Goblin Slayer

Volumen 4

Capítulo 1: Del Guerrero Novato y la Sacerdotisa Aprendiz

Parte 4

 

 

— ¡Muy bien! ¡Allá vamos!

— ¡Vale, veamos a la lista!

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En las afueras de la ciudad, justo después del amanecer, con la neblina azul púrpura de la mañana todavía colgando en el aire, las voces de un joven y una señorita se oían cerca de la zanja de aguas residuales.

— ¡Antídoto!

— ¡Listo!

— ¡Suministros de primeros auxilios!

— ¡Ungüentos y hierbas, listo!

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— ¡Luz!

— ¡La linterna de la caja de herramientas del aventurero, un poco de aceite y una antorcha! ¿Qué hay de ti?

—La vela buscadora… Umm, ¡mapa!

— ¡Listo! Lo tomé prestado cuando aceptamos nuestra misión.

—Me parece justo. ¡Ahora, armadura!

—Mi armadura de cuero sigue apestando… mi escudo también. Ahora tú, muéstrame.

— ¿Yo? No es como si planeara que me atacaran con estas vestiduras.

—No me importa, sólo muéstrame. De lo contrario, ¿qué sentido tiene una lista de verificación?

—Sí, bien… ¡último, armas!

— ¡Listo!

Y con eso, el guerrero novato tomó su primitivo, pero completamente nuevo garrote, en su mano derecha.

Era tan inmaculado, que aún podría ser vendido. El comprador promedio lo habría considerado un artículo barato, pero el joven apenas pudo pensar eso.

—Bien. Dijo la sacerdotisa aprendiz, viendo el garrote. Abrió los brazos y giró una vez. Las mangas de su ropa blanca se estiraron. Había costuras y rasgaduras en algunos lugares, pero seguía siendo limpio y atractivo.

— ¿Luce bien?

—Podrías hacer algo de costura más tarde.

—Si tuviera algo con que coser…. La sacerdotisa aprendiz puso sus manos en las caderas y, con una expresión seria, gritó. — ¡Si no cumplimos con nuestra cuota hoy, es todo! ¡Estamos acabados!

—No creo que las cosas estén tan mal…

— ¡Pero esa es la actitud con la que tienes que entrar!

El guerrero novato parecía estar relajado; la sacerdotisa aprendiz le dio un golpe repentino con su espada-balanzas. —Ni siquiera tenemos dinero para volver a casa. Tú terminarías siendo un siervo, y yo sería… ya sabes…

— ¿Una prostituta? Pfft, ¿quién te tomaría?

— ¡Cómo te atreves a decir eso, idiota! Su cara se puso de color rojo brillante, y su codo golpeó el costado donde se amarraba la armadura.

Ella lo miró temblando y retorciéndose, y luego resopló.

—De todos modos, ¿entiendes?

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—S-sí, lo sé, pero… bueno, sí. El guerrero novato se tranquilizó, ajustó su agarre sobre sus objetos, y asintió enérgicamente. — ¡Lo manejaremos de alguna manera!

Esta era una ciudad fronteriza, uno de los lugares donde personas había luchado para reclamarla, y había una alcantarilla aquí porque, por supuesto, alguien la había construido.

Una cosa era cuando se construía una ciudad por encima de unas ruinas antiguas, como la Ciudad de Agua, pero no había servicios públicos en un campo desocupado. Enanos artesanos y magos, constructores de todo tipo, habían sido llamados para crear el alcantarillado de piedra desde cero.

¿Se había construido la alcantarilla porque la ciudad estaba prosperando, o la ciudad había prosperado porque se había construido la alcantarilla? El guerrero novato no sabía cuál había sido primero.

Heck, ni siquiera sé cómo funciona.

Más allá de las oxidadas puertas metálicas y bajando por las escaleras había un oscuro y húmeda mazmorra de piedra.

Un pasillo corría a lo largo del canal que llevaba las aguas residuales, y un hedor podrido corría a través de todo.

Sin dudarlo, el guerrero novato se cubrió la boca con un paño; la sacerdotisa arrugó su cara y se puso tapones en la nariz.

La alcantarilla era nueva, pero las ratas gigantes y las cucarachas gigantes fueron atraídas por la suciedad.

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Por alguna razón, personajes no religiosos—los NPCs (non-praying characters)—parecían aparecer naturalmente en tales lugares. Razón de más para deshacerse de ellos antes de que una amenaza aún mayor apareciese.

— ¿Y por dónde vamos?

— ¡Oh, um, espera!

Mientras el guerrero novato permanecía de pie, con lo que, para él, pasaba como hacer vigilancia constante, la sacerdotisa aprendiz rápidamente buscaba algo.

Cogió un pedernal y encendió la linterna, y luego se la colgó en la cintura. La abrió he hizo que la llama prendiera la vela.

La vela buscadora ardía con una extraña llama blanquiazul; ella podía sentir como se iba calentando poco a poco en su mano.

—… ¿Cómo se siente?

—Es cálido, pero aún así…

—Asegúrate de mantener mi espada firmemente en tu mente.

Cierto, estaban allí para encontrar una espada, pero también para matar ratas.

Tenían una cuota que cumplir.

El guerrero novato, determinó que lograrían todo lo que habían venido a hacer, se pusieron en marcha, ignorando varios túneles de alcantarillado hasta que finalmente se encontraron en lo más profundo de su interior.

Era el nido de las ratas gigantes, que finalmente habían localizado después de sus muchas inmersiones en busca de él.

—…Ooh, aquí están.

Tal vez fue la corriente la que trajo tantos residuos de comida de la ciudad.

Eso es lo que buscaban las ratas de gran tamaño. Una de ellos, dos.

El guerrero novato escupió en su mano y la restregó en la empuñadura de su arma, luego se abalanzó hacia las criaturas.

— ¡Yaaaaaaaaahh!

— ¡¿GYUUI?!”

Una de ellos escapó de él, pero su objetivo era el que estaba centrado en su comida.

Hubo un sonido contundente del impacto, que era totalmente diferente a golpear con una espada. Sintió que el arma se conectaba con el trozo de carne.

La rata gigante chilló y cayó, pero seguía viva.

— ¡Muere… ahora!

Hace mucho tiempo había desechado cualquier sentimiento de simpatía por los monstruos. Era matar o morir. Si ellas tuvieran sus dientes en su tráquea, era él quien moriría.

— ¡Whoa! ¡Yah!

La rata gigante se levantó de golpe y saltó hacia él, mostrando sus colmillos desnudos.

El guerrero novato lo recibió con su escudo, lanzándolo hacia atrás con duro golpe. Su brazo izquierdo, que llevaba el escudo, se estremeció por el impacto de un trozo de carne que pesaba casi diez kilogramos.

— ¡Porqué…!

Pero el guerrero novato tenía la ventaja en cuanto al peso corporal.

Se apoyó contra el sucio pasillo para no caer, y luego metió su garrote en la cabeza de la rata.

No había técnica, ni secreto. Una pelea callejera a puños tenía más sofisticación.

—¡¿GYU?!

Hubo un crujido, como cuando se destroza una parte húmeda de la espina dorsal de una rata. Otro golpe. La rata gigante tembló.

Comprobó que sus ojos estaban vacíos, y sólo entonces el guerrero novato finalmente limpió el sudor de su frente.

—¡¿Qué hay del otro…?!

—Ya se ha escapado.

El guerrero novato inspeccionó el área, mientras la chica, que sostenía nerviosamente la espada-balanzas, soltaba un suspiro.

Se acercó rápidamente a él, y con un ojo entrenado lo revisó para ver si tenía alguna herida.

El guerrero novato cerró su mano como si se asegurara de que seguía funcionando, y luego la abrió; entonces también movió sus brazos y piernas.

Estaba ileso. No había sido mordido. La rata estaba espumando sangre, pero nada de eso le había caído encima.

—Estoy… bien.

—…Parece que sí.

Bien. La sacerdotisa aprendiz asintió. No necesitarían usar sus antídotos ni ninguno de sus artículos de curación.

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— ¿Y cómo trabajó el garrote?


—Aún no estoy seguro… El guerrero novato dio un golpe descuidado con el arma. No era afilada como una espada, pero pesaba más que una, y eso la hacía sentir extrañamente confiable. —Pero sé que si golpeo algo con él, muere.

Él no podía evitar suspirar, pensando en lo lejos que estaba de la relajada actitud del lancero o de la firmeza del guerrero blindado.

Era sólo una rata.

Pero fue un buen comienzo.

* * *

 

 

—¿Qué dice la vela?

—Hm… ¿Creo que por este camino la vela es un poco más caliente?

Cada vez que llegaban a una bifurcación en el camino, la sacerdotisa aprendiz alzaba la vela para encontrar la dirección correcta, y entonces continuaban.

Desafortunadamente, aunque tal vez de forma predecible, la espada no estaba donde la habían dejado después de la batalla del día anterior. Tal vez las ratas gigantes se lo habían llevado, o las cucarachas gigantes la habían hecho a un lado.


—No son goblins. No están sólo acumulando botín.

—Oye, no digas eso, da miedo. La sacerdotisa aprendiz miró fijamente al guerrero novato y le dio otro golpe con su codo. —Si hubieran goblins viviendo bajo esta ciudad, no sería gracioso.

—Seguro.

Entonces tendrían que pedirle a Goblin Slayer algo más que un simple consejo.

Continuaron su diligente búsqueda, quejándose acerca del hedor.

A lo largo del camino, se encontraron, y eliminaron, un total de tres ratas gigantes. Y una cucaracha gigante.

El garrote pronto se cubrió de una gruesa mucosidad, hablando ya de la historia de sus batallas.

—Supongo que no pensé que el garrote podría hacer sangre y… ¿son esos cerebros?… salpicaduras.

—Bueno, viste cuan sucio iba ese sujeto goblin… La sacerdotisa aprendiz se detuvo.

—Cuan sucio iba Goblin Slayer.

La nueva arma era pesada, y también tener que blandirla una y otra vez en la batalla lo cansó mucho más rápido que una espada.

—Pero me gusta cómo puedes sólo oscilarlo sin tener que apuntar.

—Sólo trata de no perderlo ni nada.

—Sí…

El guerrero novato gruñó en concordancia con esa opinión mientras se asomaba por la esquina.

Por el momento solamente parecía haber ratas de tamaño normal, así que no hubo ningún problema.

Llamando a la sacerdotisa aprendiz detrás de él, se adelantó un paso a la vez.

La sacerdotisa aprendiz dio un pequeño grito, a causa de las largas colas de las ratas que habían, mientras caminaban alrededor de los roedores.

—Oh, sí…

— ¿Qué es eso? ¿Tienes otro comentario tonto que hacer?

—No. El guerrero novato agitó la cabeza apresuradamente, miró hacia la izquierda y la derecha para asegurarse de que estaban a salvo, y luego se sentó en el camino. — ¿Tenemos alguna cuerda?

— ¿Serviría una soga?

—Demasiado grueso.

—Tengo una cuerda para sujetarme el pelo.

—Gracias.

Buscó en su bolso su bolso, y luego le dio un coletero, diciendo —Asegúrate de devolverlo. Luego se agachó al lado del guerrero novato y lo miró intensamente mientras él se ponía a trabajar.

—Cuando tengamos algo de dinero, te compraré uno nuevo.

—Sale de tu parte, ¿de acuerdo?

—Sí, claro.

Fue un buen trabajo, pero bastante simple. Envolvió firmemente la cuerda alrededor del mango del garrote, e hizo un lazo de un tamaño específico.

Cuando pasó su mano a través para sostener el palo… — ¿Ves? Ahora no lo dejaré caer.


—Hmm… La sacerdotisa aprendiz inspeccionó la correa improvisada, y luego hizo un resoplido. —Es un buen trabajo, hasta para ti.

—Ouch, eso duele.

—Cuando volvamos, colocaré una mejor para ti.

La sacerdotisa aprendiz se puso de pie con una risita, pero cuando levantó la vela para comprobar…

— ¡Whoa, rayos!

… Ella casi la deja caer, desesperadamente ajustó su agarre para mantenerla a salvo.

—Oye, ¿qué pasa? El guerrero novato también se levantó, sosteniendo su garrote en caso de que hubiera problemas.

No tenía experiencia, pero aun así miró cuidadosamente a su alrededor, su escudo levantado. La chica agitó la cabeza.

—No… no es nada. Sólo… la vela se está calentando cada vez más.

— ¿Se está poniendo más caliente? Eso significa…

Él podía ver que la llama blanca azulada de la vela buscadora se había hecho notablemente más grande.

El guerrero novato y la sacerdotisa se miraron el uno al otro.

—Debemos estar acercándonos.

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Fue fundamentalmente la suerte lo que le permitió sentir que algo venía de arriba.

El guerrero novato inmediatamente se movió para cubrir a la sacerdotisa aprendiz, dándole un empujón mientras se apartaban del camino.

— ¡Eek! ¿Qué estás…?

— ¡Idiota, mira!

Era algo como un enorme bulto negro.


Debe haber sido de unos seis pies de largo, casi el doble del tamaño habitual. Tenía un caparazón lustroso y seis patas retorcidas, y ondeaba antenas que parecían largos alambres de acero fino, y rechinaba su mandíbula con afilados dientes.

— ¡¿Qué dice la vela?!

— ¡Está muy caliente!

— ¡No me digas que está dentro de esa cosa!

El bicho—estaba más allá de lo gigante, era una descomunal cucaracha—se dirigió rápidamente hacia ellos. Los dos gritaron y empezaron a correr.

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