas formas, la alianza del Imperio con Ainz Ooal Gown es demasiado extraña. No llegarían tan lejos si él fuese un simple lanzador de magia, así que será mejor que estemos alertas.”

Esa fuertes palabras eran dichas por Margrave Urovana, cuyo cabello blanco y arrugado rostro transmitían la dignidad severa de un anciano. Como el más viejo de los seis Grandes Nobles, él era un gran contraste con el joven Conde Lytton. Cada una de sus palabras y gestos hacían que el Conde Lytton asintiera con renuencia. Sin embargo, el que se oponía a él era el Marqués Bowlrob.

“¡Hmph! ¿Quién es este Ainz Ooal Gown? Como dijo Lytton ¿Qué puede hacer sólo un hombre? Si el vuela, entonces le dispararemos flechas. Lo mismo si ataca desde lejos. ¿Qué puede hacer un solo lanzador de magia? ¡Esos cuentos sobre lanzadores de magia que podían cambiar el curso de una batalla por sí solos son nada más que eso, cuentos!”

“… Le ruego me perdone, pero ¿No sería posible que algunas de esas historias de las que cantan los bardos pudieran ser ciertas?”

“Creo que el Capitán Guerrero-dono no conoce todos los hechos. Los bardos exageran los hechos para aumentar el interés. Luego de exagerar los hechos, las historias son demasiado alejadas de la realidad. Esto sólo empeora cuando los bardos circulan las historias recogidas de otros bardos, dado que las tradiciones orales son propensas a las distorsiones.”

“Sin embargo, si ellos pudiesen reunir un gran número de lanzadores de magia que pudieran usar ‘Bola de Fuego’…”

“Y exactamente ¿Qué tan probable sería que reunieran a dichos lanzadores de magia, hm? Díganos, Oh Capitán Guerrero-dono.”

“Eso… creo que no sería muy probable.”

‘Bola de Fuego’ era un hechizo del tercer nivel. Sería imposible reunir una gran cantidad de lanzadores de magia que pudieran usar ese hechizo, incluso si uno tuviera las academias de magia del Imperio.

“Entonces ¿No es esa la respuesta? La magia es una buena arma, pero sin importar que tan poderoso sea ¡Un solo hombre no puede cambiar el campo de batalla! Tú…perdóname…el Capitán Guerrero es el ejemplo perfecto. Aunque nadie puede igualarte en un duelo ¡Incluso tú no puedes matar varios miles de personas en una sola vez!”

Tenía razón. Gazef no podía encontrar nada con qué refutar el argumento del Marqués Bowlrob.

Esos cuentos que hablaban de la destrucción de decenas de miles de un solo golpe eran de dudosa confianza como mucho. Incluso esa abuela, una de los Trece Héroes, Rigrit Bers Carau, no podía lograr tal hazaña.

Sin embargo, la inquietud aún permanecía en Gazef.

¿Podía ser que él no había conocido a un sorprendente lanzador de magia, sino que simplemente no sabía lo suficiente pare ver la diferencia?

“… Entonces, ¿Qué tal si fuera un dragón?”

“Marqués Volumlash… ese lanzador de magia es humano ¿Por qué mencionar siquiera a un dragón?”

“No, lo digo en el sentido de un hombre luchando contra una brigada…”

“En primer lugar ¡No tiene sentido mencionar dragones cuando estamos discutiendo sobre humanos! No sé qué es lo que piensan todos ustedes, tan temerosos de un pequeño y miserable lanzador de magia…”

Le devolvía una mirada filosa a Gazef.

“Como nobles del Reino, deberían avergonzarse de ustedes mismos ¡Acobardados ante la visión de su sombra! Sin embargo, no es como si no entendiera la preocupación del Capitán Guerrero…entonces, consideremos que Ainz Ooal Gown sea una fuerza capaz de igualar a cinco mil hombres.”

“¡¿Ci- cinco mil?!”

Los ojos de Lytton se abrían.

“¿No cree que es un poco exagerado? ¿Otorgarle a un solo hombre el valor de cinco mil? Incluso si fuese la mitad de eso seguiría siendo demasiado.”

“Por mi parte, considero que el Capitán Guerrero-dono está al nivel de mil hombres y dado que nuestro Capitán Guerrero-dono es tan cauto con ese individuo, deberíamos contarlo como ser capaz de cinco veces esa cantidad. Tengo fe en el juicio del Capitán Guerrero-dono sobre él.”

“Me honra.”

Aunque todavía dudaba que el poder de combate de Ainz Ooal Gown fuera igual a solamente cinco mil hombres, esa cantidad ya era lo suficientemente difícil de creer. Sería mejor darle las gracias y tratar de recuperar un poco de buena voluntad. Con eso en mente, Gazef agachaba la cabeza.

Luego de esta encrucijada, el hasta ahora silencioso Príncipe Barbro expresaba su opinión.

“Si me pudieran conceder un poco de su tiempo… he estado pensando. ¿Por qué no reclutamos a esos aventureros dentro del ejército? Después de todo, ellos trabajan en el Reino ¿Por tanto no deben ser sujetos al reclutamiento también? ¿Por qué no se les permite unirse al ejército? No recuerdo ninguna ley en el Reino que prohíba eso.”

Los Grandes Nobles se miraban los unos a los otros. Como terratenientes, ellos entendían claramente el valor y el poder de los aventureros. Debido a eso, no aceptarían el razonamiento de Barbro.

Por su parte, Gazef sentía que la razón por la que Barbro tenía tales pensamientos era porque era miembro de la familia real. Si él tuviera un feudo que manejar, no pensaría de ese modo.

El Marqués Raeven tosía intentando llamar la atención.

“Mi príncipe ¿Confío en que entiende que aparte de los que son medallas de cobre, cada aventurero es más fuerte que un soldado común?”

“Umu. Por supuesto. Es por ello que deberíamos reclutarlos. Una vez enlistados, ellos producirían excelentes resultados. ¡Serían capaces de derrotar a los Caballeros Imperiales con facilidad!”

“No estoy en desacuerdo con ese punto. Sin embargo, si hiciéramos eso nuestros enemigos, el Imperio, por ejemplo, también reclutaría aventureros para contrarrestar nuestro uso de ellos. En ese caso, en lugar de una batalla entre aventureros, se convertiría en una masacre sistemática de las tropas regulares por los aventureros. Las perdidas serían demasiado grandes y muchos reclutas morirían. Éste es el porqué ambas partes no usan aventureros, para evitar tal carrera armamentista. Adicionalmente, el Gremio de Aventureros nunca lo permitiría.”

Los trabajadores tampoco eran usados por razones similares. Adicionalmente, estos eran usualmente más caros que los aventureros y menos confiables.

“… ¿Es así?… aunque aún no me agrada mucho esa idea, puedo aceptarla. ¿Pero entonces qué sucede si una ciudad es atacada? Si ellos no se unieran a la defensa ¿No sería eso traición, para un ciudadano del Reino?”

“Entiendo lo que está intentando decir. Sin embargo, ellos sienten que poseen discreción sobre si son o no considerados como ciudadanos del Reino. Además, ellos podrían estar viajando al extranjero todo el tiempo. Lo más importante es que mientras mejores sean, más perdería una nación si mueren en batalla. Podría llevar a una situación en la que un monstruo apareciera, pero en la que no habrían aventureros capaces de derrotarlo. Como tal, necesitamos manejarlos con cuidado.”

“Marqués Raeven ¿No mencionó antes que había reclutado a algunos aventureros retirados dentro de sus fuerzas? Algo sobre…¿Antiguos aventureros de nivel orichalcum? ¿Por qué eso sí es permitido?”

“Eso está bien. Una vez que se retiran, ellos ya no están atados a las reglas del Gremio de Aventureros y ya no son miembros. Es por ello que los contraté.”

“… Ya veo. Aunque, lo oigo, realmente no puedo entenderlo del todo.”

Una suave risa y sonidos de aprobación venían del contingente de los nobles.

“Aún así, eso solamente se aplica a aventureros hasta el nivel orichalcum. Los aventureros de nivel adamantita son un asunto completamente diferente. De los dos grupos de aventureros de nivel adamantita en el Reino…”

No había nadie entre los presentes que no supiera de las temerarias hazañas de Rosa Azul durante el disturbio demoníaco.

“Antes de que ellos fueran el centro de atención, había otro grupo de aventureros de nivel adamantita. Aunque ya todos se han retirado, no han sido contratados desde… ¿Cierto, Capitán Guerrero-dono? ”

“Es correcto. Hay cuatro de esas personas. Uno abrió una escuela para el manejo de la espada exclusiva para alumnos que él mismo escogió. Dos más emprendieron un viaje. La última era la abuela que permaneció algún tiempo en Rosa Azul antes de marcharse a algún lugar desconocido.”

Gazef contaba los rostros familiares con los dedos mientras los recordaba.

Mientras él paseaba por la capital, era arrastrado a una sala de entrenamiento por su futuro maestro y era sometido a un infernal régimen de entrenamiento y lecciones con la espada.

Debido a ese encuentro, Gazef, que debería haber sido solamente un mercenario terminaba convirtiéndose en el campeón del Rey, pero incluso si ese era el caso…

(No, ahora que lo pienso, esos también eran buenos recuerdos.)

“Ya veo. He oído que esta ciudad es la base del equipo de aventureros llamado ‘Oscuridad’. Si sólo pudiéramos contar con la ‘Princesa Hermosa’ Nabe para luchar contra Ainz Ooal Gown… aunque eso parece difícil.”

Aunque ésa era una buena idea en el fondo el Gremio de Aventureros nunca lo permitiría.

Muchos de los nobles maldecían enérgicamente al Gremio.

Por ejemplo, “¡No son más que campesinos!”

Además, “¡¿Quién creen que les paga?!”

Así como, “¡Si son ciudadanos del Reino, deberían ayudarnos!”

Era natural que aquellos en el poder estuvieran molestos con la negación del Gremio de Aventureros de someterse a ese poder. Sin embargo, también era un hecho que ellos eran los únicos que podían encargarse de los monstruos.

Si el Gremio de Aventureros dejaba el Reino, ellos no tendrían forma de derrotar monstruos poderosos. Como resultado, el Reino seguramente sería destruido y ni siquiera la presencia de Gazef podía cambiar eso.

Los monstruos poseían muchas habilidades diferentes y derrotarlos requeriría un igualmente variado repertorio de ataques, defensas y métodos de curación. Debido a esto, los aventureros eran indispensables. El hecho de que el Imperio incorporaba lanzadores de magia y rangers en sus legiones era un asunto diferente.

“¡E-era de esperarse de su Alteza! ¡Pienso que es una idea magnífica!”

El que había hablado era un barón proveniente de lugares desconocidos.

Era un señor menor entre los aquí presentes, lo que significaba que era vasallo de alguno de ellos.

“Como lanzadora de magia, ella debería tener algunas ideas sobre esta situación. Podría ser bueno oír lo que tenga que decir. Tal vez deberíamos enviar a un emisario, sólo por si acaso.”

La idea era recibida con una pequeña cantidad de aprobación. Muchos de los que habían estado de acuerdo era nobles de bajo rango y por la forma en la que elogiaban a Barbro, probablemente eran subordinados de la facción de los Nobles.

Las personas más perspicaces mostraban expresiones amargas, pero parecía que los otros no lo notaban.

“Entonces ve.”

Ordenaba el Rey con voz cansada.

“Momon-dono es un aventurero de nivel adamantita. ¡No debes ofenderlo bajo ninguna circunstancia!”

“¡Entendido! ¡Éste Cheneko cumplirá la orden real al pie de la letra!”

“Bien. Entonces, ten cuidado de no ofender a Momon-dono.”

El Rey le indicaba que se retire nuevamente luego de repetir sus órdenes. El noble en cuestión dejaba la sala.

Él no parecía haberse dado cuenta de que si algo salía mal, sería hecho a un lado sin ningún miramiento.

“Hah… nos hemos desviado bastante del tema original. Ahora, donde estábamos… ah. Entonces, sobre el poder de combate de Ainz Ooal Gown, no creo que nadie esté en desacuerdo sobre contarlo como cinco mil hombres.”

El Marqués Raeven miraba a Gazef.

“No tengo problemas con esa estimación.”

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Personalmente, Gazef sentía que el número estaba equivocado por lo menos por un orden de magnitud, pero podía entender que aquellos que no habían visto el poder de Ainz Ooal Gown de primera mano podían encontrarlo difícil de creer.

“Ya veo. Entonces, como el Imperio ya se ha mostrado de acuerdo en el lugar del campo de batalla, confío en que podemos comenzar a movilizar nuestros ejércitos hacia las Planicies Kattse. ¿Correcto?”

La vista del Marqués Raeven recorría el cuarto y uno a uno los nobles respondían de manera afirmativa. Cuando llegaba al Marqués Bowlrob al final, la respuesta del hombre era alta y clara.

“Así será, Marqués Raeven. Mis tropas están listas para avanzar en cualquier momento. Entonces, su Majestad, ¿podría hacer una sugerencia? Concerniente a un asunto sobre el Príncipe…”

Sólo había un príncipe presente. Todos los ojos se centraban en Barbro.

“Parece ser que Ainz Ooal Gown apareció una vez para salvar un asentamiento llamado Pueblo de Carne. Si hubiese sido sólo altruismo, eso hubiera estado bien. Sin embargo, él podría haber tenido otro motivo estratégico en mente. Siento que sería lo mejor si movilizáramos algunas tropas e intentáramos interrogar a esos pobladores sobre los detalles. Me gustaría confiarle el liderazgo de esa unidad al Príncipe.”

“…¡Marqués!”

Barbro miraba con molestia a Bowlrob.

“Silencio.” dijo el Rey.

“Esa no es una mala idea. Hijo mío, te ordeno…ir al Pueblo de Carne y obtener la información que puedas de los pobladores.”

Gazef hizo todo lo que pudo para no fruncir el ceño.

Si iban ahora al Pueblo de Carne, no sería probable que obtuvieran información útil sobre ese lanzador de magia. Además, dividir sus fuerzas era difícilmente una medida inteligente incluso si se trataba de una fuerza comparativamente menor.

“… El Rey ordena y yo obedezco. Sin embargo, deseo expresar que esta situación no se dio por mi voluntad.”

Viendo que el Rey no tenía intenciones de retirar sus ordenes, Barbro agachaba la cabeza con una expresión de infelicidad en el rostro.

“Te dejaré a algunas de mis propias tropas de élite para que lo acompañen al pueblo. También enviaré una multitud de nobles para que hagan compañía al Príncipe. La fuerza total de su unidad será de cinco mil hombres.”

“Ya veo. Está en guardia contra las fuerzas especiales del Imperio. Era de esperarse del Marqués Bowlrob, en verdad es previsor.”

Gazef podía ver la lógica en las palabras de Raeven. Sin embargo, aún tenía dudas de que el ejército Imperial pudiera usar tales métodos deshonestos incluso luego de acordar el campo de batalla. Aunque era verdad que la guerra se basaba en el engaño, un ataque sorpresa como ése luego del acuerdo sólo haría que se deshonraran a sí mismos ante las naciones vecinas. El Imperio estaría disparando a su propio pie.

“Aunque no creo necesitar tantos soldados, ya que el Marqués ha propuesto la idea tan amablemente, no me queda más que aceptarlo.”

“Muchas gracias, su Alteza. Entonces, tengo una pregunta más.”

El Marqués Bowlrob hacía una pausa por un momento. En lugar de tomar aliento, la demora era hecha con la intención de llamar la atención a lo que iba a decir.


“¿Quién será el comandante general para esta batalla? ¿Confío en que nadie objetará a que sea yo mismo?”

La atmósfera en el cuarto cambiaba completamente.

Ésta era una declaración indirecta. Había sido hecha como si fuera una pregunta, pero implícita en ella iban el peso y el poder de seleccionar a un hombre que tendría autoridad sobre todo el ejército.

Si les preguntaran quién era el mejor comandante entre el Rey Ranpossa III y el Marqués Bowlrob, muchos nobles apuntarían al último. Esto era especialmente cierto dado que las fuerzas del Marqués conformaban un quinto del ejército Real…50000 hombres.

Adicionalmente, el Marqués Bowlrob también dirigía tropas de élite. Se había inspirado en el grupo de guerreros de Gazef y había por tanto creado una unidad de guerreros profesionales.

Eran muy buenos guerreros. Aunque seguían siendo inferiores a la banda de guerreros bajo Gazef, ellos estaban al nivel de los caballeros del Imperio…tal vez más que eso. Algo en particular eran sus números, que ascendían a alrededor de 5000. Si se enfrentaban contra la banda de guerreros de Gazef, los guerreros de élite de Bowlrob triunfarían por el simple peso de sus números.

Si el Rey no estuviera presente personalmente, la autoridad de mando indudablemente recaería en el Marqués Bowlrob. Pero ya que el Rey estaba aquí, lo natural sería que el Rey mismo fuera el comandante supremo, aunque los nobles probablemente no aceptarían eso.

La expresión de Gazef se endurecía al mismo tiempo que el Marqués Bowlrob presionaba al Rey, pero el Marqués se mantenía impasible incluso después de ver la expresión de Gazef. Para Bowlrob, Gazef no era más que un simple campesino que era hábil con la espada y permitirle a alguien que no tenía la sangre de un noble estar presente aquí era casi intolerable.

“… Marqués Raeven.”

“¡Sí, Su Majestad!”

“Se lo encargo a usted. Conduzca con seguridad el ejercito a las Planicies Kattse. Una vez allí, también estará a cargo del campamento y del atrincheramiento.”

“Entendido.”

Raeven asentía en aceptación del decreto real. Aunque la posición que pretendía le había sido arrebatada, si se trataba de Raeven, Bowlrob no podía quejarse. Él sabía que el hombre era talentoso y como resultado, criticarlo sería muy difícil. Más importante aún, Raeven tenía amplias conexiones y muchos de los hombres de Bowlrob le debían favores. Si él trataba de criticar a Raeven frente a ellos, al contrario ellos sólo dudarían de él. Por tanto, Bowlrob no tenía otra opción más que sonreír y aguantarlo.

“Marqués Raeven, mis tropas estarán en sus manos. Por favor hágame saber si necesita cualquier cosa.”

“Muchas gracias, Marqués Bowlrob. Estaré contando con usted en tal caso.”

Gazef estaba tan contento por la brillante decisión del Rey como si hubiese sido su propia idea.

“¿Hay algo más?”

El Rey esperaba por un momento, pero nadie respondía.

“…Entonces comencemos los preparativos para movilizarnos. Partiremos mañana. Nos tomará dos días llegar al campo de batalla, así que no se descuiden con los preparativos. Entonces, pueden marcharse. Marqués Raeven, también puede hacerlo.”

“Entiendo Su Majestad.”

Los nobles dejaban el cuarto para comenzar con sus preparativos para la marcha, dejando sólo al Rey y a Gazef.

Ranpossa III giraba lentamente la cabeza. El sonido de un crujido llegaba a los oídos de Gazef. Él debía de haber estado muy rígido. Luego de estirarse, una expresión de alivio florecía en el rostro del Rey.

“Muchas gracias por su arduo trabajo, Su Majestad.”

“Ahhh, y en verdad fue arduo. Estoy cansado.”

Gazef le sonreía irónicamente a su Rey. “Cansancio” era un resumen de la esencia del manejo de la facción Real y de la de los Nobles. Sin embargo, aún había otras personas más fatigadas que Ranpossa III.

“Ya casi es hora…”

Justo cuando Ranpossa III estaba a punto de continuar, varios golpes venían de la puerta. Entonces ésta se abría lentamente y el invitado a la espera ingresaba.

Era un hombre regordete como un cerdo que de otro modo era común y corriente. Su cabello eran tan escaso que casi era inexistente y lo poco que le quedaba era blanco como la nieve.

Su cuerpo era redondo, su barriga era gorda y su barbilla y papada eran flácidas.

Sin embargo, una luz de inteligencia brillaba dentro los ojos de este hombre que de otro modo no llamaría la atención.

“Bienvenido, Panasolei.”

“Su Majestad.”

Decía el Alcalde de E-Rantel mientras hacía una reverencia a su señor. Luego, levantaba la vista.

“Ha pasado mucho tiempo, Stronoff-dono.”

Panasolei era un noble, sin embargo era extremadamente cortés con Gazef, un plebeyo. Era precisamente porque era un hombre así que lo había hecho que terminara siendo asignado al cargo de alcalde.

“Cuidó de mi en ese entonces, Alcalde. Mis gracias por encargarse de curar a mis subordinados. Tenía prisa por entregar mi reporte a la capital, así que partí sin darle las gracias adecuadamente. Por favor acepte mis disculpas.”

“Ah, no, no, no le des importancia. Entiendo lo importante que fue que el Capitán Guerrero reportara sobre la emboscada. ¿Cómo podría ser tan inflexible como para sentir rencor contra ti por eso?”

Viendo que ambas partes estaban haciendo reverencias la una a la otra, el Rey reía de alegría.

“Panasolei ¿No harás ese sonido jadeante con la nariz?”

“Su Majestad… No hay necesidad de hacerlo entre personas que no me tratan con condescendencia. ¿O tal vez Su Majestad y Stronoff-dono sienten que soy un bufón que se dedica a ese acto en particular?”

“Perdón, perdón, fue una broma. Por favor discúlpame, Panasolei.”

“Ah, no, su humilde sirviente ha sobrepasado sus límites. Soy yo el que debería rogar por su perdón, Su Majestad. Entonces… ¿comenzamos?”

“No…”

El Rey dudaba y luego respondía.

“No, hay una persona que no llega aún. Esperemos por él.”

“Bien. Entonces ¿Podríamos discutir el problema de los costos de alimentos en la ciudad? Luego de eso, haré un reporte sobre las proyecciones de nuestro poder nacional para el siguiente año. Basándome en los datos recolectados por el Marqués.”

“Umu. Mientras más pronto podamos hacer a un lado esos dolores de cabeza, mejor.”

Mientras Panasolei comenzaba a hablar, incluso Gazef que no estaba acostumbrado a encargarse de asuntos internos de estado terminaba frunciendo el ceño.

Su reporte concernía al alarmante estado de los gastos presentes y futuros del país. La recolección de comida a lo largo de los territorios hacía que la escasez fuera incluso peor. De particular importancia estaba el hecho de que el país continuaría decayendo incluso luego de liberar a los ciudadanos de su reclutamiento.

Las predicciones de Panasolei eran optimistas y aún así dejaban entrever una situación preocupante de la cosas.

Y sobre la reacción del Rey, su rostro era una máscara.

“¿Cómo terminaron las cosas así?”

“Si… si el Imperio continúa con sus ataques anuales, las probabilidades de una guerra civil serán bastante altas. Dado el estado de los impuesto actuales, mucha gente terminará muriendo de hambre y si decidimos reducir los impuestos, no tendremos dinero suficiente para financiar nuestras políticas.”

Ranpossa III colocaba ambas manos en su frente, cubriendo su rostro.

Éste era el resultado de responder a los años de alarde belicoso del Imperio. Para cuando se habían dado cuenta del objetivo del Imperio, ya era demasiado tarde. El Reino ya se encontraba en decadencia.

“Su Majestad…”

“Qué… preocupante. Si lo hubiésemos sabido antes… si nos hubiésemos encargado de ello antes de que los nobles se hubiesen dividido completamente en dos facciones… qué insensatos.”

“Ciertamente no, Su Majestad. Pudo haberse dado que mientras nos encargábamos de la división en facciones, el Imperio se hubiese arriesgado a invadirnos y nos hubiese conquistado.”

Gazef estaba seguro de esto. El Rey Ranpossa III había hecho un buen trabajo.

Las condiciones que habían llevado a esta situación eran el resultado de las malas decisiones del antiguo Rey. Era imposible que una generación pudiera borrar los pecados acumulados de todos sus antecesores.

“Sólo quiero dejarles un Reino decente a los que están por venir, a mis hijos.”

Aunque el Rey hablaba lentamente, cada palabra era enlazada con un poderoso propósito.

“Entonces… ¿no es este un momento oportuno? Debido al disturbio ahora tengo muchos simpatizantes. ¿Deberíamos asestar un poderoso golpe al Imperio, sin importar el costo, para poder ganar unos cuantos años de paz para el Reino?”

Gazef podía ver una luz en los ojos del Rey. Esa luz le preocupaba. El tenía la obligación, él debería oponerse a esto, pero no podía hacer ni un ruido.

Si el Rey hubiera hablado de avanzar sus propios deseos y ambiciones, tal vez él hubiese sido capaz de reprochárselo. Pero cuando se daba cuenta de que el Rey hablaba para garantizar la seguridad de su gente y de su país, las palabras se le quedaban atrapadas en la garganta.

Como testigo de primera mano de la preocupación angustiosa del Rey sobre su país, el Capitán Guerrero no hablaba en contra de él.

“Aunque ciertamente es posible, confío en que también entiende que es un paso muy arriesgado. Si su acción reduce el poder de la nobleza, el país podría sumirse en el caos.”

El Rey fruncía el ceño y Gazef sentía un dolor en el corazón.

“Panasolei, como siempre, has dado en el clavo. Pero aunque uno podría morir durante una cirugía, también existe la posibilidad de poder seguir viviendo. Sin importar lo que hagamos, la enfermedad seguirá esparciéndose por el cuerpo y podría matarnos lentamente. En ese caso ¿No deberíamos dar un paso al frente y aprovechar la oportunidad?”

“Mi Rey, las operaciones quirúrgicas no son confiables. Sería mejor buscar otra solución en su lugar.”

“Si hubiera otro tipo de solución mágica que pudiera salvar al Reino, todos aceptarían usarla. Pero el método barbárico de abrir el cuerpo para remover la porción enferma es la única cura para nuestro actual predicamento.”

El aterrador y rudimentario procedimiento, defendido por el Sabio Minotauro, era el único remedio para el Reino.

Un silencio sombrío dominaba el cuarto, el cual había visto a un Rey forzado a tomar medidas extremas para salvar su país.

Entonces, justo cuando parecía que esta atmósfera opresiva iba a durar para siempre, un golpe se oía en la puerta, como para quebrar la preocupación en el aire.

El hombre que ingresaba sin esperar una respuesta era el Marqués Raeven.

“Caballeros. Me disculpo por la demora.”

El cuarto se llenaba de alivio.

“Ah, justo el hombre que estábamos buscando. Marqués Raeven, puse un gran peso sobre sus hombros.”

Una mirada de confusión se podía ver por un momento en el rostro de Raeven mientras era tomado por sorpresa, pero inmediatamente reaccionaba reemplazándola con una expresión de cansancio.

“No, no se lo tome a pecho, Su Majestad. En verdad, confiarle el mando al Marqués Bowlrob hubiera sido en extremo insensato. Después de todo, lo único que él sabe es cómo ordenar ataques y retiradas.”

No era claro si la dura crítica de Raeven era en serio. Tal vez la había dicho para aligerar el ambiente cuando sentía el pesimismo en el cuarto.

“Adicionalmente, si Su Majestad fuese a asumir control directo del ejército, un paso en falso podría resultar en la facción de los Nobles retirándose en vísperas de la batalla. Como tal, no hay un comandante más adecuado para ese papel que yo mismo. Dicho eso, trabajar por tanto tiempo sin descanso me ha pasado factura. Deseo anunciar con antelación que luego de concluir esta guerra, me gustaría descansar en mis propias tierras por varios meses.”

Con eso, la expresión de Raeven de pronto se tornaba severa.

“Me disculpo por mi brusquedad, pero no podemos perder el tiempo, así que comencemos esto rápidamente.”

Aunque su rostro seguía siendo tan frío como el de una serpiente, Gazef podía sentir emociones humanas dentro de él y también cualidades que él mismo podía admirar.

(He sido un tonto por no haber visto su verdadera naturaleza desde antes. ¿Soy realmente tan malo para juzgar a las personas?)

Con pesar en su corazón, Gazef recordaba la reunión en los aposentos del Rey antes de que dejaran la capital. Había cinco personas presentes; el Rey Ranpossa III, el mismo Gazef, la Tercera Princesa Renner, el Segundo Príncipe Zanack y el Marqués Raeven. Al oír sobre estos dos últimos, Gazef sentía una conmoción que hubiera podido traer abajo el palacio. En particular, estaba ese hombre a quien Gazef despreciaba, el hombre que le recordaba a una serpiente y a un escorpión… una palabra como conmoción sería incapaz de expresar completamente la reacción que tenía cuando comprendía que Raeven era el más diligente y leal de los nobles, trabajando sin descanso en beneficio del Rey.

“Parece que le causo problemas constantes, Marqués Raeven, y también mi hija.”

Ranpossa III agachaba la cabeza ante Raeven, con una expresión sincera en el rostro.

“Su Majestad, por favor no haga eso. He actuado por mi cuenta sin consultar con usted. Sólo lamento no haber pasado a la acción con mayor antelación.”

“Marqués Raeven, permítame disculparme también.”

Gazef decía esto mientras agachaba la cabeza.

“Fui engañado por impresiones superficiales y albergaba pensamientos descorteces sobre usted sin entender sus verdaderas intenciones. Por favor perdone a este tonto.”

“Capitán Guerrero-dono, no hay necesidad de preocuparse por eso.”

“Incluso así, si no recibo un castigo por mi imprudencia, sobresaldrá como una espina en mi corazón.”

El rostro de Raeven parecía decir “¿en serio?” y entonces agitaba la cabeza. Luego de eso, dictaba sentencia sobre Gazef.

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“Lo entiendo… entonces de ahora en adelante, ya no me dirigiré a ti como Capitán Guerrero-dono, sino como Gazef-dono. Considéralo una muestra de mi respeto hacia ti.”

Era un castigo que ni siquiera podía considerarse como tal.

Un pensamiento, que él tenía ojos, pero no podía ver, comenzaba  a crecer en su corazón y Gazef respondía con gratitud.

“Muchas gracias, Marqués Raeven.”

“Gazef-dono, no tiene importancia. Entonces, comencemos a discutir la dirección que tomará el Reino desde este día.”

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