Goblin Slayer

Volumen 2

Capitulo 1: Aventuras y Vida Cotidiana

Parte 1

 

 

Goblin Slayer Volumen 2 Capítulo 1 Parte 1

 

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—Si no te gusta esto, puedes irte a casa.

Una voz clara resonó en el bosque, el cual estaba oscuro incluso al mediodía.

Árboles, musgo, hiedra. Este era un mundo donde uno pisaba las ruinas de edificios blancos abandonados, un lugar en donde todo el camino estaba regido por frondosas plantas. Las ruinas de la gran ciudad, probablemente construida en la Era de los Dioses, o al menos en la primera era de aquellos que tenían palabras. (Los Iluminados)

Incluso los elfos reconocen que nada perdura bajo el paso de meses y años, y sin embargo…

Esta escena era especialmente triste. Fisuras recorrían las elaboradas esculturas; los suelos de piedra alguna vez pulidos, ahora estaban destrozados. A través de las ramas que se extendían sobre cabezas como un techo, unos pocos rayos de luz, aunque no suficientes, se filtraban. Este lugar alguna vez había sido una ciudad, pero ahora no era nada, solo ruinas. Árboles y plantas eran sus únicos residentes ahora.

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A través de este paisaje, marchaban cinco figuras en una sola fila, llevando todos los ítems imaginables. Ellos eran, por supuesto, aventureros.

La voz pertenecía a la joven que estaba a la cabeza, encargada de la exploración. Sus largas orejas, la prueba de que era un elfo mayor, se estremecieron.

—Esto no significa nada si vienes obligado.

—­­­­ ¿No? La respuesta fue brusca, casi mecánica.

Venía del segundo en la línea, ­­­­un guerrero humano con un casco sucio y una armadura de cuero. En su cadera había una espada que parecía tener una longitud extraña; en su brazo había un escudo redondo y pequeño; y en su cintura colgaba una bolsa llena de baratijas.

Era un equipo ligeramente mejor al de los jóvenes entusiastas. Pero sólo eso. No parecía la gran cosa. Sin embargo, sus pasos, la forma en que caminaba, irradiaba seguridad.

Su extraño caminar de guerrero, le daría una extraña impresión a cualquier curioso que volteara a verlo.

—­­­­Esta aventura. ­­­­La elfa no se volteó. Sus largas orejas revoloteaban incesantemente.

Muchos elfos eran rangers. Eran exploradores a la par con las rheas, incluso si esa no era su clase principal.

Saltó sobre la prominente raíz de un árbol con tanta facilidad que parecía no pesar nada.

—Las orejas de la elfa saltaron.

—Pero esto fue lo que acordamos. Y no me negaré a pagar lo que prometí—continuó.

Sus orejas volvieron a caer.

La tercera persona en la línea suspiró ante las palabras del hombre.

Una pequeña, joven, inexperta y la más bella del grupo, una chica humana. Ella agarraba un báculo con las dos manos, y usaba un atuendo de clérigo sobre su cota de malla. Ella era una sacerdotisa.

Ella movió el dedo con un gesto reprobador al guerrero, como si dijera—Qué voy a hacer con él.

—No lo digas así. Necesitas una mejor actitud.

— ¿Yo?

—Sí, tú. ¡Justo cuando ella está siendo tan considerada contigo y con todos!

— ¿Es eso así…? Murmuró el guerrero, luego se calló. Su expresión estaba escondida detrás de su casco. Un momento después, giró sombríamente hacia la elfa y le preguntó directamente— ¿Es cierto?

— ¿Podrías no preguntar eso? Dijo la elfa, hinchando sus mejillas.

En realidad, desde que había pedido “una aventura” como su recompensa por ayudar al guerrero a defender cierta granja, la elfa había estado de muy buen humor.

Sin embargo, admitirlo en voz alta era otra cuestión.

— ¡Ahh, ríndete! Un enano regordete acarició su barba, mostrando una sonrisa sincera.

El cuarto en la línea, era un usuario de magia, vestido con un traje de estilo oriental—un chamán enano. Era incluso más bajo que la Sacerdotisa, pero macizo como una roca. La sabiduría convencional sostenía que los lanzadores de hechizos eran débiles, pero los enanos eran diferentes.

No es que la longitud de sus extremidades fuera un problema. Caminar a lo largo de senderos que sólo eran transitados por animales era un obstáculo para todos.

—Así es Corta-barbas. Ser duro no es nada nuevo para él.

—…Supongo que sí. Orcbolg es terco. Con eso, la elfa soltó un suspiro. —Como odio admitir que un enano tiene razón en algo.

El enano hizo un —hmph— molesto, y luego sonrió con satisfacción. — ¿Cómo esperas encontrar un hombre con esa forma de hablar? ¡Serás una solterona de dos mil años!

— ¡Hrk! Sus orejas se sacudieron. —No me importa. ¿Por qué debería importarme? De todos modos, aún soy joven.

—Oh, ¿en serio? Dijo el enano, su sonrisa aumentó como si hubiera encontrado la apertura que estaba buscando. — ¡Debería haberlo sabido, a juzgar por ese yunque que tienes por pecho!

— ¡Al menos no soy un barril andante!

Las encantadoras cejas de la elfa se erizaron. Giró y miró al enano. Cubriendo su pecho bastante plano con sus brazos, abrió su boca para continuar la discusión.

Pero fue interrumpida por un suspiro.

—Los habitantes de esta tierra pudieron haberse ido hace tiempo, pero tal vez haya algún tipo de trampa.

Quien hablaba era un hombre lagarto, con un talismán en el cuello.

Él era la cola—literal y figurativamente, por tener una cola y estar último en la formación. Era un gigante, su aliento salía de sus mandíbulas. Vestía los trajes tradicionales de su gente, y juntaba sus manos haciendo gestos extraños, era un sacerdote lagarto, el cual tenía como antepasados, a los temibles nagas.

—Estas tierras no son para las personas normales. Debemos mantenernos alerta, para no invitar problemas.

—Hrm. Tal vez ella estaba siendo un poco ruda.

— ¡Hrk! ¿Qué? Es tú culpa por…

—Mi querida ranger, por favor. Imploró el sacerdote lagarto.

Las palabras que iba a decir se quedaron en sus labios.

El sacerdote lagarto no era el líder del grupo, pero la elfa no podía evitar no hacerle caso a tan imponente rostro.

—Tal vez puedas continuar. Saltando hacia una raíz que parecía ser un reto.

—Sí señor.

—Y querido lanzador de magia, no distraigas a nuestra exploradora.

—Ya lo sé, ya lo sé.

El enano no notó como las orejas de la elfa cayeron por la reprimenda.

Mientras tanto, el sacerdote lagarto movió sus ojos irritadamente.

La sacerdotisa se rió, casi sin quererlo. Le gustaba lo vivaz que eran la elfa y el enano cuando peleaban.

Es lindo que ellos sean tan amigos como para pelear así.

— ¡Hyup!

La elfa saltó hacia una raíz de un árbol casi tan alto como ella, en uno, dos, tres pasos, haciendo una exhibición acrobática más allá de lo que la mayoría de las personas sería capaz de hacer.

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—Eres bastante hábil. El guerrero, que había estado viendo, dijo en voz baja.

—Oh, ¿lo has notado?

Junto con la respuesta satisfecha de la elfa, una cuerda para escalar se balanceaba sobre el obstáculo.

El guerrero le dio dos o tres tirones a modo de verificación, luego plantó sus pies sobre la raíz y empezó a escalar.

Él escaló con una velocidad y ligereza que no parecía estar usando una armadura. Tal vez esto era el resultado de una vida al aire libre.

—Muy bien. Esto servirá. Desde lo alto de la raíz, giró su casco mientras miraba hacia abajo.

—Siguiente.

—Oh… claro.

La sacerdotisa asintió varias veces y lo siguió.

Ella puso sus cosas en su espalda y empezó a escalar con vacilación, apoyándose intensamente en la raíz para sostenerse.

—Pero… hrgh… y pensar que una ciudad tan grande se convertiría en ruinas… “grito

—Con cuidado

Vwoop. La sacerdotisa resbaló sobre algún musgo y casi cayó, pero el guerrero agarró su muñeca y la levantó.

Su brazo era tan delgado, parecía que aquella mano con guantes de cuero podría partirla por la mitad

—Gracias… dijo ella en voz baja, mirando hacia abajo la raíz y sonrojándose.

Se frotó la muñeca ligeramente adolorida. No es que se quejara.

—Si no estás herida, vamos a bajar.

—De acuerdo

La  sacerdotisa siguió caminando a través de la raíz, el guerrero sostenía su mano para ayudarla.

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Una vez ellos estuvieron en la seguridad de la tierra firme, la elfa ladeó su cabeza y preguntó.     — ¿Todo está bien?

—Si… Yo solo… necesito aumentar un poco más mi fuerza…

—Bueno, pero no enloquezcas, dijo la elfa con un movimiento de sus orejas. Ella entrecerró los ojos y le dio a la sacerdotisa una significativa mirada hacia arriba y hacia abajo.

—No querrás terminar con el cuerpo de un enano.

— ¡Puedo oírte, orejas largas! Y sigo diciéndote que mi cuerpo es el de un enano promedio, gritó el chamán enano desde el otro lado de la raíz. —De todos modos, nada puede ganar contra el flujo del tiempo. Ni tus árboles, ni nuestras cuevas… nada.

El enano, después de un amable empujón del sacerdote lagarto en la raíz, aumentó su determinación y saltó al suelo.

Aterrizó sobre su  trasero con un golpe

La elfa frunció el ceño notablemente ante la exhibición poco elegante. — ¿Podrías ser más ridículo?

— ¡Mira mis piernas! ¡Son rechonchas! Elfos, siempre tan preocupados por cómo los ve la gente.

—Si te molesta, siempre puedes usar Control de Caída.

— ¡Pfah! ¿Usar un hechizo para esto? ¿No tienen los elfos ningún concepto de ahorro en la magia?

—Vale, vale… La sacerdotisa los irrumpió con una sonrisa que no podía ocultar. — Si hacen demasiado ruido, recibirán un regaño de alguien más. Ella advirtió.

—Oh, ¿quién me va a regañar? Desde la perspectiva de un elfo, esa serpiente es sólo un niño…

— ¿Oh-ho?

Los oídos de la elfa saltaron al estruendo de una voz.

—Ni siquiera los elfos son eternos. Tal vez lo único que lo es, es la eternidad misma…

La voz estaba acompañada por el silbido del sacerdote lagarto que trepaba la raíz con la ayuda de sus garras y cola.

Escaló con gracia y aterrizó ágilmente. Fue impresionante, aunque fuera un poco ruidoso. — ¿Quizás sería divertido descubrir si los elfos mayores son eternos o no?

—… paso.

Tal vez su expresión tenía la intención de parecer juguetona o burlona. Pero para cualquiera que no tuviera escamas, sólo parecía un enorme lagarto con la boca bien abierta de par en par.

La elfa frunció el ceño y agitó la cabeza de un lado a otro.

— ¿Y? Dijo el guerrero. — ¿Dónde están los goblins?

—… Ahí va otra vez. La elfa se encogió de hombros como si dijera que no valía la pena responder y siguió con un suspiro aún más grande. —Me desvié de mi camino para encontrar ruinas que parecían tener goblins, sólo por ti, Orcbolg. Podrías estar un poco más agradecido.

Entonces, el guerrero continuó diciendo: —Hmm. En otras palabras, estabas siendo considerada.

—…Si, podrías llamarlo así.

—Ya veo

Aparentemente, él había estado esperando a que todos llegaran. Ahora asintió con un gesto simple y se puso a la cabeza de la fila. La elfa le siguió apresuradamente, adelantándolo para continuar con el reconocimiento.

Considerando todo, el guerrero era un buen explorador. A pesar de su rapidez, indiferencia y su forma de andar que parecía bulliciosa, su armadura era extrañamente silenciosa. Puede que parezca un simple bandido, pero no pisó ni una rama, ni pateó ninguna piedra.

—Ejem, no hay necesidad de preocuparse, Goblin Slayer-sama. El sacerdote lagarto sacó un papel enrollado de su bolsa y lo abrió, estudiándolo mientras caminaba.

Estaba descolorido, desgastado, aparentemente medio borrado, pero parecía ser un mapa de la ciudad en la que se encontraban.

Teniendo cuidado de no dañar el papel, el lagarto recorrió con su garra el mapa cuidadosamente. —… debería haber un santuario más adentro. Yo, por mi parte, creo que deberíamos ir allí. ¿Qué piensan el resto de ustedes?

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—De acuerdo, dijo con prontitud el guerrero. Se había detenido y se puso a revisar el camino con un dedo, buscando huellas de pisadas. —Puede que haya goblins ahí.

— ¿Eso es en lo único que piensas? Dijo cansada la elfa

— ¿Hay algo más?

— ¡Mira a tu alrededor! Dijo, sin bajar la guardia, pero si extendiendo los brazos. — ¡Mira esto! ¡Maravillas! ¡Secretos! ¡Misterio! ¡Leyendas! ¿No sientes nada de eso?

—No hay tiempo para eso.

—… no puedo creerlo.

— ¿Es así?

La elfa apretó los labios debido a la respuesta tan brusca. Sus largas orejas se movieron.

Ahora, orejas largas. Si apresuras el pulido de una piedra, sólo la romperás —El chamán enano se rio, girando su barba, hacia la vanidosa elfa. —Sólo dale tiempo. Santo Dios, todos los elfos son tan impacientes.

—Por eso estás tan gordo, enano, sólo comiendo y bebiendo, y nunca haciendo nada.

—Aww. ¿Qué tienes en contra de un poco de comida y bebida? Él tomó un trago largo de la jarra de vino de fuego que llevaba en el cinturón, sin sentirse perturbado por su comentario.

—Aunque siendo justos, mi niña de orejas largas, no te equivocas.

La elfa miró al chamán enano mientras dejaba salir un eructo nada delicado.

—Corta barbas, ¿nunca pensaste que sería más fácil si fueras a, digamos, subir de rango?

—Lo he hecho, respondió el guerrero mientras se agachaba, se acercó a un muro y miró a la vuelta de una esquina.

—Oh-ho. El enano dejó escapar un gruñido por la respuesta inesperada.

El guerrero miró a la izquierda, luego a la derecha, y luego continuó hacia delante.

—Hacerme con una buena reputación, clasificarme en la categoría de oro y tomar un trabajo más amplio como aventurero es una posibilidad, dijo.

— ¿Entonces por qué no lo has hecho? Preguntó el enano.

—Porque si lo hiciera, los goblins estarían atacando aldeas.

Vigilando junto a ellos, la elfa agitó su cabeza como si quisiera quitarse un dolor de cabeza.

—Había oído que los humanos podían tener una visión cerrada, pero… ¿todos son así?

—Creo que él es especial, dijo la sacerdotisa con una sonrisa que decía ¿qué más podemos hacer?

Así había sido en los meses desde que se habían conocido, aunque al principio había sido confuso.

—Pero ahora habla de muchos más temas de los que solía hablar.

—……..

El guerrero continuó silenciosamente su búsqueda con esa misma caminata enérgica. La sacerdotisa lo siguió, aun sonriendo.

—Y es fácil de entender, ¿no?

—Lo entiendo, al menos, dijo la elfa con un guiño y una sonrisa.

El chamán enano y el sacerdote lagarto intercambiaron una mirada, luego una sonrisa sin palabras.

Pronto llegaron al final de lo que parecía haber sido una calle principal y llegaron a su destino: una gran plaza en un claro formado por árboles. Podían ver una abertura de pared blanca, como la entrada a una cueva.

—No veo ningún guardia. El guerrero suspiró con molestia mientras revisaba el territorio desde la larga hierba en las oscuras sombras de los árboles.

Desde que entraron en el bosque, no habían visto ni rastro de algún animal salvaje, y mucho menos de ningún monstruo.

— ¡Oh, eso significa que no hay goblins! Desde el fondo de la fila, la sacerdotisa intentó animar al guerrero decepcionado.

—No necesariamente.

La respuesta fue casi mecánica, pero no pareció molestarla. Respiraba pesadamente mientras trotaba detrás de él.

—No creo que permitieran que un nido tan preparado se desperdiciara.

—No tienes que imaginarte que están aquí si no lo están. Dijo la elfa, y luego murmuró para sí misma: ” Goblins, goblins. Honestamente.”

El guerrero la ignoró y dijo —O quizá sólo recientemente cavaron un túnel desde el nido hasta aquí.


—Oye… ¿Hueles algo? La elfa frunció el ceño. No lo decía en respuesta al guerrero.

El sacerdote lagarto movió lentamente su cabeza. “Lamentablemente, mi nariz apenas sirve en este bosque. ¿Qué clase de olor es?”

—Es como… eh. ¿Cómo huevos podridos?

—… Así que están aquí. Murmuró el guerrero brevemente. Los aventureros prepararon sus armas. La elfa sacó su arco, una gran rama de tejo ensartada con seda de araña, junto con una flecha que tenía un colmillo por punta.

Con una oración a sus ancestros, el sacerdote lagarto convirtió un colmillo en una espada pulida.

El chamán enano metió la mano en una pequeña bolsa de catalizadores, mientras la sacerdotisa sostenía su báculo con ambas manos.

Retrocedieron rápidamente, separándose para rodear la entrada.

— ¿Qué debemos hacer? ¿Quieres entrar? ¿O debo usar mi milagro de protección?

—No. El guerrero agitó la cabeza, cortando la pregunta ansiosa de la sacerdotisa.

— ¿Hay otra entrada a estas ruinas, este santuario? ¿Qué dice el mapa?

—No hasta donde yo he visto, respondió el sacerdote lagarto, que conocía el mapa como la palma de su mano. —Aunque, siendo estas ruinas tan antiguas, no podemos estar seguros de que el colapso no haya creado una.

—Los ahuyentaremos con el humo. Con su mano izquierda, el guerrero rebuscó en su bolso.

Lo que sacó era amarillento y del tamaño de su palma; parecía un trozo endurecido de algo. Usó una cuerda para atar la cosa a un poco de leña, hasta que la apretó en una bola.

La sacerdotisa llevaba una expresión ligeramente tensa. Tal vez reconocía ese artefacto.

—Eso es resina de pino, ¿no?

—Sí.

—Y… azufre.

—Hará un buen y espeso humo. Incluso mientras hablaba, el guerrero fácilmente golpeaba a un pedernal, prendiendo fuego a la bomba de humo. Teniendo cuidado de no respirar los vapores que inmediatamente empezaron a salir del dispositivo, lo arrojó al agujero. —Eso envenenará el aire. Es poco probable que los mate, pero… Con eso, el guerrero sacó una pequeña espada de su vaina. —Ahora, esperamos.

El humo de la bomba cubrió profundamente las ruinas.

Los aventureros suspiraron entre sí con una mezcla de molestias y temblores.

—Conoces los trucos más viles, dijo el chamán enano.

— ¿En serio?

— ¿No lo ves?

Pero no hubo discusión con los resultados inmediatos. Pequeñas siluetas corrían a través de la cortina de humo, clamando en voces chillonas.

Eran monstruos con rostros crueles, del tamaño de niños: goblins.

—Hmph.

Cuando vio que los goblins llevaban armaduras de cuero, los cortó con su espada como un hacha a través de leña.

Impactos. Gritos. Un rocío de sangre.

Casualmente pisó a un goblin que yacía boca arriba, una espada estaba enterrada en su cráneo, y cogió el arma del goblin.

Una hoz corta. El guerrero dio al arma manchada de sangre un ligero giro, y luego asintió. Nada mal. El arma había sido hecha para que un goblin la usara en una cueva, pero se sentía natural en su mano.

—Nuestra presa tiene un equipo excelente. Tengan cuidado.

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—Esto no es como cualquier aventura en la que haya estado.

— ¿No lo es?

— ¡No! La elfa soltó una flecha con el ceño fruncido.

Estaba hecha de una rama convenientemente fuerte, y volaba como si el santuario mismo la dibujara.

Aumentaron los gritos.

— ¿Normalmente no vas a las ruinas para luchar contra goblins?

—Supongo que ése es el método convencional.

El sacerdote lagarto iba de un goblin a otro, acabando a cada uno con su espada.


—Si uno se une a Goblin Slayer en su cacería, hay que hacer preparativos para lo que menos se espera.

—Si tú lo dices…

La sacerdotisa echó una mirada dudosa hacia el guerrero.

Estaba enterrando la hoz, sostenida por el reverso, en la garganta de un goblin. Rompió la tráquea del monstruo cuando la arrancó con su arma prestada; luego la lanzó inmediatamente por el aire. El arma giró en la nube de humo, y se oyó un grito de goblin. Sus movimientos eran brutalmente eficientes.

—A este ritmo no necesitaremos hechizos, supongo, dijo el chamán enano, preparando piedras para su honda.

Era sólo una previsión en caso de que se rompiera la línea del frente; de hecho, estaba muy tranquilo.

—No.

Entonces el guerrero levantó la daga del goblin cuyo cuello había desgarrado, sacudiendo su cabeza mientras probaba el borde.

Un veneno oscuro de algún tipo de descripción fue empapado a lo largo de la hoja. El guerrero limpió el veneno en la túnica del goblin, ignorando el escalofrío de la sacerdotisa.

—Guarda tu magia para cuando estemos dentro, le dijo el guerrero al chamán enano, poniendo la daga en su cinturón.

La entrada al santuario apreció. Los cadáveres de goblin cubrían el suelo, pero no sabían que había más adentro.

¿Habían ellos matado a todos? ¿O alguno había escapado?

—Son duros…

Sacó la espada del cuerpo del primer goblin que había matado, limpiando las vísceras de la espada. Esto sería suficiente.

Sin dudarlo, volvió a meter la espada en su vaina, y luego asintió. —Una vez que el humo disminuya, nos movemos.

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—Una vez más, no es el tipo de aventura a la que estoy acostumbrada, refunfuñó la elfa.

— ¿No?

— ¡Porque no es una aventura! Esta no cuenta, ¿de acuerdo?

—Muy bien.

Eso fue todo lo que dijo el guerrero mientras se dirigía al altar. El grupo lo siguió.

Un guerrero y la sacerdotisa eran humanos, una elfa mayor, un chamán enano y un sacerdote lagarto.

Los planetas y las estrellas habían completado casi la mitad de su ciclo desde que este inusual grupo se unió.

No había pasado mucho tiempo desde que otra lucha interminable con el caos y el desorden había llegado a su fin. Fueron a las ruinas y cuevas alrededor de las ciudades de la frontera, buscando cada una por su lado. Muchos fueron a las fortalezas, santuarios, ruinas y cavernas que se habían olvidado en la larga lucha. Los aliados del caos podrían encontrar un respiro en estos lugares y esperar a que llegue su momento. Uno debe estar siempre en guardia, pero no sólo por los monstruos.

Los gobernantes de la tierra, que habían comprado suficiente tiempo para retomar sus mezquinas rivalidades, dejaron este negocio a los que vivían en el desierto.

No era nada: los aventureros terminaban sus luchas y volvían a su vida cotidiana.


La gente se convertía en aventureros por curiosidad acerca de las tierras desconocidas. Su sueño era abrirse camino en el mundo matando monstruos y encontrando tesoros. Y si podían ganar una recompensa en su camino, sería hacía mucho mejor.

Al guerrero le importaba poco dónde vivían los goblins, ya fuera una cueva o una antigua ruina.

Orcbolg, Corta barbas, Goblin Slayer – él pasó por muchos nombres. Pero incluso cuando entró audazmente en la caverna, aún no era un aventurero.

—Encuentra a todos los goblins. Mátalos.

Él era un Asesino de Goblins (Goblin Slayer).

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