Sword Art Online

Volumen 9: Alicization Beginning

Interludio I

 

 

«La temperatura humana es algo extraña» —Pensó repentinamente Yuuki Asuna—.

La lluvia había cesado y bajo aquel cielo azul oscuro con matices naranjas, caminaban ambos tomados de la mano. A su lado, Kirigaya Kazuto, que tenía una expresión malhumorada desde que comenzó a pensar en algo hacía unos minutos, bajó su mirada hacia la acera hecha de baldosas de ladrillo sin decir una palabra.


Asuna vivía en Setagaya y Kazuto iba de regreso hacia Kawagoe, usualmente se separaban en la estación de Shinjuku ya que tomaban trenes diferentes, sin embargo y por alguna razón Kazuto dijo:

—Te acompañaré hasta un lugar cercano a tu casa.

Aun cuando iba a tardar una hora más en regresar a casa desde Shibuya, ante el aspecto inusual en los ojos de Kazuto, Asuna asintió obedientemente.

Cuando se bajaron del tren en la estación de Miyanosaka en la línea de Setagaya, que era la estación más cercana a la casa de Asuna, aún estaban tomados de la mano.

Mientras hacían esto, Asuna recordó vagamente una escena. No era solamente dulce, sino que también dolorosa. Era un recuerdo que normalmente no aparecía en su mente, sin embargo, éste regresaba ocasionalmente cuando sostenía la mano de Kazuto.

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No era una memoria del mundo real, sino del pueblo de las torres de metal «Grandum» en el piso cincuentaicinco de Aincrad, el cual ya no existía.

En aquel tiempo, Asuna era la sublíder de los «Knights of the Blood». Su escolta era un gran usuario de espada llamado Kuradeel, que la acompañaba siempre. Kuradeel tenía una ardiente obsesión con Asuna, y había usado un veneno paralizante en Kazuto —Kirito—, que obligó a Asuna a retirarse del gremio.

Kuradeel había matado a dos miembros del gremio en el proceso. Asuna, que había llegado ahí justo antes de que la vida de Kirito se perdiera, sacó su espada con furia y sin piedad, redujo el HP de Kuradeel a un nivel donde pudo haberse agotado con un solo golpe más, y en ese momento ella vaciló.

Kuradeel tomó esa oportunidad para vengarse, sin embargo Kirito se había recuperado de su parálisis y acabó con Kuradeel con sus propias manos.

Ambos regresaron al cuartel general de los «Knights of the Blood» en el piso cincuentaicinco. Después de informar acerca de su retiro del gremio, se tomaron de las manos mientras caminaban sin rumbo en Grandum.

Mientras en la superficie permanecía calmada, dentro del pecho de Asuna se encontraba decepcionada de sí misma por no haber matado a Kuradeel. La culpa de hacer llevar a Kirito con esa carga pesada se arremolinaba a su alrededor. Sentía que no estaba en el derecho de ser llamada parte del grupo de despeje, y menos de encontrarse al lado  de Kirito. Pero mientras sufría estos sentimientos escuchó una voz.

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«Solo a ti quiero enviar al mundo real, sin importar lo que sea necesario hacer».

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En ese momento, un fuerte sentimiento creció en Asuna.

«La próxima vez lo protegeré con mis propias manos. No solo la próxima vez, sino siempre. No importa en qué mundo».

Asuna podía recordar de forma vívida la forma en que su mano, la cual no sentía nada más que el frío del aire, aun cuando se aferraba a la de Kirito, en aquel momento se puso tibia como si se encontraran sentados junto a  una  fogata. Después de que el castillo flotante colapsara, pasaran por el mundo de las hadas y regresaran al mundo real, cuando sostenía su mano, podía recordar la tibieza en su palma de aquel momento.

Realmente la temperatura humana es extraña. Incluso a sabiendas de que esa calidez era provocada a partir del consumo de energía para mantener su cuerpo funcionando, el intercambio de calor de sus palmas parecía contener información también. Porque Asuna podía entender lo que Kirito, el cual había permanecido caminando en silencio hasta ahora, había estado dudando en decir.

«El alma humana está compuesta por fotones de luz contenidos en las microscópicas estructuras de las células cerebrales» —fue lo que Kazuto había dicho—.

Pero esa luz podía existir no solo en las células cerebrales, sino en todas las células del cuerpo. El campo cuántico, que se encuentra compuesto por esas partículas de luces fluctuantes y que producía la figura humana, había conectado sus palmas. Quizá esa era la razón por la cual la calidez podía ser sentida.

Asuna cerró sus párpados gentilmente, antes de susurrar en su mente.

«Está bien, Kirito-kun. Siempre cuidaré tu espalda. Porque tú eres el mejor iniciador, y yo la mejor asistente».


Kazuto se detuvo repentinamente, provocando que Asuna también detuviera el andar de sus pies. Sus ojos se abrieron, mientras que el antiguo farol de hierro irradiaba una potente luz naranja.

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«¿Ya son las siete?».

En esta noche, tras la lluvia no había nadie en las aceras además de ellos dos. Kazuto volteó su rostro lentamente y sus oscuras pupilas se fijaron en Asuna.

—Asuna…

Como sacudiéndose finalmente sus dudas, dio un paso al frente

—Aún¼ sigo pensando en ir…

Asuna, que entendió la razón de su preocupación sonrió antes de preguntar.

—¿A América?

—Sí. Me pasé un año averiguando y creo que la investigación del «Brain Implant Chip» en la universidad de Santa Clara, es el sucesor verdadero de la tecnología FullDive. La interfaz hombre-máquina del cerebro se dirige probablemente a esa dirección. Yo realmente quiero verlo, el lugar donde el próximo mundo nacerá.

Asuna miró directamente las pupilas de Kazuto antes de asentir.

—No solo hubo recuerdos divertidos, sino que también los hubo tristes y dolorosos. Su propósito, hacia donde se dirige el castillo ¿Quieres saber sobre eso, cierto?

—Yo no creo… que incluso varios cientos de años sean suficientes para entenderlo.

Kazuto sonrió un poco y cayó en el silencio una vez más.

«Ciertamente es difícil hablar de separarse» —pensó Asuna—.

Sin borrar su sonrisa, trató de expresar la respuesta que había permanecido siempre cálida dentro de su pecho. Sin embargo, antes de poder decirla, Kazuto hizo exactamente la misma expresión que puso una vez en Aincrad, la misma de cuando le propuso matrimonio, y dijo tartamudeando.

—Es por eso… qué y-yo quiero que vengas conmigo, Asuna. Yo realmente no quiero vivir sin ti. Sé que estoy diciendo algo irrazonable y sé que tienes un camino que quieres recorrer. Pero, aun así…

Llegado este punto, cortó sus palabras como si se encontrara confundido. Los ojos de Asuna se expandieron, mientras dejaba escapar una ligera risa.

—¿Eh…?

Dijo Kazuto confundido.

—Eh… siento haberme reído. Pero… podría ser que… ¿era eso lo que tenía tan preocupado hasta ahora, Kirito-kun?

—S… Sí.

—¿Queeé…? Si es sobre mi respuesta, yo ya decidí hace mucho tiempo —su mano izquierda tomó su derecha, la cual todavía sostenía la de Kirito—.

Después de asentir una vez más le dijo:

—Por supuesto que iré… iremos juntos. Si es contigo, puedo ir a donde sea.

Los ojos de Kazuto se abrieron mientras parpadeaba sin parar. Luego, una confusa y brillante sonrisa flotó en su rostro, mientras que al mismo tiempo puso su mano derecha en el hombro de Asuna.

Asuna respondió abrazando con fuerza a Kazuto con ambas manos.

Cuando sus labios se rozaron, el frío que había en ellos desapareció, dando paso a un cariñoso afecto. Una vez más, Asuna sintió ese intercambio de información a través de la infinita cantidad de radiación que componía sus almas.

«Incluso en el futuro, sin importar en qué mundo, sin importar el tiempo que viajemos, nuestros corazones no se separarán, estoy segura de eso. No, nuestros corazones se encontraban unidos desde hacía ya mucho tiempo. En el cielo arriba del Aincrad que se colapsaba, cuando desapareció en medio de esa aurora arco iris. O quizá incluso mucho antes de eso, en el momento en que nos conocimos en lo profundo de un oscuro laberinto, como jugadores solitarios».

—De todas formas.

Varios minutos después, mientras caminaban por la acera tomados de la mano, Asuna hizo una pregunta que le vino de repente a la cabeza.

—Entonces, ¿crees que el Soul Translator  con el que estás experimentando no es el sucesor de la tecnología FullDive? El chip cerebral hace un interfaz con las células cerebrales al mismo nivel que el Nerve Gear Pero el STL va más allá de eso y se conecta a nivel cuántico, ¿no es así?

—Hmm…

Kazuto golpeaba el ladrillo de forma constante con el casquillo metálico en su otra mano mientras respondía

—El concepto de su diseño es ciertamente más avanzado que el del Chip Cerebral, pero, como decirlo… quizá es demasiado avanzado. Para poder reducir el tamaño de la máquina para uso práctico, no tomaría solo unos años, sino décadas para lograrlo. Tengo el presentimiento que el STL actual no es una máquina hecha para que los humanos hagan FullDive en el mundo Virtual…

—¿Eh…? Entonces, ¿para qué es?

—Quizá es una máquina para comprender la conciencia humana… FluctLight.

—Hmm… ¿quieres decir que el STL no es la meta, sino el método?

Mientras Asuna se preguntaba a lo que la compresión del alma humana podría llevar, Kazuto continuó hablando.

—Además, creo que el STL es su… es la extensión de la idea que Heathcliff. Ese hombre, cualquiera que haya sido su razón para crear Nerve Gear, sacrificó miles de vidas, provocó que su propio cerebro se friera y además, incluso propagó «The Seed» en el mundo… No sé si tenía una meta en primera instancia, pero siento que su presencia se encuentra en alguna parte del STL. Aunque quiera saber lo que se proponía, no quiero que afecte hacia donde me dirijo. No quiero sentir que estoy bailando en la palma de su mano.

El rostro de aquella persona apareció en fondo del cerebro de Asuna, en aquél instante, y ella asintió.

—Ya veo… Hey, la conciencia del líder del gremio, a través del programa de emulación de pensamientos sigue existiendo en algún servidor ¿cierto? Como lo mencionaste antes.





—Sí, pero fue solo una vez. La máquina que aquel tipo usó para suicidarse era el prototipo original del STL. Para poder leer el Fluclight, requería un rayo de alta potencia, el cual fuera suficiente para freír las células del cerebro. Quizá tuvo que sufrir un dolor mucho más intenso y continuo que es provocado cuando el tronco cerebral es destruido por el Nerve Gear… Para el propósito de crear una copia de él mismo, no creo que no se encuentre relacionado con lo que RATH está haciendo con STL ahora. Quizá en algún lugar de mi corazón… sigo pensando que quiero ver alguna clase de resolución, por lo que acepté la oferta de Kikuoka…

Mientras decía esto, la mirada de Kazuto se volteó hacia el cielo que se decoloraba en un naranja rojizo. Asuna puso más fuerza en la mano que sostenía la suya antes de susurrar.

—Prométeme solo una cosa… no hagas nada peligroso.

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Kazuto volteó su mirada, le dedicó una sonrisa y asintió.

—Claro, lo prometo. Voy a América con Asuna el próximo verano de todos modos.

—Antes de eso, ¿No debería preocuparte por estudiar para tener una buena nota en la Prueba de Evaluación Académica?

—Uh…

Kazuto sufrió una pérdida momentánea de palabras, antes de toser ligeramente y cambiar de tema.

—De todos modos, necesito conocer propiamente a tus padres Asuna. He intercambiado correos con Shouzou-san algunas veces pero los recuerdos que tiene tu madre de mí son… bastante malos.

—No hay problema, no hay problema, recientemente se ha vuelto más comprensiva. Ah, sí, ¿por qué no vienes ahora…?

—¡¿Ehh?! N-no.. Quizá sea mejor ir después del examen final, sí…

—Enserio…

Mientras hablaban, llegaron frente a un pequeño parque cercano a la casa de Asuna. Este era el lugar donde usualmente se despedía Kazuto antes de dejarla. Asuna se detuvo y se sintió indecisa antes de voltearse. Miró el rostro de Kazuto y su mirada se plantó en ella también. La distancia entre ambos se disminuyó a quince centímetros. De pronto, fuertes pisadas se escucharon desde atrás, Asuna retrocedió inmediatamente. Al darse la vuelta una figura humana apareció corriendo desde la calle en forma de T. Era un hombre bajito vestido de negro. Su mirada se detuvo en Asuna y Kirito antes de decir con una voz aguda:

—Disculpen, ¿saben dónde se encuentra la estación?

El joven hombre bajó su cabeza mientras preguntaba, entonces Asuna señaló hacia el este con su mano izquierda.

—Siga este camino por un rato y luego de vuelta al ver el primer semáforo… luego…

Entonces Kazuto, quien se encontraba tras de ella, jaló con fuerza hacia atrás el hombro de Asuna. Dio un paso hacia adelante escudando a Asuna detrás de su espalda.

—¿Q-qué sucede?

—Usted… nos ha estado siguiendo desde el Dicey Café, ¿no es así? ¿Quién es usted?

Con un tono áspero, Kazuto dijo algo que Asuna ni siquiera había notado. Contuvo su respiración cuando miró el rostro del hombre nuevamente.

Tenía una irregular maraña de largo cabello. El contorno de sus delgadas mejillas se encontraba densamente cubierto por una barba sin afeitar. Tenía aretes de plata en sus orejas y en su cuello también había un grueso collar de lata. Estaba usando una descolorada camiseta negra con unos pantalones de cuero del mismo color. Una cadena que colgaba en su cintura produjo un sonido tintineante. Sus pies se encontraban envueltos en unas botas altas con cordones, las cuales lucían pesadas en esta época y daban una impresión general de encontrarse en mal estado.

Sus entrecerrados ojos brillaban donde terminaba su desordenado flequillo, como si estuviera sonriendo. El hombre frunció el ceño y ladeó su cabeza como si no supiera de lo hablaba Kazuto. Luego, repentinamente sus pequeñas pupilas brillaron con una luz desagradable.

—Entonces… los ataques sorpresa no funcionan, huh.

Con el borde de sus labios curveados con fuerza, Asuna no podía reconocer si estaba sonriendo o simplemente se encontraba frustrado.

—¿Y quién eres? —Kazuto repitió su pregunta.

El hombre se encogió de hombros y sacudió su cabeza dos, tres veces antes de dejar escapar deliberadamente un gran suspiro.

—Hey, hey, eso no se hace Kirito-san. ¿Enserio ya olvidaste mi rostro? Oh, ahí yo usaba una máscara, ¿cierto? Pero… yo nunca me olvidé de ti ni por un día.

— Tú…

La tensión se acumuló en la espalda de Kazuto. Echó hacia atrás su mano derecha e inclinó ligeramente su cintura.

—¡«Johnny Black»!

Con su grave grito, la mano de Kazuto se movió como un relámpago y tomó el aire encima de su hombro, donde alguna vez estuvo allí la amada espada del «Espadachin Negro», Elucidator.

—¡Bu… Ku… Kuhahahahahaha! No… ¡¡No hay espada!!

El hombre llamado Johhny Black torció la parte superior de su cuerpo y escupió una aguda risa. Kazuto bajó su mano derecha manteniendo su cuerpo tenso.

Asuna conocía aquel nombre. Era el nombre de un asesino activo en el viejo Aincrad, un nombre bien conocido incluso entre los jugadores rojos. Perteneciente al grupo PK «Laughing Coffin» y que formaba un dúo con «Red-eyed XaXa», quien requería más de diez jugadores para poder ser capturado.

XaXa… Ella había escuchado ese nombre hacía solo medio año. El cerebro detrás del terrible «Incidente de Death Gun».

Había escuchado justo después del incidente que el mismo XaXa, Shinkawa Shouichi había sido arrestado junto con su hermano pequeño, pero su compañero seguía en fuga. La tercera persona, cuyo nombre probablemente era Kanemoto… en otras palabras la persona frente ella era él.

—¿Aún sigues huyendo…?

Dijo Kazuto con voz ronca. Johnny Black, Kanemoto, sonrió mientras asomaba sus dos dedos índices.

—Por supues… to. ¿Pensaste que me daría por vencido tras la captura de XaXa? Soy el último de los Laughing Coffin. Yo descubrí esa cafetería cinco meses atrás, y yo fui quien espió en un lugar cercano durante un mes… cada día se encontraba lleno de odio.

Mientras hablaba, Kanemoto inclinaba su cabeza de izquierda a derecha.

—Pero, Kirito-san, sin la espada… eres apenas un débil mocoso, ¿cierto? Aun cuando el rostro es el mismo, es difícil pensar que eres el mismo Espadachin-sama que me dio aquella paliza.

—Lo mismo va para ti… ¿Puedes  hacer armas envenenadas de las que estabas tan orgulloso?

—Hey, eso es tan poco profesional, juzgar un armamento por su apariencia.

Kanemoto movió su mano derecha tras su espalda y sacó algo de su camiseta.

Era un objeto extraño, desde la forma cilíndrica plástica, había un agarre como de juguete que sobresalía hacia afuera. Asuna pensó que era una pistola de agua por un segundo, pero luego contuvo el aire al ver como la espalda de Kazuto se ponía realmente rígida.

—Esa es… ¡la «Death Gun»…!

Su mano derecha se lanzó hacia atrás, alentando a Asuna a retirarse. Al mismo tiempo, apuntó la punta del paraguas cerrado hacia Kanemoto.

Un paso, dos pasos, mientras inconscientemente se movía hacia atrás, los ojos de Asuna permanecían fijos en la ‘pistola’ plástica. Esa no era una simple pistola de agua, sino una jeringa que utilizaba un gas a alta presión, que contenía un aterrador químico  capaz de detener un corazón.

—Yo tengo… el arma venenosa, aun así, lamento que no sea un cuchillo.

Mientras sacudía la punta de la jeringa, la cual era la única parte de metal, Kanemoto se rio con un sonido similar a un chirrido. Kazuto tomó la sombrilla con ambas manos mientras la dirigía cuidadosamente hacia Kanemoto, luego dijo en voz baja.

—Asuna, ¡escapa! ¡Llama a alguien para que nos ayude!

Después de dudar un momento, Asuna asintió, luego se dio la vuelta y salió corriendo. La voz de Kanemoto podía ser escuchada desde atrás.

—¡Oi «Flash»! ¡Asegúrate de que todos sepan… que quien tomó la vida del «Espadachin Negro» fue ¡Johnny Black!

El timbre de la casa más cercana estaba a unos treinta metros.

—Alguien… ¡Ayuda!

Mientras corría llamaba con su voz al máximo. Pensó:

«¿No es un error dejar atrás a Kazuto y escapar? Si ambos saltábamos hacia él al mismo tiempo… ¿acaso no seríamos capaces de suprimir su arma?». Pasó la mitad del camino pensando en esto. Hasta que en un momento, un sonido llegó hasta sus oídos.

Como cuando la tapa de una bebida gaseosa era abierta, o una lata de spray era usada, un corto y agudo sonido de compresión sonó. Sin embargo, entendió el significado de este de inmediato. Asuna, abrumada por el miedo, se torció el pie, tambaleó y puso su mano en el empapado ladrillo.

Lentamente, Asuna se dio la vuelta y miró por encima de su hombro.

Una escena espantosa entró en su visión.

El eje de la sombrilla de Kazuto había atravesado el muslo derecho de Kanemoto y la jeringa en la mano de Kanemoto había sido empujada contra el hombro izquierdo de Kirito.

Juntos, sus cuerpos se separaron antes de colapsar violentamente en la calle.

Los minutos después de eso fueron casi irreales, como si estuviera viendo una película blanco y negro.

Ella corrió al lado del inmóvil cuerpo de Kazuto. Lo alejó de Kanemoto, que sostenía su pierna en agonía.

—Aguanta.

Le decía, mientras sacaba la terminal móvil de su bolsillo y la abría.

No podía sentir sus dedos, como si estos estuvieran congelados. Las tiesas puntas tocaron desesperadamente el panel táctil y reportó su actual locación y situación al operador del centro de emergencias, jadeando por la falta de aliento.

Espectadores curiosos se reunieron. Luego, un policía apareció en medio de la multitud.


Asuna apenas respondía sus preguntas mientras seguía abrazado con fuerza a Kazuto.

Las respiraciones de Kazuto eran cortas y poco profundas. En medio de sus dolorosas respiraciones, susurró dos palabras.

—Asuna, perdón.

Sword Art Online Volumen 9 Interludio I Novela Ligera

 

Los minutos que le siguieron se sintieron como una eternidad. Kazuto fue llevado en una de las dos ambulancias que llegó y Asuna subió a esta misma.

Mientras Kazuto yacía inconsciente en la camilla, un paramédico puso su rostro cerca de su boca para chequear sus vías respiratorias, luego inmediatamente llamó al otro miembro del equipo de rescate.

—¡Falla respiratoria! ¡Dame la bolsa Ambu!

Para rápidamente apoyar su respiración, la boca y nariz de Kazuto se encontraban cubiertas con una máscara transparente.

Asuna se las arregló de alguna forma para suprimir su deseo de gritar dentro de su garganta, mientras informaba al paramédico sobre el nombre del químico que milagrosamente recordó.

—Ehm… s-succinilcolina… le inyectaron esa droga. En su hombro izquierdo.

El paramédico la miró con asombro por un momento y luego dio nuevas instrucciones en rápida succión.

—Inyecten… IV epinefrina… ¡No! ¡Usen otropina! ¡Asegúrense de que sea IV!

Una aguja de transfusión fue colocada en el brazo izquierdo de Kazuto, que ya no tenía su camisa puesta. Los electrodos del monitor ECG fueron puestos en su pecho. En adición a las voces revoloteantes, una sirena rasgó el aire.

—¡La frecuencia cardiaca decae!

—¡Inicien compresiones de pecho!

El rostro de Kazuto, con sus parpados cerrados, lucía increíblemente pálido bajo la luz LED interna del carro.

—No… no… Kirito-kun… no algo como eso…

La pequeña voz continuó brotando de la boca de Asuna sin que ella lo notara por un rato.

—¡El corazón se detuvo!





—¡Sigan con las compresiones!

«Kirito-kun, esto es mentira ¿no es así? No vas a dejarme ¿cierto? Dijiste que íbamos a estar juntos siempre… ¿No es cierto?»

Asuna bajó su mirada a la terminal móvil que sostenía firmemente en su mano.

El corazón rosa que se mostraba en el monitor palpitó levemente una vez antes de dejar de latir.

La figura digital cruelmente cambió y se mantuvo en cero, mientras todo se silenció.

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