Sword Art Online

Volumen 16: Alicization Exploding

Capítulo 18: La Gran Guerra de Underworld

Parte 3

 

 

En la parte trasera del segundo ejército del Dark Territory, posicionado aproximadamente a quinientos mel del valle donde continuaban las feroces batallas.

Una mujer alta con un atuendo revelador estaba en el segundo piso de un carruaje de cuatro ruedas, muy lujoso incluso si era inferior ante el vehículo de guerra del dragón de tierra del Emperador Vector, con los brazos plegados. Ella era una de los Diez Lords de la tierra de la oscuridad, la líder del Gremios de Hechiceras Oscuras, D.I.L.


La hechicera mensajera vestida de negro que esperaba a su lado miró a su maestra mientras reportaba con una voz baja.

—Sigrosig-dono, Shibori-dono y Kosogi-dono han muerto en la batalla.

Los labios de D. se curvaron en ese instante y dijo.

—Eeh, qué inútiles… Supongo que hasta allí es donde pudieron llegar esos estúpidos semi- humanos.

Ella echó un vistazo al collar que colgaba de sus cautivadores senos. Con doce piedras preciosas colocadas en un círculo plateado, era un atesorado instrumento divino que decía el tiempo por medio de sus matices fluctuantes. La piedra de las seis tenía un brillo anaranjado y la piedra de las siete aún estaba oscura. En otras palabras, solo habían transcurrido unos meros veinte minutos aproximadamente desde que la batalla empezó a las seis de la tarde.





—¿Se ha descubierto las posiciones de esos Caballeros de la Integridad?

Ella preguntó, sin esforzarse en ocultar su irritación y la hechicera mensajera entonó un arte breve y escuchó a las hechiceras que se ocultaban en el campo de batalla antes de responder.

—Tenemos contacto visual con tres en las filas fronterizas. Hemos encontrado a dos en la retaguardia, pero requerirá tiempo confirmar sus posiciones.

—¿Aún cinco? ¿O quizá sus números simplemente son minúsculos…? Aun así, debemos asegurarnos de matar a esos cinco…

D. se murmuró a sí misma con una expresión despiadada, alejada del comportamiento coqueto que montó ante el emperador y dio una orden después de pensar brevemente.

—Bien, libera a los minions. Los comandos…

Entrecerrando los ojos, ella evaluó la distancia hasta la Gran Puerta colapsada y el frente de la guerra más allá de ella antes de continuar.

—… son «Vuelo setecientos mel», «Descender al suelo», «Aniquilación ilimitada».

—Creo que las fuerzas de los semi-humanos en la línea fronteriza serán engullidas con esa distancia.

—No hay problema con ello.

Ella decidió de una manera apática.

La hechicera mensajera tampoco demostró emociones y asintió con un “entendido” antes de preguntar otra vez.

—¿A cuánto debemos enviar? Actualmente, tenemos un total de ochocientos incubados y disponibles aquí.

—Hmm, veamos…

D. tomó un buen rato mientras meditaba.

Ella sentía que los minions, requiriendo muchos recursos y tiempo en su producción, eran mucho más importantes que esos goblins en términos de fuerza bélica. Aunque quería ejercer prudencia donde fuera posible, el emperador ciertamente estaría disgustado si la propuesta de D. (aniquilar la fuerza principal del enemigo por medio de una ráfaga de artes por detrás) fuera a fallar.

—Ochocientos, todos.

Una cruel sonrisa se abrió paso en esos labios que transmitieron esa orden.

 

D. ocultaba una ambición. Para lograr la victoria en esta batalla y obtener a esa «Sacerdotisa de la Luz», y así, conseguir la posición del emperador del Dios de la Oscuridad Vector cuando este se vaya del mundo terrenal, la gobernadora absoluta de todo Underworld.

Tras asumir el trono, ella podría crear miles decenas de millones de minions si lo deseaba. Su obstáculo más grande, el General Oscuro Shasta, ya había muerto y los únicos con el poder restante eran los mercaderes, interesados solo en el dinero, y los luchadores, interesados solo en la batalla. Podía decirse que el cumplimiento de su ambición era inminente.

Ella lograría subyugar a todo el mundo, una hazaña no lograda por esa Highest Minister Administrator mitad divina, mitad humana, y poner sus manos sobre ese Arte para la Vida eterna que estaba oculto en la fortaleza de la Iglesia Axiom.

Juventud perpetua e inmortalidad. Belleza eterna.

Dulces escalofríos se abrieron paso en la espalda de D. Su lengua escarlata tocó sus labios pintados de azul.

Fue entonces que las órdenes de la hechicera mensajera se dispersaron a través del Gremio de las Hechiceras Oscuras en las líneas del frente y esos gólems negros, manifestaciones de la oscuridad con alas otorgadas, emprendieron vuelo como uno.

Mientras que la luz de las antorchas brillaba sobre su lustrosa piel, los ochocientos minions se elevaron y volaron directamente por el cañón como se les ordenó.

* * *

 

Están aquí. 

Una gran sonrisa se grabó en los labios del Caballero Comandante Bercouli que se habían torcido como una escultura desde que la batalla empezó.

Sintió muchos soldados voladores que invadían el alcance del Arte de Control Completo de Armamento que mantenía en los cielos ante la Gran Puerta.

Esos no eran dragones voladores con Caballeros Oscuros encima. Parecían ser esos minions, fríos como el lodo y carentes de alma.

Sin embargo, era muy pronto para invocarlo. Él atraería a los minions liberados por el enemigo hasta que fueran engullidos dentro de su «espacio cortante».

Los sentidos finos de Bercouli ya habían percibido las duras batallas que Fanatio y Deusolbert atravesaron, así como la manera en que Renri despertó incluso si había huido temporalmente.

Con los tres generales de la vanguardia del ejército invasor derrotados, no se preocupaba por que perdieran su ventaja en la zona de batalla. Luego, si solo el séptimo caballero de alta categoría en espera en el cielo fuera a frustrar los Artes de largo alcance del enemigo agotando hasta la última gota de la energía sagrada espacial, la segunda unidad ilesa del Ejército de Defensa sería capaz de interceptar la fuerza principal del enemigo, la Orden los Caballeros Oscuros y el Gremio de Luchadores.

Bercouli había predicho que su verdadero papel llegaría después de eso.

No era luchar, uno contra uno, contra su archirrival de muchos años, el General Oscuro Shasta.

Bercouli ya había sentido la ausencia de Shasta en la fuerza principal del enemigo. El espíritu inmenso que sintió que se desvaneció a lo lejos en el este hace días —ese debió haber sido el último momento del maestro espadachín.

Como el Caballero de la Integridad más antiguo, habiendo vivido prácticamente durante incontables años y meses, Bercouli ya no lamentaba y se afligía por los que estaban limitados por la Vida. Aun así, la muerte de Shasta, el que esperaba que fuera capaz de reconciliar a la tierra de la oscuridad y al Mundo Humano sin derramar sangre, lo llenó de desazón y nada más.

Con las cosas como estaban, simplemente tendría que cortar al que terminó la vida de Shasta, el dueño de esta presencia que sintió como un vacío frígido —ese desconocido comandante supremo enemigo que probablemente lideraba al ejército del Dark Territory—con sus propias manos para vengar su muerte.

O tal vez su propia vida terminaría allí, Bercouli pensó.

Aun así, él ya no sentía apego alguno hacia la vida.

Simplemente moriría cuando la hora llegara.

Bercouli había pensado que la encarnación liberada por ese caballero de baja categoría de Fanatio al borde de la muerte era admirable y también había sentido una leve envidia.

Pero naturalmente, no era hora de eso.

El área de corte al fin había devorado hasta el último grupo de minions que destrozaban los cielos nocturnos de arriba mientras avanzaban.

Los ojos de Bercouli se abrieron y él agitó gentilmente su amada espada, la «Espada Perforadora del Tiempo», que estaba encajada en la tierra.

—¡¡Corta!!

Él cortó el aire vacío con su hoja desnuda con ese grito breve.

Ante eso, incontables rayos blancos parpadeantes de luz se juntaron mientras trazaban una matriz tridimensional en el cielo.

Siguiendo una gran cacofonía bizarra de alaridos de muerte, la oscuridad llovió sobre las cabezas de las fuerzas de semi-humanos enemigos como una cascada. El débil veneno en la sangre de los minions estimuló la confusión entre las fuerzas que habían perdido a sus generales.

* * *

 

Las premoniciones ominosas atraparon a D. mientras escuchaba un ruido levemente sobresaltado en la voz de la hechicera mensajera la cual había persistido en su carencia total de emociones hasta ahora. Solo para darse cuenta un segundo después.

—Lamentablemente, Su Excelencia… parece que los ochocientos minions han sido aniquilados antes de que aterrizaran.

—Qu…

Ella perdió sus palabras.

El sonido desgarrador que le siguió fue una grieta de la costosa taza de cristal colisionada contra el suelo del carruaje.

—¡¿Cómo pudo pasar?! ¡Nunca he escuchado de ninguna fuerza capaz de Artes de esta escala entre el enemigo!

En primer lugar, sería casi imposible masacrar a ochocientos minions solo con Artes. Ya que eran producidos mayormente con arcilla, tenían una buena resistencia contra las Artes térmicas y criogénicas. Un corte de una hoja afilada sería más efectivo, pero las espadas de las unidades de infantería nunca podrían alcanzar a los minions en el aire.

—¿El enemigo aún no ha liberado a sus dragones voladores?

D. preguntó, trayendo su furia bajo control de alguna forma. La hechicera mensajera confirmó con su cabeza aún abajo.

—Sí. Aún no hemos confirmado ni a un solo dragón volador en este momento.

—En ese caso… ¿es eso? La carta de triunfo que pertenece a esos Caballeros de la Integridad… el «Arte de Control Completo de Armamento». Aun así, pensar que es capaz de…

Sin decir más, ella rechinó sus caninos desnudos.

Como el General Oscuro Shasta, D. también había intentado recolectar información sobre las Artes secretas ocultas por los Caballeros de la Integridad. Sin embargo, era casi imposible presenciar precedente alguno de tal escala.

Ella podía explicarlo con más nada que la sinergia entre el instrumento divino y la fuerza propia del caballero.

—Dicho eso, usar sus armas de tal manera debe consumir mucha de su Vida. La utilización continua no debe ser…

Fue cuando D. murmuró eso que sus pensamientos se alborotaron a toda velocidad.

Habiendo escuchado un reporte de las líneas del frente, la cabeza de la hechicera mensajera se alzó y lo comunicó con una voz que había recobrado algo de fuerza.

—Su Excelencia, el rastreo de los dos Caballeros de la Integridad en la retaguardia se ha completado. En total, tenemos a los cinco objetivos a la vista.

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—Bien.

Asintiendo, ella lo meditó más.

El elemento más incierto era enviar a la segunda fuerza principal del ejército, la Orden de los Caballeros Oscuros y el Gremio de Luchadores para debilitar más el Arte de Control Completo de Armamento del enemigo. Otra opción sería convocar su carta de triunfo, el Gremio de Hechiceras Oscuras, ahora y concluir la guerra de un solo golpe.

Estar alerta era el carácter original de D., elaborar cuidadosamente un plan y eliminar cualquier obstáculo antes de ponerlo en marcha.

Sin embargo, la pérdida inesperada de sus ochocientos minions atesorados en un instante la condujo a una incomodidad inconsciente.

Llenando una nueva copa de cristal con un vino púrpura oscuro, D. se habló a sí misma.

Estoy tranquila. Este es el momento del primer paso hacia la gloria.

Alzando la copa que había vaciado de inmediato, D.I.L. ordenó fuertemente.

—¡Movilizad a todas las fuerzas de arqueros de los ogros y al Gremio de Hechiceras Oscuras! ¡¡Entrad al cañón y comenzad a recitar el arte de las «Flechas de Incineración en Zona Amplia»!!

* * *

 

Kurururu…

La voz producida por su garganta era aguda y sonaba un tanto desolada. El dragón volador, «Amayori», animó a su ama.

La Caballera de la Integridad Alice forzó una suave sonrisa en sus labios y susurró.

—Estoy bien, no necesitas preocuparte.

Sin embargo, ella no estaba, de hecho, bien en lo más mínimo. Su visión se distorsionaba extrañamente, su respiración era rígida y sus extremidades estaban heladas. No sería extraño que cayera inconsciente en el próximo momento.

El comprimido arte enorme, posiblemente explotando en cualquier momento, que había entonado continuamente inmediatamente después de que la batalla comenzara no era lo que agotó tanto a Alice.

Era lo que servía como la fuente de la energía sagrada que ese arte consumía: las muertes incontables.

Caballeros, Guardias, Ascetas. Y además goblins, orcos y gigantes. El pavor, la pena y la desesperación desde el instante antes de que desaparecieran atormentaban a Alice sin pausa.

Originalmente, Alice no habría prestado atención a las vidas ni a las muertes de los pobladores del Mundo Humano, mucho menos las del Dark Territory.

Ella había vivido en Rulid por medio año, entendiendo la preciosidad de las modestas, pero honestas, vidas de los aldeanos, y los reconoció como algo digno de protección, pero esa no era ninguna causa para pensar lo mismo de lo que vivían en el Imperio Oscuro.

En realidad, Alice había aniquilado al grupo de goblins y orcos que asaltaron Rulid hace unos meros diez días sin la más mínima duda.

Las fuerzas oscuras eran invasores despiadados, un enemigo a ser destruido sin misericordia.

Ella lo aceptó sin duda hasta que asumió este deber que Bercouli le asignó.

Sin embargo.

¿Cómo pudo ser—?

La energía sagrada originada de la Vida de los soldados caídos de ambos ejércitos en el campo de batalla de abajo era de la misma naturaleza, sea de un humano del Mundo Humano o de un semi-humano. Todos eran cálidas, prístinas y sin ninguna manera de distinguir sus antiguos seres.

Meditar sobre las razones para ello sumió a Alice en un gran caos. ¿Qué pasaría si, qué pasaría si los habitantes del Mundo Humano y los monstruos de la tierra de la oscuridad poseían efectivamente la misma alma, defiriendo solo en si nacieron en este lado de la cordillera o en ese?

¿Por qué exactamente estaban luchando contra nosotros?

—Kirito. Si tan solo estuvieras aquí…

Habrías encontrado alguna otra manera; ella ahogó esas palabras sin pronunciarlas. Tenía que enfocarse en el arte ahora.

En el concilio de guerra antes de que la batalla comenzara, Alice expresó sus dudas a la Caballera Vicecomandante Fanatio. Sobre quién podría ser capaz de usar un arte muy enorme para agotar la energía sagrada espacial del vasto cañón.

Fanatio miró directamente a Alice y respondió.

Esa serías tú, Alice Synthesis Thirty.

Tal vez no lo hayas notado, pero tu fuerza actual supera a la de los Caballeros de la Integridad. Debes ser capaz como eres ahora. El verdadero poder de los dioses, para dividir los cielos y desgarrar la tierra.

Ella pensó que esperaba demasiado de sí misma entonces. Aun así, al mismo tiempo, sentía que tenía que cumplir este papel incluso si significaba su vida a cambio. Que era su responsabilidad como la que apuntó una espada hacia la Highest Minister y alteró tan dramáticamente la estructura de régimen de la Iglesia Axiom.

Alice ya no pensó más y se enfocó solamente en reunir la energía sagrada liberada en la quebrada y convertirla en el arte.

Sin embargo, Alice se sentía tensa en su corazón y no podía hacer nada al respecto mientras que gritos resonaban incesantemente en el cañón.

Morir. Muriendo. Padres; hermanos; hermanas y niños.

…Deprisa.

Alice murmuró en su corazón.

Alice deseaba que «ese momento» llegara inclusive un segundo antes. La hora de concluir esa tragedia dando a luz muertes que superaban por mucho a la horrenda cuenta actual—

* * *

 

Las fuerzas confusas de semi-humanos de la primera unidad de invasores goblins de montaña, goblins de pradera y gigantes estaban a una etapa antes de iniciar una estampida.

Los tres jefes habían muerto en batalla. En otras palabras, los caballeros que lideraban al ejército enemigo eran más fuertes que cualquiera de las fuerzas de semi-humanos. «El fuerte reinará» —esa era la única ley grabada en las almas de los habitantes del Dark Territory.

Si esta batalla solo perteneciera a los semi-humanos, los soldados se habrían rendido en el instante en que el comandante fue derrotado.

Lo que previno por poco esa situación fue la presencia del dios de la oscuridad, el Emperador Vector, quien había descendido al Dark Territory. El emperador era más fuerte que cualquiera de los Diez Lords y aún se desconocía si los caballeros del Mundo Humano eran más fuertes.

Por consiguiente, los semi-humanos solo podían seguir su orden inicial y continuar con el impulso, balanceando seriamente sus espadas contra el Ejército de Defensa del Mundo Humano.

Utilizando los minutos ganados por  su  combate desesperado, la  carta de triunfo del ejército del Dark Territory, su fuerza militar de larga distancia: las fuerzas arqueras de los ogros y el Gremio de Hechiceras Oscuras de D., avanzaron a una posición ante la derrumbada Gran Puerta.

El plan era que la unidad de la fuerza de tres mil ogros preparara sus enormes ballestas al frente y las hechiceras, también de tres mil, entonaran sus artes ofensivas atrás. El que asumió el comando general no fue el líder de los ogros, Fulgrr, sino una versada hechicera cercana a D.

Esa hechicera escuchó las órdenes que venían de la retaguardia y asintió una vez antes de gritar.

—¡Unidad de ogros, preparen sus ballestas! ¡¡Unidad de artes, entonen la ceremonia de las «Flechas de Incineración de Amplia Zona»!! ¡¡Observadores, comiencen a entonar el arte de marcado a las coordenadas de los Caballeros de la Integridad enemigos!!

Las flechas de incineración de amplia zona se referían a un arte de aniquilación de gran escala diseñado por D.I.L. por el bien de su plan. Convirtiendo toda la energía oscura espacial que llenaba al campo de batalla en elementos térmicos, lograrían dispararlo a largas distancias fijándolas sobre las flechas de los ogros. Ya que no consumía energía oscura por medio de transformación como «forma de ave» o «forma de flecha», el rendimiento debía superar por mucho sus expectativas.

Era el arte ofensivo más poderoso de la historia. Y solo era posible por la aparición del Emperador Vector, ausente de la «era de sangre e hierro».

Además, D. había preparado un cauteloso plan para utilizar a las hechiceras que sobresalían en artes de elementos aéreos como observadoras, creando «senderos de viento» para el fuego concentrado sobre la fuerza principal del ejército enemigo, los Caballeros de la Integridad. Si todas las flechas de incineración impactaban sobre un solo punto, debía resultar en un ataque de prioridad extrema del que ni siquiera la Highest Minister Administrator podría protegerse perfectamente.

Esa era la misma situación que la Sabia Cardinal temió una vez, «la fuerza de muchos abrumaba la fuerza de uno».

* * *

 

Amayori soltó otro gruñido bajo.

Sin embargo, esta vez, fue un cálido, con un rugido agudo mezclado.

Alice reunió su voluntad, regresando su consciencia que había empezado a desvanecerse, y miró hacia el crepúsculo al frente a lo lejos.

Están aquí.

Tropas nuevas se aproximaban a un controlado ritmo constante más allá de las fuerzas semi-humanas que aún batallaban con el Ejército de Defensa. Ella no podía ver brillos metálicos. Probablemente eran la unidad de ataques de larga distancia —el Gremio de Hechiceras Oscuras del Dark Territory.

Ellas eran a las que el Caballero Comandante Bercouli vigilaba más, las que tenían suficiente poder destructivo para eliminar el Ejército de Defensa del Mundo Humano con un solo ataque.

Sin embargo, lo mismo podía decirse de la Caballera Alice.

Alice había estado entonando un arte de gran escala. Fue conceptualizado después de escuchar sobre la batalla de la Caballera Vicecomandante Fanatio contra Kirito, el cual se llamaría arte de «Rayo de reflejo oculto».

Con la masa de la energía sagrada espiritual, originada de las incontables vidas perdidas en el enfrentamiento, como base, Alice cambió la forma de los elementos cristalinos al principio y creó una bola gigantesca de vidrio que medía tres mel de diámetro.

Luego, creó una gruesa película de metal con elementos metálicos y escudó toda la bola de vidrio.

El producto fue un «espejo sellado». Colocándolo en el espacio justo entre las alas de Amayori sobre su espalda, ella adentró ambas manos en su lisa superficie curva y lo selló con elementos luminosos generados por la energía sagrada espacial constantemente producida.

Preservación elemental.

Esa era una técnica básica, pero absoluta, sobre la que muchas hechiceras de alta categoría estrujaban sus mentes desde tiempos antiguos.

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Sin fijar constantemente la mente de uno sobre ellos, los elementos generados como los elementos térmicos, criogénicos y aéreos flotarían por el área por voluntad propia y se desvanecerían eventualmente, esparciéndose como aire caliente o frío. Simultáneamente, había un límite superior para el número de elementos mantenidos, fijos a las terminales que la hechicera poseía: el número de dedos de sus manos.

El Chief Elder Chudelkin usaba su constitución única para pararse de cabeza solo con su cabeza y convertía las plantas de sus pies en terminales para mantener veinte elementos. Más aún, la Highest Minister Administrator convirtió su cabello plateado en terminales a través de una técnica, permitiéndole manejar simultáneamente más de cien elementos.

Eso dicho, Alice no podía emular ninguna de esas técnicas. Para empezar, diez o incluso cien no bastarían para esta situación. Las hechiceras oscuras enemigas sumaban tres mil — incluso si cada una mantenía cinco elementos en promedio, su total excedería los quince mil.

Por consiguiente, Alice exploraba maneras de mantener los elementos producidos sin la necesidad de enfocarse en ellos. Lo que primero le vino a la mente fue colocarlos en un recipiente.

Eso dicho, los elementos estándares para los artes ofensivos, térmicos y criogénicos, desaparecerían instantáneamente tras entrar en contacto con un material, calentándolo o enfriándolo.

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Sin embargo, una idea llegó a Alice cuando escuchó sobre cómo Kirito había reflejado la luz del instrumento divino de Fanatio, la «Espada Perforadora del Cielo», con un espejo creado de solo elementos térmicos y cristalinos en la batalla en el quincuagésimo piso de la catedral.

Si la luz no hacía nada más que rebotar tras tocar un espejo —ella solo tendría que producir un espejo completamente sellado.

Y si iba a generar elementos luminosos dentro de él.

Podría, teóricamente, mantener un número infinito de elementos luminosos hasta que la Vida del espejo expirara.

* * *

 

Las ballestas, llevadas a sus límites, por los corpulentos arqueros ogros crujían mientras eran apuntadas hacia el cielo tenue.

Para disparar las innumerables flechas, brillando opacamente, las tres mil  hechiceras alzaron sus manos en alto mientras recitaban la frase inicial como uno.

—¡¡System call!!

La entonación que solo consistía de voces femeninas solo podía  llamarse coro de la muerte, intoxicado por el inmenso poder que iba a ser, las hechiceras cantaron la siguiente frase.

—¡¡Generate termical element!!

Débiles partículas rojas flaquearon mientras se iluminaban sobre sus dedos flexibles—

Pero no fue más que un instante antes de que se deslustraran, extinguiéndose después de liberar un modesto resoplido de humo.

La hechicera hábil que comandaba a la unidad no pudo entender inmediatamente lo que había ocurrido y recitó las entonaciones una vez más. Pero el resultado permaneció igual.

La sorpresa la abrumó mientras que voces estupefactas de sus subordinadas llegaban a sus oídos.

—¡No podemos crear los elementos térmicos!

—¡No podremos iniciar la ceremonia de las «Flechas de Incineración de Amplia Zona» a este ritmo!

Ella analizó los alrededores en búsqueda de la causa del fenómeno y su ayudante cercana abrió su boca tímidamente para hablar.

—C-Comandante… ¿no debe ser por la falta de energía oscura espacial…?

—¡¡¿Cómo puede ser posible?!!

La comandante gritó con shock. Ella señaló a las líneas del frente a la distancia con la mano izquierda en la que portaba numerosos anillos.

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—¡¡¿No escuchan esos gritos?!! ¡¡¿No ven que esos humanos y semi-humanos mueren?!! ¡¡¿A dónde creen que pudieron desvanecerse todas sus vidas?!!

Nadie tuvo una respuesta para esa pregunta. Los arqueros ogros también se irritaron con la orden de retraso del fuego y simplemente podían seguir manteniendo sus ballestas haladas.

* * *

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La hora había llegado.

Alice cerró sus ojos por un momento y oró.

Ella soportaría personalmente el pecado de arrebatar muchas vidas por el bien de una.

La esfera plateada con un diámetro de tres mel sobre la resistente espalda de Amayori elevó su presión al máximo. Retirando ambas manos en contacto con ella, ella desenvainó su espada desde la parte izquierda de su cintura.

—¡Broten, flores! ¡Enhance armament!

Su grito sonoro dividió la hoja de su instrumento divino, la «Espada de Olivo Fragante», en incontables orbes pequeños. Controlando al enjambre dorado, ella instruyó al dragón caballero.

—¡Amayori, baja tu cabeza!

Siguiendo sus órdenes, el dragón volador se inclinó hacia adelante. La esfera plateada rodó tranquilamente y se desprendió de la cabeza del dragón en el aire después de una revolución. Atrapándola cuidadosamente con los orbes pequeños, ella la ajustó hasta cierto punto en el que la esfera plateada estuvo orientada diagonalmente hacia abajo.

Alineamiento… listo.

Inhalando una bocanada de aire, ella susurró.

—Burst element.

Un cántico muy corto y simple para un arte que tenía un poder tan aterrador.

La esfera plateada reflectora fue hecha con un punto más delgado a propósito.

Enfocando la inmensa luz y calor de los incontables elementos luminosos que explotaban en ese punto, la película plateada y el vidrio se licuaron en un rojo carmesí—

Soltándolos al mundo exterior con una explosión chirriante.

Fanatio se paró confundida, alzando la mirada  hacia «eso» desde el suelo, mientras pensaba en cómo debía contener un poder miles de veces más fuerte que el rayo de luz producido por el Arte de Control Completo de Armamento de la Espada Perforadora del Cielo.

Los guardias y los caballeros aparte de ella simplemente estaban impresionados por lo que creían que era el poder de Solus.


El pilar blanco que medía cinco mel de amplio cayó sobre la tierra desde los cielos con velocidad extrema y se encajó entre las fuerzas semi-humanas. Luego, se abrió más paso en el cañón como si la empujara gentilmente—

Una sinfonía estruendosa de varios miles de campanas resonó mientras que las ondas de calor y luz crecían para englobar toda la extensión de la quebrada. Se volvió un pilar imponente de fuego inmediatamente después, tocando prácticamente la cordillera del borde, y tiñó los cielos nocturnos de rojo.

Sword Art Online Volumen 16 Capítulo 18 Parte 3

 

* * *

 

D. se rio tras ver las absurdas explosiones tan cercanas que sus manos las alcanzaban, creyendo que era el resultado de su estrategia.

Sin embargo, la onda de calor que surgió hacia adelante hacia su carruaje de cuatro ruedas desde el cañón eliminó esa sonrisa.

El quemado viento carbonizado le trajo noticias. Los gritos de las unidades de semi- humanos y las hechiceras oscuras que D. crió personalmente mientras perecían.

La hechicera mensajera reportó roncamente mientras que D. estaba en silencio.

—Debido a la desconocida escasez de energía oscura espacial, fuimos incapaces de montar la ceremonia de las «Flechas de Incineración de Amplia Zona»… inmediatamente después, el ataque de gran escala no identificado lanzado por las fuerzas enemigas parece haber eliminado al noventa por ciento de las unidades semi-humanas, setenta por ciento de los arqueros ogros y también… más de treinta por ciento de las unidades de hechiceras oscuras…

—¿Escasez desconocida…?

La complexión de D. tembló, hirviendo con enfado al fin, mientras que ella exclamaba.

—¡Claramente sabemos por qué! ¡¡Es ese ridículo arte que absorbe hasta la última gota de la energía oscura espacial del cañón!! Aun así… no puedo creerlo, un arte de tal escala es imposible para mí… ¡¡la fallecida Highest Minister debe ser la única capaz de ello!! ¡Entonces dime, ¿quién estuvo detrás de eso?!

A pesar de su despotricado, muy natural, no hubo respuestas.

¿Cómo podría encontrar una forma de salir de esta situación —o más bien, cómo debía reportar esto al Emperador Vector?

La que se jactaba del intelecto superior de todos en el Dark Territory, D.I.L. no pudo hacer más que respirar irregularmente.

* * *

 

Asaltada por el culatazo por disparar ese arte excepcionalmente grande y las tragedias que nacieron por ello, Alice regresó la Espada de Olivo Fragante a su vaina inmediatamente antes de colapsar sobre la espalda de Amayori.

El dragón volador aceptó gentilmente a su ama antes de trazar espirales bajos mientras descendía a las líneas del frente del Ejército de defensa del Mundo Humano.

La primera en apresurarse fue la Caballera Vicecomandante Fanatio . Extendiendo ambos brazos, atrapó a Alice que se resbaló del dragón.

—Ese arte y esa exhibición de encarnación fueron magníficos, Alice.

Alzando de alguna manera sus párpados ante esa voz verdaderamente conmovida, Alice vio al cañón con su superficie aún quemándose tanto como las sombras de los sobrevivientes enemigos que huían con pavor. Ella apenas pudo encontrar cadáveres. Debieron haber sido desintegrados por el rayo de luz inicial o destrozados sin rastro por las explosiones siguientes.

No podía permitirse sentir orgullo alguno por la destrucción muy despiadada.

Aun así, ovaciones emergieron como olas de la marea de los guardias circundantes de inmediato. Eventualmente, fluyeron y se convirtieron en gritos de triunfo mientras continuaban.

Mientras escuchaba las alabanzas por la Orden de los Caballeros de la Integridad y la Iglesia Axiom, Alice finalmente exhaló una bocanada de aire atorada y levantó su cuerpo el cual era cargado por Fanatio. La Caballera Vicecomandante mostró una sonrisa agotada y asintió profundamente.

—El enemigo se ha retirado. Nos has guiado a la victoria.

También respondiendo a esas palabras con una sonrisa, Alice fortaleció su expresión y habló.

—Fanatio-dono, la guerra aún no ha concluido. Por favor evita que la  nueva energía sagrada creada por el arte previo sea reutilizada por el enemigo y los gasten en artes curativos.

—Es cierto… aún tienen a sus fuerzas principales, la Orden de los Caballeros Oscuros y el Gremio de Luchadores en la cúspide de su salud.

La belleza de cabello negro asintió y alzó su voz con una pizca de fatiga que incluso ella no pudo ocultar.

—¡Bien, todos los que puedan moverse, retírense a la segunda unidad y lleven a los heridos! ¡Si son de la unidad de ascetas o incluso un guardia con conocimientos de artes curativas, traten a los heridos con todo lo que tengan hasta que la energía espacial se agote! ¡No aparten sus ojos de los movimientos de las fuerzas enemigas!

Sus órdenes concisas resonaron y los guardias empezaron velozmente. La frase inicial para las artes sagradas pudo escucharse repetidamente desde atrás.

—Lo reportaré a Su Excelencia, el Caballero Comandante. ¿Puedo confiarte este lugar?

Alice asintió y Fanatio mostró otra sonrisa antes de irse, corriendo a medias. Mientras la gente se iba, Alice fue dejada sola en las líneas fronterizas con Amayori.

Habiendo despedido a la caballera comandante suplente, Alice dio varios pasos y rascó el lado inferior de la barbilla de su amado dragón mientras susurraba gentilmente.

—También has hecho un gran trabajo, Amayori. Debió haber sido agotador estar inmóvil en ese lugar. Asegúrate de comer tras regresar a tu lecho.

El dragón volador ronroneó alegremente, saltó mientras agitaba sus alas y planeó hacia sus compañeros en la retaguardia.

Pues ahora, hora de ir al auxilio de los heridos. Alice dio un paso con eso en mente.

—Maestra.

La voz baja pertenecía al Caballero Eldrie.

Lo que Alice vio cuando volteó para elogiar a su único discípulo fue la macabra figura del joven a pesar de su persona desenfrenada y sofisticada.

La espada en su mano derecha y el látigo en su mano izquierda estaban teñidos de rojo y negro con la abundante sangre que los cubría. Eso no era todo. Su armadura plateada y su pelo ondulado púrpura una vez lustroso también estaban en un estado terrible por la sangre de sus víctimas. ¿Cómo la batalla lo redujo a tal condición?

—¡E… Eldrie! ¡¿No estás herido?!

Ella preguntó con su aliento contenido y el caballero concordó lentamente con una expresión un tanto vacía.

—Sí, no he sufrido ninguna herida grave. Aun así… debí haber descartado esta vida en la batalla…

—¿Qué estás diciendo? Tienes una misión de liderar a los guardias hasta que esta guerra termine…

—Yo no completé la misión.

El joven Caballero de la Integridad murmuró con una voz rota.

 

 

Alice no podría haberlo sabido, pero tras la táctica de la pantalla de humo Eldrie dejó que los goblins de montaña atravesaran la línea defensiva, tomó varios minutos enteros de esfuerzo inútil despejándola sin artes antes de que él finalmente pudiera guiar a los guardias para perseguir a los goblins que asaltaron por la retaguardia.

Eso dicho, para entonces, el líder de los goblins de la montaña, Kosogi, ya fue derrotado por el Caballero de la Integridad Renri, catalogado mayormente como un fracaso de caballero.

Privado de la oportunidad de recobrar su honor, Eldrie perdió su calma y masacró hasta el último de los goblins en retirada —antes de mirar al arte divino lanzado desde arriba por su maestra, Alice.

—He traicionado tus expectativas… Alice-sama…

Regresando el Látigo de Escamas Heladas a su cintura, Eldrie cubrió su rostro con su mano izquierda.

—¿¿Cómo yo… esta tonta… patética… persona puede ser un caballero…?!

¿Y cómo podía «proteger a su maestra»?

El poder de ese arte, comparable a los desastres naturales. Estaban demasiado apartados.

En todo sentido.

Ella nunca lo necesitó. Su maestra, esa caballera prodigiosa, nunca necesitó a un patán como él. Él no tenía nada en lo que destacara, sea su manejo de la espada, dominio de artes o el Arte de Control Completo; y su estupidez, dejando que un grupo de goblins se burlaran de él, estaba plenamente demostrada.

Pensar que él podría obtener el corazón de su maestra… su amor con una vista tan penosa; dicho pensamiento sería un insulto.

—Yo… ¡no tengo derecho de llamarme tu discípulo, Alice-sama!

Eldrie gritó con agonía.

—¡Lo has… Lo has hecho bien!

Alice extrajo eso de su boca de alguna manera a pesar de su desconcierto.

¿Qué le había ocurrido a Eldrie? Aunque hubo una confusión moderada en las líneas del frente, ¿no había mantenido a raya las víctimas causadas por el enemigo?

—Tú eres necesario para mí, para el Ejército de Defensa y para la gente del Mundo Humano. ¿Por qué te insultas así?

A pesar de preguntar con un tono tan gentil como pudo, la depresión en los ojos de Eldrie perduró. Las manchas de sangre derramada sobre sus mejillas temblaron mientras que el caballero murmuraba con un volumen ahogado.

—Necesario… ¿quieres decir por mi poder? O…

No pudo terminar sus palabras.

Un abrupto gruñido bizarro estremeció al aire y Alice y Eldrie voltearon simultáneamente para ver.

—Fgrrrr…

Un mitigado ruido gutural similar a un lobo amenazador. Alice abrió sus ojos completamente y los enfocó sobre la oscuridad dentro del cañón.

Sitios por todo el valle aún estaban iluminados por las llamas abrazadoras y una sombra enorme se puso de pie débilmente allí.

No era humana. Sus piernas se doblaban en un ángulo peculiar; su espalda era extrañamente delgada; la musculosa parte superior de su cuerpo se inclinaba hacia adelante. La cabeza de encima era, en palabras simples, la de un lobo. Tenía que ser un semi-humano del Dark Territory, uno de la raza de los ogros.

Aunque Alice estiró velozmente su mano izquierda hacia la empuñadura de su amada espada, ella notó inmediatamente que el enemigo estaba desarmado. Y eso era simplificarlo ya que la mitad izquierda de su constitución estaba terriblemente carbonizada con humo que se elevaba de ella. Debió haber sufrido esas graves quemaduras por el caliente rayo de luz blanca. Aun así, ¿por qué no se había retirado como sus camaradas sobrevivientes?

Ella confirmó la situación en la zona: los guardias aún estaban en la retaguardia, dejando solos a Alice y a Eldrie. Alice cuestionó con un tono agudo mientras se mantenía atenta contra las acciones del ogro.

—No debe quedarte mucha Vida. ¿Por qué estás allí desarmado?

El semihumano respondió con un gruñido angustiado.

—Grrr… Yo soy el líder de los ogros, Fulgrr…

La manera en la que declaró su nombre hizo que su lengua colgara mientras jadeaba exhaustivamente.

Alice colocó fuerza en la mano que sostenía la empuñadura. Si él era el líder de los ogros, eso lo hacía uno de los Diez Lords del Imperio Oscuro, un general de las fuerzas enemigas. En ese caso, ¿realmente vino por un ataque con lo último de su fuerza?

Sin embargo, el ogro continuó con palabras sorprendentes.

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—Te, vi. Ese, arte de luz… lanzado por ti. Ese poder, esa figura… tú, «Sacerdotisa de la Luz». Grr… tú, traer… guerra, fin. Ogros, regresar, praderas…

¿Qué—estaba diciendo?

¿Sacerdotisa de la luz? ¿La guerra terminaría…?

Alice no dedujo ningún significado de ello; aun así, su intuición le decía que la información que recibió era importante. Tenía que preguntar más. ¿Quién era esta sacerdotisa de la luz? ¿Y a dónde iba a llevarla?

Sin embargo, el ogro se detuvo ahí.

—Maldito… ¡¡no tienes derecho de hablar, bestia!!

Eldrie fue el que gritó. Alzando la sangrienta espada en su mano derecha en alto, trató de cortar al líder de los ogros.

Esa hoja nunca osciló hacia abajo.

Alice, quien prácticamente se teletransportó hacia adelante sujetó la espada de Eldrie entre los dedos de su mano derecha y detuvo el corte con toda su fuerza.

—Ma… ¡Maestra, ¿por qué?!

Aunque su discípulo dejó escapar esas palabras, quedándose sin fuerzas sobre sus rodillas, ella no tuvo tiempo de responder. Alice soltó la espada antes de acercarse lentamente al ogro inmóvil.

Un vistazo de cerca demostró las heridas del semi-humano no eran graves, sino fatales. Él estaba carbonizado desde su brazo izquierdo hasta su pecho y su globo ocular izquierdo se había tornado blanco difuso. Aunque ella juzgó que él estaba en un estado desconcertante, tomó precaución mientras continuaba su interrogatorio.

—En efecto. Yo soy la sacerdotisa de la luz. Ahora, ¿a dónde me llevarás? ¿Quién es el que me solicita?

—Rrrr…

El ojo intacto del ogro brilló con una luz apagada. Su saliva, mezclada con sangre, se derramó por su lengua larga.

—Emperador… Vector dijo. Solo espera, sacerdotisa de la luz. Cualquier deseo, concedido, para el que capture a la sacerdotisa. Ogros… regresar a praderas… Criar caballos… aves… vivir…

«Emperador Vector».

El nombre del dios de la oscuridad transmitido en las leyendas del Mundo Humano. ¿Dicho ser había descendido al Dark Territory? ¿Ese dios había empezado la guerra para obtener a esta «Sacerdotisa de la Luz»?

Alice hizo una nota de la información recibida en su mente mientras dirigía una mirada de lástima sobre el semi-humano ante sus ojos.

El hedor pútrido de anhelo que los goblins emitían estaba casi ausente de este guerrero con cabeza de lobo. Simplemente lo hicieron participar en la guerra y halar su arco como se le ordenó —solo para que la mayoría de su raza pereciera sin disparar ni una vez.

—¿No tienes rencor hacia mí? Yo soy la que había masacrado a tu gente.

Alice no pudo evitar preguntar a pesar de carecer de alguna razón para hacerlo.

La respuesta del ogro fue simple.

—El fuerte necesita… soportar esa fuerza. Yo también… cargo con el papel de líder. ¡Así que… capturarte, traerá…!

¡¡Grrrooooohh!!

Un rugido brutal bramó repentinamente por la boca del ogro.

Su musculoso brazo derecho se estiró hacia Alice más rápido de lo que los ojos podían seguir.

Clink.

Ese breve sonido vino de la vaina de la Espada de Olivo Fragante. Habiendo desenvainado su espada varias veces más rápido que el ogro, Alice cortó una vez antes de regresarla a su vaina.

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La enorme complexión del semi-humano se detuvo inmediatamente.

Y ese cuerpo se hundió lentamente en la tierra mientras que Alice retrocedía un paso. Una cicatriz recta se mostró en su musculoso pecho por el cual lo último de su Vida se vertió como luz fugaz.

Alice estiró su mano derecha hacia el cadáver del orgulloso guerrero con cabeza de lobo. Por la energía sagrada revoloteada liberada, ella generó varios elementos aéreos.

—Que tu alma al menos llegue a las praderas…

Alice agitó su mano derecha y la luz verde se elevó hacia los cielos orientales como un remolino.

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