Sword Art Online

Volumen 15: Alicization Invading

Capítulo 14: Subtilizer

 

 

Junio – Julio 2026.

 

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Una francotiradora con pelo azul claro.

La delgada constitución de la chica formaba una extraña armonía con el gigantesco rifle calibre cincuenta.

No podía ver su rostro mientras ella se recostaba boca abajo con su espalda hacia mí. Sin embargo, debía ser tan imponente como un lince, adornada con hermosos rasgos.

Su concentración era digna de elogio, apuntando abajo sin el más mínimo estremecimiento, su ojo derecho presionado contra la mira y su dedo índice tocando el gatillo. Me encantaría contemplarla desde atrás un poco más, pero tenía poco tiempo también.

Dejando mi oculto refugio, comencé a caminar a través del piso del edificio en ruinas. Cautelosamente evitando los guijarros, las virutas de madera, y los trozos metálicos, esos pequeños objetos desperdigados cerca de mis pies, me acerqué a la espaldade la chica en perfecto silencio.

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La espalda de la chica abruptamente se sacudió.

¿Ella sintió algo que no hizo ni ruido ni vibración? Esa intuición era maravillosa, pero desafortunadamente, era muy tarde.

Mi extendido brazo derecho se enrolló alrededor de su esbelto cuello mientras que mi brazo izquierdo inmovilizaba su cabeza desde la espalda.

La constreñían con un tranquilo pero claro propósito.

La Skill «Army Combative» mostraba sus resultados; la vida visible de la chica — su barra HP— comenzó a caer rápidamente. La francotiradora se retorció desesperadamente, pero en este juego VRMMO, «Gun Gale Online», era casi imposible escapar de un exitoso estrangulamiento trasero mientras se estaba desarmado sin una significativa diferencia en STR. No obstante, eso no era diferente del mundo real.

Yo había predicho que esta francotiradora con pelo azul claro, a quien había estado esperando al máximo para pelear… no, cazar de entre los veintinueve participantes de esta competencia llamada «Bullet of Bullets», trataría de disparar desde arriba en este edificio de cinco pisos.

El problema era, la calle principal estaba dentro del alcance del cuarto y quinto piso. Necesitaba decidir velozmente en qué piso emboscarla.

Lógicamente, ella escogería el cuarto piso donde ella podría prepararse para disparar más rápido. Sin embargo, mi intuición y juicio me susurraron en el momento en el que vi la biblioteca en el cuarto piso. Mi intuición me dijo que esa francotiradora probablemente aún era una joven estudiante en el mundo real. Mi juicio me dijo que un estudiante evitaría una biblioteca que traería recuerdos.

Esa predicción era certera. La francotiradora con pelo azul claro gastó decenas de segundos innecesariamente ascendiendo a ese piso y se mostró a sí misma en el almacén del quinto.

Y ahora, su vida efímera se disolvería como la de una mariposa que fue descarriadaa la red de una araña.

Aah, si sólo esto no fuera una simple reducción de data binaria en el mundo virtual, sino laprivación de unavidareal y alma.

Si sólo fuera un cuerpo vivo retorciéndose en mi brazo en lugar de un avatar.

«Ese momento» sería verdaderamente tan dulce.


El HP de la francotiradora mostrado en la parte superior derecha de mi visión atravesó la marca del cinco por ciento. Pero la chica continuaba luchando en desesperación paraescapardel estrangulamiento.

Incluso como su enemigo, sentí su actitud preciosa, tratando de hacer lo mejor que podía a pesar de su derrota segura, ni dejando salir declaraciones inútiles ni volviéndose débilen resignación.

Mientras abrazaba a la chica fuertemente, como a un ser querido, mi boca se acercó más a su oído desde atrás y susurré.

Your soul will be so sweet [1].

 

 


[1]  Tu alma será muy dulce.

Parte 1

 

 

Él lentamente alzó sus párpados.

Parecía que se hubiera quedado dormido de improviso. El sofá de marca italiana que compró la última semana aparentemente era demasiado suave. Con su cuerpo aún envuelto en el cuero flexible, vio el reloj inteligente en su muñeca izquierda.

Tarde, dos y veinte.

Levantándose, gentilmente enderezó su espalda mientras caminaba más cerca a la pared de vidrio en el sur. Como su superficie entera era vidrio inteligente y actualmente transparente, permitía una ininterrumpida vista de la zona costera desde su habitación ejecutiva en el cuadragésimo tercer piso.

El tranquilo puerto brillaba en la iluminación de los rascacielos vecinos. Numerosos grandes buques eran anclados en el gran muelle.

Estas intimidantes siluetas con sus agudos bordes no eran de lujosos cruceros. Eran los buques de guerra de la Tercera Flota bajo la Flota del Pacífico de los Estados Unidos.

San Diego, la segunda ciudad de California, había sido su base desde hace mucho tiempo. La economía giraba alrededor de la gigantesca base naval donde más de veinticinco mil afiliados a la milicia residían.

Sin embargo, nuevos sectores industriales experimentaron un boom en años recientes. Industrias de alta tecnología tratando con información, comunicación, bio- tecnología, y demás.

Y estaban también esas compañías que fusionaban los asuntos militares con alta tecnología. Principalmente encargados de los servicios de seguridad y entrenamiento por la milicia, grandes empresas, y otros sectores relacionados, éstas llamadas compañías militares privadas inclusive implementan mano de obra para pelear en las líneas frontales.

Gabriel Miller, el oficial de tecnología líder de los «Glowgen Defense Systems» que tenía su cuartel general en Downtown San Diego, contemplaba la vista nocturna del puerto y reveló una inconsciente sonrisa.

El sueño que él vio en su corta siesta antes fue estimulante, pero escaso.

Un sueño de un evento de un juego Full-Dive en el que había participado días atrás en esta habitación ejecutiva.

Gabriel casi nunca soñaba, pero donde sea que lo hacía, sería un recuento detallado de alguna escena en su pasado.

Las excitantes sensaciones de la desesperada lucha de esa chica de pelo azul claro aún permanecían en sus brazos. Como si no fuera un sueño, pero la realidad…

No, eso era erróneo. Esa batalla no ocurrió en la realidad, sino en el mundo virtual.

La tecnología Full-Dive era un invento maravilloso. Elogia a su creador, Kayaba Akihiko. Él hubiera sido contratado si aún estuviera vivo, incluso si tomaba millones de dólares. Incluso si él fuera el peor criminal del siglo—no, precisamente porque era tal persona.

Sin embargo, mientras que las experiencias producidas por el Amusphere se volvían cada vez más realistas, la deficiencia sentida desde el entendimiento que eran todas falsas volvía eso más fuerte. Como la sed de alguien no podía ser saciada con agua salada, sin importar cuánta bebiera.

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Como el más joven entre el personal de los Glowgen DS y un accionista mayoritario, Gabriel llevaba su vida sin preocupaciones sobre sus necesidades materiales. Sin embargo, el dinero no podía satisfacer esas ansias que él tenía en lo profundo de su corazón.

Your soul will be so sweet…

Expresó las palabras pronunciadas en sus sueños una vez más.

Él quería susurrar eso en japonés el cual había estado estudiando desde hace tres años. Pero ellos debieron haberlo creído americano con esa etiqueta US en su barra HP y tuvo que evitar dejarles una impresión más fuerte que la necesaria. Habría oportunidades de hablar extensamente eventualmente. Él dejaría sus muchas preguntas para entonces.

Quitando esa débil sonrisa que emergió en sus labios sin su aviso, Gabriel tocó los variados sensores táctiles incorporados en la ventana e incrementó su opacidad. Tras lo cual el oscurecido vidrio lo proyectó a él mismo.

Su suelto cabello rubio estaba hacia atrás, con sus ojos azules. Su cuerpo de seis pies y una pulgada estaba cubierto por una camisa de vestir blanca y pantalones grises oscuros. Sus zapatos eran cordobeses, hechos a medida. Era casi la imagen misma del establecimiento blanco, embarazosamente suficiente, pero Gabriel no vio más razón para su apariencia que un medio para que los otros lo identificaran. Al final del día, la carne no era nada más que una cáscara para el alma.

El alma.

Casi todas las religiones adoptaron alguna noción del alma. Por supuesto, el Cristianismo propuso que el alma sería enviada al cielo o al infierno tras la muerte dependiendo de las acciones de alguien en vida. Sin embargo, no era debido ni al Protestantismo ni al Catolicismo que Gabriel creía en la existencia del alma y la buscaba.

Era un hecho. Uno personalmente atestiguaba, visualmente.

Ese racimo de luz, hermoso más allá de la comparación, disparándose desde la frente de la chica en el momento en el que ella encontró su deceso en sus brazos.

Gabriel Miller nació en el distrito de Pacific Palisades en los suburbios de Los Ángeles, California, en Marzo, 1998.

Él no tenía hermanos y creció envuelto en amor de sus prósperos padres, emocional y financieramente. La mansión en la que vivía era grande y no había fin para sus patios de juegos, pero lo que el joven Gabriel amaba más era el almacén de colección de su padre.

Su padre, dueño y gerente de Glowgen Securities, el predecesor de Glowgen Defense Systems, tenía el pasatiempo de coleccionar especímenes de insectos e incontables estuches de vidrio hacían fila en el vasto almacén. Gabriel se aislaba a sí mismo ahí cuando encontraba tiempo, viendo los insectos multicoloreados con una lupa en una mano y sumergiéndose en fantasías distraídas mientras se sentaba en el sofá en medio de la habitación.

Curioso, emociones profundas asaltaban al joven Gabriel a veces cuando estaba solo en esa sombría habitación con su alto techo, rodeado por decenas de miles de insectos mudos.

Cada uno de estos insectos vivían hasta cierto momento. En las praderas de África, los desiertos del Oriente Medio, las selvas de América del Sur, ellos energéticamente hacían sus nidos y cazaban comida.

Sin embargo, fueron capturados por un cosechador en algún punto, tratados con químicos, e intercambiado manos numerosas veces por medio del comercio antes de ser esmeradamente colocados en esos estuches de vidrio en la casa de los Miller. En otras palabras, mientras que esta habitación era un cuarto de colección de especímenes de insectos, también era un cementerio lleno con decenas de miles de cadáveres masacrados…

Gabriel bajó sus párpados e imaginó qué pasaría si los insectos alrededor repentinamente volvieran a la vida.

Sus seis patas desesperadamente rasguñarían el aire, su percepción háptica y alas se agitarían. Los innumerables zumbidos superponiéndose y disparándose hacia Gabriel como ondas secas.

Zumbido, zumbido.

Sus párpados se mostraron abiertos. Las patas del escarabajo rinoceronte verde fijas en la esquina del estuche ante él parecían moverse; saltó del sofá. Se encaminó al estuche, absorbido en la vista, pero el insecto era un espécimen sin vida una vez más para cuando llegaba.

Su caparazón, patas con puntiagudos cuernos creciendo sobre ellas, y ojos compuestos que se parecían a una minúscula malla eran verde esmeralda y tan brillantes como el metal. Gabriel reflexionó exactamente en qué alguna vez impulsó ese delicado cuerpo, otorgándole movilidad.

Su padre le contó que los insectos carecían de un cerebro como el de los humanos. Él preguntó, cómo es que ellos pensaban entonces, y su padre le mostró un cierto video.

Capturaba mantis religiosas en el acto de apareamiento. El pequeño macho había sujetado a la rechoncha hembra desde su espalda, sus órganos reproductores unidos. La hembra permaneció inmóvil por un momento, pero luego sujetó abruptamente la parte superior del cuerpo del macho con sus dos guadañas, masticó su cabeza, y comenzó a alimentarse sin ningún previo aviso. El macho persistió en su apareamiento incluso cuando Gabriel miraba en shock, finalmente retirando su órgano reproductor una vez que su cabeza había sido completamente devorada. La hembra agitó sus guadañas y huyó a la vez, tan rápido como pudo.

Pese a la completa falta de su cabeza, la mantis religiosa macho caminó a lo largo de las briznas de hierba, subió a una rama, y mecánicamente continuó su escape. Su padre hablaba mientras apuntaba al clip.

Los nervios extendidos por los cuerpos enteros de los insectos, incluyendo a las mantis religiosas, cumplían un propósito similar al cerebro. Por tanto, ellos podían vivir por algún tiempo incluso después de perder su cabeza la cual no era más que un órgano sensorial.

Gabriel pasó varios días después de que mirara ese vídeo preguntándose dónde exactamente las mantis religiosas tenían sus almas entonces. Si ellas podían vivir incluso con sus cabezas consumidas, perder todas sus patas no debería ser una cuestión particular. ¿Entonces quizás su abdomen? ¿O su pecho? Pero inclusive con su suave abdomen machacado o sus pechos perforados por un alfiler, los insectos seguirían luchando por un tiempo, sus patas retorciéndose vigorosamente.

Si ellos no morían inmediatamente no importa cuál parte de su cuerpo perdieran, ¿podría ser que el alma de la mantis religiosa estuviera levemente extendida por todo su cuerpo? De ocho o nueve años entonces, Gabriel concluyó eso después de numerosos experimentos llevados a cabo en insectos que capturaba alrededor de su hogar.

El alma, ese misterioso poder que movía estos seres parcialmente mecánicos conocidos como insectos, permanecía obstinadamente dentro de ellos sin importar cuál parte de su cuerpo fuese demolida. Pero se consideraría una causa perdida y rendición después de cierto punto, desertando su vaso sanguíneo.

Gabriel deseaba fervientemente ver esa escurridiza alma, y capturarla si era posible. Sin embargo, ni siquiera podía ver «ese algo» escurriéndose de los cuerpos de los insectos, mucho menos capturarla, sin importar cuán duro observara en la lupa, sin importar cuán cuidadosamente realizara sus experimentos. Su modesto deseo no mostraba resultados incluso después de pasar mucho tiempo y fervor en el laboratorio secreto que hizo profundo en el denso bosque detrás de su mansión.

El joven Gabriel instintivamente sabía que su deseo no sería agradable para sus padres. Ése era el porqué no hizo mayores preguntas en una manera similar a su padre después de ese incidente de la mantis religiosa y se aseguró de no divulgar nada acerca de sus experimentos. Pero sus deseos parecían elevarse con sus intentos de mantenerlos en secreto.

Gabriel tenía una amiga de la misma edad con quien tenía una extremadamente buena relación en ese entonces.

La chica se llamaba Alice Klingerman y era la hija única de los empresarios viviendo en la mansión erigida en la parcela adyacente. Ellos asistían a la misma escuela primaria y se llevaban bien, como hacían sus familias. Ella era tímida y obediente, prefiriendo leer libros o ver vídeos en casa que jugar hasta embarrarse afuera.

Naturalmente, Gabriel escondía sus experimentos secretos de Alice y no hablaba nada de los insectos y de las almas.

Aun así, él no podía dejar de pensar en eso. La imaginación de Gabriel reflexionaba, una vez tras otra, dónde podría estar el alma de Alice mientras que él miraba tranquilamente su rostro desde el costado cuando ella sonreía como un ángel, absorbida en leer sus novelas.

Los insectos eran diferentes de los humanos. Los humanos no podían vivir sin sus cabezas. Así, el alma de un humano debería estar en su cabeza… en su cerebro.

Pero Gabriel ya había aprendido que el daño cerebral no conducía a la pérdida de vida vía el internet en la computadora de su padre. Hubo un obrero de construcción que sobrevivió una gruesa tubería de hierro atravesándolo desde la barbilla y fuera de su cabeza, hubo un médico que trató de curar la enfermedad mental extirpando una porción de cerebro de un paciente.


Así que, ¿estaba en algún lugar en el cerebro? Gabriel se preguntaba eso mientras miraba la frente de Alice, bordeado por su acolchado cabello rubio. El alma de Alice se escondía más allá de esa lisa piel, más allá de ese duro cráneo, e inclusive más allá de esos tejidos cerebrales.

Él definitivamente terminaría casándose con Alice, o eso Gabriel infantilmente visualizaba. Entonces tendría la oportunidad de ver su alma con sus propios ojos un día. Las palabras tal vez no podrían describir cuán hermosa sería.

La mitad del deseo de Gabriel fue concedida, más pronto de lo que él esperaba.

En Septiembre de 2008, la quiebra de bancos generalizado jaló el gatillo para la Crisis Global Financiera.

Las olas de recesión incluso engulleron a Pacific Palisades en los suburbios de Los Ángeles. Un gran número de mansiones señoriales fueron ofrecidas a la venta y el número de automóviles de clase alta conduciéndose en las calles cayó visiblemente.

Fue afortunado que Glowgen Securities tuviera una administración sólida y logró contener los efectos a un mínimo, pero la corporación dirigida por los vecinos, los Klingerman, cayó bajo una pesada deuda mientras que sus inversiones estaban en el bien inmobiliario. Con sus fortunas, incluyendo la mansión, desaparecidas por Abril del año siguiente, decidieron depender de sus parientes que trabajaban en la agricultura y mudarse a la ciudad de Kansas lejos en el Medio Occidente.

Entristeció a Gabriel, inteligente más allá de sus años como un niño de diez, entendió que no podía ayudar a Alice como un niño de diez años y claramente podía imaginar qué severas circunstancias ella enfrentaría desde ahora.

Una mansión vigilada por seguridad perfecta, un cocinero cualificado para preparar las comidas de cada día, y una escuela llena de ricos niños blancos; estos privilegios se desvanecerían de la vida de Alice para siempre, reemplazados por pobreza y trabajo manual. Y lo que Gabriel no podía soportar más, era cómo el alma dela chica, la cual debería haber sido suya un día, sería herida por alguna persona desconocida y perdería su resplandor.

Así que, él pensó en matarla.

El día en el que ella diera sus despedidas en la escuela, Gabriel la invitó al bosque detrás de su hogar después que bajara del bus escolar en casa. Hábilmente esquivando toda cámara de seguridad instalada a lo largo del camino y las cercas, él se aseguró que nadie estuviera mirando mientras entraba en el bosque y caminaba sobre hojas caídas para evitar dejar rastros, guiando a Alice a su «laboratorio secreto» rodeado por abundantes arbustos.

Completamente inconsciente de los incontables insectos que habían muerto ahí, Alice inmediatamente regresó el gesto cuando Gabriel envolvió sus brazos en su esbelta forma. Con suaves gemidos, Alice mencionaba cómo no quería irse a ningún otro lugar, cómo ella quería vivir en este distrito con Gabriel para siempre.

Susurrando que él le concedería ese deseo en su corazón, Gabriel metió su mano derecha al bolsillo de su camisa y sacó la herramienta que preparó con anticipación. Lo que su padre había usado para tratar con los insectos: una aguja de cuatro pulgadas hecha de acero con una agarradera de madera.

Gentilmente insertando la punta afilada en la oreja izquierda de Alice, primero sujetó su oreja derecha con su mano izquierda antes de penetrarla hasta su base sin la más mínima vacilación.

Alice parpadeó sus dos ojos, no comprendiendo lo que había pasado, antes que su cuerpo se sometiera a violentas convulsiones. Sus abiertos ojos azules abruptamente perdieron su enfoque segundos después, y…

Gabriel vio eso.

Algo como una pequeña nube, resplandeciendo fuertemente, apareció del medio de la lisa frente de Alice. Que andaba sin rumbo, alegremente, mientras que se acercaba a la frente de Gabriel y entraba, así de fácil, sin ninguna resistencia en absoluto.

La fina luz solar de esa tarde de primavera que había envuelto sus alrededores desapareció. Parecía como si rayos de luz blanca hubieran descendido a través de las ramas de esos altos árboles; él pudo escuchar incluso leves campanadas.

Lágrimas se vertieron de sus ojos por la indescriptible exaltación. Ahora él estaba mirando el alma de Alice… eso no fue todo, incluso podía ver lo que el alma de Alice podía, eso fue lo que los instintos de Gabriel le dijeron.

La pequeña nube resplandeciente pasó a través de la cabeza de Gabriel en varios segundos que se sintieron como una eternidad y continuó en su ascenso, como si fuera guiada por la luz de los cielos, antes de desvanecerse al final. La luz del sol de primavera y los píos de las aves pequeñas regresaron a sus alrededores.

Abrazando el cuerpo de Alice, con su vida y su alma ahora ausentes, Gabriel reflexionó si esa experiencia anterior fue realidad o una alucinación traída por la abrumadora simulación. Y sabía que sin importar qué era, él pasaría el resto de su vida en busca de lo que había visto.

Él lanzó el cadáver de Alice a un profundo hoyo que se abrió a las raíces de un roble gigante divisado antes. Luego, después de una cuidadosa inspección de su propio cuerpo, pellizcó dos hebras de cabello rubio pegados en él y también las aventó al agujero. La aguja fue limpiada antes de regresarla a la caja de herramientas de su padre.

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Ni siquiera la seria investigación de la policía local encontró alguna pista para el incidente de la Desaparición de Alice Klingerman y el caso eventualmente quedó congelado.

Habiendo despertado de su corta y profunda recolección, el Gabriel Miller de veintiocho años quitó su vista de sí mismo, reflejado en el espejo, y caminó hacia su escritorio de trabajo por la pared en el oeste. En el momento en el que se sentó en la silla reclinable hecha en Noruega, un ícono de teléfono se iluminó en el panel de control de treinta pulgadas incrustado en la superficie de vidrio del escritorio.

Con un golpeteo, mostró el rostro de su femenina secretaria mientras que su voz fluía.

[Señor Miller, me disculpo por interrumpir su descanso. El COO Ferguson le había solicitado acompañarlo a la cena mañana. ¿Cómo debería responder?]

—Dile que tengo planes previos.

Gabriel inmediatamente respondió y su usualmente serena secretaria mostró de alguna manera una afligida expresión. El COO era el vice-presidente ejecutivo después de todo, el segundo al mando en Glowgen DS. Como uno entre los más de diez directivos, Gabriel difícilmente podía rechazar esta invitación para una comida, normalmente.

Sin embargo, la expresión perpleja de su secretaria se desvaneció antes que un segundo pasara y su calmada voz continuó.

[Entendido. Lo haré como diga.]

La llamada terminó, y Gabriel se hundió profundo en la silla con las piernas cruzadas.

Él podía suponer lo que Ferguson quería. Debe haber sido detener a Gabriel de participaren esa particular «operación» que ya había programado.

Pero el COO debía pensar diferente dentro. Ese viejo zorro debe estar deseándole salir de manera indiferente a algún lugar peligroso para ganar un lugar en la lista KIA. Después de todo, Gabriel era el único niño del presidente anterior y el accionista mayoritario.

Por supuesto, él mismo era consciente de cuán tonto sería para un directivo participar en una operación donde balas en vivo volarían cerca. Incluso si él sí tenía experiencia previa, el trabajo de un CTO era planificar toda la operación desde la seguridad de la oficina principal sin ninguna necesidad de exponerse a los peligros del campo de batalla.

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Sin embargo, sin importar los costos, él tenía que participar en esta operación que tenía que ser guardada bajo completa discreción. Después de todo, era un asunto relacionado a lo que Gabriel había plantado su vida para buscar siempre desde ese día en el que vio el alma de Alice.

El cliente de la operación no era el Departamento de Defensa independientemente de cómo ellos se beneficiarían. Era la Agencia de Seguridad Nacional —NSA— con quien tenían unos pocos negocios previos.

Los dos agentes de NSA que visitaron esta habitación hace un mes lograron sorprenderlo, quien difícilmente podía asegurar ser emotivo, numerosas veces.

En primer lugar, la operación era completamente ilegal. Después de todo, un equipo de combate de Glowgen abordaría un submarino de la marina y lanzaría un asalto a un buque de guerra perteneciente a Japón, una nación aliada. Tampoco había necesidad de preocuparse por cualquier baja en la tripulación de esa nave.

Y el objetivo de la operación era robar cierta tecnología.

Tras oír los detalles, la voz de Gabriel se perdió levemente, abrumado por la sorpresa… o quizás deleite. Fue afortunado que los agentes no lo notaran.

«Tecnología Soul Translator» Una asombrosa máquina capaz de descifrar las almas de los humanos desarrollada por una pequeña organización llamada «Rath» en los JSDF.

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Gabriel había cogido un fuerte interés en la tecnología Full-Dive nacida en Japón desde hace algún tiempo en su búsqueda de almas. Ése era el porqué él peleaba con los jugadores de Japón en Gun Gale Online y estudiaba japonés. Incluso obtuvo un equipo del «aparato demoníaco», el Nerve Gear, que debería haber sido desechado hasta el último, gastando varias decenas de miles de dólares, por supuesto, él no pretendía usarlo.

Esperó que el progreso en la tecnología Full-Dive declinara debido a la conmoción causada por ese juego de la muerte. Sin embargo, ellos tranquilamente habían continuado su investigación y finalmente se acercaron a los secretos del alma humana.

La solicitud de la NSA se sintió como el destino para él.

Glowgen DS sería una de las compañías militares privadas más grandes alrededor, pero eso era todo lo que eran; difícilmente podían rechazar a la NSA que ahora incluso tenía más poder que la CIA en primer lugar. La votación para el contrato se definió con una ventaja de dos en el tablero de reunión de emergencia. Para prevenir que la información se filtrara, se decidió que el equipo de combate consistiría de empleados contratados especializándose en el trabajo sucio con sus propias historias oscuras para esconder…

Gabriel se ofreció como el comandante de la operación.

Naturalmente, el hecho que Gabriel era un directivo de Glowgen fue ocultado del equipo de combate. Esas personas probablemente traicionarían a la compañía inmediatamente si sabían, raptándolo para ser rehén.

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Gabriel tenía que ir incluso con dichos riesgos.

Los agentes de NSA mencionaron que Rath había tenido éxito en no sólo descifrar el alma humana, sino también clonarla a través de la tecnología STL. Que si esa alma artificial con alias «A.L.I.C.E.» era completada y cargada en las armas no tripuladas japonesas, destruiría el balance militaren Asia Oriental.

No le importaba si las disputas surgían en el Lejano Este o algún otro lugar en el mundo. Pero Gabriel fue convencido en el momento en el que escuchó el nombre Alice.

Él la haría suya.

Procuraría que ese pequeño dispositivo de almacenamiento de medios, conocido como el Light Cube, con esa alma a bordo a todo costo.

—Alice… Alice…

Inclinándose contra la silla con su espalda, él suavemente murmuró los dos nombres. Una leve sonrisa apareció en sus labios sin su aviso.

El nombre de la compañía establecida por el padre de Gabriel, Glowgen, estaba acuñada junto con el significado de «generar luz». Parecía que su padre tenía la luz de la felicidad en mente, pero lo que vino a la mente del hombre, su sucesor, no era otro más que ese resplandor dorado yéndose a la deriva de la moribunda frente de Alice.

Generar luz. O el alma, en otras palabras.

Era el destino, en su totalidad.

Gabriel y los once en el equipo de combate volarían a Guam una semana después e invadirían aguas japonesas en un submarino nuclear de una base naval ahí. Antes que la operación comenzara, ellos cambiarían a un pequeño submarino a bordo y efectuarían un asalto al objetivo, la nave madre de investigación oceánica gigante, «Ocean Turtle».

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La ocuparían sin perder sangre, o con bajas resultantes en ningún lado, o quizás ambos, inclusive. Aun así, las creencias de Gabriel eran impasibles. Él sabía que pondría sus manos en «Alice» y la tecnología STL. Sólo necesitaba una simple copia del Light Cube y los documentos de la NSA.

Un poco más… sólo un poco más. Él captaría la verdadera esencia del alma que lo eludía pese a sus múltiples experimentos en otros humanos, desde Alice, en sólo un poco más.

Él sería capaz de ver esa hermosa nube resplandeciente una vez más.

—Tu alma… será tan dulce…

Gabriel susurró una vez más, esta vez en japonés, y cerró sus párpados.

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