C³ – Cube x Cursed x Curious

Volumen 1

Capítulo 3 – Antinomia de la Temperatura Corporal de Cada Uno / ‘Maldición Fría, Maldición Caliente’

Parte 5

Permanecer en una fría fábrica abandonada no ayudaba a la recuperación de la energía propia. A través del uso de una manera desagradable–es decir, usar el Vendaje Chupacabras como cuerda, Mummy Maker regresó a su base–la habitación en el hotel.

Afortunadamente, la única que se opondría a este método estaba actualmente durmiendo detrás de ella. Como si el acto vergonzoso continuara, ella dejó el mensaje ‘Descansaré por un momento, te dejo las cosas a ti’ y simplemente se fue a dormir. Debido a la diferencia en el tamaño de cuerpo, moverla tomaría un poco de trabajo.

Mummy Maker bajó ligeramente a Peavey en la suave cama de la suite del hotel. Aunque sentía que la armadura en el brazo de Peavey estaba en el camino, no tenía idea de cómo quitarla y lo único que pudo hacer fue dejarla allí.

Cuando las cubiertas fueron puestas sobre Peavey, ruidos de respiraciones seductores se podían escuchar de su sueño.

Ella debía estar más aliviada ahora–Mummy Maker sintió una misteriosa sensación de calor en su corazón como si hubiesen prendido fuego en él. Al mismo tiempo ella recordó el peso de la mano que había frotado su cabeza hace decenas de minutos antes.

Esa fue su primera vez. No fue golpeada, pero su cabeza fue frotada por alguien. No fue tirado fuertemente, sino que su cabello fue gentilmente acariciado. Permanecer tan juntas, escuchando voces que no eran regaños. Experimentarlo por primera vez, y que todo fuera tan agradable.

Preguntándose si el encuentro con esa mujer por primera vez se había arruinado, incluso Mummy Maker se sorprendió con su propio comportamiento. Sin embargo–¿por qué?–ella no podía contenerse tan pronto se preguntaba si tendría o no esa oportunidad en el futuro.

Simplemente recordar la memoria llenaba su corazón de felicidad. Soñando, soñando. Era como si sus recuerdos hubiesen sido lavados. Los recuerdos de sus padres encerrándola en un armario, prenderle fuego con la esperanza de obtener el dinero del seguro, resultando en heridas casi fatales y la pérdida de uno de sus ojos.

Ella observó el rostro dormido de Peavey. La cara de alguien que simplemente era un colega.

¿Estaba buscando a una madre sustituta aquí?

Nunca experimentó el toque ideal de una madre, ¿estaba proyectando sus deseos en Peavey ahora?

Debió ser. Ése cabello rubio, esas manos con grandes cicatrices que no podían ser llamadas hermosas, ese olor a tabaco… todos eran idénticos a las de su madre que trató de asesinarla. Por lo tanto, ésta persona que no era su madre se parecía a su madre de todas formas. Se trataba de una evasión equivocada, un acto de sustitución, ella lo sabía. Aunque creyó entenderlo–no podía suprimir aquellos sentimientos de ternura. Todo lo que quería hacer ahora era seguir viendo ese rostro dormido por siempre.

Pero tarde o temprano, Peavey se dirigiría a la muerte. Habiendo perdido un brazo, su habilidad de combate estaba severamente comprometida. Pero ella no se preocupaba por eso e intentaba luchar solamente con su orgullo como arma. Qué preocupante.

Mummy Maker se dio cuenta de nociones en la superficie de su mente.

-Deseo que Peavey pueda quedarse.

-Espero que ella no muera.

-Quiero que se quede más tiempo.

-Entonces, ¿qué debería hacer?

Una Caballero como ella definitivamente no escucharía los ruegos que le pedían que no peleara. Como su Auxiliar, esa sugerencia no estaba permitida tampoco. Incluso si era un plan para evitar que peleara–como pedirle refuerzos o un candidato sustituto al Dominio de los Caballeros, Peavey probablemente ignoraría las órdenes y saldría a luchar sola. Por eso, en vez de tratar de evitar que luchara, Mummy Maker necesitaba una forma de dejarla luchar de la manera más segura.

¿Asistir a Peavey en batalla? Rechazado. Sólo sería un estorbo. Ésa es la razón por la que se volvió auxiliar en primer lugar.

Entonces debía haber otras opciones–se dijo a sí misma–y finalmente se le ocurrió una idea.

Las órdenes emitidas por el Dominio de Caballeros fueron ‘Destruir a Fear-in-Cube’, nada más.

Exterminar a la espada Japonesa y a la familia de Yachi no era parte de la misión. Pero dejarlos ir seguramente resultaría en una reprimenda, no sería motivo de un castigo. Si era necesario, podían enviar otro Caballero.

En ése caso, tenía opciones.

Aunque pensó que podría resultar inútil, era mejor que hacer nada–

Los planes se cristalizaron en su mente. La única condición era que debía llevarlo a cabo en secreto. Ciertamente, ¿incluso un plan de este nivel podría disgustar a Peavey? Después de todo, esto era por su propia testarudez.

Si lo iba a hacer, tenía que ponerse en acción mientras Peavey dormía.

Una vez más, Mummy Maker se volvió para ver el rostro durmiente de Peavey. De repente, un sentimiento travieso la invadió mientras acariciaba ese cabello rubio. Entonces–

-Hoho, ¿estás tratando de tomar venganza en mí?

Con sus ojos semi-abiertos, Peavey se burló.

-…No, nada como eso, yo sólo… sentía que debía intentarlo una vez… eso es todo.

Tirando apretadamente su capucha ella escondió su rostro. Qué vergonzoso.

-Continúa durmiendo pacíficamente. Iré a explorar un rato.

-Oh mí, que diligente eres en tu trabajo.

Mummy Maker se dio la vuelta. Justo cuando estaba a punto de salir de la habitación, escuchó una voz a sus espaldas.

-Ten cuidado y cuídate.

Esas eran palabras que nunca había escuchado antes.

Sin darse cuenta, había comenzado a correr ligeramente.

Tan pronto como Mummy Maker dejó a habitación, Peavey entró en un sueño ligero una vez más.

Su primera prioridad era recuperar su cuerpo y espíritu.

Su espíritu estaba bien. Estaba bien en cualquier momento dado. Ella definitivamente destruiría aquellas herramientas apestosas. Definitivamente, definitivamente, definitivamente.

¿Qué pasa con el cuerpo, entonces?– Ella reflexionó.

Un cuerpo herido, un cuerpo exhausto, y desafortunadamente, un cuerpo cuyo sangrado había sido detenido por un desagradable Whate.

Cuando se dio cuenta. Realmente, era demasiado desagradable.

Habiendo perdido un brazo, mantuvo la lucha con dos Wathes al mismo tiempo sin un plan como si se planteara un desafío.

¿Qué podía hacer? Ya no se preocupaba de su imagen. La basura debía ser limpiada lo más pronto posible. Aunque era necesaria una cantidad mínima de descanso, estar fuera del combate por mucho tiempo sería similar a perder. Ella todavía pensaba luchar, incluso sola podría seguir peleando. La deshonra de perder contra una herramienta sería el insulto entre los insultos. Tenía que pensar en un plan, no tenía más opción que tener un plan–

Incluso si significaba recurrir a un método tan disgustante que la haría vomitar–un plan del que se burló y ridiculizó hace unas pocas horas. Hubo alguien que le sugirió esto a ella, pero ella en ese momento consideró eso como caer al nivel de insectos rastreros, pero ahora, incluso había una manera de hacer las cosas–

Era cierto, ella ya había pensado en una manera. La pregunta era si ahora debía elegirla para usarla.

Moción. Rechazo. Moción. Rechazo. Moción. Rechazo. Las mociones eran de igual contenido que sus rechazos. Todos los miembros del personal de apoyo tenían su propio orgullo y misión. Arriesgando todo a su disposición, ellos repetidamente hacían elecciones de compensación.

Cuando llegó a esa conclusión, cayó en un sueño profundo.

El reemplazo del brazo que había perdido, un brazo despreciable se acercó finalmente a la solución más vil.