Sword Art Online

Volumen 4

Capítulo 8

Parte 5

 

 

Sentí una profunda sensación de cansancio cuando abrí los ojos. Frente a ellos estaba la cara de Suguha y ella estaba mirando mi rostro con una expresión preocupada. Cuando nuestros ojos se encontraron, se levantó apresuradamente.

-L-lo siento, entré a tu habitación sin permiso. Cuando no regresaste por un largo rato, me preocupé…

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Dijo Suguha, con las mejillas ligeramente sonrojadas, sentada en el borde de mi cama. Después de un pequeño tiempo de retraso mis miembros recobraron un sentido de conexión y levanté a la fuerza la parte superior de mi cuerpo.

-Perdón por tardar.

-… ¿Todo ha terminado?

-…Sí…todo…terminó…

Por un momento me quedé mirando al vacío mientras respondía. Estar en una situación peligrosa en el mundo virtual y ser capturado, y está vez encarcelado sin ser capaz de liberarme, no era algo que pudiera decirle a Suguha. Eventualmente le diría todo, pero en este momento no quiero que se preocupe más. Esta única e inigualable hermanita ya me había salvado más veces de las que las palabras podrían decir.


Aquella noche en el bosque, me encontré con una chica de pelo verde y mi nueva aventura comenzó…durante el largo viaje, ella siempre estuvo conmigo. Ella me mostró el camino, me enseñó sobre el paisaje y me protegió con su espada. Si no me hubiera presentado a los dos señores, convirtiéndonos en sus amigos, definitivamente no habría sido capaz de atravesar el muro de caballeros guardianes.

Mirando hacia atrás, también recibí la ayuda de un gran número de personas. Pero por supuesto, la mayor ayuda vino de la chica delante de mis ojos. Cuando yo era Kirito y ella era Lyfa, y cuando yo era Kazuto y ella Suguha, me ayudó y me apoyó, pero al mismo tiempo sus pequeños hombros llevaban una profunda angustia.

Miré una vez más el rostro de Suguha, tenía tanto la deslumbrante actividad de un niño y la evanescencia de una hoja verde que recién brotó. Extendí una mano y acaricié suavemente su cabeza, Suguha puso una pequeña sonrisa de vergüenza.

-En serio…de verdad muchas gracias, Sugu. Si no estuvieras aquí, yo no habría sido capaz de hacer nada.

El rostro de Suguha se puso aún más rojo y bajó la cabeza. Se removió un poco, entonces tomó una decisión y apoyó su mejilla contra mi pecho.

-Sí…estaba feliz. En tú mundo, fui capaz de ayudarte, Onii-chan.

Suguha susurró con los ojos cerrados. Tomé suavemente su espalda con mi mano derecha y le di un abrazo rápido.

Después de soltarla, Suguha levantó la vista hacia mí y habló.

-Entonces…la tienes de regreso, ¿verdad? Esa persona…Asuna-san…

-Sí. Finalmente…Ha vuelto por fin…Sugu, yo…

-Sí. Ve, seguramente ella te está esperando Onii-chan.

-Lo siento. Te diré los detalles cuando vuelva.

Puse una mano sobre la cabeza de Suguha y me levanté.

Me vestí en tiempo récord, pero me detuve en el porche con mi chaqueta. Estaba completamente oscuro afuera. Las manecillas antiguo reloj de pared que colgaba en la sala de estar marcaban una hora poco antes de las 9:00 PM. Las horas de visita habían terminado hace mucho tiempo, pero la situación era la situación. Si decía las circunstancias en la estación de enfermeras, podría ser capaz de lograr entrar.

Suguha corrió de inmediato hacia mí, y con un “hice esto”, me entregó un grueso emparedado. Lo acepté agradecido y lo mordí, luego abrí la puerta del patio y me dirigí al patio.

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-H-hace frío…

Agaché la cabeza cuando me di cuenta que el frío estaba penetrando mi chaqueta. Suguha miró hacia el oscuro cielo nocturno y habló.

-Ah…nieve.

-Oh…

En efecto, había dos o tres grandes copos de nieve que venían flotando. Dudé un momento acerca de si debía llamar un taxi. Aunque si hacía eso, tendría que esperar y luego caminar a la calle principal para ser recogido, por lo que sería más rápido usar simplemente mi bicicleta.

-Ten cuidado…Saluda a Asuna-san por mí.

-Sí. La próxima vez, te voy a presentar correctamente.

Me despedí de Suguha y sentado a horcajadas en mi bicicleta de  montaña, empecé a pedalear.

 

 

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Dejé que mi bicicleta corriera a toda velocidad y esa loca velocidad sacó los pensamientos de mi cabeza mientras volaba por el sur de Saitama. La nieve gradualmente comenzó a caer más fuerte, pero no se acumuló y la densidad de tráfico reducida fue útil.

Quería llegar con Asuna en el hospital lo más rápido posible…Pero al mismo tiempo, en parte tenía miedo de lo que podría encontrar. Durante los últimos dos meses había visitado su habitación cada dos días, siempre probando una amarga decepción. Preguntándome si se convertiría en una fría estatua así, tomaba su mano mientras ella estaba atrapada en silencio dormida. Seguí llamando su nombre a pesar de que nunca llegó a ella.

Así, mientras recorría este camino, incluso recuerdo los vacíos, encontrarla en el reino de las hadas, derrotar al falso rey y liberarla de las cadenas podría ser solo mi fantasía.

Si visitaba su habitación de hospital algunos minutos más tarde y Asuna no despertaba.

Su alma ya no estaba en ALfheim, pero todavía no volvía a la realidad…Una vez más, podría haber desparecido en algún lugar desconocido.

No era solo la nieve golpeando mi cara en la oscura noche lo que estaba causando que un terrible escalofrío recorriera mi espalda. No, no podría suceder tal cosa. El sistema que gobierna el mundo con el nombre de realidad no podía ser tan cruel.

Seguí pedaleando mientras mis enredados pensamientos se entrelazaban. Giré a la derecha en la carretera hacia las colinas. Mis llantas con profundas marcas actuaron como una pala para morder y patear la fina nieve en el asfalto, acelerando mi bicicleta.

En poco tiempo, la sombra de un enorme edificio apareció frente a mí. La mayoría de las luces estaban apagadas, pero una luz azul brillaba desde el helipuerto en la azotea como un faro tratando de atraer víctimas al castillo de la oscuridad.

Una alta valla de hierro apareció cuando terminé de subir la colina. Anduve a lo largo de ella algunas decenas de segundos más. Finalmente llegué a la puerta principal, protegida por postes especialmente altos.

Debido a que era un centro médico altamente especializado no aceptaba casos de emergencia. Las puertas ya estaban bien cerradas y el puesto de guardias estaba vacío. Pasé la entrada hacia el estacionamiento principal y entré por la pequeña entrada del personal.

Aparqué mi bicicleta al final del estacionamiento. Era demasiado irritante ponerle candado así que corrí. En la luz naranja lanzada por los focos de sodio pude ver que el estacionamiento estaba completamente desierto. El silencio era roto solo por la nieve que caía del cielo, pintando el mundo de blanco. Seguí corriendo mientras exhalaba nubes de vapor con mi respiración áspera.

A mitad del estacionamiento, cuando estaba a punto de pasar entre una furgoneta alta de color oscuro y un sedán blanco, en ese momento…

Casi choqué con la sombra de una persona que salió corriendo de detrás de la furgoneta.

-Ah…

Estaba a punto de decir “disculpe” tratando de esquivarlo, cuando algo atravesó mi visión…

Destello, un brillo intenso de metal hizo un corte hacia mí.

-¿¡…!?

Inmediatamente después, un calor surgió en mi brazo derecho, justo debajo del codo. Al mismo tiempo se dispersó una gran cantidad de blanco. No eran copos de nieve. Eran finas plumas blancas. El relleno de mi chaqueta.

Me tambaleé hacia atrás, chocando de alguna manera con la parte trasera del sedán blanco y logré detenerme.

No podía entender la situación actual. Aturdido, miré a la sombra negra a unos dos metros de mí. Era un hombre. Llevaba un traje que era casi negro. Estaba sosteniendo algo largo, delgado y blanco en su mano derecha. Brillaba débilmente en la luz naranja.

Un cuchillo. Un largo cuchillo de supervivencia. Pero, ¿por qué?

Mi rostro se congeló cuando sentí la mirada del hombre en la sombra de la furgoneta. Estaba moviendo sus labios, pero lo que salió fue un susurro ronco.

-Llegas tarde, Kirito-kun. ¿Qué pasa si me haces coger un resfriado?

Esa voz. Era una voz aguda y pegajosa.

-Su…Sugou…

Estaba aturdido, y en el momento que dije su nombre, el hombre dio un paso adelante. Las lámparas de sodio iluminaron su rostro.

En comparación con hace unos días, su cabello bien peinado se había desordenado mucho y había una barba de varios días cubriendo su aguda quijada. Su corbata estaba casi completamente desatada y colgaba floja alrededor de su cuello.

Y además…unos extraños ojos me miraron desde atrás de unas gafas de montura metálica. La razón fue aparente de inmediato. A pesar de que sus ojos estaban abiertos lo más posible, su ojo izquierdo se había dilatado adaptándose a la oscuridad de la noche mientras su ojo derecho estaba pequeño y contrayéndose. En el Árbol del Mundo, allí fue donde fue atravesado con mi espada.

-Hiciste algo cruel, Kirito-kun.

Dijo Sugou con voz ronca.

-La sensación de dolor no ha desaparecido todavía. Bueno, hay varias medicinas buenas, así que no importa.

Metió su mano en el bolsillo de su chaqueta, cogió unas cuantas cápsulas y las arrojó a su boca. Sugou empezó a masticar haciendo ruidos y dio otro paso hacia mí. Recuperándome finalmente de mi sorpresa, logré mover mis labios secos.

-…Sugou, ya estás acabado. Has ido demasiado lejos para cubrir las cosas. Recibe tu juicio obedientemente.

-¿Acabado? ¿Qué? Nada ha terminado todavía. Bueno, Recto es inutilizable ahora. Iré a América. Hay un montón de empresas que quieren mis conocimientos. Ahora he acumulado una gran cantidad de datos experimentales. Si utilizo eso para completar mi estudio, me convertiré en el verdadero rey; el verdadero dios; el dios de este mundo real.

––Está loco. No, tal vez había estado roto por mucho tiempo.

-Antes de eso, hay algunas cuestiones de las que me tengo que encargar. Primero, te voy a matar, Kirito-kun.

Después de terminar de hablar en voz baja sin cambiar de expresión, Sugou se acercó a mí rápidamente. El cuchillo en su mano derecha se movió casualmente hacia mis ojos.

-¡¡…!!

Pateé el asfalto con el pie derecho, tratando de esquivarlo. Sin embargo, debido a la nieve bajo mis zapatos, me resbalé y perdí el equilibrio, colapsando en el estacionamiento. Caí con fuerza sobre mi costado izquierdo, mi aliento dejó mi cuerpo.

Sugou me miró con unas pupilas que no podían enfocar.

-Oye, levántate.

Después de eso, me dio una patada en el muslo con la punta de su zapato costoso. Dos veces, tres veces. Un dolor caliente recorrió mi columna, resonando en la parte posterior de mi cabeza. También reverberó a través de mi brazo derecho creando un dolor agudo. Finalmente me di cuenta de que había un corte no solo en mi chaqueta, sino también en mi brazo.

No me podía mover. No podía hacer ningún sonido. El cuchillo de supervivencia que Sugou sostenía…la hoja de más de 20 centímetros, la fuerte presión de esa herramienta asesina, me congeló.

¿Matarme…? ¿A mí…? ¿Con ese cuchillo…?

Mis pensamientos fragmentados fluyeron y desaparecieron. Esa gruesa hoja, penetrando mi cuerpo en silencio, mortalmente…Como las palabras mostraron, tomar mi vida con una herida fatal, imaginé ese instante una y otra vez. Además de eso, no había nada que pudiera hacer.

El dolor en mi brazo derecho se convirtió en un calor sordo. Varias gotas de un líquido oscuro cayeron por el espacio entre el puño de mi chaqueta de invierno y mis guantes. Empecé a imaginar la sangre fluyendo de mi cuerpo sin cesar. Una imagen clara y real de la “muerte” que no era un valor numérico en una barra de HP.

-Hey, levántate. Solo levántate.

Sugou pateó mecánicamente y pisó mis pies una y otra vez.

-Tú, ¿qué me dijiste en ese lugar? ¿No huyas? ¿No dudes? ¿Vamos a arreglar esto? Dijiste eso arrogantemente.

Lo oí susurrar, la voz de Sugou estaba llena con los mismos colores de la locura que escuché en la oscuridad allá.

-¿Entiendes ahora? Un pedazo de mierda como tú sin habilidad más que en los juegos y sin ningún poder verdadero en absoluto. Eso es lo que llamas basura inferior. Sin embargo, tú me frustraste, a mí…Naturalmente el castigo por tus pecados es la muerte. Es imposible que sea otra cosa que la muerte.

Después de hablar con un tono sin inflexión, Sugou puso su pie izquierdo en mi vientre y cambió su centro de gravedad. Perdí el aliento por la presión física y la presión mental cuando liberó su locura.

Vi la cara de Sugou mientras se acercaba, tomando rápidas respiraciones cortas e irregulares. Inclinándose, Sugou sostuvo el arma en su mano derecha sobre su cabeza.

Sin pestañear, la agitó hacia abajo.

-…Gh.

Un sonido rígido se filtró desde el fondo de mi garganta…

Junto con un sonido metálico sordo, la punta del cuchillo rozó mi mejilla y se clavó en el asfalto al mismo tiempo.

-Ah…mi ojo derecho ve borroso, mi objetivo estaba mal.

Murmuró Sugou mientras levantaba alto el cuchillo otra vez.

El filo del cuchillo brillaba en la luz de las lámparas de sodio y dibujó una línea naranja en la oscuridad.

Tal vez fue porque golpeó el duro suelo con él, pero la punta del cuchillo estaba un poco fragmentada. Ese fallo le dio al cuchillo una presencia física más realista como arma. En vez de un arma de polígonos, estaba hecha de moléculas de metal condensadas, era fría y pesada, y con una hoja genuinamente letal.

Todo parecía ir más despacio. La nieve que caía del cielo oscuro. La masa de aire expulsada por la boca de Sugou. El cuchillo que descendía hacia mí. El parpadeo de la luz naranja reflejada en las muescas talladas en la hoja.

Eso me recuerda, había un arma con muescas como esa…

Un pedazo de una memoria sin sentido fluyó a la superficie de mis pensamientos detenidos.

¿Qué era eso? Era un objeto tipo daga vendido en los pisos medios de Aincrad. Creo que se llamaba “Destructor de Espadas”. Si paras el arma del enemigo con la parte posterior en forma de sierra, había un ligero bono que aumentaba la posibilidad de destruir su arma. Debido a que parecía interesante, puse la Skill de daga en la ranura de Skill y la usé durante un tiempo, pero no estaba satisfecho debido a su baja base de habilidad ofensiva.

El arma que Sugou sostenía ahora era aún más pequeña que esa. No podía ni siquiera ser llamada una daga. No…algo así ni siquiera podría ser clasificado como un arma. Era una herramienta para el trabajo diario. No era algo que un espadachín usaría para luchar.

En el fondo de mis oídos, escuché las palabras de Sugou de hace unos segundos.

Verdadero poder, no posees nada de eso…

Sí…eso es cierto. Ni siquiera se tiene que decir. ¿Pero quién eres tú para estar diciendo que me matarías, Sugou? ¿Un maestro de las habilidades con el cuchillo? ¿Un experto en artes marciales?

Miré detrás de las gafas de Sugou, sus pequeños ojos parecían estar teñidos del color de la sangre. Excitación. Locura. Pero también tenían algo más. Esos eran los ojos de alguien tratando de escapar. Eran los mismos ojos que alguien que estaba rodeado por hordas de monstruos en un calabozo, cayendo en una situación mortal desesperada, los ojos de alguien que agita su espada en un frenesí, tratando de interceptar la realidad.

Este tipo era igual que yo. Continuando persiguiendo el poder, pero incapaz de obtenerlo, solo moviéndose en feos pasos.

-… ¡¡Muere, mocosoooo!!

El grito de Sugou devolvió mi conciencia del mundo que se movía más despacio.

Levanté la mano izquierda como un imán y atrapé la muñeca derecha de Sugou mientras la dejaba caer. Al mismo tiempo, extendí mi brazo derecho y clavé mi pulgar en el hueco de su garganta junto a su corbata floja.

-¡¡Guuu!!

Con un gruñido, Sugou se echó hacia atrás. Torcí mi cuerpo, agarrando la mano derecha de Sugou con ambas manos y estrellé su mano sobre el asfalto congelado con todas mis fuerzas. Su mano se abrió con un grito y el cuchillo se alejó rodando por el suelo.

Gritando estridentemente como un silbido, Sugou saltó hacia el cuchillo. Doblé mi pierna derecha, dejándola volar, la suela de mi zapato se impactó en su mandíbula. Levanté el cuchillo y utilicé el retroceso para levantarme.

-Sugou…

De mi garganta salió una voz que se rompió tanto que casi no podía creer que fuera la mía.

A través del guante en mi mano derecha sentí la presencia del duro y frío cuchillo. Era un arma pobre. Demasiado ligera y sin alcance.

-Pero es suficiente para matarte.

Después de susurrar, me volví hacia Sugou quien me estaba mirando con una cara en blanco mientras seguía sentado en el asfalto y luego salté hacia él con fuerza.

Agarré su pelo y su cabeza con mi mano izquierda y lo estrellé en la puerta de la furgoneta. Con un ruido sordo, el cuerpo de aluminio del auto se abolló y sus gafas salieron volando. La boca de Sugou se abrió ampliamente. Apuntando a su garganta, moví mi mano derecha con el cuchillo sin dudar…

-¡Guuu…Uuu…!

Detuve mi brazo allí, apretando los dientes.

-¡Iiii! ¡Hiiii! ¡Iiiiii!

Sugou estaba el mismo sonido que había hecho en ese mundo tan solo unos diez minutos atrás, ese grito agudo.

Era natural que este hombre muera. Era natural que sea juzgado. Todo terminaría si bajo mi mano derecha. Era la conclusión. El total vencedor y el derrotado estaban decididos.

Sin embargo…

Ya no soy un espadachín. Ese mundo donde todo se determinaba con la habilidad de la espada de uno ya se ha dejado lejos en el pasado.

-Hiiiiiiiii…

De repente, los ojos de Sugou rodaron dentro de su cabeza, exponiendo lo blanco. Su grito se interrumpió, y todo su cuerpo perdió su fuerza como una máquina sin electricidad.

La fuerza también dejó mi mano. Deslizándose de mi mano, el cuchillo rodó sobre el estómago de Sugou.

También quité mi mano izquierda y me levanté.

Pensé que si tenía que ver a ese hombre incluso un segundo más, el impulso de matar herviría y no sería capaz de resistirlo de nuevo.

Arranqué su corbata y le di la vuelta, y até sus dos manos detrás de su espalda. Coloqué el cuchillo en el techo de la furgoneta. Giré mi cuerpo, de nuevo a mi ruta original. Luego me tambaleé, paso a paso, arrastrando mis piernas mientras comenzaba a correr a través del estacionamiento.

 

 

Me tomó cerca de cinco minutos llegar hasta los anchos escalones de la entrada principal. Me detuve y respiré hondo. Miré mi cuerpo, que había logrado controlar.

Estaba en un terrible estado, sucio con nieve y arena. Los cortes en mi mejilla izquierda y mi brazo derecho al parecer habían dejado de sangrar, aunque seguían doliendo.

Me paré delante de las puertas automáticas. Sin embargo, no hubo señal de que se abrieran. Miré a través del cristal, el vestíbulo principal estaba tenuemente iluminado, pero había una luz normal detrás del escritorio de recepción. Miré de lado a lado, y encontré una pequeña puerta giratoria de cristal en el extremo izquierdo y afortunadamente se abrió cuando la empujé.

El silencio llenó el edificio. Crucé las ordenadas hileras de bancos alineadas en el amplio vestíbulo.

No había nadie en el mostrador, pero desde el interior de la estación de enfermeras adyacente escuché una charla agradable. Orando por una voz decente, abrí la boca.

-Um… ¡Disculpe!

Unos segundos después de que mi voz resonó, se abrió una puerta y dos enfermeras con uniformes de color verde claro aparecieron. Las dos tenían expresiones de sospecha en sus rostros que cambió a sorpresa cuando me vieron bien.

-… ¿¡Qué te ha pasado!?

Exclamó la joven enfermera alta con el pelo amontonado en su cabeza. Aparentemente, parecía que había más sangre en mi cara de lo que pensaba. Señalé en dirección a la entrada y dije:

-Fui atacado por un hombre con un cuchillo en el estacionamiento. Lo dejé inconsciente al otro lado de un sedán blanco.

La tensión recorrió los rostros de las dos mujeres. La enfermera mayor operó una máquina detrás del mostrador, sosteniendo un pequeño micrófono cerca de su cara.

-Guardias, por favor vengan a la estación de enfermeras del primer piso inmediatamente.

Parece que había un guardia en medio de su patrulla cerca y un hombre en un uniforme color azul profundo apareció pronto con pasos rápidos. La expresión del hombre se puso severa después de escuchar la explicación de las enfermeras. Hablando por una radio, el guardia se dirigió a la entrada. La enfermera más joven lo siguió.

Después de mirar la herida en mi mejilla por un minuto, la enfermera que quedó dijo:

-Tú, eres familiar de Yuuki-san en el doceavo piso, ¿verdad? ¿Esa es tu única herida?

Parecía haber un pequeño malentendido, pero asentí sin la fuerza de voluntad para corregirla.

-Ya veo. Llamaré a un médico de inmediato, por favor espérame aquí.

Ella se fue haciendo un golpeteo tan pronto como dijo eso.

Tomé una respiración profunda y miré alrededor. Confirmando que no había nadie cerca, me incliné sobre el mostrador y cogí una de las tarjetas de pase de invitado del interior. Me volví en la dirección opuesta a donde se fue la enfermera, al ala de hospitalización que había pasado muchas veces antes y moví mis temblorosos pies en una carrera.

El ascensor se había detenido en el primer piso. Cuando apreté el botón, la puerta se abrió con una campanada grave. Me apoyé en la pared interior y presioné el botón del piso superior. A pesar de que la aceleración era lenta para un hospital, mi rodilla se sentía casi romperse por el pequeño peso extra. Mantuve mi cuerpo desesperadamente de pie.

Después de lo que sentí que fueron varios segundos, el ascensor se detuvo y se abrió la puerta. Caí fuera del ascensor al pasillo.

La habitación de Asuna solo estaba a unas pocas decenas de metros, pero la distancia parecía interminable. Apoyé mi cuerpo, que estaba a punto de colapsar, en la pared y avancé. Después de girar a la izquierda en el pasillo en forma de L…Frente a mí, vi una puerta blanca.

Paso a paso, caminé.

Al igual que esa vez…

Cuando volví al mundo real del final del mundo virtual rodeado por la puesta del sol, desperté en otro hospital, luchando por caminar sobre unas piernas atrofiadas. En mi búsqueda por Asuna, no había nada más que caminar. Ese pasillo, estaba conectado a este lugar.

Finalmente podría encontrarme con ella. Había llegado el momento.

Mientras la distancia restante se reducía, los diversos sentimientos en mi corazón crecieron a un ritmo alarmante. Mi respiración se aceleró. Los bordes de mi visión se tiñeron de blanco. Sin embargo, no sucumbí a derrumbarme allí. Caminé, atentamente, poniendo mis piernas frente a mí.

Inconsciente de dónde estaba hasta que estaba a punto de llegar a la puerta, dejé de mover mis pies antes de chocar con ella.

Más allá de ella, estaba Asuna…Era lo único en lo que podía pensar en ese momento.

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Al levantar mi temblorosa mano derecha, la tarjeta se deslizó de ella debido al sudor. Recogí la tarjeta de nuevo y la inserté en la ranura de la placa de metal esta vez. Conteniendo el aliento, la deslicé rápidamente hasta el fondo.

El color de la luz cambió y la puerta se abrió con el sonido de un motor.

Suavemente, el aroma de las flores se derramó.

La iluminación interna se había atenuado. Una tenue luz blanca entraba por la ventana, reflejada por la nieve del exterior.

El centro de la habitación del hospital estaba cubierto por una gran cortina. Había una cama de gel del otro lado.

No me podía mover. No podía continuar. No podía hacer ni un sonido.

De repente, una voz inesperada me susurró al oído.

(Oye…ella te está esperando.)

Sentí una mano empujando suavemente mi hombro.

¿Yui? ¿Suguha? En los tres mundos, era la voz de alguien que me ayudó. Di un paso con mi pie derecho, entonces otro paso y otro.

Me paré delante de las cortinas. Extendí la mano y agarré los extremos.


Y tiré.

Con un sonido débil, como del viento a través de la pradera, el velo blanco se sacudió y se movió.

-…Ah.

Un pequeño sonido escapó de mi garganta.

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Una chica en finas ropas de examinación médica que parecía un vestido ligero blanco como la nieve estaba sentada en la cama con su espalda hacia  mí, mirando por la ventana oscura en el otro lado. Su largo cabello brillante ondeaba en la luz de la nieve que bailaba. Sus dos manos yacían delante de su cuerpo, sosteniendo algo brillante de color azul oscuro en forma de huevo.

Nerve Gear. La corona de espinas que ataba a la chica había terminado su deber y cayó en silencio.

-Asuna.

Susurré con una voz que apenas era un sonido. El cuerpo de la chica se sacudió con fuerza…moviendo el aire lleno del aroma de flores y se dio la vuelta.

Todavía despertando de un largo letargo, sus ojos avellana estaban llenos de una luz soñadora mientras me miraba directamente.

¿Cuántas veces había soñado con esto? ¿Cuántas veces había rezado por esto?

En sus labios húmedos de color claro surgió una sonrisa gentil.

-Kirito-kun.

Esta era la primera vez que la escuchaba, esa voz. Era muy diferente de la voz que oía todos los días en ese mundo. Sin embargo, agitando el aire, sacudiendo mi sentido del oído, esa voz que llegó a mi conciencia, era muchas veces, realmente muchas veces más maravillosa.

Asuna retiró su mano izquierda del Nerve Gear y la extendió. Eso por sí solo tomó mucha fuerza y tembló.

Como tocando una estatua de nieve, tomé esa mano con mucha suavidad. Era dolorosamente pequeña y delgada. Sin embargo, estaba cálida. Como si tratara de curar cada herida, el calor se filtró a través de ese contacto. La fuerza abandonó mis piernas de forma inesperada y eché mi cuerpo al borde de la cama.





Asuna extendió su mano derecha, tocando suavemente mi mejilla herida, e inclinó la cabeza con duda.

-Ah…la última batalla, la última batalla de verdad terminó hace un momento. Se acabó…

Mientras decía eso, desde mis dos ojos, las lágrimas se desbordaron al fin. Las gotas cayeron en mi mejilla, fluyendo hacia el dedo de Asuna y brillando en la luz de la ventana.

-…Lo siento, no puedo oír bien todavía. Pero…entiendo tus palabras Kirito-kun.

Asuna acarició mi mejilla con cuidado y susurró. Mi alma tembló al oír esa voz.

-Se acabó…por fin…finalmente…me encuentro contigo.

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Lágrimas que brillaban como plata corrieron por las mejillas de Asuna. Con ojos húmedos, mirando a los míos como si estuviera expresando sus sentimientos, dijo:

-Encantada de conocerte, soy Yuuki Asuna…Estoy de vuelta, Kirito-kun.

Yo respondí, deteniendo el llanto en mi garganta.

-Soy Kirigaya Kazuto…Bienvenida de nuevo, Asuna.

Nuestros rostros se unieron y nuestros labios entraron en contacto. Ligeramente, y entonces de nuevo, con fuerza.

Puse mis brazos alrededor de su delicado cuerpo y la abracé.

 

 

El alma se fue de viaje. De un mundo a otro. De esta vida a la siguiente.

Y, anhelando a alguien. Se llamaron con fuerza entre sí.

En el pasado, en el gran castillo que flotaba en el cielo, un joven que soñaba ser un espadachín, conoció a una chica que cocinaba comida maravillosa y se enamoró. Aunque ya no existían, sus corazones, después de un viaje interminable, finalmente se encontraron de nuevo.

 

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Mientras acariciaba la espalda de Asuna mientras ella lloraba, miré por la ventana con mis ojos cubiertos por lágrimas. En la nieve que estaba revoloteando más, me pareció ver dos sombras lado a lado.

Uno con dos espadas en su espalda y vestido con un abrigo negro.

La otra, una chica vestida del rojo y el blanco de un caballero, con una rapier colgando de su cintura.

Sonrieron, tomándose de la mano mientras se daban la vuelta y se alejaban lentamente.

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